"Lo bueno de estar abajo es... volver a subir" se leía en la pared de su habitación. Emily miraba la frase sentada al borde de la cama, un suspiro salió de su boca. «¿Qué mierda estoy haciendo?» se dijo a si misma.
Salió de la habitación y se dirigió a la salida, tomo una chaqueta y salió de casa.
A la luz del Sol se veía una ciudad completamente distinta, toda gris y triste. En el camino se encontraba gente en situación de calle buscando entre la basura, gente vendiendo cualquier cosa para sobrevivir, niños corriendo alegremente sin ver más allá de su poca inocencia.
Emily miraba por el rabillo del ojo todo esto mientras caminaba con su capucha puesta y con la cabeza agachada.
El frío se hacía notar, pero aún así tenía que caminar para llegar a la ciudad donde claramente era buscada nuevamente por las autoridades.
Llegó al inicio de la ciudad y observó varios carteles de "se busca" con su foto y nombre, pero no les dio importancia, siempre escapaba de las autoridades. Ella empezó a escalar un muro para posteriormente subir por unas escaleras hasta llegar al techo de una casa. Miro el paisaje por un leve momento, suspiro y comenzó a correr y a saltar por los techos de las casas como lo hizo anoche.
Así lo hizo hasta que llegó a una casa cerca de los límites del centro de aquella ciudad. Emily miro al borde y observó a varias personas platicando y otras más caminando tranquilamente sin importarles lo demás.
«Es ahora o nunca» dijo mientras tomaba distancia, corrió y se impulsó para pasar a la siguiente casa; al caer lastimó su tobillo, se trató de incorporar, pero no lo logró. «¡Maldita sea!» se dijo así misma mientras tomaba su pie con dolor.
Emily se dispuso a descansar un rato para que el dolor se le pasará.
Las horas avanzaron sin más hasta que por fin despertó de golpe al oír pasos subiendo escaleras. De la puerta salió un chico alto, medio bronceado, ojos marrones, cabello oscuro y corto. El chico iba discutiendo consigo mismo y no se percató de la presencia de la chica.
«Ya sé que no soy suficiente para ti papá, ya sé que no soy tu orgullo, pero si tan sólo.... lograrás escucharme» decía el chico para si mismo mientras caminaba hasta que tropezó con la chica. Ambos se miraron fijamente y por primera vez una chispa salió de los ojos de ambos.
- ¿Quién eres y por qué...? - Hizo una pausa - ¡Estás herida! - Exclamó el chico mientras se hincaba frente a ella.
La levantó con sumo cuidado y la llevo dentro de la casa. Después la llevo a una habitación donde la sentó suavemente sobre la orilla de la cama.
- Déjame ver - Dijo el chico mientras tomaba su pie.
La chica hizo un gesto de dolor y sólo se limitó a soltar un pequeño sollozo.
- Está algo hinchada, pero no fracturada ¿Cómo te causaste eso? - Preguntó el chico confundido.
- Es una larga historia - Se limitó a decir Emily.
El chico sobo el pie de Emily y la dejo descansar en su cama mientras él la observaba sentado en un sillón color rojo vino. La miraba de arriba abajo sin perder cada detalle de ella. Él miraba lo hermosa que era la chica, la perfección de su rostro, de su piel, de todo.
El tiempo pasó y la noche había caído sobre la ciudad; el chico dormía en su sillón mientras una Emily aún con dolor se despertaba y mientras se despabila miro a su alrededor sin creer lo que había pasado se levantó callando el dolor que sentía al caminar.
- ¿A dónde vas? - Dijo el chico aún con sueño.
- Me tengo que ir - Respondió Emily.
- Pero aún no estás bien - Respondió el chico.
- No importa la verdad - Dijo Emily acercándose a la puerta.
- Insisto a que te quedes - Dijo el chico con amabilidad.
- Perdón por romper tu amabilidad, pero no - Respondió fríamente Emily.
De la nada las sirenas de emergencias empezaron a sonar alertando que había sucedido algo. Emily escapó tras la distracción del chico y salió sin decir nada de aquella casa, cuando el chico se dio cuenta ya no la pudo alcanzar.
Emily regreso al barrio donde vivía pero sin dejar de pensar en aquel chico, era la primera vez que sentía algo así, era algo sumamente extraño para ella sentir como un nerviosismo en su interior.
Por su parte el chico miraba al cielo desde su balcón donde encontró a aquella chica que llamo su atención y que no lo dejaba pensar con claridad.
- Algún día te volveré a encontrar - Decía mientras miraba la luna.
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