Corazón de Roca

A medida que pasaban los meses desde su matrimonio forzado con Emily, William Thornton había experimentado una serie de cambios internos que lo habían desconcertado. A pesar de su inicial determinación de mantener sus distancias y de continuar con su actitud de hombre amargado, no podía evitar sentir una extraña atracción hacia su esposa.

Desde la noche en que Emily lo había cuidado durante su fiebre, algo había cambiado en él. Había visto una chispa de compasión en los ojos de Emily, una chispa que lo había conmovido de una manera que no podía explicar. A pesar de su aparente fragilidad, había demostrado valentía y generosidad al cuidar de él en su momento de debilidad.

En secreto, William admiraba la fortaleza de Emily. Sabía que ella había sacrificado su propia felicidad por el bienestar de su familia, y eso lo hacía apreciarla de una manera que nunca habría imaginado. Sin embargo, su corazón seguía siendo un bloque de hielo, y su orgullo herido no le permitía mostrar su aprecio de manera abierta.

La vida bajo el mismo techo continuaba siendo un desafío para William. A pesar de los momentos de conexión que habían compartido, seguía manteniendo sus distancias. Su relación con Emily era como una frágil hoja de hielo sobre un lago congelado; cualquier movimiento en falso podía hacer que se rompiera.

Cada día, William se encontraba luchando contra sus propios demonios internos. Sentía la tentación de abrir su corazón a Emily, de contarle sobre los oscuros capítulos de su vida y de dejar que ella lo conociera realmente. Sin embargo, su orgullo y su dolor pasado actuaban como una coraza que lo mantenía alejado.

En las noches, cuando estaba solo en su habitación, William se perdía en sus pensamientos. Recordaba los días antes de su accidente, cuando era un hombre feliz y despreocupado. Recordaba a su familia y a sus amigos, y cómo todo eso se desmoronó en un abrir y cerrar de ojos.

Sus pensamientos también se volvían hacia Emily. Recordaba la mirada de sorpresa en su rostro cuando lo vio en las fotos de su juventud. Recordaba la compasión en sus ojos cuando lo cuidó durante su fiebre. Y, sobre todo, recordaba su propia incapacidad para ser completamente sincero con ella.

En su mente, William sabía que Emily merecía algo mejor que un hombre con un corazón de roca. Merecía a alguien que pudiera darle amor y cariño, no a un hombre amargado y herido que se negaba a abrirse emocionalmente.

A pesar de su aprecio por Emily, William continuaba siendo un hombre de pocas palabras y actitudes distantes. Era como si su corazón de roca se hubiera convertido en parte de su identidad, y no sabía cómo derribar esa barrera que había construido a su alrededor.

En sus momentos más oscuros, William se preguntaba si alguna vez sería capaz de cambiar. Se cuestionaba si podría aprender a dejar atrás las heridas del pasado y permitirse ser vulnerable ante Emily. Pero esas preguntas seguían sin respuesta, y su corazón seguía siendo un enigma incluso para él mismo.

A pesar de sus luchas internas, William continuaba viviendo bajo el mismo techo que Emily. Sabía que, aunque su relación fuera complicada, no podía evitar sentirse atraído por ella de alguna manera inexplicable. La vida los había unido de una forma inesperada, y solo el tiempo diría si podrían superar sus propios obstáculos y encontrar una verdadera conexión en medio de la complicada trama de sus vidas entrelazadas.

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