Capítulo 1.
Por favor, no me mates…
Nuevamente, sentía las cadenas apretarse una vez más mientras decía: por favor, no quiero morir, pero la retorcida sonrisa cortada de aquel hombre volvía a helarme la sangre… Y entonces preguntó: ¿crees en el todo?, no sabía qué contestar…
¿Cómo se podría definir el todo?, en primer lugar, ¿qué era el todo?, pero no sabía que debía contestar, así que como último recurso le dije: ¡Sí!, yo creo en el todo; pero al escuchar su carcajada de manera gutural y desquiciada, los ojos vacíos de mi secuestrador solamente dijeron:
¡¡¡ERROR!!!, eres una mentirosa… Y seguidamente, un tornillo de acero se clavó en mi hombro; el dolor era tan intenso que un desgarrador grito escapó de mi garganta mientras él terminaba de hundir el tornillo, lo giraba y me decía: ¿te gusta Mari?, ¿Cómo se siente el dolor?
Y aunque no sabía qué contestarle, mi expresión de pánico e intenso dolor solamente podía revelarle la verdad; el dolor era el más intenso y desesperante que había sentido en toda mi vida…
Mientras tanto, él comenzaba a mostrarme sus dientes afilados como una navaja, casi como si intentara formar una sonrisa, aquello era verídico, era real, por lo que podía sentir que moriría a manos de este psicópata.
Por ello, traté de cerrar los ojos para al menos poder despedirme de alguna forma omnipresente de las personas a las que amaba, no obstante, al hacerlo, sus frías manos abrieron mis ojos y comenzó a introducir pequeñas agujas alrededor de la córnea… Entonces comencé a ver borroso, pero no podía parpadear, mis labios temblaban mientras él susurraba...
- Te ves apetecible, casi como si fueras un bocadillo de medianoche, mira la sangre como fluye de tus ojos, le está dando color a tus mejillas, ya no necesitas maquillaje para ruborizarte, tu propio líquido vital, te está pintando...
La desesperación que sentía de querer cerrar los ojos y no poder hacerlo, aunado al lacerante dolor producido por la combinación de torturas, comenzó a hacer que todo comenzara a verse de forma transparente… estaba perdiendo la consciencia y el sentido de la vista mientras que él soltaba mis manos y me indicaba que caminara en línea recta para poder dejarme en libertad.
Aquello era un acto muy cruel, no sabía cómo caminar de manera recta; por más que intentaba que mis pies fueran uno al frente del otro, sentía mis rodillas flaquear, y entonces comenzó a sonar un piano con una melodía espeluznante…
A medida que la tétrica música invadía el lugar, mis pies descalzos comenzaron a sentir sensaciones diferentes al pisar frío y calor simultáneamente, todo ello mientras sentía que había vidrios clavándose en las plantas de mis pies; y cuándo llegué a lo que parecía ser una pared o una puerta lo escuché hablar de lejos, diciendo:
- Mari, Oh Mari!!! Si quieres desbloquear la puerta tienes que sacar el filoso tornillo de tu hombro e introducirlo como una llave en el lugar correspondiente junto a dónde estás parada, solo así encontrarás la libertad qué está del otro lado.
Aquello hizo que mis labios se torcieran en una sonrisa completamente rota, ¿por qué a mí me sucedía esto?, ¿Cómo había llegado a este punto?, pero de alguna manera… ¿podría confiar en él?, ¿podría conseguir mi libertad si seguía sus indicaciones?
Era mi única esperanza y no tenía otra opción, por lo cual a duras penas saqué el tornillo de mi hombro y comencé a palpar la puerta o la pared que estaba frente a mí para encontrar la cavidad en dónde se supone que debía encajar el fulano tornillo, pero a medida que mis manos comenzaban a palpar la pared o la puerta, esta comenzó a calentarse tanto, que quemaba y hacía que la piel de mis manos quedara pegada allí por las altas temperaturas, tanto, que al alejarlas sentía que la carne estaba al rojo vivo, ardía y dolía con gran intensidad, pero debía continuar tratando de encontrar algo que abriera las puertas hacia mi libertad, aunque la intensidad del dolor me tuviera al borde de la locura…
No obstante, con todo el dolor de mi alma y ya sin lágrimas que salieran de mis ojos, volví a poner allí mis destrozadas manos; y entonces, cuando estaba por rendirme, el tornillo encajó en la cavidad correspondiente y la puerta se abrió dejándome sentir una brisa de aire fresco por un par de minutos…
Sin embargo, sin previo aviso, un Garfio de carnicería, desde la punta de un Montacargas, atravesó la herida abierta de mi hombro, levantándome por los aires e impidiéndome continuar hacia mi ansiada libertad, por lo que loca de dolor, rabia e impotencia comencé a gritar…
- MENTIROSO, ERES UN MENTIROSO!!!, ME ENGAÑASTE, DÉJAME VIVIR DESGRACIADO SÁDICO!!!
No obstante, no habían respuestas, solo habían ventiscas de aire golpeando mi cuerpo haciendo que se balanceara y que el garfio comenzara a romper la carne de mi hombro por el peso de mi cuerpo, aquello era obra de alguien maquiavélico de quién solamente recordaba su sonrisa helada y sus ojos de heterocromía mezclada que eran entre negro y rojo al mismo tiempo.
Podía sentir como la muerte se me acercaba saludando con una macabra sonrisa…¿ O tal vez era a darme mi ansiada libertad?, comencé a ver en mi mente una película en cámara lenta de mis mejores recuerdos desde que era una niña hasta mi adultez…
¿Quién diría que comenzaría a formar parte del famoso club de los 27?, aquello era lo que menos quería en mi vida, sin embargo, era lo más cercano que estaba y tocaba mi realidad.
De pronto, comencé a sentir como si una lengua comenzara a querer rozar la planta de mis pies, quise moverlos, pero al hacerlo el garfio rompió un poquito más la carne y el grito alucinante fué imposible de aguantar, pudiendo luego articular unas palabras que salieron de mi boca:
- Si me vas a matar hazlo de una buena vez, no tortures mis últimos momentos de vida y deja que mi cuerpo pueda descansar con al menos un poco de dignidad, quiero que me perdones si en algún punto de mi vida llegué a ofenderte o causarte daño indirecta o directamente, si lo hube hecho en el pasado, te confieso que en este momento he aprendido mi error, por lo que te imploro que me quites la vida ahora mismo…
No obstante, no hubo respuesta alguna, sino que escuché la voz de otra persona preguntando: Señorita, ¿está usted bien?, ¿qué hace en este galpón abandonado?, ¿puede bajar de ese pedazo de madera y abrir los ojos?, las palabras golpearon fuertemente mis oídos y contesté: no puedo bajar, ¿Es qué no ve que estoy atravesada por un garfio y no puedo abrir mis ojos porque tienen agujas a su alrededor?, ¿no ve como mis manos están en carne viva y mis pies están colgando completamente lastimados?, ¿Cómo cree usted que voy a bajar por mi propia cuenta?, pero la persona contestó: no sé de qué habla, pues tiene unas zapatillas puestas, sus manos están en perfecto estado, solo tiene los ojos cerrados y no hay ningún garfio que atraviese su cuerpo, por favor abra los ojos y vea el mundo real.
Escuchando aquello solamente pude pensar, ¿serán ciertas sus palabras?, ¿será posible que me esté engañando a mi misma y estaba soñando?
-No te creo, me estás engañando, no voy a caer en tu trampa, quieres que muera y me estás orillando a creer una fantasía que no es real…
Pero la persona comenzó a caminar, parecía buscar algo, entonces sentí cómo tomaba una de mis manos y me cargaba entre sus brazos a otro lugar, de forma que no podía explicar por qué a medida que él caminaba no sentía el garfio que atravesaba mi piel y cuando se detuvo me dijo:
- Señorita, abra los ojos y entienda que todo lo que usted estaba proyectando en sus pensamientos, no era la realidad, sino que eran fantasías.
Fue así que me aventuré a abrir los ojos; y al hacerlo vi que él tenía razón, no estaba ciega, mis manos estaban perfectas, no habían heridas en mi cuerpo, pero ¿qué había sido todo aquello?, al mirar atrás vi la entrada del galpón abandonado y le dije al hombre:
- Él está allí, el hombre malvado está dentro de ese lugar, rápido, llama a las autoridades, tiene heterocromía en ambos ojos, los cuales son entre negro y rojo, cuando sonríe se puede ver una cicatriz cortada en él, no dejes que escape, pues me quería asesinar… Entonces, cuando volteé la vista al hombre, pude darme cuenta de que se estaba quitando una máscara y era exactamente el rostro de mi torturador.
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