CAPÍTULO 2

RENÉ

La noche en que mis padres regresaron con mi hermana, me quedé sola llorando y tomé mi celular para llamar a Grecia. Discutí muy fuerte con ella, ya que ella sabía que su hermano se había ido y no me lo dijo.

Ella, de toda nuestra familia, es la única que sabía lo que yo sentía por su hermano. La consideraba más que una sobrina, era mi amiga, mi hermana, mi todo, y me traicionó al no decirme nada sobre la partida de Antón. Aunque entiendo que él es su hermano de sangre, nuestra amistad ya no es la misma.

Estaba tan molesta con ella y Antón que le pedí que nunca más lo mencionara frente a mí. No volví a visitar su casa, siempre nos reuníamos en casa de mis padres, en el centro comercial o en cualquier lugar público. Ir a su casa era una tortura, ya que Ángela siempre hablaba de su hijo Antón y de lo bien que le iba en Rusia. Por eso dejé de visitarlos como antes, cuando podía quedarme una semana a dormir sin problemas.

Ahora solo voy con mis padres y regreso a casa con ellos. Cuando mis padres viajan, me quedo con Blanca en su departamento y cocino para ella, ya que ella no sabe cocinar. La abuela Rocío me enseñó a mí y finalmente mis padres la convencieron de tomar vacaciones y relajarse, al igual que mis abuelos, que están muy mayores. Por eso están en el extranjero con enfermeras y médicos atendiéndolos todo el tiempo. Allá está Pamela, sé que ella es hija del abuelo Axel y que se conocieron meses antes de mi nacimiento. Esa es la única información que tengo y sé que ella cuida de mis abuelos.

Mis padres siempre están viajando por mis abuelos, que están muy mayores y enfermos. Pamela siempre está con ellos en el extranjero y mi papá viaja seguido a verlos.

La verdad de Pamela la sé muy poco. Sé que es hija de mi abuelo con una mujer con la cual tuvo una aventura de una noche. Según era imposible que él tuviera más hijos, pero parece que los médicos se equivocaron. Mi abuela aceptó a Pamela, pero sé que ella cometió errores que mi papá aún no le perdona del todo. Nunca me contaron nada de esos errores, aunque creo que tarde o temprano sabré lo que pasó antes de que yo naciera.

Por otra parte, un mes después de que Antón desapareciera de mi vida, comenzó a llamar a cada miembro de la familia para explicarse y disculparse por haberse ido sin despedirse. Yo, en cuanto lo supe, no pude evitar sentir una pequeña ilusión de que me llamara, pero eso nunca pasó y entonces terminé de cerrar mi corazón. Un año después, Grecia viajaría con su familia a Rusia para ver a su hermano y a su abuelo. Pasarían allá las vacaciones y me invitaron a ir con ellos, pues mis padres estaban de viaje en ese momento. Pero me negué.

Si Antón decidió que yo no merecía una llamada de su parte explicándose o por lo menos para que yo no me sintiera mal, yo decidí que debía olvidarlo. Por eso, le envié el collar que me regaló en mis quince años con Grecia y le pedí que le dijera que si él no cumplió su promesa, no tiene caso que mantuviera la mía.

Sí, yo también le prometí algo cuando me entregó ese collar. Cuando me prometió que jamás me soltaría, yo le prometí que me casaría con él y que siempre estaría esperándolo. Lo cual ya no hago, sigo mi vida y él la suya. Lo eliminé de mis redes sociales y de mi habitación quité cada foto que tenía junto a él y las reemplacé con fotos de mis padres y Grecia. Ya Antón no forma parte de mi vida y no sé nada de él.

TOC TOC

—Adelante, papá —respondí, saliendo de mis pensamientos sabiendo que era él. Siempre viene por mí para desayunar.

—Princesa, vamos a desayunar. Es tu último día de clases en la secundaria y luego tu graduación —mi papá con su hermosa sonrisa, mi príncipe, mi ejemplo a seguir, al igual que mi mamá.

—Buenos días, papi —me acerqué a él, lo abracé y le di algunos besos.

—Mi niña hermosa, ya estás muy grande. Un día te casarás o te irás de casa —mi papá melancólico.

—Aunque eso pase, tú siempre serás mi príncipe hermoso —le di un par de besos más y bajamos abrazados hasta el comedor, donde ya nos espera mi mamá.

—¿Para mí no hay abrazo? —preguntó mi mamá y yo corrí a abrazarla.

—Mi pequeña niña, estás tan grande —mi mamá.

—Ya los dos, no estén de sentimentales. Mejor desayunamos o se me hará tarde —indiqué y comenzamos a comer.

—Buenos días, Grecia. Como siempre, llegó por mí y se sentó a desayunar con nosotros.

—Buenos días, bebé del abuelo. ¿Cómo estás? —mi papá, quien es muy consentidor con Grecia, podría decirse que más que conmigo, pero no soy celosa. Sé que mi papá me ama.

—Bien, abuelo hermoso. Feliz con el último día en la secundaria —Grecia llena de besos a mi papá y luego a mi mamá.

—¿Cómo estás, la tía más hermosa del universo? —Grecia me llena de besos y la miro con cara de molestia porque sabe que odio que me trate así y me diga tía.

Si me molesta que me ocultara lo de Antón y estoy molesta por ellos, pero aún seguimos siendo como hermanas y no la trato nunca como mi sobrina.

—No me pongas esa carita, sabes que te amo y eres mi tía favorita —continuó hablando la muy tonta.

—Mejor llena esa boca de comida, a ver si dejas de decir tonterías —le indiqué, y ella, junto a mis padres, rió a carcajadas.

Al terminar de desayunar, nos despedimos de mis padres y nos fuimos caminando a la secundaria. Como siempre, me encanta caminar, me da paz.

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Comments

Francisca Alcantara

Francisca Alcantara

Es una hermosa historia

2024-05-05

1

yelit

yelit

Mi amiga anthon no es hijo de Ángela ella lo crio,lo adoptó pero no lleva su sangre

2024-03-21

5

Jesus Castro Montero

Jesus Castro Montero

Hermosa novela gracias escritora por deleitarnos con tan bella historia te felicito

2024-03-17

5

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