¿Qué acaba de pasar ahí dentro?, sentía que mi pecho comenzaba a suprimirse. Necesitaba aire. Salí del lugar pasando sin parar por la recepción, ni me molesté en despedirme. No sé qué es lo que acababa de pasar ahí entro, cuando estoy en la acera miro al cielo y trago el nudo de la impotencia que está obstaculizando mi garganta. Él tenía un perfecto y hermoso caparazón pero que por dentro se estaba pudriendo. Sujeté mi carpeta con fuerza sobre mi pecho, no sé qué hacer...no sé cuál es el próximo paso que debo hacer.
¿Por qué él me había tratado tan mal? ¿Era así con todos?
— ¿Qué tiene de malo mi vestido? —pregunté para mí misma mientras lo miraba y luego lo volví a alisar. —Tal vez no es un muy buen atuendo para este trabajo.
Miro hacia adelante, los ruidos de los coches, los cláxones, las personas yendo y viniendo, y luego hablando para oírse sobre este ruido. Dios, extrañaba demasiado Virginia, mi pueblo. Preferiría eso que esto, es demasiado ruidoso y demasiado sucio. Pero no podría quejarme, Nueva York me había dado la oportunidad de estudiar lo que siempre he anhelado. Solo le debía esa.
Camino con precisión haciéndome paso entre las personas, mis botas marrones contrastan contra el negro de la acera. Me desvío un poco para no pisar un charco, huella de la lluvia que sucedió esta mañana. Entro en una de las tiendas, comienzo a buscar faldas a las siluetas y de colores oscuros. No pensaba vestirme de un solo color, gris. Oh, no, iba a ponerle un poco de color. Al salir llevaba tres conjuntos, ya luego iba a empeñármelas estos cuatros meses con el poco dinero que me quedaba. En el museo donde trabajaba no pagaban demasiado por eso había aceptado el empleo que Stone Company ofreció, necesitaba el dinero. Mamá y papá lo necesitaban.
Ellos me necesitaban.
Cuando llegué a mi pequeño departamento, dejé la llave sobre el estante que estaba junto a la entrada. Dejé las bolsas de compras sobre el pequeño sillón de dos cuerpos color verde, Carlos mi vecino de la planta de arriba me había dicho que era horrible. Pero el verde era mi color favorito, si por mí era, el departamento seria todo verde. El pequeño teléfono negro sonó, sabiendo quien era lo descolgué.
—Fue el peor primer día de mi vida. —digo dando un soplido cuando recuerdo mi encuentro con mi nuevo jefe. —Necesito ayuda, por favor.
—Oh, cariño. Ábreme la puerta y podrás llorar en mi hombro. —dice, le comunico que está abierto y cuando lo veo entrar, corto la llamada.
— ¿La oferta de llorar en tu hombro puede ser requerida ahora? —le digo con un pequeño puchero mientras me acerco al sillón y me recuesto por el.
—Oh, no. Dios, es Saint-Laurent. —él se refería a su camisa, bufo y me tiro hacia atrás, cayendo en el sillón. —¿Que ha sucedido?
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Comments
Yondri Hernandez
este tipo es grosero
2024-11-06
0
Liliana Diaz
pero que tipo tan estupido
2024-09-07
0
Silvana Maria LLanos Cantillo
aguantar la furia de un patan
2022-10-02
2