Capítulo 4

Cassian ocultó una sonrisa al escuchar la pregunta de Elliot. Claramente lo había llamado feo, pero el chico aún tenía el descaro de cuestionarlo.

—Baja conmigo —ordenó Cassian sin darle más importancia al asunto.

Elliot asintió y lo siguió en silencio, aunque en su interior aún le rondaba la duda sobre si lo que había dicho su joven maestro era un cumplido o un insulto.

Cuando llegaron al comedor, Celine ya estaba allí, esperando con impaciencia a sus padres y a su hermano mayor.

—¿Dónde está todo el mundo? ¡Tengo hambre! —se quejó la chica mientras mordía un bocadillo furtivo.

—Señorita, recuerde que ya es hora de la cena. No debería comer entre comidas —le regañó una de las sirvientas, arrebatándole el bocadillo de las manos.

Celine, a diferencia de Cassian, era más impulsiva y mimada. No soportaba que le limitaran la comida y, aunque intentaba seguir la dieta impuesta por su madre, su amor por los dulces siempre la traicionaba.

—¡Pero solo era un poco! —protestó, intentando recuperar su bocado.

Sin embargo, en el instante en que vio a Cassian entrar acompañado de Elliot, un escalofrío recorrió su espalda.

—H-Hermano… —susurró Celine, aferrándose a la manga de su vestido con evidente temor.

Cassian arqueó una ceja al notar su reacción.

—¿Qué pasa ahora? —preguntó con desinterés mientras se sentaba junto a ella.

Celine se inclinó hacia él y susurró con un tono tembloroso:

—Detrás de ti hay un espíritu… ¿Acaso es un castigo divino?

Cassian parpadeó sorprendido antes de reír.

—¿De qué hablas?

—¡Míralo bien! —susurró con urgencia, señalando discretamente a Elliot—. Es demasiado negro, delgado y tiene esa mirada muerta. ¡Parece un fantasma!

Cassian esbozó una sonrisa burlona y miró a Elliot, quien, como siempre, tenía el semblante inexpresivo.

—Es mi nuevo sirviente personal —anunció Cassian con indiferencia.

Los ojos de Celine se abrieron con horror.

—¡¿Por qué trajiste un fantasma negro a la casa?!

Antes de que Cassian pudiera responder, los padres de ambos, Demian y Ross, entraron al comedor, interrumpiendo la conversación.

En la familia Lancaster, era bien sabido que ni Cassian ni Celine soportaban tener sirvientes personales. A lo largo de los años, habían espantado a más de uno con elaboradas bromas, especialmente Cassian, quien valoraba su privacidad y odiaba que alguien lo estuviera siguiendo a todas partes.

Sin embargo, esta vez parecía que Elliot era una excepción.

—Buenas noches, mamá, papá —saludaron los hermanos al unísono, cambiando rápidamente de actitud.

Demian y Ross les dedicaron una sonrisa cálida mientras tomaban asiento.

—Cassian, escuché que finalmente aceptaste un sirviente personal —comentó Ross, observando de reojo a Elliot.

Los sirvientes permanecían alejados, de pie en las esquinas del comedor, mientras la familia hablaba.

—Algo así —respondió Cassian con desgana.

Celine no pudo contener su curiosidad y, sin esperar más, intervino:

—¡Mamá! ¿Ya viste a su sirviente? ¡Es completamente diferente a nosotros!

Ross levantó una ceja.

—¿Diferente cómo?

Antes de que pudiera seguir cuestionando, Demian carraspeó, indicando que dejaran el tema.

—¡Ejem! La comida se enfriará si seguimos charlando. Comamos primero.

Ante la autoridad de su padre, todos guardaron silencio y comenzaron a cenar.

Mientras tanto, Cassian, sin que nadie lo notara, comenzó a llenar un pequeño recipiente debajo de la mesa con parte de su comida.

Después de un rato, Cassian se levantó y se despidió.

—He terminado. Me retiraré a mi habitación.

Antes de irse, revolvió el cabello de Celine con un gesto burlón.

—No comas demasiado o seguirás engordando. Mira tu barriga.

—¡Hermano! —se quejó Celine, indignada—. ¡Estoy en pleno crecimiento!

Cassian sonrió de medio lado.

—El crecimiento es hacia arriba, no hacia los lados, enana.

Sin esperar respuesta, se giró y salió del comedor. Elliot dudó por un momento, pero finalmente lo siguió.

Para su sorpresa, en lugar de dirigirse a su habitación, Cassian tomó otro camino. Elliot, sin hacer preguntas, se mantuvo unos pasos detrás de él hasta que llegaron a la biblioteca.

—¿Se le olvidó algo, joven maestro? —preguntó Elliot con cautela.

Cassian agarró un libro del estante y, sin mirarlo, extendió el recipiente con comida en su dirección.

—Tómalo y vete a descansar. Yo puedo manejarme solo.

Elliot parpadeó, confundido.

—¿Eh? ¿Qué es esto?

Cassian lo miró con fastidio.

—No me gusta ver a mis sirvientes desnutridos como tú, así que come esto y sube de peso. ¡Es una orden!

Elliot bajó la mirada hacia el recipiente en sus manos, sorprendido. No se esperaba ese gesto en absoluto.

...

...Ross Lancaster...

...Omega Puro...

...

...Demian Lancaster...

...Alfa Dominante...

....

...Celine Lancaster...

...Omega...

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Comments

Gladys Zapata

Gladys Zapata

bueno por fin puede comer algo pobre chico

2025-02-27

0

Ashley Alcántara

Ashley Alcántara

Al parecer el cucarachon no es tan malo 👁️👄👁️

2025-01-22

0

Anonymous

Anonymous

Wooo ... que bella familia Lancaster 🥰😍

2025-01-23

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