-No lo sé, cariño- fue la respuesta dudosa y escueta que Samanta le dio a su hermano.
El silencio se apoderó de aquella llamada hasta que Jonás finalmente lo rompió.
-Ok, pero piénsalo nena. ¿Vale?- dijo casi en una súplica.
-Está bien, lo voy a pensar, pero no te prometo nada- respondió ella y luego los hermanos se despidieron, quedándose la muchacha nuevamente en esa nebulosa de sentimientos y emociones encontradas, mientras que Jonás se debatía en cómo hacer para convencerla de irse a vivir con él.
Jonás había sido el defensor de Samanta desde que eran niños, y esta vez no sería diferente, eso sumado a su conexión como hermanos gemelos, los habían hecho criarse muy unidos. Obviamente él se estaba furioso por lo que Darío le había hecho a su hermana, cosa que ya le cobraría a su debido tiempo, ahora lo principal y más importante era que su ella necesitaba un cambio de escenario para poder sanar sus heridas y comenzar de nuevo. Sabiendo esto, decidió exactamente que hacer y como hacer para convencerla.
La muchacha siguió quedándose en aquella habitación de hotel, cuando llegó el día lunes se presentó a su lugar de trabajo, sus jefes, una pareja de abogados muy prestigiosos con los cuales estaba trabajando desde su graduación la conocían lo suficiente como para darse cuenta de que algo malo le estaba ocurriendo.
Ese mismo día a la hora del almuerzo, Ana, su jefa le pidió que se reuniera con ella en su oficina.
-Adelante- dijo Ana luego de que Samanta tocara la puerta- Siéntate Sam, por favor- le dijo con suavidad- ¿Te estarás preguntando por qué te pedí que vinieras?
-Así es- respondió la muchacha con temor de haberse equivocado en alguna cosa de su trabajo.
-Bueno, niña-dijo Ana- sé que te ocurre algo y quiero que sepas que además de ser tu jefa, soy tu amiga y estoy para lo que necesites.
Oír aquellas palabras consiguió que a Samanta se le formara un nudo en la boca del estómago, y sin que ella se diera cuenta las lágrimas comenzaron a escapar de sus ojos. Entonces Ana le tomó las manos con cariño.
-¿Quieres contarme?- preguntó, luego de calmarse la muchacha pasó a contarle lo ocurrido con Darío- ¿Quieres que hagamos algo?- preguntó Ana luego de que Samanta terminará de contar.
-No, no hace falta- respondió ella- yo me he marchado y no quiero volver a saber nada de él.
-Pero... Ustedes están casados¿verdad?- sopesó Ana, con más certeza que dudas en sus palabras- ¿No has pensado en el divorcio?- agregó.
-La verdad no tuve cabeza para pensar en eso- respondió la muchacha- ¿puedes ayudarme con eso?
-¿Es definitivo?- indagó Ana.
-No podría volver a estar con alguien que no ha sido leal conmigo, cuando yo sí lo fui con él- respondió Samanta con pena.
-Es definitivo- afirmó Ana- Cuenta conmigo para eso, Sam.
Y luego de conversar un rato más, donde la muchacha le comentó la idea de su hermano de cambiarse de ciudad se retiró a su puesto nuevamente. Antes de retirarse Ana, se acercó al escritorio de Samanta y le susurró...
-Sam, ten en cuenta la propuesta de tu hermano.- la muchacha le sonrió tímidamente y suspiró.
Dos días más pasaron, en los cuales Samanta era prácticamente un zombi, iba al trabajo, comía y dormía por inercia, cada noche Jonás le llamaba solamente para asegurarse que seguía dándole lucha a las circunstancias.
Al tercer día, en el cual Samanta regresaba de trabajar, se sorprendió cuando en el lobby del hotel vio al castaño esperándola, él alzó la mirada y le sonrió. Sin dudarlo un segundo ella corrió hacia él dejándose envolver en un abrazo tan grande como necesitado. Jonás se dio cuenta de sus sollozos, la sostuvo pegada a su cuerpo hasta que ella se tranquilizó y tras darle un beso en la frente ambos caminaron hacia el ascensor para ir a la habitación que la muchacha estaba ocupando.
-¿Qué haces aquí?-indagó Samanta luego de sentarse en la cama uno junto al otro.
-¿Cómo que hago aquí? Vine por ti- le respondió él con un tono decidido.
-Te dije que iba a pensarlo- le reclamó ella.
-Y ya tuviste el tiempo suficiente para hacerlo- dijo él- Aunque me parece que no lo hiciste- acotó con frustración, pero él conocía tan bien a su hermana que sabía que no lo pensaría.
Por esa razón se decidió por llegarle de sorpresa.
- Sam, no puedes quedarte aquí, reviviendo el dolor una y otra vez - le dijo Jonás con voz firme mientras sostenía su mano. -Necesitas un nuevo comienzo. Ven y quédate conmigo en mi departamento.Te prometo que encontrarás la felicidad de nuevo.
Samanta levantó la mirada hacia su hermano, luchando contra su resistencia inicial. Tenía miedo de dejar atrás todo lo que conocía, pero su corazón le decía que Jonás tenía razón.
- Jonás, entiende que estoy asustada. Está es mi vida, mi hogar. ¿Puedo realmente empezar de nuevo en otro lugar? - susurró mientras una nueva oleada de lágrimas caía por su rostro.
Jonás apretó con ternura la mano de su hermana y la miró directamente a los ojos. - Sam, sé que es aterrador, pero también sé que mereces algo mejor. Darío no te valoró como te mereces, y no puedes, ni debes hacerte esto. Yo estaré ahí para ti, para cuidarte y protegerte. Créeme, si te mudas conmigo, las cosas mejorarán.
Samanta suspiró, sintiendo una mezcla de desesperanza y esperanza en su interior. El amor y el apoyo de Jonás siempre habían sido incondicionales, pero esto era un paso audaz.
- ¿De verdad crees que puedo encontrar la felicidad nuevamente lejos de todo lo que conozco? ¿Donde voy a trabajar?- preguntó Samanta, buscando desesperadamente una señal de seguridad en los ojos de su hermano.
Jonás sonrió con ternura y acarició suavemente su mejilla. - Sam, la felicidad no se encuentra solo en un lugar, sino dentro de nosotros mismos. Y sé que tienes el poder de superar esto y encontrar la felicidad una vez más. Permíteme ayudarte.
Samanta suspiró nuevamente, sintiendo que las palabras de Jonás resonaban profundamente en su corazón. Sabía que estaba en lo cierto y que debía tomar la difícil decisión de dejar su vida atrás.
-Por el trabajo, no te preocupes- agregó- te consigo un puesto en el bar.
- Está bien, Jonás. Estoy asustada, pero confío en ti. Necesito comenzar de nuevo y estoy lista para hacerlo contigo a mi lado - murmuró Samanta, dejando escapar un poco de esperanza en sus palabras.
Jonás sonrió ampliamente y envolvió a Samanta en un abrazo reconfortante. Sabía que estaba tomando la decisión correcta y que juntos enfrentarían cualquier obstáculo que se les presentara.
- Te prometo que no te arrepentirás, Sam. Juntos superaremos esto y encontrarás la felicidad que mereces. Seremos más fuertes de lo que nunca hayamos sido.
Mientras Samanta se permitía imaginar un nuevo comienzo, sintió cómo se desvanecía un poco del dolor en su corazón. Sabía que el camino sería difícil, pero con su hermano a su lado, tenía la esperanza de encontrar la paz que tanto anhelaba. Juntos, se embarcarían en una nueva aventura, dejando atrás el pasado y abrazando lo desconocido.
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Comments
Maria Victoria Ruiz Alcaide
Menos mal que su hermano la ayuda
2024-09-26
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Maria Victoria Ruiz Alcaide
Divórciate del desgraciado
2024-09-26
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Miraval 💃🇨🇴🇨🇴🇨🇴🇨🇴🇨🇴
Ana por Dios, le fue infiel y de ñapa en su propia cama, que más definitivo puede ser el divorcio???🤔😒🇦🇲
2024-04-19
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