Hostia. Es lo único que pensé al ver al pedazo de hombre que me miraba desde la otra mesa buffet. Aunque nunca había dicho ninguna palabrota, mis padres no lo aceptarían, esta vez valía la pena opinarla. Nos estábamos mirando a los ojos, no sé como lo hacía, pero cuando nos mirábamos era como si solo estuviéramos nosotros dos. Tengo que desviar la mirada para atender a Kathleen, pero siento la suya repasándome por completo.
Fallon Dubois
Si?
Kathleen Anderson
Te decía que Ross y yo vamos al baño, quieres ir?
Fallon Dubois
No, estoy bien
Roseanne Johnson
Pues vale - engancha su brazo con el de Kathe y simplemente se pierden entre la gente.
Antes de mirar al objetivo, decido revisar el móvil en busca en algún mensaje de mis padres. Nada. Okay no estoy para nada decepcionada. ¿Pero qué esperaba? Si sé cómo son. Solté un suspiro. No puedo dejar que un mensaje que nunca llegó me arruine la noche. Levantó la mirada en donde se supone que tenía que estar aquel chico de ojos azules cuál mar, pero nada, ¿Dónde se abra metido?
Roa Johnson
¿Buscas algo? -me gire hacia esa voz tan malditamente masculina. Estaba el con una sonrisa ladeda. Y solo tengo una pregunta: ¿cómo es tan jodidamente alto? Aún teniendo tacones es más alto que yo, pero no me quejo.
Fallon Dubois
Tal vez -dije lento, intentando asimilar que estaba justo al lado mío. Exactamente en ese momento comenzó a sonar una música de tango. Lo que faltaba.
Roa Johnson
Me permite este baile -me ofrece la mano. Yo sonreí.
Sabía bailar lo que fuera, mi madre me había hecho a asistir a todo tipo de clases de bailes, inclusive ballet.
Fallon Dubois
Por supuesto -tomé su mano y él me llevó hacia la pista de baile, aún sujetando mi mano!! y debo admitir que su tacto hizo que una corriente eléctrica recorriera todo mi cuerpo.
Las personas se apartaron dejándonos la pista. Nos pusimos en posición, no iba de desaprovechar la oportunidad de tocarle el brazo, así fuese solo por encima del esmoquin, así que coloque mi mano un poco más abajo del hombro y estaba fortísimo. Él puso su mano en mi cadera pegándonos aún más.
El primer paso fue un choque de emociones: la cercanía de su cuerpo, la calidez de su piel contra la mía. La conexión era instantánea. Me dejé llevar por la música, moviéndome al compás del tango, mis caderas respondiendo a cada giro y cada paso que él dirigía con maestría.
Sentí cómo él me guiaba con sutileza, llevando el baile hacia un nivel más intenso. Sus movimientos eran fluidos y seguros, y yo traté de seguir su ritmo, dejando que la pasión del tango nos absorbiera. Cada giro nos acercaba más, y cuando nuestras miradas se encontraron, una chispa atravesó el aire entre nosotros.
Mientras bailábamos, el mundo exterior se desdibujaba aún más. Éramos nosotros dos nada más, envueltos en este tango, incluso tanto que apreciamos una pareja de baile de años.
El baile se volvió cada vez más candente; la música nos empujaba hacia adelante y hacia atrás, creando un vaivén que reflejaba nuestra creciente complicidad. Al final del baile, cuando nos separamos ligeramente, pero todavía estábamos conectados por esa energía palpable, no pude evitar sonreírle para luego hacer una pequeña referencia al público que nos aplaudía cómo locos.
Fallon Dubois
No me has dicho tu nombre -dije en un susurro alejándonos de la gente.
Roa Johnson
Es difícil que no me conozcas, llevas mi marca en tus tacones -respondió relamiéndose los labios.
Es difícil concentrarse cuando cuándo hace eso. Me muerdo el labio.
Fallon Dubois
Lamento decepcionarte, pero no sé el nombre del creador -era verdad, los compré porque estaban bonitos. Cuando vuelve a hablar llega Kathleen prácticamente corriendo hacia mí.
Kathleen Anderson
Préstamela un segundo -le dice al chico que tengo delante. Cuando el asiente la peli-verde me coge de la mano y me lleva a un lugar más privado.
Fallon Dubois
¿Qué pasa? -mencioné preocupada
Kathleen Anderson
Es Ross. Al parecer le hizo alergia a algún dulce de la mesa y está vomitando desde que fuimos al baño. Deberíamos irnos.
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