Jadea adolorida al ser empujada en el suelo enfrente de un hombre, el ministro de la justicia y el encargado principal del lugar.
— Reconoces tu culpabilidad. ¿Por qué mataste a ese hombre?
— Y si dijera que no lo maté. — Mira al hombre; ella estaba segura de que ese cuerpo no había matado a ese hombre. Durante toda su vida, ha visto casos donde incriminan a otras personas, y eso definitivamente había sido una incriminación tras investigar y pensar.
— Te atreves a decir esto. Te encontramos en la escena del crimen con un cuchillo en la mano; ese hombre tiene puñaladas en el cuerpo, y te atreves a decir que no fue tú. — El ministro enojado, golpea la mesa enfrente de sí.
— Si lo dice es cierto, ¿qué razón tendría yo para quedarme en la escena del crimen sabiendo que me culparían? — Frunce el ceño.
— Por lo que escuché, ese hombre era un guardia en el palacio real. ¿Qué fuerza tendría yo para darle tantas puñaladas?
— En eso tienes razón —dice el ministro, asintiendo pensativo.
— Los guardias en el palacio no son gente fácil de tratar. Yo, que he estado enferma toda mi vida. — Finge toser, recordando perfectamente que en el libro Aelin era una niña enferma y rara vez salía afuera. — Es obvio que alguien busca incriminarme.
— Pero eso no cambia las cosas. — Rodea los ojos; sabía que no sería fácil salir de esa situación. Sin embargo, para su buena suerte, había alcanzado observar la habitación donde despertó.
— Si eso no es suficiente, al despertar en la habitación pude observar unas marcas de zapatos en el techo de la habitación. Usted, dígame, ¿por qué razón había marcas de zapatos ahí?
Mira fijamente al hombre, quien sigue asintiendo con sus palabras.
— Eso podría significar que el asesino es alguien con grandes habilidades, tanto para entrar como para salir utilizando el techo.
— Exacto —confirmó—. Pero si eso fuera el caso, ¿qué hacías tú en ese lugar? — Preguntó confundido.
— Me sentía aburrida en mi casa y escapé un rato porque mis padres no me dejaban salir, pero no conocía muy bien las calles y terminé perdiendo hasta llegar a ese burdel. — Algo que realmente no era mentira.
— ¿Tienes a alguien para respaldar tus palabras?
— Por supuesto, puede preguntarle a mi doncella personal. — Respira aliviada, por suerte recordaba fragmentos del libro.
— Aunque tus palabras tienen sentido, no se puede confiar en ellas fácilmente. Mandaré a alguien a investigar y, si se llega a saber que has mentido, serás castigada.
— Lo entiendo, señor. — Baja la cabeza, mordiéndose los labios, pensando en algo. — Sin embargo, quisiera pedirle algo.
— Habla.
— Quisiera que me permita ayudar a investigar en este caso, no solo para demostrar mi inocencia sino también para poder proteger a mi familia. — Sabía que si dejaba que la protagonista se metiera en esto, ella terminaría perdiendo. Al final, Aelin no era más que un personaje secundario para darle desarrollo a la protagonista, al igual que los otros casos en el libro.
— Primero haré que investiguen si tus palabras fueron verdaderas y luego pensaré en esto. — El ministro mira a los guardias. — Llévensela. Los dos guardias que la habían arrastrado hasta allí la devolvieron a su celda.
Sabía que no podría convencer al ministro tan fácilmente, y menos participar en la investigación. Por lo cual, debería demostrar su inocencia lo más pronto posible antes de que la protagonista pudiera meter su nariz.
— Si bien en el libro, hablaron muy poco de Aelin, ella era una niña enferma, destinada a morir muy pronto debido a su enfermedad del corazón. Ella no podría ser capaz de matar a un hombre por sí sola, y menos si este era un soldado imperial. — Piensa en voz baja, apoyando su espalda en las rejas. — Por lo cual, asumí que había escapado, ya que era lo más lógico. Lo malo es que en el libro no narraron los sucesos ni lo que sucedió en el asesinato. ¿Cómo es posible que ella terminara en un burdel? Sería más lógico que se perdiera y al final terminará allí, tantas puñaladas y todas fueron en el pecho.
Frunce el ceño al recordar algo. Cuando se despertó, tenía una daga en la mano, pero las heridas de ese hombre no parecían haber sido causadas por una daga. Se da la vuelta, golpeando las rejas.
— ¡Guardias! ¡Guardias! — Grita, llamando la atención de los guardias, y uno finalmente se acercó tras varios gritos de la chica.
— ¿Qué es lo que quieres?
— Quiero ver al ministro, no, quiero hablar con él. — El guardia se ríe.
— ¿Crees que estás en posición de querer hablar con nuestro jefe?
— Tengo una nueva pista sobre el asesinato.
— No tenemos tiempo para tus historias inventadas. — Este se dio vuelta, dispuesto a irse.
— ¡El arma homicida no es la daga! — Grita desesperada, su tiempo se estaba acabando, y era cuestión de minutos que la heroína viniera y esto sería su desgracia. — ¡Creen que si muero aquí siendo inocente, mi padre, el general, se quedará de brazos cruzados! — Sonríe al ver cómo el guardia se detiene, acercándose nuevamente.
— ¿Qué es lo que deseas? — Su tono fue más amable. Quien no sabía que el general era una bestia en las batallas y su hija menor se encontraba allí.
— Quiero ver el cuerpo de ese hombre. — El guardia frunce el ceño. — Si no demuestro mi inocencia después de ver su cuerpo, pueden considerarme como la verdadera culpable. — Este suspira, sin saber qué hacer. — Rápido. — Finalmente reacciona, abriendo las rejas. La chica se apresura a salir. — Muéstrame dónde se encuentra el cuerpo.
A regañadientes, el guardia le fue guiando hasta que encontró a un hombre que había comenzado examinar al muerto. Y, tal como sospechaba, al mirar la herida en el pecho del hombre, supo de inmediato que esas heridas no habían sido causadas por la daga que tenía en su mano, lo cual dice que el arma homicida podría estar en cualquier parte.
— Si miras bien esas heridas, es más obvio que esas puñaladas no fueron causadas por un daga. — Se acerca, observando al hombre, mientras que el forense la mira extrañado.
— A qué se refiere, señorita. — Está observa la habitación, buscando algo que podría ser similar a aquellas mismas heridas. Hasta que se fija en la horquilla que tenía el forense en el cabello.
— Esa horquilla sería perfecta para ese tipo de herida. Primero el asesino lo apuñaló varias veces con horquillas, dejando pequeños agujeros, pero como el asesino vio que no moría, decidió apuñarlo y, a diferencia de las anteriores puñaladas, decidió arrastrar la horquilla hacia abajo en la piel. — Toca el cuello del hombre para sentir una aguja, lo retira lentamente.
— Fue un asesinato muy bien planeado, ya que incluso prepararon esa aguja para mantenerlo dormido y matarlo silenciosamente. — Ahora que observó las heridas con más claridad, usted tiene razón, señorita. — Blair, ahora que se había convertido en Aelin, asiente con una sonrisa.
— Por lo tanto, es imposible que yo haya planeado todo esto. ¿No? — Mira al guardia con una sonrisa.
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Comments
Caty J
ya quiero que quede exonerada de todo
2025-01-24
1
se está poniendo bueno el asunto.......👍🏼✌🏼👋🏼
2025-01-24
0
Celery Mmev
Se está poniendo buena la trama
2025-01-24
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