Cardona se encontraba sentado en su despacho, revisando unos documentos, cuando la puerta se abrió de golpe. Uno de sus hombres entró agitado, su respiración era entrecortada y el sudor bajaba por su frente.
—Señor… —logró decir, tratando de recuperar el aliento.
Cardona levantó la mirada, notando su expresión preocupada.
—¿Qué sucede?
—Los abogados… los abogados no van a defender a Luigui.
Cardona se puso de pie de inmediato, sus ojos se entrecerraron con furia.
—¿Por qué? —rugió, golpeando el escritorio con ambas manos.
—Señor… recibieron amenazas. Si defienden a Luigui, sus familias pagarán las consecuencias.
Un silencio tenso se instaló en la oficina. Cardona sintió un nudo en el estómago, su mandíbula se tensó y sus manos se cerraron en puños.
—¡Mierda! —exclamó, golpeando con fuerza la superficie de madera. Respiró hondo, intentando controlar su furia. No podía perder la cabeza no en un momento como ese.
El hombre permanecía de pie, esperando instrucciones.
—Alista el auto —ordenó Cardona—. Vamos a ver a Franchesca.
—Sí, señor. En cinco minutos estará listo en la entrada de la mansión. Con permiso.
Cardona asintió, pero su mente seguía trabajando a toda velocidad. ¿Quién quería ver a Luigui pudrirse en la cárcel? ¿Quién tenía el poder de amenazar a los abogados de la empresa , quienes eran los influyentes para que renunciaran al caso?
Saliendo del despacho, su mirada estaba nublada por la rabia y la impotencia. Su hijo estaba en peligro, y no pensaba quedarse de brazos cruzados.
Durante el trayecto a la mansión de Franchesca, Cardona se sumió en un silencio absoluto. Su mente analizaba todas las posibilidades, todas las jugadas que podía hacer para sacar a su hijo de esa situación. Ni siquiera notó cuándo llegaron hasta que su chofer detuvo el auto frente a la gran entrada de la mansión de Franchesca.
Bajó con rapidez y entró sin esperar a que lo anunciaran. Apenas cruzó el umbral, se encontró con Giacomo y Soledad en la sala.
—Hola, Cardona —saludó Giacomo, dándole un abrazo fuerte.
—Hola, Giacomo… Soledad —respondió Cardona con un gesto tenso. Besó la mejilla de Soledad en señal de respeto.
—¿Qué te pasa? —preguntó Soledad al notar la rigidez en el cuerpo de Cardona.
Cardona suspiró pesadamente, pasándose una mano por el rostro.
—Alguien quiere hundir a Luigui. Los abogados que iban a defenderlo han recibido amenazas. No lo van a defender ni a representar.
Soledad y Giacomo intercambiaron miradas de preocupación.
—Esto es grave —murmuró Giacomo.
—Por eso necesito hablar con Franchesca —dijo Cardona, dirigiéndose al despacho.
Abrió la puerta sin previo aviso y se encontró con una imagen que lo desconcertó. Franchesca estaba sentada en su escritorio, con una copa de vino en la mano, y soltó una carcajada al teléfono.
—No lo puedo creer —dijo, sin apartar la vista de Cardona—. Déjala que haga lo que tiene planeado. Por ahora, dile a los abogados que trabajen en silencio en la defensa de Luigui. Si Emma falla, quiero un respaldo inmediato. También asegúrate de que paguemos lo necesario para que Luigui esté protegido en la cárcel. No quiero que le pase nada, con lo terco que es , no creo que acepte de inmediato que Emma sea su abogada.
Franchesca colgó la llamada con una sonrisa de satisfacción y miró a Cardona con calma.
—Franchesca… —susurró Cardona, aún asimilando lo que acababa de escuchar.
Franchesca se sirvió otro trago y le ofreció un vaso de whisky a Cardona.
—Tranquilo. Esto es obra de Emma. Ella quiere defender a Luigui y, según mi informante, tiene todas las pruebas para demostrar su inocencia y descubrir a los verdaderos culpables.
Cardona tomó la copa de un solo sorbo, sintiendo el ardor del alcohol en su garganta.
—¿Quiénes son tus informantes? ¿Son fáciles de confiar?
Franchesca sonrió con malicia.
—Por supuesto. Una es Rebeca, la otra es Lucero.
Cardona entrecerró los ojos.
—Emma puede ser una abejita persistente, pero yo soy más rápida —añadió Franchesca con seguridad—. Todo va a salir bien, Cardona. Solo necesitamos darle un empujón a Emma.
—¿Qué sugieres?
—Ve a visitar a Luigui. Dile que los abogados lo han abandonado y que la única que puede defenderlo es Emma. Si logramos que él confíe en ella, ella se verá obligada a actuar con rapidez y con más fuerza.
Cardona asintió lentamente. Sabía que Franchesca era astuta, pero lo que más le preocupaba era que alguien más estuviera moviendo las piezas en contra de su hijo.
Sin perder más tiempo, Cardona salió de la mansión y se dirigió directamente a la cárcel. El ambiente frío y gris del lugar lo hizo sentir un nudo en el estómago. Odiaba ver a su hijo metido en ese lugar.
Cuando lo llevaron hasta la sala de visitas, Luigui apareció escoltado por dos guardias. Su rostro estaba demacrado, pero su mirada seguía llena de orgullo.
—Padre… —murmuró Luigui al sentarse frente a él.
Cardona apretó los labios. Ver a su hijo en ese estado le dolía más de lo que estaba dispuesto a admitir.
—Hijo, tenemos un problema —dijo con voz firme—. Los abogados han renunciado a tu caso. Fueron amenazados por alguien .
Luigui se tensó.
—Lo sabía… No quieren que salga de aquí.
—Emma te puede defender , parece que tiene pruebas para demostrar tu inocencia. Es tu única opción por ahora, hijo.
Luigui soltó una risa amarga.
—Emma…
—Sé que no confías en ella, pero Franchesca y Lucero han estado moviendo hilos. Están seguras de que ella puede sacarte de aquí.
—Padre no es que no confíe en Emma , se que es una excelente abogada , pero mi respuesta es no ...
Luigui miró a su padre con duda, pero también con un destello de orgullo.
—Si Emma tiene pruebas, entonces necesito que las entregue papá.
— No lo haré posible —aseguró Cardona mirando a Luigui, sabes cómo es Emma de terca Luigui, si no tiene la posibilidad de defenderte, no le dará las pruebas a nadie —hablo Cardona.
Acepta Luigui , que Emma te represente.
—No, papá y es mi última palabra , busca otro abogado por otro lado —dijo Luigui un poco calmado pero por dentro estaba hecho un lío.
La visita terminó y Cardona salió de la prisión con el corazón pesado. Si Emma fallaba, su hijo estaba perdido.
Horas más tarde, en su despacho, Cardona recibió una llamada.
—Señor —dijo la voz al otro lado—. Encontramos dos abogados que aceptaron defender a Luigui.
Cardona exhaló aliviado.
—Bien. Ahora solo falta ver cómo buscan pruebas...
Continuara...
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Comments
mariela
Luigui eres más terco que una mula estás metido allí en la carcel Emma tiene las pruebas de tu inocencia para sacarte y todavía por orgulloso dice que no te defienda vamos a ver quién puede más tu con tu orgullo o Emma con su perseverancia.
2025-03-09
6
Nancy Parraga
Es soberbia lo que tiene y dice que la ama es machista, egoísta, ególatra, que no la quiere ver con nadie y Tampico la quiere Serca espero que se joda y Emma deje de insistir con el y se busque un hombre que de verdad la valore por lo qué ella es y no sea infantil como Luigui
2025-03-09
3
Giovanna Vásquez Medina
Pobre de Emma 💕 espero que el terco de Luigui 💕 acepté que sea su abogada...!!
Gracias 😌 querida escritora por actualizar 😌 sigamos apoyando con me gusta publicidad comentarios y regalos ☺️
2025-03-10
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