Capitulo XIII La boda

Gabriel

Ver a Ana molesta y celosa me lleno de felicidad, no pensé que tomaría esa actitud, la lleve a aquel almuerzo solo para que su familia la viera y a ver si eran capaces de reconocerla, la malcriada de Alicia ni se fijó en ella, pero Fernando si sé que vio el parecido de mi Ana con su esposa y lo sé por como la miraba, bueno en fin ver Ana celosa me alegro el día.

Para compensarla por lo ocurrido la lleve a comer helado obviamente no íbamos a entrar a aquel lugar pues íbamos tarde a la oficina, pero tenía que alargarla y me he dado cuenta de que el dinero y las joyas no la impresionan mucho la sonrisa más sincera se la he visto con estos pequeños gestos, es tan diferente a su hermana en ese aspecto.

Ana: gracias por este helado está muy bueno.

Gabriel: si sigues comiendo así te pondrás gordita.

Ana: eso no me preocupa igual así me vas a querer.

Gabriel: obviamente que si, siempre te voy a querer.

Ana no me prestó atención siguió entretenida comiendo su helado.

Gabriel: me das a probar del tuyo.

Ana: a?

Me acerqué a ella y la besé, así compartimos el sabor de nuestros helados, cada vez aceptaba más rápido mis besos y eso me llenaba el alma, sé que en un principio me acerque a ella para hacerla sufrir, pero en este momento solo quiero hacerla feliz, creo que ya sufrió lo suficiente por cosas que ella ni culpa tiene.

Ana: que tanto me miras.

Gabriel: lo hermosa que eres.

Ana: estás actuando muy bien, parece hasta verdad lo que dices.

Gabriel: así es, solo actuó.

Aún no le iba a decir lo que siento por ella, primero la quiero conquistar y creo que lo estoy logrando.

El día de la boda llegó, mi madre está muy molesta porque aún no conoce a mi futura esposa y esa es la idea que la conozca cuando ya estemos casados, Ana estaba custodiada y la orden era que nadie se acercara a ella, obviamente invite a los Marcano ellos deben ver a su hija y más Catalina creo que ella merece ver a su hija.

La ceremonia se celebraría en un jardín al aire libre, ya que Ana ama estos lugares el matrimonio civil se realizará primero y luego recibiremos la bendición del sacerdote, ya estaba todo listo yo estaba hablando con algunos invitados, mientras esperábamos a la novia, ya casi cerca de la hora se escuchó la marcha nupcial al ver la entrada al jardín ante mis ojos apareció un hermoso ángel, vestida de blanco, aquel vestido se ajustaba perfectamente a su cintura, tenía un escote en v en la parte delantera con una tela transparente cubriéndolo, el corte sirena que se abría dejabajo de los muslos de sus piernas, no llevaba velo en vez de eso, llevaba una corona de princesa con su cabello largo cayendo en ondas a su espalda, era simplemente perfecta. Al llegar a mi no pude evitar sonreír, tome su mano y me di cuenta que estaba muy fría debía tener miedo, me acerque y le susurré al oído: no temas te ves hermosa y te prometo tratarte bien hasta el último día de mi vida.

Ana me miró con esos enormes ojos azules que me encantan, sonrió y sentí como se relajo, la ceremonia civil empezó, el juez dio algunas palabras y luego llegó a las preguntas de rigor.

Juez: Ana Leal está usted aquí presente el día de hoy bajo su voluntad y sin que nadie la este obligando?

Ana: así es señor.

Él me hizo la misma pregunta a la cual conteste de inmediato, después pasamos a la firma del libro de actas donde sellaríamos nuestra unión.

Ana se veía muy nerviosa, la tomé de la mano y nos dirigimos a la ceremonia religiosa, el sacerdote dio un discurso muy emotivo nos hizo las preguntas que uniría nuestros lazos definitivamente, cuando el sacerdote nos declaró marido y mujer no pude aguantar más y bese a Ana, tenía tantos sentimientos encontrados la felicidad en mi era enorme, Ana es tan bella y ahora es solo mía, mi madre se acercó con cara de pocos amigos.

Fabiana: será que ahora puedo conocer a tu esposa?

Gabriel: claro que sí madre, solo no armes un escándalo.

Fabiana: tranquilo hijo no pienso hacerlo.

Gabriel: Ana amor te presento a mi madre, Fabiana De Bell.

Ana: un gusto, señora, disculpe y noble doy la mano es que no queremos habladurías de la gente.

Fabiana: tranquila querida tampoco estoy afanada por tener una relación cercana contigo.

Ana: el sentimiento es mutuo.

Unaa sonrisa se dibujó en mis labios, por primera vez alguien no le rindió pleitesía a la gran Fabiana Bell como ella se hacía llamar y es que desde la muerte de mi padre mi madre asumió su apellido como el de ella.

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