Capítulo 5

El tren hizo una parada, llegamos a su destino, Beatriz me miró sonriente indicando que fuera con ella y la seguí, era eso o la calle, ella vivía en la ciudad de Matanza, está ciudad quedaba lejos de la Habana, así que podría empezar de cero lejos de mi antigua vida. Me mantuve callada, solo la seguía y observaba el lugar, no quería estropear la invitación siendo imprudente con algo y que cambiará de idea sobre acogerme.

Fuimos hasta una piquera, allí cogimos un taxi que nos dejó en el centro de la ciudad, Matanzas era un lugar muy lindo, sus calles eran empinadas debido a las lomas, muy diferente de la Habana que era más bien plana, estaba rodeada de agua y se podía ver un pequeño muelle con botes, era zona de pescadores, no había tantos edificios como en la Habana, predominaban más las casas.

Su vivienda estaba justo a un lado de la plaza, era una vivienda antigua de dos pisos, su fachada era descuidada, no estaba muy pintada y la carpintería se veía desgastada por los años, al entrar me llevé una gran sorpresa, todo era moderno, lindo y no tenía mucho que ver con el exterior.

El primer piso constaba de una sala enorme, luego un comedor, una cocina la cual tenía una puerta que daba a la terraza, allí había un cuarto de lavado, también en la planta baja estaba el cuarto de Beatriz con un baño también incluido, para no tener que subir y bajar las escaleras y un baño para visitas, en el comedor había una escalera que daba al piso de arriba donde estaban dos cuartos con baño propio cada uno.

Ella luego de mostrarme el lugar me indicó mi habitación sería la última de planta de arriba, ya que la primera era de su nieto, aunque casi ni la usara, me dejo allí para qué me instalará y luego cuando estuviera lista fuera abajo y me explicaría lo que debería hacer.

Quedé maravillaba con la casa y más aún con mi habitación, esa habitación era tan grande cómo mi casa. Fui corriendo al baño, tenía una bañera, jamás había visto uno así de cerca, la llené de agua y me sumergí en ella, no podía creer la suerte que tuve de encontrar a Beatriz en ese tren, me pellizcaba para comprobar que todo era real y no un sueño.

Lave mi cabello con champú, casi nunca podía usar champú, lavaba mi cabello con agua hirviendo para quitar el sudor y si estaba de suerte un jabón, mi madre gastaba todo el dinero en alcohol y drogas y un poco de comida, generalmente pan que le salía más barato, así que darme un baño así para mí era un lujo.

Me vestí y fui a por Beatriz abajo, al entrar a la cocina sentí un olor que hizo a mis tripas emocionarse, olía delicioso, había cocinado arroz y un poco de carne de pollo, la carne era algo que pocas veces podía comer. Beatriz miró mi cara de asombro y notó que tenía hambre, me indicó que tomara asiento en una pequeña mesa que había en la cocina, comiera un poco y luego me explicaría todo.

Ella sirvió dos platos y tomó asiento a mi lado.

- El pollo frito es la comida preferida de mi nieto, deja que lo conozcas, el pobre no hace más que trabajar.

Decía justo al sentarse en la mesa. Se notaba que lo extrañaba mucho y quería, tenía un brillo especial en sus ojos al hablar de él.

- Qué bien, alcancé a decir, y cómo dijo que se llamaba su nieto.

- Brayan, su nombre es Brayan.

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