CONTINUA EL FLASHBACK DE 8 AÑOS
El niño vuelve a mirarme y se ve confundido. Tal vez, nadie le consulta y se toman libertades.
- Aquí, todos somos iguales. Todos somos familia y entre todos nos cuidamos. ¿Te puedo contar un secreto?
El asiente. Despacio se acerca a mi, se agacha y acerca su oreja.
- Yo también tengo mucho miedo, la mayor parte del tiempo. Yo solo me siento segura con mi familia y fuera de la casa finjo que no tengo miedo. Mi prima mayor, que es la más genial, me dijo que no deben ver lo mucho que nos afectan.
El se endereza y me mira. Lentamente estira una manito delante mío y se detiene esperando. Todo se queda en silencio. Garreth deja de hablar, Layla se para a mi lado y los demás nos rodean. Mi familia sabe mis miedos y siempre cubren mi espalda. Veo como empieza a tener miedo de nuevo en esos bonitos ojos bicolor, y sorprendo a todos. Incluso a mi misma. Levanté la mano y tomé la suya, más pequeña que la mía. Al sentir el contacto regresa a verme y veo como se relaja. Me hace sentir fuerte y poderosa. Yo estoy dándole tranquilidad a otra persona. Yo estoy ayudando a otra persona. Yo estoy siendo el punto de apoyo de otra persona.
Siento una mano en mi hombro y giro para ver la cara preocupada de Layla.
- Estoy bien. De hecho, estoy mejor que bien.
Le sonrío con una sonrisa tan grande que ella se sorprende y luego le salen unas pocas lágrimas. Ahora soy yo quien la mira preocupada.
× Son de felicidad, por ver lo bien que estás creciendo, Lils.
Se aclara la garganta, se limpia las lágrimas y habla fuerte.
× Ahora, todos a jugar. El es el nuevo miembro de la familia, pero denle tiempo que se acostumbre a todos y se acerque. Cualquier cosa, primero consultan. Ahora, ¿a quién lo atraparé primero?
Los pequeños sueltan gritos de alegría mientras se van corriendo y Layla detrás de ellos.
Volteo a Sebastian y lo veo con una pequeña sonrisa y brillo de diversión en sus bonitos ojos. Eso también me da felicidad.
A la semana siguiente, creo que me perderé el verlos. Hay un niño de mi clase que me está siguiendo. Todavía no puedo fingir como me gustaría y está buscando alguna reacción mía. Intento sacar mi Layla interior.
- ¿Qué quieres? Me cansa está persecución.
> Entonces, ven y vamos de la mano. Yo quiero que tú seas mi novia.
- Pues yo no. Ahora, déjame en paz.
Se lo digo temblando, cosa que él ve y se ríe. Cuando está a punto de alcanzarme, cierro los ojos. En lugar de un contacto que odio, escucho un sonido de caída y un lloriqueo. Abro los ojos y ese niño se encuentra en el suelo sosteniendo una rodilla con sangre. Entre él y yo, está Sebastian. Se encuentra tranquilo y lo mira.
* No te acerques a ella sin su permiso.
Empieza a caminar y se detiene para verme. Le doy una pequeña sonrisa y camino a su lado.
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