Entre sueños

                                                                                   Accidente

Después de tanto pensar, caí en un sueño profundo del cual sería difícil despertar por la cantidad de pastillas que me habían administrado.

Lo último que recuerdo fue a mis padres pelear, gritar y echarse la culpa el uno al otro, como si no hubiesen participado ambos. Cada uno creía tener la razón. Llegaron a los golpes y salieron acelerados en sus autos a mitad de la noche, con la esperanza de encontrar al mejor especialista que curara a su hijo deformado para no ser más una vergüenza.

Esa noche, como acto del destino, el médico que me había atendido sufrió un paro cardíaco. Pudo ser por su avanzada edad o por el temor que propiciaba mi padre, no lo sé.

Aún no sabía qué estaba sucediendo en esa fría noche; no sabía que sería la última vez que vería a mis padres con vida y que lo último que logré escuchar de ellos fue el desprecio y la vergüenza que les causaba. No sabía que al despertar iba a ser un huérfano enfermo y menor de edad...

Desperté para enterarme de que todos los sirvientes habían sido despedidos.

Me encontré en una casa aún más sola, sin voces de desprecio ni miradas acusadoras o llenas de culpabilidad.

La quietud era ensordecedora, y el silencio me envolvía como una manta helada.

Aún no era consciente de lo que estaba pasando, pues estaba drogado por tanto medicamento.

El efecto pasó y mis ojos empezaron a derramarse al ritmo de mi agitado corazón.

Esperé una hora, luego dos.

El vacío de la casa se hacía más opresivo con cada minuto que pasaba.

Al final, ya era mediodía y no había noticias.

Confundido, encendí el televisor y me di cuenta de que cada canal transmitía la misma noticia: la familia Lee, la poderosa y orgullosa familia Lee, había muerto en un accidente de tránsito. Habían chocado contra un camión, no había señales de vida, solo cuerpos destrozados.

Habían sido destruidos por el camión al mismo tiempo.

Ahora solo buscaban al pequeño heredero, al hijo.

Las voces de los reporteros repetian:

No sabían si esto fue orquestado por asesinos, no sabían qué pasó con la amorosa y perfecta familia, hasta que un timbre se escuchó...

Era la policía. Abrí la puerta y vieron a un niño descalzo, con profundas heridas, que al parecer no estaba consciente.

Sentí sus miradas de compasión y horror clavarse en mí.

Antes de que pudieran llevarme, apareció la familia Kim, los amigos más íntimos de mis padres, con ojos llorosos y una voz agitada.

Detuvieron a los policías y dijeron que ellos se encargarían.

Me tomaron en brazos, me envolvieron en su abrigo y me llevaron al hospital.

En el hospital, revisaron mis moretones, mis heridas profundas, mi estado de salud, las señales de cuerdas en mis muñecas y tobillos.

Pensaron que tal vez mis padres habían muerto mucho antes y que me habían secuestrado.

La familia Kim pensaba que todo fue un disfraz de algún enfermo mental, pues les era imposible pensar que mis propios padres me habían hecho esto.

Los dìas siguientes las desgracias empezaron a llegar disfrazados de bendiciones, de consuelos, familia lejana supuestamente preocupada....

Sin embargo, Los kim, fueron mas astutos y  detuvieron a mi línea de sangre hambrienta de poder, los cuales llegaron como aves de rapiña para carcomer un cadáver.....

La familia Kim utilizó la influencia de su poder, tomaron a los mejores abogados y delegaron todo el imperio que mis padres habían construido a mí, su único hijo.

-Nadie sabía que a quien le estaban dando poder no era un alfa, sino un omega.

-Nadie sabía lo enfermo que estaba y tampoco nadie se atrevía a preguntar.

-Nadie podía obligarme a tomar más exámenes médicos, no sé si era debido a su miedo o por compasión, pues cuando salieron los primeros exámenes se dieron cuenta que me habían inyectado varias feromonas para cambiar mi rasgo.

Curiosamente, a esta familia no le importaba si era un alfa o un omega. Por primera vez, me vieron como un niño que necesitaba ayuda.

Mientras mi mundo se calmaba y para frenar los rumores, me llevaron fuera del país.

Me cuidaron y trataron como el hijo que tanto habían querido, como si yo fuese capaz de llenar el vacío que sentían tras haber perdido a su bebé.

Pasaron los días, los días se hicieron meses, los meses años, las estaciones cambiaban de invierno a verano.

Y cuando cumplí 23 años, regresamos al país.

Los medios de TV se habían calmado, por más que buscaban no había una historia de mí o mi rasgo, no había nada que pudiera afectarme y fue gracias a ellos.

Pero mi maldita enfermedad no me permitía ser honesto.

Fingía ser lo que nunca fui, fingía para todos ser un maldito alfa, una persona amable delante de mis padres sustitutos, pero un maldito para todos los demás.

Era justo como mi enfermedad, una persona bipolar.

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Fernando Loja

Fernando Loja

Pobre Ryu 😭

2024-09-25

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