¡Los Reflejos También Son Una Habilidad!
Capitulo 4
En el momento que escuche eso. Caí derrotada al suelo, ya no podía llorar porque las lágrimas se gastaron hace unas horas. Pero ni yo ni nadie fue en contra de esas palabras...
Yolanda Ortega
¿A las afueras? —Yolanda fue la única que preguntó, no para ir en contra, si no para prepararse contra ese destino—. Maestra, ¿esa villa que está formada por un granero que fue modificado para ser una casa de campo?
Mónica Lazlo
Esa misma, al menos le damos un lugar en donde vivir. Es una lástima que ahora seguirá siendo confundida con el nombre “Lazlo”, pero qué se le puede hacer.
Karen (Niña)
¿D-debo ir ahora? —dije después de un largo rato. Mi cuerpo temblaba en el piso cuando caí, pero el golpe no fue fuerte gracias a mis habilidades.
Mónica Lazlo
—El teléfono de Mónica volvió a sonar—Que sea antes de desayuno. No se puede llevar los muebles, son más valiosos que tú.
Rodrigo Lazlo
Mónica, no sea tan mala con la niña. Está a punto de llorar, —A pesar de la insistencia de Rodrigo, Mónica no volvió a mirar y salió para seguir con su trabajo.
Eliana Lazlo
Ay, cariño —dijo Eliana con preocupación aunque fue ella quien decidió esto—. Lamento que esto suceda, si fuéramos de una “Clase económicamente más baja”, no habría importado si alguien no naciera con un “Habilidad”.
Sus palabras fueron más duras al querer hacerlas en ese tono suave. Con ellas fue que al fin comencé a llorar. Hasta ayer yo estaba muy emocionada por las “Habilidades” en cuestión, pero viendo cómo se comportan... Viendo que niegan mi habilidad que si existe... Eso me causa enojo. Mucho enojo.
Yolanda Ortega
Joven señorita. Vamos, recoja las cosas que más me gusten para poder irnos.
Yolanda sabe que no me puedo llevar absolutamente nada de esta habitación, la ropa que llevo puesta es una excepción, pero un objeto más... Sí, es algo que necesito.
Karen (Niña)
¿P-puedo llevarme a Su Majestad el oso? —pregunté a los que se hacían llamar mis tíos—, no llevaré nada más. Me quedo con esta ropa puesta, solo déjenme tomar a Su Majestad el oso.
Eliana Lazlo
Claro que puedes, cariño. Pero nada más, en el granero...
Rodrigo Lazlo
Ejem, tu nueva casa —interrumpió Rodrigo—, en tu nueva casa está todo lo que necesitas.
No les dije nada, ni siquiera agradecí ese gesto frente a lo inhumanos que han sido hasta ahora. Agarré ese osito de color marrón que traía una corona hecha a base de una real y una capa de terciopelo tan rojo como las joyas. De ahí venía su nombre “Su Majestad el oso”. Lo abracé como nunca, caminando hacia la puerta con Yolanda.
Sin embargo, ellos volvieron a hablar como si olvidarán algo.
Eliana Lazlo
Yolanda, querida, tú no. La niña debe ir sola, no debes acompañarla.
Karen (Niña)
💭¿Q-qué? ¿Ir sin mi Nana no sería igual a desterrarme por completo hasta que quería deshacerse de mí? —Miré incrédula a Eliana, quién todavía mantiene su expresión de hacer lo que diga.
Yolanda Ortega
Lo lamento, Gran Maestra, pero me niego a su solicitud. Mi contrato dice que debo cuidar a la Joven señorita hasta que cumpla los 18 años, o hasta que alguna de las dos fallezca.
Rodrigo Lazlo
Pero no podemos darte a vivir en tales condiciones, Yolanda… Si es por el dinero de la indemnización, no es algo que no podamos pagar, pero no podemos permitir estas cosas.
Yolanda Ortega
No, Gran Maestro, si me deja comentarle. En mi contrato hay una cláusula que, mientras trabaje siendo la niñera de la menor Lazlo, no debo decir nada ante el mundo. Pero, ¿qué sucedería si de la nada se rompe ese contrato? ¿La cláusula también es legal?
Eliana Lazlo
Tú... ¡Cómo te atreves a decir eso!
Yolanda Ortega
Jaja... Gran Maestra, Lamento decirlo, pero la gente despedida sin justificación es bastante rencorosa. Más que nada cuando no tiene algo especial que perder.
Yolanda no dijo nada más, me cargó a mí como siempre, para llevarme hacia la villa de las afueras ella misma. Aun cuando estaba en pijama y abrazándola tan fuerte tanto a ella como a Su Majestad el oso, ella no desistió de llevarme a pie hasta a ese lugar.
Yolanda Ortega
Joven señorita, no. ¿Debería llamarla Joven Maestra ahora? —En medio del camino, Yolanda quiso hablar conmigo.
Karen (Niña)
No lo hagas... Los escuchaste, no tengo una “Habilidad”... —Mi voz apenas podía escucharse, debo estar cansada de recordarlo.
Yolanda Ortega
No, Joven Maestra, usted si tiene una “Habilidad”, es como decir que yo, una persona con más fuerza que cualquiera, no tuviera una “Habilidad” porque cualquier persona también puede tener un poco de fuerza.
Karen (Niña)
¡Entonces por qué no me creen! ¡Los reflejos también son una “Habilidad”!
Yolanda Ortega
Ha... —Suspiró derrotada, viendo el camino que falta por llevar—, ¿quiere oír algo, Joven Maestra? Supongo que sé cuál es la razón por la que no la ven una “Habilidad”, no es porque sea común, sino porque no ha mostrado todo su potencial.
Karen (Niña)
¿Todo mi potencial? —Retiré mi cabeza del oso. Mirando al fin a Yolanda—¿De qué se trata todo eso?
Yolanda Ortega
¿No se ha preguntado alguna vez por qué su hermana, quién su “Habilidad” es ser inteligente, fue aceptada y sus hermanos que, además de compartir una “Habilidad”, es solo de ver? ¿En cambio, cuando usted presentó la suya que son los reflejos, no la aceptaron? —Negué con la cabeza—Bueno, cuando su hermana dice que la “Habilidad” de ella y sus hermanos es “Ocular” y eso tiene mucho que ver, Joven maestra.
Karen (Niña)
No entendí. —Fui demasiado sincera para las palabras de Yolanda. Tengo 10 años, no lo sé todo en el mundo.
Yolanda Ortega
Sigh... Le voy a explicar durante todo el camino, Joven Maestra.
Y así, Yolanda caminó a paso mucho más lento que antes, explicando todo y respondiendo las preguntas que nunca tuve acerca de su relato. Revolviendo más y más mi pequeña cabeza.
Comments