Corazón Benevolente

A medida que pasaba el tiempo, Emily comenzó a vislumbrar un lado de William que iba más allá de su apariencia exterior de hombre amargado y distante. Había notado las pequeñas grietas en su fachada de corazón de roca, y esas grietas revelaban algo que la sorprendía profundamente: un corazón blando y benevolente.

Desde el inicio de su matrimonio forzado, Emily había luchado con la imagen de William que tenía en mente, basada en las primeras impresiones. La frialdad y la distancia que él mostraba inicialmente la habían herido y enfurecido, pero también había sentido una extraña atracción hacia él, una curiosidad por el hombre que se escondía detrás de esa armadura emocional.

La noche en que Emily lo cuidó durante su fiebre había sido un punto de inflexión. Había visto a un William vulnerable, perdido en sus propios demonios internos. Aquel hombre en la cama, débil y necesitado de cuidados, no se parecía en nada al hombre que había conocido en el altar.

A medida que los días se convertían en semanas, Emily observaba a su esposo desde lejos, tratando de comprenderlo mejor. Notaba las veces en que él la miraba de manera diferente, cuando sus ojos reflejaban una mezcla de emociones que iban más allá del enojo y la amargura.

Había momentos en que William la sorprendía con pequeños gestos de bondad. Aunque su orgullo y su corazón herido aún lo mantenían a distancia, Emily notaba que él hacía esfuerzos por ser considerado. Le dejaba una taza de té por las mañanas o le ofrecía un abrigo cuando salían al jardín.

Emily también había descubierto un rincón especial en la mansión, un pequeño estudio donde William solía pasar horas. En ese espacio, ella encontró pistas de la verdadera pasión de su esposo. Había libros sobre arte, pinturas a medio terminar y partituras de música esparcidas por todas partes. A través de esos objetos, Emily comenzó a vislumbrar una parte de el alma de William que él había mantenido oculta.

La comprensión de Emily sobre su esposo creció a medida que se sumergía más en su mundo. Había descubierto que William había sido un talentoso artista antes de su accidente, una persona que encontraba la belleza en la creación artística. Sin embargo, su discapacidad lo había alejado de su pasión, dejándolo atrapado en una silla de ruedas y en una espiral de amargura.

Emily no podía evitar sentir empatía por William. Si bien sus circunstancias eran muy diferentes, ella también había sacrificado su propia felicidad por el bienestar de su familia. Había entendido el peso de las expectativas familiares y cómo a veces eso podía llevar a decisiones dolorosas.

A pesar de las barreras que aún existían entre ellos, Emily comenzó a ver a William con ojos diferentes. Veía al hombre herido detrás de su fachada, al hombre que había perdido tanto y que llevaba cicatrices invisibles en su corazón.

Una tarde, mientras ella exploraba el estudio de William, encontró un cuaderno lleno de bocetos y dibujos. Eran retratos de ella misma, capturados con una atención al detalle asombrosa. Había dibujos de su cabello al viento, de sus ojos reflejando la luz del sol y de su sonrisa en momentos de alegría.

Los dibujos eran una revelación. Hablaban de un hombre que, a pesar de sus reticencias y su actitud distante, había estado observándola de cerca, buscando la belleza en los detalles de su vida juntos. Emily se sintió abrumada por la intensidad de las emociones que experimentaba.

Esa noche, mientras compartían una cena tranquila en la cocina, Emily decidió abordar el tema con William. "William, encontré tus dibujos. Los retratos que hiciste de mí en tu estudio.

"Él la miró con sorpresa, y sus ojos revelaron una mezcla de vergüenza y vulnerabilidad. "No tenía la intención de que los vieras.

"Ella sonrió con ternura. "No tienes por qué avergonzarte, William. Me di cuenta de que has estado observando, intentando comprenderme de una manera que no había notado antes.

"William asintió con cautela, sus palabras saliendo con dificultad. "No soy bueno con las palabras, Emily. No sé cómo expresar lo que siento.

"Emily se acercó a él, tomando sus manos en las suyas. "No necesitas palabras, William. Tal vez, con el tiempo, podamos aprender a comunicarnos de una manera que funcione para los dos. No somos perfectos, pero estoy dispuesta a intentarlo.

"A medida que William la miraba, sus ojos reflejaban una mezcla de gratitud y asombro. Aunque su corazón seguía siendo un enigma, Emily sabía que había un corazón benevolente debajo de toda esa fachada de amargura y distancia. Y, de alguna manera, estaba dispuesta a ayudar a derribar las barreras que los separaban para descubrir el amor en un lugar donde nunca lo habían buscado.

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Elizabeth Sánchez Herrera

Elizabeth Sánchez Herrera

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2023-10-10

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