La noche caía sobre la mansión del duque, pero mientras el mundo parecía calmo, los verdaderos juegos comenzaban en las sombras.
En una habitación privada, Seraphine se quitaba los guantes con delicadeza. Frente a ella, su doncella personal le traía un informe.
Doncella:
—Mi lady, la joven Liliane ha despertado completamente y… parece distinta.
Seraphine (frunciendo el ceño):
—Distinta… ¿en qué sentido?
Doncella (nerviosa):
—Más fría… más calculadora. Ya no es la tonta sumisa que solía ser.
Seraphine (apretando los puños):
—Eso no puede ser. Esa mujer es un obstáculo.
La doncella tragó saliva.
Seraphine (mirando por la ventana con una sonrisa helada):
—El segundo príncipe ya me ha elegido a mí en secreto. Liliane solo es una sombra en el camino… y las sombras desaparecen.
Doncella:
—¿Qué desea que haga, mi lady?
Seraphine (susurrando):
—Sigue vigilando. Y si la ves sola… infórmame. No cometeré errores. Esta vez, ella caerá antes de estorbar.
Mientras tanto, en los jardines del palacio, Liliane paseaba bajo la luna. Cada paso era una mezcla de calma y vigilancia.
De pronto, la voz de Adrian rompió el silencio.
Adrian (sonriendo suavemente):
—¿Pensando en el destino otra vez, Lady Liliane?
Liliane (mirándolo con serenidad):
—Pensando en si puedo torcerlo… o si solo soy un peón más.
Adrian (acercándose):
—No es un peón. Usted tiene la fuerza de una reina, aunque aún no lo vea.
Ella bajó la mirada, pero no pudo evitar sentir cómo esas palabras le llegaban al alma.
Liliane:
—¿Por qué me habla así, su Alteza? No somos más que… conocidos.
Adrian (su voz, un susurro):
—Porque alguien que ha sido destruido… entiende cuándo otro está a punto de romperse.
Liliane lo miró sorprendida.
Adrian:
—Si algún día siente que todo se derrumba… búsqueme. No lo permitirá sola.
Por un momento, el silencio se volvió pesado. Sus miradas se cruzaron de forma intensa.
Liliane (apenas un murmullo):
—Gracias… su Alteza.
Él sonrió y rozó su mano suavemente, un gesto que no pasó desapercibido… para nadie.
A lo lejos, escondida tras los arbustos, Seraphine los observaba, con el veneno burbujeando en sus venas.
Seraphine (pensando, furiosa):
"¡Primero Aiden, ahora Adrian…! Ella quiere arrebatármelo todo… pero no lo permitiré."
La serpiente ya se estaba preparando para atacar.
Esa noche, de regreso en su habitación, Liliane se miró en el espejo.
Liliane (pensando):
"Seraphine me odia. Adrian desconfía pero se acerca… y Aiden… sigue siendo el traidor silencioso. ¿Hasta dónde podré jugar sin caer?"
Pero en el fondo de su corazón, algo estaba claro: esta vez, ella no sería la víctima.
Autora: disculpe por el capítulo corto esperen el otro que esta bueno
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