UN AMOR TEÑIDO DE SANGRE
*ANA FRIDMAN
Soy Ana Fridman tengo 17 años, perdi a mis padres siendo una niña, me crie en la familia de mi madre una prima hermana que tenia de por si cuatro niños a cargo y yo la unica niña. No sabia como tratar conmigo, solo tenia implantado un chip automatico estilo sargento como su esposo. Tiraban ordenes de diestra a siniestra. Solo debíamos obedecer, teníamos asignado nuestras obligaciones al levantarnos antes de ir a la escuela. Nos ponían horario para todo.
Yo siempre fui la pobre huerfana, muy callada, muy timida para hacer amigos, para integrarme. Siempre me persigue la misma pesadilla por lo que sufri junto a mis padres. Por mas que digan que era pequeña y capaz no lo recuerde, lo recuerdo, lo veo en cada accion, si veo sangre, veo a mis padres cubiertos de ella, si escucho un estruendo, es el sonido que escuche cuando entraron a nuestra casa extraños a llevarse todo.
Su velorio fue como un sueño irreal, tardaron en entregar los cuerpos segun escuche algo raro de marcas en ellos inexplicables.
Mi unico pasatiempo es leer una y otra vez el libro que mi madre me leia que trata de hechos inexplicables, paranormales.
Tal vez al desear que ellos aparezcan como un fantasma y me liberen de esta vida que tengo que respiro y no siento estar viva.
Mis primos me buscan para integrarme en sus juegos, al principio invitandome, despues buscando provocarme para que los corra. Pero aunque me tiraban papeles o una pelota no reaccionaba.
-Mateo, Pablo, Francisco, Claudio dejen en paz a Ana. Les ordena mi tio al llegar y lo veo luciendo su uniforme azul oscuro lleno de medallas.
-No le hacemos nada. Le responde Mateo que es el mas osado y no teme decir lo que piensa ante la mirada severa de su padre. Es alto delgado de cabellos negros lacios le gusta tener ese flequillo que le tapa sus ojos color cafe, de tes blanca.
-Que te dije de responder asi. Lo reprocha mi tio Ricardo.
-No lo retes padre... Yo fui de la idea de invitarla a jugar. Salta a defender Claudio que aunque sea el menor de todos siempre protege a todos aunque nadie lo proteja a él por ser travieso e inquieto y tiene cansado a sus hermanos de lo enérgico que es. Es un gringo de ojos claros hermoso un poco relleno, pero no tanto, de estatura mediana, lo cargan de no ser alto como los demás, pero para mí es el más tierno.
-Padre tu nos habías dicho que la integremos. Le recuerda Francisco que es el mas cerebral de todos, hace inventos increibles con sus aparatos electrónicos y me saca una sonrisa con sus creaciones logrando que despegue mis ojos del libro. Es el mellizo de Claudio, los dos gringos pero Francisco es alto todo un adonis y tiene ojos marrones.
-Es una aburrida. Dice entre dientes Pablo, que es una espina en mi zapato, tiene esa forma de ser que parece que no mata una mosca, pero callado hace sus cosas, se aprovecha de sus hermanos para que le cubran en sus tareas, en sus escapadas, es el tipico rebelde, que a pesar de los castigos no se endereza, sigue su ritmo, su diversion es preocupar a su madre al limite al no aprobar nada, creería que solo quiere su atención porque es muy inteligente, cuando se lo propone lee y aprueba todo aunque lo halla hecho un dia antes. Es alto mas que sus hermanos muy blanco, parece que el sol no le llega, de ojos negros profundos y su cabello ondulado entre negro y rojizo como si se lo pintara.
-¿Qué dijiste Pablo?. Le pregunta mi tio.
-No nada. Es su tipica respuesta.
Por mi parte tengo la piel tostada, cabellos largos lacios castaños, ojos marrones claros y mi figura aún me falta desarrollar, tengo bien marcado todo pero pequeño. Parezco un chico mas entre mis primos, solo saben que soy mujer por mi cabello largo.
-Ana... Ven conmigo. Me llama mi tio y me incorporo casi sin ganas, siempre visto de manera deportiva con un buzo con gorro en negro, haga o no haga frio como queriendo esconderme del mundo.
-Parece que te crecio tu trasero. Se me burla de paso Pablo entre dientes. Otra señal de porque es un clavo en mi zapato siempre se me burla por mi fisonomia.
-No le hagas caso... Eres muy linda. Me consuela Claudio que es un amor con todos y recibe un almohadónazo de parte de Pablo que se lo lanza desde el sofa donde esta tirado.
-Ana... La mansion que me dejo a cargo mi amigo va a ser habitada y como se que te haces de tu dinero limpiando cuando te lo piden. Me comenta mirando serio a su hijo Pablo que esquiva la mirada. - Pense que podrias limpiarla... Y de paso te ganas una buena suma de verdad... Asi te compras la bici que tanto quieres... Para ir a tus clases en la universidad el proximo semestre y no debas caminar tanto... Y quien dice por ahi consigas que te empleen asi pagas tu matricula. Me propone mi tio.
-Bien. Le respondo.
-Genial, acompañame. Me dice y lo sigo.
Llegamos a la mansion que queda a dos casas abajo, tiene un aspecto muy sombrio. Mi tio llama a la puerta y aparece una figura imponente de un hombre en camisa negra y pantalones negros de barbilla cuadrada, barba de tres dias, unos ojos claros intensos, cabellos de un tono oscuro y su piel blanca. Me estremece al sentir que me desnudaba con la mirada.
-Ella es mi sobrina Ana. Me presenta mi tio.
-Ana. Repite arrastrando mi nombre como saboreando al pronunciarlo y hace gesto a que pasemos.
Adentro el ambiente es sombrio, casi no hay luz y hay un silencio inquietante.
-Ella es una joven muy idónea, dedicada, siempre le gusto el orden, por lo que concidero que le agradara que trabaje para usted. Me presenta mi tio y yo solo me mantengo mirando mis manos, el piso como si perdiera algo.
-Puede quitarse la chamarra... Asi la conozco. Dice al pedir que me quite el gorro de mi abrigo, suspiro pesado y lo hago casi sin ganas.
-Ana, levanta la mirada. Me ordena mi tio y lo hago encontrandome con esos ojos claros del hombre frio y veo que contrae la cara al mirarme.
-Bien... Estara a prueba... Si cumple mis expectativas... Capaz la emplee. Dice serio.
-Me parece justo... Fue un gusto señor Kim. Le dice mi tio.
-Ven... Te enseñare donde debes iniciar. Anuncia incorporándose para que lo siga.
Su espalda es amplia de cintura fina y musculatura marcada pero no tanto, se nota por su camisa y pantalon que le queda al cuerpo.
-¿Por qué no hay tanta luz?. Le pregunto.
-Soy sensible a la luz. Me responde señalando una habitación. - Ordena aqui primero, asi tendre donde descansar. Me indica, asiento e ingreso.
Retire lo que cubria la ventana para que ingrese luz y asi poder limpiar, saque bolsas de cosas. Tuve que sacarme mi abrigo y ponerlo en mi cintura al sentir calor por el trabajo que estaba haciendo.
Me distraje de no pensar un rato, al tener en que distraerme, porque siempre que quedo sin hacer nada, se me presenta la escena de los gritos y el sonido seco antes de ver a mis padres manchados de su propia sangre. No necesito ver película de terror, porque el terror lo viví. Creen que soy negativa y oscura, pero como quieren que vea algo positivo si padecí algo tan tragico como ver morir a mis padres.
Cuando me giro me topo en la entrada con el señor Kim que mira serio la ventana abierta.
-Solo lo abri para limpiar. Le aclaro, con la voz cortada. Por alguna extraña razón le puedo hablar, por lo general no suelo hacerlo con nadie, creería que no conocen mi voz.
-Cierra. Me ordena. Suspiro pesado y me giro mirando que bastante ordene y deje limpio, por lo que no necesito mucha luz a la hora de extender las mantas.
Se ve que el colchon es nuevo, siento que sigue cada uno de mis movimientos. Cierro las persianas y la habitación queda en penumbra. Solo una luz azul ilumina apenas. Termino con la cama y le lanzo una moneda, que es lo que me enseño mi tio, que en una cama bien extendida rebota. Y asi compruebo que quedo bien arreglada.
-Eso es todo por hoy... Lo hiciste bien... Sera mejor que te vayas esta por oscurecer. Me indica y asiento.
Al ir bajando las escaleras me topo con un señor mayor que se mueve sigiloso.
-Leo... Acompaña a la señorita a la puerta. Le indica y el señor solo asiente sin decir nada mirandome con esos ojos claros que parecen no tener vida.
Llego a casa de mis tios viendo como el sol da sus últimos toques en el horizonte y puedo observar como mi primo Pablo se escabulle por atras de la casa de nuevo para reunirse con sus amigos. Sacudo la cabeza en negación, no tiene remedio pienso.
Ingreso y atajo una pelota que me lanzo mi primo Mateo.
-Buenos reflejos... Un partido antes de la cena. Me invita.
-Estoy cansada. Le digo al regresarle la pelo, la agarra elevando los hombros y sigue con los mellizos lanzándose tiros que tientan con romper algo en cualquier momento.
Me meto bajo la ducha dejando que el agua me enjuague completa. Al salir me pongo una camiseta oscura junto a una calza del mismo tono, medias y pantuflas, mi cabello suelto aún goteando agua y bajo a ayudar a poner la mesa.
-An... Tenemos invitados a cenar. Me anuncia mi tia y lo veo al señor Kim sentado en la sala con un porte serio que me mira fijo de pies a cabezas.
-HAN VISTO A PABLO. Pregunta mi tio serio con su billetera en la mano, al parecer de nuevo tomo algo que no es suyo, en este caso el dinero de mi tio.
-NO. Responden en coro mis primos.
-¿Ana?. Me pregunta mi tio.
-Estuve trabajando. Le respondo, sera un clavo en mi zapato pero no lo mandare a la guillotina, en su momento me las cobraré todas las que me hace Pablo.
-Chicos. Le dice mi tio encogiéndose de hombros, al señor Kim al verlo sentado esperando que sirvamos.
Con mis primos preparamos la mesa y luego siguieron jugando.
-A la mesa. Clama mi tia y todos como sabuesos corren en sus lugares.
-Comportense... Tenemos invitado. Le dice mi tia que se ve le agrada la visita.
-¿Qué le parece la mansión?. Le pregunta mi tio.
-Tiene su encanto... Cuando finalice algunos arreglo... Podre sentirme comodo. Le responde.
-¿Qué le parece Ana en su desempeño?. Le pregunto mi tio.
-Uuuuuu. Dijeron mis primos y se callaron ante la mirada de mi tio.
-Muy bien. Le respondio consumiendo su bife que parece aún vivo. Mi tia siempre los cocina asi, medio cocido.
-Rosa de nuevo estan medio cocido... Ya te explique como me gusta. Le dice mi tio pasando su plato de nuevo.
-Para mi esta bien. Le dice el señor Kim.
-Es muy amable. Le responde mi tia.
-Para mi tiene que estar bien cocida. Le dice mi tio.
Yo me quede congelada mirando como la sangre salia del bife.
-Lo siento Ana. Me dice mi tia retirándolo.
-Ella perdio a sus padres... Y cada vez que ve sangre los recuerda. Le cuchichea mi tio al señor Kim que solo asiente mirandome.
-Provecho. Anuncio al incorporarme.
-Hay no... Ana... Ven. Me llaman mis primos.
-Dejenla...Necesita un momento. Les dice mi tio.
Es algo que no puedo superar, no puedo ver la sangre, no porque me de asco, no es asi, sino que me recuerda que mis padres ya no estan mas conmigo y los extraño un monton. Miro el relicario donde tengo la foto de ambos y suspiro sollozando.
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Elizabeth Sánchez Herrera
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2024-10-10
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