El Golden Boy Alborotó Mi Vida.
La Masía.
Era mi primer día de entrenamiento con mi primer equipo y estaba algo nervioso.
Ordenaba mis cosas con dedos temblorosos e iba dando vueltas por la habitación de un lado para otro.
Ansu Fati.
Eh Bro, lo vas a hacer genial ya verás.
Me decía Ansu, compañero y amigo de la masía que ya había pasado al primer equipo, por lo que iba un poco más tranquilo si además estaba con él.
Gavi.
¿Y si no les caigo bien? ¿Y si no me ven como parte del grupo?
Ansu Fati.
De eso no te preocupes que ya me encargo yo, si no, les zurrare.
Ambos reímos, Ansu siempre estaba ahí para sacarme una sonrisa hasta en los peores momentos, eso lo admiraba tanto.
Aún recuerdo como nos conocimos.
Un balón vino rodando hacia mí cuando entré por primera vez en las instalaciones de La Masía, no pude evitar contemplarlo hasta que separó delante de mis pies y en un movimiento rápido empecé a dar toques con él.
X: Eh amigo. ¿Nos pasas el balón porfa?
Dejé de dar toques y miré hacia arriba.
Frente a mí se encontraba un niño bajito, color chocolate y rapado al cero, lo primero que pensé es que parecía un huevo, mote por el que le llamaría muchos años.
Y a su lado se encontraba un niño un poco más alto que él pero no demasiado, rubiazco con ojos avellanas y muy parecido a mi.
Yo miré el balón entre mis pies y le di una patada para que llegara hacia ellos.
Dijo el de cabeza huevo agachándose para coger el balón con ambas manos.
Yo asentí despacio metiendo mis manos en los bolsillos y moviendo los pies sin saber qué hacer.
Ansu Fati.
Soy Ansu y este es Fermín.
Dijo señalando a su compañero.
Gavi.
Soy Pablo, aunque prefiero que me llamen Gavi.
Gavi.
No sé. Es como un honor a mi apellido, además me gusta.
Ansu Fati.
Pues... Gavi, ¿quieres jugar con nosotros?
Yo los miré sonrientes y asentí repetidas veces.
Aquella tarde la pasamos jugando y riendo todo el tiempo y empezamos una amistad que nunca imaginamos que duraría durante tantos años...
El cabeza huevo y yo salimos por la puerta y nos montamos en su coche para ir a la Ciutat Esportiva.
Cuando llegamos había varios fans en la puerta pero Ansu no quiso pararse.
Entramos en las instalaciones y un montón de técnicos y entrenadores iban de aquí para allá.
Nos paramos en frente de la puerta de los vestuarios y Ansu me miró.
Dijo él antes de abrir la puerta.
Dentro había muchísimos jugadores con los que siempre había querido estar, pero que lo más cerca que los había visto había sido por la tele.
Ansu Fati.
¡Eh chavales! Os presento a mi amigo Gavi, hoy entrenará con nosotros, es parte del equipo.
Yo sonreí con vergüenza cuando todas las miradas se posaron en mí y me sentí pequeño.
Sólo quedaban dos personas dentro.
Ansu Fati.
Y estos tontitos de aquí son de mis mejores amigos.
Dijo Ansu rodeando con los hombros a los dos chicos.
Pedri.
Pedri. Un placer conocerte.
Pedri, la verdad era el que más tenía ganas de conocer, pues tenía entendido que era el más joven del equipo, ahora después de mí, por tan solo nos llevábamos dos años de diferencia y también porque lo había visto jugar por la tele y era puro talento, simplemente me fascinaba la manera en la que sus pies tocaban el balón, o con la elegancia que se movía por el campo.
Salí con él y con Ansu al campo donde ella estaba allí Xavi el entrenador con el resto de los compañeros.
Yo sonreí tímidamente cuando todas las miradas se volvieron a posar en mí.
Xavi.
Qué alegría verte aquí con nosotros muchacho, espero que te sientas acogido por el equipo, si no dímelo eh.
Después de unas segundas presentaciones y de hablarles un poco sobre mí empezó el entrenamiento.
Hubo un ejercicio en el que el míster nos puso por parejas y casualmente me tocó con Pedri.
Pedri.
Así que de Sevilla.
Pedri.
No tienes acento sevillano.
Gavi.
Vine a La Masía con diez años, así que mucho no tengo la verdad.
Gavi.
Tú canario, si no me equivoco.
Pedri.
A mí si se me nota.
Ambos volvimos a reír y desde ese momento supe que Pedri y yo tendríamos una amistad muy especial.
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