Las vacaciones dieron por terminadas y ambos jóvenes sabían que tenían que volver a Barcelona. Sin muchas ganas ambos se despidieron de su familia y volvieron a sus respectivos hogares en aquella veracidad que hace años los habían acogido.
Después de dos días volvieron a los entrenos. Pedri quien llegó con prisa pensando que llegaba tarde, pero una vez que puso un pie en el verde césped sabía que no era el único, ya que no logró ver a aquel sevillano.
X: El primer entrenamiento y ya llegando tarde Pablo Gavira.
La mirada de Pedri se encuentra rápidamente con aquel chico, durante unos segundos ambos mantuvieron el contacto visual, pero fue el canario quien la apartó primero.
Gavi.
Lo siento, no volverá a suceder.
En todo el entreno Gavi evitaba a toda costa el castaño que no hacía más que mirarlo.
Ferrán.
Vamos Pedri Potter, sabes que no te hará caso.
Dijo Ferrán corriendo hacia Pedro y pasando un brazo por los hombros.
Sabía que su amigo tenía razón así que decidió centrarse solamente en el entreno, tenía que volver a estar centrado para tener una buena temporada.
Por el otro lado Fermín no se le escapaba las miradas que Pedri le tiraba a su amigo.
Fermín.
Gavi, Pedri no te quito la mirada de encima.
Dijo pasándole el balón a los pies.
Gavi.
Si ya lo sé, pero es mejor ignorarlo.
Respondió devolviendole el pase.
Fermín.
¿No tres que es mejor arreglar las cosas?
Gavi.
¿Para hacernos más daño? Las cosas están bien así.
Fermín no siguió preguntando y simplemente siguió centrado en los pases.
Al finalizar el entreno dos entraron en el vestuario para empezar a ducharse. Cuando casi todos estaban dentro de la ducha y no quedaban muchos por fuera, Pedri decidió acercarse a su ex.
Pedri.
¡Ey! ¿Que tal las vacaciones?
Gavi lo miró y sin decir nada agarró su toalla y se dirigió también a las duchas. Para Pedri un ladrillazo en la cabeza le hubiera dolido menos, pero no se iba a rendir fácilmente.
Después de llegar a Barcelona se había prometido ese mismo volver a conquistar a Pablo, costase lo que costase, él estaba más que seguro que ese niño era el amor de su vida.
Después de llegar a su casa se acostó en la cama y pensó como Pablo lo había ignorado en el vestuario, una lágrima traicionera resbaló por su mejilla. Cogió su teléfono y como hace una semana le volvió a mandar una canción.
Pedro González:
No dejó de amarte-Jay Wheeler.
Está vez no hubo respuesta, al menos no mientras él estaba despierto.
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