crisis económica

Recostada en mi habitación, me sumerjo en mis pensamientos. Desde que me mudé a California, él nunca me ha prestado la mínima atención.

No es por presumir, pero siempre he dicho que mis curvas voluptuosas se deben a mi ascendencia americana. Entonces, ¿qué tienen ellas, Nicolás, que no tenga yo? Lo he visto rodeado de muchas mujeres, y eso me consume en celos.

Trato de controlarme para no lanzarme contra esas mujeres presumidas, con cara de Barbie y maquillaje exagerado, y dejarlas sin cabello.

Me llevo muy bien con Alexander Preston y Eleanor Parker, los padres de Nicolás siempre me han dicho que soy ideal para nicolas

Desde mi llegada a este condado, me he esforzado por ganarme su confianza. Siempre he notado que, cuando llego a su hogar, soy recibida con sonrisas y abrazos. Sin embargo, Nicolás nunca me presta atención , apenas me observa unos segundos antes de dirigir su mirada a cualquier cosa menos a mí. ¿Qué he hecho para ni siquiera merecer un saludo?

—Cariño, tenemos algo en común: somos hijos únicos. Y el que pensabas que era su hermano es en realidad su mejor amigo, Dilam Thompson.

Decido ir a buscar jugo de arándano. Mientras camino, veo a Alexander Preston dirigiéndose al despacho con mi padre una voz en mi cabeza me susurra que escuche su conversación: “Tarde o temprano, el mundo te da lo que tanto le pides”. Así es como escucho a Alexander.

—Elliot, no es fácil para mí decirte esto, pero como bien sabes, la empresa Preston no está en su mejor momento, estamos en una crisis económica, si no lo resuelvo, mi familia caerá en ruinas Te ruego que me ayudes. Podemos fusionar nuestras empresas; solo necesito un poco de apoyo para extender su crecimiento.

—Alexander, la empresa Coot está en la cima del estrellato. Si tomo una mala decisión, la llevaré a la ruina he estado revisando las gráficas y las finanzas, y estás en graves problemas. Déjame pensarlo; mañana tomaré una decisión.

—Si no hay nada más que decir, me retiro —responde Alexander.

Minutos después, oigo pasos y decido retirarme antes de ser vista me dirijo a la cocina y me sirvo jugo de arándano el señor Alexander me saluda con su apodo cariñoso.

—Hola, dulce, ¿cómo has estado?

Respondo con una leve sonrisa.

—Bien, gracias, señor Alexander.

A simple vista, él debe tener unos 55 años, y es evidente de dónde heredó Nicolás su atractivo físico. Mientras disfruto de algunos aperitivos deliciosos, escucho la conversación de mis padres.

—Elliot, amor mío, sé que no vas a poner en riesgo la empresa Coot. Es el fruto del arduo trabajo de nuestra familia, ni mucho menos el futuro de Violet.

—Los Preston han solicitado nuestra ayuda porque realmente la necesitan Nos llevamos muy bien con ellos. Considéralo —responde mi madre.

Veo a mi padre en un trance de reflexión es entonces cuando mi mente elabora su mejor plan me recuesto en el regazo de mi padre y comienzo a jugar con mi cabello.

—He escuchado con atención —digo suavemente.

Ambos me miran sorprendidos. No es habitual que escuche sus conversaciones.

—Papá, os ruego que me escuchéis. Sé que no participo en las decisiones, pero… aquí podemos ganar todos —añado, notando cómo la atención que me prestan en ese momento contrasta con la indiferencia habitual.

—Habla, Violet, ¿qué piensas? —pregunta Noat White.

—Mamá, la familia Preston necesita nuestra ayuda, no podemos abandonarlos en su peor momento si mi padre decide ayudarles, debería imponer una condición de devolución en la fusión de las empresas. Como sería la devolución, papá, has pasado años preparándome.

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