No Dejaré Que Vuelvas Ahí.
002.
A las seis en punto la familia Canaria estaba en pie por la casa.
Hoy los hermanos González volvían a sus clases.
El menor de los canarios bañándose.
El mayor de los hermanos alistando su mochila.
La mujer haciendo desayuno y un biberón.
Y el hombre de la casa arreglando su traje para irse a la oficina.
El bebé de la casa se encontraba dormido en su nueva habitación junto con su peluche.
Pedri al salir del baño se vistió con un pantalón gris chandal, una camiseta blanca básica y en los pies unas Nike blancas con superficie celeste.
Agarró la mochila que había alistado la noche anterior.
Antes de bajar fue a la habitación de Pablo a ver si seguía dormido.
Abrió un poco la puerta al ver al menor dormido abrazando su peluche bajo tranquilo.
Dejó su mochila al lado de la puerta y fue la cocina.
Donde se encontró a su hermano Fer y a su madre Rosy.
Rosy.
Buenos días, cariño.
Pedri.
Buenos días mami. Buenos días Fer.
Fer.
Buenos días, hermanito.
Nos andamos a desayunar y hablar de diversos temas.
Una vez terminamos de desayunar ayudamos a mi madre a lavar todo lo ensuciado.
Estábamos por salir, dándole el último beso a mi madre cuando un pequeño cuerpo baja las escaleras.
Bajaba lento y adormilado, con su pequeño puño en su ojito.
Dijo parando en el último escalón para llegar al piso.
Él sonrió adormilado, agarrado de la baranda bajo el mismo escalón con dificultad y 'corrió' hacia mí.
Yo agarre el pequeño cuerpo y él me abrazó por el cuello.
Dejé un beso en su mejilla y lo bajé.
Pedri.
Volveré por la tarde.
Hizo un pequeño puchero mientras sus ojitos comenzaban a acumular lágrimas.
Fer.
No llores Pablo, yo lo cuido y lo traigo a casa.
El pequeño lloró y mi madre lo cargó.
Rosy.
Ya se tienen que ir, el autobús está por pasar.
Yo veía como Pablo lloraba más fuerte e intentaba escapar de los brazos de mi madre.
Yo salí preocupado por como había quedado llorando.
Dijo mi hermano al verlo callado y cabizbajo que estaba.
Pedri.
Se ha quedado llorando.
Dije recordando los gritos cuando la puerta fue cerrada.
Fer.
Pero mamá ya lo calmará, tranquilo.
Rosy.
Venga Pablito, no llores.
Hablé mientras lo acurrucaba y paseaba por la casa.
Rosy.
Ya vendrá por la tarde, a Pedri no le gustará verte así...
Trato de respirar bien secando las lágrimas con su pequeña mano.
Fui a la cocina con él entre los brazos y calenté el biberón.
Estaba dándole el biberón cuando volvió a hacer puchero.
Se sacó el biberón de la boca y lloró.
Lo entendía perfectamente, Pedri era su lugar seguro, se dieron cuenta de ello hace dos días, donde Pablo se despertó en la noche y fue a la habitación del canario llorando por el miedo, pidiendo que el canario menor lo abrazara y alejara a los monstruos.
El niño seguía llorando y yo subí a la habitación de Pedri.
En ella busque alguna camiseta con su perfume.
Encontré una del Barça con su nombre detrás y la puse en mi hombro, donde puse la cabeza del pequeño.
Se calmó cuando se hundió el olor de aquella prenda y fue cerrando los ojos poco a poco.
El pequeño Pablo durmió casi una hora, durante esa hora Rosy no se despegó de él.
Pablo al despertar sintió el aroma de su Pedri y vio a la mamá del canario.
Sonrió y llevó la mano al collar de la mujer.
El pequeño agarró la camiseta y la apegó a él.
Rosy.
Vamos a la cocina a hacer nuestro almuerzo.
El pequeños asintió y fue cargado por la mujer sin soltar la camiseta.
Se olvidó totalmente de Pedri mientras cocinaban.
Luego de comer irían al centro comercial, ya que los últimos cuatro días no habían podido.
Hoy el pequeño comería huevo con jamón, zanahoria y de postre un yogur, no podía comer mucho de golpe, ya que hace poco salió de esa rutina de comer un día de por medio.
Ciertas palabras el pequeño no las sabía.
La mujer río y puso el plato frente a él.
En realidad no tenían nada, de primeras ni vivían ahí.
Solo estarían un mes allí, que era por si al pequeño Pablo no lograban rescatarlo de ahí.
Pero se lo tomarían como unas vacaciones.
Aunque los niños fueron trasladados de la escuela de Canarias a la escuela de Barcelona al volver seguirían con las clases normal en Canarias.
Carlos se comió todo y ahora se encontraba tomando juguito de naranja.
Rosy.
Vamos a la habitación de Pedri a cambiarte.
Grito e intentó bajar de la silla.
Ambos subieron la escalera tomados de la mano al ritmo del más pequeño.
Al llegar abrieron la puerta encontrándose con la cama estirada y todo ordenado.
La mujer no dijo nada y entró buscando un suéter para el pequeño.
El bebe entró con la mirada confundida.
El pequeño miraba a todos lados.
La mujer intentaba sacar la ropa rápida.
Dijo poniéndose a llorar.
Rosy.
Pedri esta en la escuela, ya vendrá por ti.
El pequeño seguía llorando mientras Rosy lo vestía.
Lo cargó y lo llevó al coche.
Una vez en el centro comercial compraron una carriola, una silla para ponerla en el auto, ropa, zapatillas y unos juguetes que le llamaron la atención, entre otras cosas.
También tuvieron que comprarle pañales, ya que se hace pis sin darse cuenta.
Cuando ya tenían todo pagado, fueron al baño para poder vestir al pequeño y ponerle un pañal.
La mujer rompió el empaque y le dio el chupete color azul baby.
La mujer le puso perfume al bebé y salieron.
Ya en el auto le tomó una foto y se la mandó a su esposo para saber que está bien.
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