CAPÍTULO 19

ANTÓN:

El idiota del novio de René me dio la información que necesitaba. Me dijo dónde estaría. Cuando vi la hora, supuse que Blanca no estaría en su departamento, así que conduje hasta allá. Pero para mi mala suerte, al bajar de mi auto, Blanca iba llegando.

Tuve que inventarle que venía a visitarla a ella y a invitarla a comer, para ponernos al día de todo lo que había pasado en estos últimos tres años. Pero ella me dijo que mejor me quedara a comer con ella y René, pues René cocinó para ella.

Cuando llegamos al departamento, René no estaba por ningún lado, pero olía riquísimo. Blanca entró a las habitaciones y luego me dijo que se estaba bañando. La esperamos y cuando salió, vi la cara de sorpresa en su rostro.

Blanca le dijo que comería con ellas y luego pasamos al comedor. Ahí la miré a los ojos y ella a mí. No bajó la mirada con ternura como lo hacía antes de irme. La René que tenía frente a mí no era la misma que yo vi caer, y eso me preocupa de cierta manera.

Nuestro juego de miradas fue interrumpido por la pregunta de Blanca sobre mis amigos, y entonces nos pusimos a comer. Sentí la gloria.

No esperaba que René cocinara, pues cuando me fui, ella recién comenzaba con las clases con su abuela Rocío y la verdad no cocinaba muy bien. Pero cuando probé esa comida, casi salté de la felicidad. La verdad cocina riquísimo. Me enamoré más de mi pequeña niña de ojos verdes al probar su comida.

Blanca comenzó a hablar y sacarme información sobre Rusia, pues yo no tengo nada que esconder. Así que le conté todo, esperando que René escuchara y supiera que no hay nadie en mi vida.

Pero René simplemente se limitó a comer y a escribir en su teléfono. Seguro le escribía a ese idiota y eso me llena de rabia. Está tan concentrada que ni siquiera escuchó cuando le dije que me iría, así que Blanca tuvo que hablarle para que reaccionara.

Primero me despedí de Blanca con un beso en la mejilla y, por supuesto, no podía perder la oportunidad de darle un beso aunque sea en la mejilla a mi hermosa niña de ojos verdes. Tampoco perdí la oportunidad de decirle que sigue siendo la niña de ojos verdes más hermosa, pero ella no dijo nada.

Blanca me acompañó a la puerta y yo estaba feliz, pues tocar con mis labios las mejillas de René causó una corriente eléctrica por todo mi cuerpo. Definitivamente, ella es el amor de mi vida y no voy a permitir que se case.

Aunque primero debo hablar a solas con ella. Espero que mis amigos lleguen pronto, sé que ellos me ayudarán a quedarme a solas con ella.

RENÉ

Cuando reacciones, Blanca ya había regresado al comedor. Le dije que laváramos los platos juntas y nos fuéramos a relajar, y ella aceptó. Esta tarde será solo para nosotras. Veremos una película, comeremos comida chatarra, comeremos mucho helado y no saldremos del departamento, y tampoco contestaremos las llamadas.

Bueno, haremos un par de excepciones. Yo con mis padres y con Juanjo. Son las únicas llamadas que contesto. Blanca hace excepciones con mis padres y su asistente, quien tiene orden de llamarla solamente si es estrictamente necesario.

La tarde fue entre risas, bromas y muchas chucherías, además de películas y lágrimas de risa. Pero a la hora de la cena, yo no quería cocinar. Había que relajarnos, así que pedimos pizza, y no en cualquier lugar, en la pizzería donde Juanjo trabaja a veces.

Sí, Juanjo tiene mucho dinero, bueno, sus padres, pero él tiene pequeños trabajos algunos días de la semana y en especial en vacaciones. Es que cuando le diga a sus padres que, a pesar de que ha estado con mujeres, prefiere estar con hombres, seguro le quitan todo y lo dejan sin nada.

Por esa razón, Juanjo trabaja en varios sitios en su tiempo libre y cuando no está siendo mi falso novio, él ahora guarda todo su sueldo para tener con qué sostenerse cuando le cuente la verdad a sus padres. Así que lo llamé para hacer un pedido.

—Mi hermosa novia, ¿me extrañas tanto que ahora me llamas al trabajo? —preguntó Juanjo apenas contestó.

—Oye, ¿cómo sabes que soy yo? Si te llamé desde la pizzería —lo cuestioné y él rió.

—Jajaja, mi niña, ahora contesto desde la computadora y aparece tu número, sé tu número de memoria —respondió Juanjo.

—Entiendo, oye, necesito dos pizzas, pero como solo tú sabes prepararlas —comenté.

—Bueno, te enviaré dos con el repartidor, pues hoy no puedo salir, la pizzería está llena —dijo Juanjo.

—Bueno, si no queda de otra, me conformaré con más pizzas —respondí.

—Por cierto, si mi padre llama, estoy contigo y no puedo contestar —dijo Juanjo, quien oculta a sus padres sus trabajos.

—Lo sé, estoy para cubrirte, como tú me cubres en todo. Relájate y esperaré las pizzas —comenté.

—Adiós, hermosa, y gracias por todo. Te quiero —se despidió Juanjo.

—Yo también te quiero, tonto —finalicé la llamada. Blanca acababa de entrar a la habitación y me quedó viendo.

—¿No ibas a llamar a la pizzería? —me cuestionó Blanca.

—Sí. Pero Juanjo tiene un amigo que prepara las mejores pizzas y hará que nos las envíen, así que no te preocupes, tendrás las mejores pizzas en un rato —respondí con una sonrisa.

—Bueno, eso espero —dijo Blanca.

Luego de un rato de espera, llegaron las pizzas y no pude evitar reír cuando en una de ellas Juanjo había dibujado una carita sonriente con los pepperonis. Él es un caso perdido, la verdad que sí.

Blanca también se sorprendió, pero lo único que me dijo fue que mi novio estaba loco por mí. Estuve tentada a decirle que él está loco, pero no por mí.

Cuando Blanca probó las maravillosas pizzas, quedó encantada y pidió el número de la pizzería. Se lo di, pero le advertí que Juanjo no trabaja a diario, así que puede que cuando pida una pizza no sea igual de deliciosa. Sin embargo, no voy a darle esa información y delatar a mi falso novio.

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