Jugando Con Fuego
MORGAN
El calendario marcaba justo un año desde aquel día. El día en que Brandon me rompió en mil pedazos. Doce meses. Y durante la mayor parte de ellos, viví en una especie de limbo, entre las cuatro paredes de mi pequeña prisión autoimpuesta. Las lágrimas eran mi idioma, la miseria mi única compañía. El instituto era una tregua forzada, un lugar al que acudía como un fantasma antes de regresar a mi encierro, a mi dolor. Pero hoy, ese ciclo se acababa.
Hoy, la Morgan que Brandon había destruido, finalmente, empezaba a reconstruirse. Sé que mi nombre, Morgan, suena un poco anticuado, pero en mi defensa, mi madre estaba obsesionada con él. Era el nombre de mi abuela paterna. En fin, me desvío. Volvamos un año atrás, al momento exacto en que mi vida se desmoronó.
UN AÑO ATRÁS
Mis pies se negaron a moverse. Me quedé helada, el aliento atrapado en mis pulmones mientras mis ojos se negaban a creer lo que veían. ¿Esto me estaba pasando a mí? Un nudo de rabia y vergüenza se formó en mi estómago. ¿Qué diablos había hecho yo para merecer esto?
—¿Qué pasa, linda? ¿No te agrada lo que hice? —La voz de
Brandon, cargada de una burla tan hiriente, me arrancó de mi estupor.
—¿Por qué me hiciste esto? —Mi voz sonó hueca, apenas un susurro quebrado por la confusión y la profunda decepción.
Él se encogió de hombros, una sonrisa cínica en sus labios. —Vamos, cariño, solo te usé. Te ilusioné para poder acercarme a tu amiga. ¿En serio te resulta tan difícil de creer?
La verdad me golpeó con la fuerza de un puñetazo, dejándome sin aire. El mundo se me venía abajo. —Pues lo lograste. Hiciste que dejara todo por ti. Mis padres me dieron la espalda, o casi. Vivo sola en este apartamento minúsculo, apenas subsistiendo con el dinero justo que me envían. Y sí, te salió perfecto, porque fui tan estúpida que me enamoré de ti. —La rabia se apoderó de mí, y mi mano, casi por inercia, se estrelló contra su mejilla. El sonido seco resonó en el silencio, atrayendo miradas.
Él no se inmutó, la burla intacta en sus ojos. —No esperaba menos de ti. Siempre has sido una niñita mimada, ¿no?
Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero la rabia no me permitía derramarlas. —¡¿Cómo puedes decir eso de mí?! Me quedé aquí por ti, ¿entiendes? Mis padres... me ignoran por eso. Por elegirte a ti antes que a ellos. Me mandan lo mínimo para sobrevivir, como un castigo silencioso. Y lo peor de todo es que... te di mi virginidad.
Brandon soltó una risa hueca y me guiñó un ojo con esa sonrisa perversa que ya conocía. —Pues no eres la primera, linda. —Se dio la vuelta y se alejó por el pasillo, dejándome clavada en medio del instituto, humillada, expuesta, sintiendo las miradas de todos sobre mí como mil agujas.
PRESENTE
Y esa fue la grieta por donde se coló el cambio. No fue de la noche a la mañana, pero el último año fue un lento y doloroso proceso de renacer. No fue un interruptor, sino una erosión constante de la
Morgan de antes, y la paciente construcción de una nueva. Mis padres, aunque distantes y decepcionados, no me abandonaron del todo. Me mandaban lo justo para el alquiler y la comida, un recordatorio constante de mi elección fallida. Eso me obligó a buscar un trabajo de medio tiempo, a madurar a la fuerza, a aprender a valerme por mí misma. En esas largas noches, en mi pequeño apartamento, no solo lloré. Leí. Investigué. Aprendí. Aprendí sobre relaciones tóxicas, sobre la manipulación, sobre cómo funcionaba el mundo más allá de mi burbuja de "niñita mimada". Y sí, aprendí sobre el sexo, no como un acto de amor, sino como una herramienta, una forma de poder.
Cuando me enteré de que Brandon y Jessica, mi supuesta amiga, ahora eran pareja oficial, el último pedazo de mi ingenuidad murió.
Esa noticia fue el catalizador final. Mi cuerpo, que había sido descuidado por el dolor, lo empecé a cuidar con una disciplina férrea. El ejercicio se volvió una válvula de escape, y mi piel, mi cabello, todo se transformó. Pero el cambio más profundo fue interno: la Morgan que toleraba las lástimas había desaparecido.
Ahora, dominaba el arte del juego. Sabía cómo jugar con los chicos, porque eso es lo que haría de ahora en adelante. Jugar con cada uno que intentara jugar conmigo. Quienquiera que se acercara con intenciones de un "juego" terminaría pagando un precio mucho más alto. Hoy, el último año de instituto, no sería una despedida, sino una declaración de guerra silenciosa.
Busqué mi ropa cuidadosamente elegida para hoy, algo que proyectara mi nueva fortaleza. Entré a la ducha y dejé que el agua arrastrara los últimos vestigios de la vieja Morgan. Quince minutos después, salí renovada, vestida y lista.
Respiré hondo, preparándome mentalmente para la primera batalla. Tomé mi mochila, las llaves del coche y del apartamento. Me puse en marcha. Nuevo año, nueva Morgan, nuevo estilo y una actitud de acero.
Ahí voy, destino. Pero esta vez, yo muevo las cartas. Y tú, solo puedes mirar.
VEINTE MINUTOS DESPUÉS
Llegué al instituto. El estacionamiento ya estaba lleno de coches, y los pasillos zumbaban con la energía de los estudiantes. Escaneé la multitud hasta que mis ojos se posaron en ellos: Brandon y Jessica. Hacía tiempo que no los veía juntos, no tan de cerca, a pesar de que compartíamos instituto. La bilis subió por mi garganta, pero la convertí en una sonrisa. Una sonrisa de depredadora, la más falsa e hipócrita que pude ensayar.
Me acerqué a ellos, el corazón latiéndome fuerte, no por nerviosismo, sino por la adrenalina.
—¡Hola, chicos! —dije, y le guiñé un ojo a Brandon, observando cómo su sonrisa se volvía un poco más boba, como si reconociera algo en mi mirada que no terminaba de descifrar.
—Hola, Morgan —Brandon me saludó, con un aire confuso.
—Hola, querida —replicó Jessica, la hipocresía goteando en cada sílaba. Sus ojos me analizaban, tratando de entender mi cambio.
—Pero qué maleducada soy, ¿verdad? —Puse mi mano en mi pecho, como si de verdad me sintiera arrepentida—. Ni siquiera los he abrazado. Ha pasado tanto tiempo sin verlos, perdonen mi incompetencia.
Me acerqué a Jessica. La abracé por encima, sin apenas tocarla, una distancia calculada. Luego, con una lentitud que sabía que la haría sufrir, me moví hacia Brandon. Mis labios se encontraron con los suyos en un beso breve, apenas un roce, pero lo suficiente para que la chispa de su antigua "relación" reviviera, y para que la furia de Jessica explotara.
—¡¿Qué crees que haces, zorra?! —Jessica gritó, su voz aguda y llena de ira. Intentó empujarme, pero me mantuve firme.
Me burlé en su cara, la victoria ya era mía. —Solo fue un beso. Debería sentirme ofendida yo, ¿no crees? Tú te estás comiendo lo que yo un día me comí.
—Morgan, ¿qué te pasó? ¡Tú no eras así! —La incredulidad se apoderó de su rostro, y por un momento, vi un rastro de miedo.
—Un idiota y una puta me pasaron —les guiñé un ojo, la sonrisa de Morgan ahora genuina, pero llena de oscuridad. Me di la vuelta y seguí mi camino por los pasillos del instituto, dejándolos atrás, aturdidos.
Eso era solo el principio. Solo una pequeña muestra de lo que les esperaba este año. Como dije, cambié. Y cambié para bien. Ya no soy la chiquilla indefensa de la que se podían aprovechar. ¡No más! No volveré a sufrir por ningún otro hombre como que me llamo Morgan.
Cambié mis libros en el casillero y me dirigí a mi primera clase. Al entrar al salón, mis ojos se detuvieron en él. Un chico. Buen cuerpo, sí, pero lo que me atrapó fueron sus ojos grises profundos, el cabello negro que le caía sobre la frente, y esos pequeños hoyuelos que se asomaban cuando sonreía. Una sonrisa encantadora. Este año, sin duda, sería fenomenal.
Me senté en el asiento libre a su lado. Él me miró, y yo le sostuve la mirada. Dispuesta a jugar.
—¡Hola! Me llamo Morgan.
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Updated 32 Episodes
Comments
lulis rinc
guauh se ve interesante está novela
2022-01-08
0
Edilia Ocampo Mejia
me gusta
2021-08-01
1
senha
dice q no va a volver a sufrir x un chico y hasta lo jura x su nombre 20 minutos después y ya callo
2021-04-18
1