Al día siguiente, Valeria se estaba arreglando frente al espejo, retocándose el labial mientras las palabras de Mateo no dejaban de rondarle la cabeza.
"Solo veo a alguien que no sabe asumir responsabilidades."
Molesta, guardó sus cosas, tomó las llaves de su carro y salió. No fue directo a la universidad; primero iría al lugar donde lo había conocido.
Esperó junto a su auto con impaciencia hasta que lo vio pasar, y enseguida se acercó a él, dejando notar su elegancia y el porte de niña rica con el que pretendía imponerse
Valeria: Vaya coincidencia -dijo con una sonrisa arrogante, mirándolo como si estuviera por encima de él.
Mateo: No creo que esto sea una coincidencia, señorita. -contestó mateo con una sonrisa, como si supiera que ella había venido a propósito.
Valeria: Ja, ayer no supe qué responder, pero hoy sí tengo una respuesta.
Mateo alzó las cejas y se llevó la mano a la barbilla, sonriendo de manera juguetona.
Mateo: La escucho.
Valeria: No necesito asumir responsabilidades. Todo en mi vida se soluciona solo -dijo con suficiencia, creyendo que con eso lo había derrotado.
Mateo: Eso solo demuestra lo poco que sabes de la vida real -respondió, más interesado en ver su reacción que en discutir.
Valeria: ¿Y qué haría usted en mi lugar?
Mateo: Aprender a ganarme lo que tengo.
La respuesta de Mateo irritó tanto a Valeria que antes de entrar en su carro, le lanzó una mirada que advertía que aquello no terminaría allí. Mateo, por su parte, solo sonrió divertido ante su reacción.
Minutos después, llegó a la universidad todavía de mal humor, pensando en lo ocurrido con ese joven que tanto la irritaba. Caminaba por el pasillo que conducía a su salón de clases cuando una voz, lejos de asustarla, hizo que su enojo aumentara.
directora: Señorita Alarcón, a mi oficina de inmediato -ordenó la directora, una mujer de mediana edad, estricta y recta en todo lo que hacía.
Valeria rodó los ojos con fastidio, sin otra opción que obedecer.
Valeria: ¿A qué se debe esto? -preguntó con insolencia, sin temer la reprensión que podía recibir.
La directora la miró, reconociendo que era una chica insolente, pero no sería ella quien la reprendiera por su carácter. Se enderezó y se dispuso a abordar la razón por la que la había hecho pasar a su oficina.
directora: Las clases empezaron hace rato. ¿Por qué llegó tarde?.
Valeria: Tenía cosas más importantes que hacer, pero no volverá a pasar -respondió, con tono altivo, sin importarle en lo más mínimo.
Directora: Eso espero. Esta vez se lo dejaré pasar, pero la próxima habrá consecuencias.
Valeria: No se preocupe, directora. Sé bien cómo manejar mis asuntos -dijo antes de levantarse de la silla y salir de la oficina, mostrando todo su fastidio.
Su amiga Andrea, que ya la esperaba afuera, se le acercó en cuanto la vio salir, claramente preocupada por no haberla visto en las primeras horas de clase.
Andrea: ¡Valeria! ¿Dónde estabas? Te estuve esperando toda la clase.
Valeria: Ay, Andrea, perderse un momento de esas aburridas clases para mí no hace ninguna diferencia -dijo con arrogancia. -Ayer choqué con un tipo, un mecánico.
Andrea: ¿Y qué pasó? -preguntó, con curiosidad, acostumbrada a la forma de ser de su amiga.
Valeria: Fui a buscarlo, no iba a dejar que él tuviera la última palabra.
Andrea: ¿Y qué le dijiste?
Valeria alzó la barbilla con orgullo; con ese simple gesto se recordaba que aunque Mateo la había dejado sin palabras, él no era nadie para hacerla sentir derrotada.
Valeria: Que no necesito asumir responsabilidades porque todo en mi vida se soluciona solo.
Andrea: Déjame adivinar, no se quedó callado.
Valeria: Por supuesto que no. Dijo que eso solo demostraba lo poco que conozco la vida real.
Andrea: Se me hace que ese mecánico no se deja intimidar por ti.
Valeria: Pues que no se quede tan tranquilo, porque no tiene idea de con quién se metió.
Al llegar a la mansión esa misma que, aunque estaba llena de lujos, siempre se sentía vacía desde su niñez. Estaba por subir las escaleras cuando escuchó a su madre llamarla con esa voz fría con la que solía dirigirse a ella.
Cecilia: Valeria, ven aquí ahora mismo.
Valeria rodó los ojos con fastidio antes de acercarse. No era novedad cualquier palabra con su madre terminaba siendo un fastidio.
Valeria: Dime, mamá -soltó sin interés, deseando acabar rápido con la conversación.
Cecilia: Me llamó la directora. Me informó que no estuviste en las primeras horas de clase.
Valeria: Tenía cosas que hacer, no volverá a pasar- respondió, con rapidez, buscando zanjar la conversación y evitar dar más explicaciones.
Cecilia resopló, temiendo que la rebeldía y los caprichos de Valeria acabaran empañando el honor de su apellido.
Valeria: Eso espero. No pienso permitir que ensucies nuestro apellido con tus actitudes.
Valeria: Si es todo, ¿puedo ir a mi cuarto?
En la habitación
Cuando estaba en su cuarto, no dejaba de pensar en ese mecánico, se molestaba consigo misma por seguir recordando sus palabras. Finalmente decidió darse una ducha y salir.
Se dirigió al lugar donde se habían conocido. Apenas lo vio pasar en su moto, lo siguió en su auto. A los pocos minutos, Mateo se detuvo frente a un taller y descendió de su moto; Valeria hizo lo mismo y, mientras caminaba, observaba el lugar con desprecio, burlándose en su interior de la falta de lujos de Mateo.
Apenas notó que alguien se acercaba, Mateo se dio la vuelta y, al ver que era Valeria, sonrió cruzando los brazos.
Mateo: ¿Me está siguiendo, señorita?
Valeria: Para nada. Solo vine a pagarte por el daño que le hice a tu chatarra, ya que la última vez no quisiste aceptar el dinero -dijo, como si eso la hiciera sentirse por encima de la situación.
Mateo: Mi moto no es una chatarra. Tiene más valor que todas tus cosas juntas.
Valeria rodó los ojos, riéndose para sí misma; podía decir lo que quisiera, pero para ella esa moto seguía siendo una chatarra comparada con sus autos y pertenencias.
Valeria: Si no quieres mi dinero, ¿qué quieres entonces?
Mateo: Que aprenda a vivir sin pensar que todo se arregla con billetes.
Molesta, Valeria se giró con la intención de salir del taller, pero como no estaba acostumbrada a ese tipo de lugares, no vio una herramienta en el suelo y tropezó. Justo cuando pensó que caería, sintió unas manos fuertes sujetándola por la cintura.
Mateo: ¿Tan rápido quería besar el suelo, señorita? preguntó mateo, con una sonrisa burlona.
Valeria solo pudo aferrarse a su brazo, sintiendo su respiración agitada. Al levantar la mirada, sus ojos se encontraron con los de él, provocándole una sensación extraña. Pero sin estar dispuesta a mostrarse vulnerable, se zafó de sus brazos y se enderezó con orgullo.
Valeria: No necesitaba su ayuda.
Mateo: Claro que no. Seguro que caer de cara al suelo era todo parte de su plan.
Con una mirada afilada, Valeria salió del taller, asegurándose de no tropezar; no iba a dejar que Mateo tuviera otra oportunidad de burlarse de ella.
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Comments
Giovanna Vásquez Medina
Realmente Valeria no tiene una pizca de empatía por nada ni nadie se cree tan importante y frívola que no 🙂↔️ se da cuenta que su familia 🌻 no es normal ella es un adorno más ➕➕➕ de la casa 🏡 Mateo le enseñará un poco de humildad y respeto por los demás !!!
Gracias 😌 querida escritora sigamos apoyando con me gusta publicidad comentarios y regalos 🙂
2025-06-19
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Momys.rub
Por las chanclas de Moisés, es neta???
Niña como te explico q No todo resuelve el dinero??
Q tienes q Aprender lo q significa EMPATIA Y HUMILDAD..
Q tienes q la Vida se va a Encargar de Enseñárselo y No de la Mejor manera!!!
Pero q podemos esperar de una mocosa q a Vivido Rodeada de Lujos, pero q Carece de Padres Presentes?? y q lo único q a tenido en su corta Vida es Dinero y No Amor??
2025-07-07
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Antonia 😜✌️
ya va joder, esta caprichosa e insolente /Right Bah!/
2025-08-18
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