No seas tan considerado

“¿Puedo quererte un poco más de tiempo?”

Acabábamos de despedirnos, pero cuando crucé la puerta de mi casa tenía ese mensaje de Elías.

Honestamente, no sé que quiere como respuesta ¿Se suponía que tenia mi permiso para empezar?

“Haz lo que quieras” es lo único que pude responder.

Ha sido una mañana agotadora.

.

.

.

Han pasado dos semanas desde ese domingo en que Elías se me confesó, y más allá del incidente con sus celos, todo ha sido bastante normal.

Bueno, "normal" de hecho. Aunque dijimos que todo se mantendría como siempre, es una realidad que no puedo. ¿Cómo explicarlo? Luego de lo que pasó el otro día, me puse a pensar en el poder que tengo para lastimarlo.

La cuestión es que me he estado midiendo tanto en mis palabras como en mis acciones. Lo cual es bastante tedioso, debo admitir.

Trato de no tocarlo tanto para no incomodarnos, o darle falsas esperanzas, cuando hablo intento que no salga el nombre de una chica para evitar malos entendidos, e intento no sonar tan brusco ya que parece estar muy sensible desde la declaración.

Como su amigo, quiero cuidarlo, pero tengo miedo. No quiero volver a ver la cara que tenía en aquel columpio.

-...Estoy tan mareado -susurré, secándome el sudor de la cara con mi remera-

-¡Dos vueltas más! -gritó el profesor de educación física-

Maldito viejo.

Estábamos en un predio deportivo todos los de nuestro salón, preparándonos para la competencia deportiva de la próxima semana.

En lo que a mí respecta, soy más de la teoría que de la práctica, la actividad física y yo no somos buenos compañeros.

-¡Corre, Eli! -gritaba Leila, una de nuestras compañeras, a Elías que se encontraba practicando para una carrera-

Leila se encontraba sentada en un tronco con una amiga, mientras unos corríamos en círculos y otros en carreras. Ella estaba centrada en la carrera, más bien, en Elías.

-Me siento con ustedes si no es molestia -dije sentándome al lado de Leila-

-Ja, apestas, Tad -me dijo en tono burlón-

-Pues tu sudor no huele a rosas -respondí-

Ella me respondió con un golpe a mano abierta en la nuca.

Cuando miré a la pista, Elías había llegado en primer lugar, obteniendo felicitaciones del profesor y nuestros compañeros. Una situación agradable a la vista.

Él es un chico al que se le dan bien los deportes, es delgado como yo, pero tiene un físico más formado.

-...¿ves cómo se le pega la remera a los abdominales? -susurró la amiga de Leila para ellas-

Puedo escucharte.

Elías es muy popular entre las chicas.

Por lo que cuando notó que yo lo estaba mirando y me sonrió, ellas creyeron que esa sonrisa era para alguna de ellas, y empezaron a reírse de manera estúpida.

Apoye el mentón sobre la palma de mi mano y suspiré.

Si tan solo supieran...

-¡Creí haber dicho dos vueltas más! -gritó el profesor, mirándome a mí-

Levanté el pulgar, me paré del troncó y arranqué a correr otra vez.

-Te ves pálido -dijo uno de los chicos que me alcanzó-

-¿Yo?

La verdad, es que estaba haciendo calor, tenía ganas de vomitar y sentía que se me partía la cabeza.

-No pasa nada -dije, y continué corriendo-

Al llegar a la mitad de la vuelta, mis ojos se fijaron en la pista de carrera. Elías iba de nuevo. No podía distinguir su expresión por la distancia, pero al parecer se lo estaba tomando muy personal.

Me reí ¿Por qué sudar tanto por una competencia contra otros grados? No lo entiendo.

Por alguna razón la vista se me tornó borrosa.

Todo empezó a tornarse oscuro.

"¡Profesor!" Escucho gritar a alguien.

"¡Tadeo!"... la voz de Elías.

.

.

.

-Galarza ¿Me escuchas? -preguntó mi profesor-

"Galarza" es mi apellido.

-¿Qué pasó? -pregunté, mientras intentaba sentarme-

-No te fuerces tanto -dijo Elías, empujando mis hombros para acostarme nuevamente-

Seguíamos en el predio. Me acostaron sobre una banca bajo la sombra de un árbol. Me explicaron que me desmayé mientras corría.

-Tus compañeros reaccionaron rápido -dijo el profesor- uno de ellos intentó cargarte, pero tu amigo dijo que se haría cargo

¿Mi amigo?

Eché mi cabeza hacia atrás, para verlo sentado allí.

-Ah, tu -dije señalando a Elías-

Me devolvió una sonrisa, y se acercó a mi oído.

-Te trate como a mi dulce princesa -susurró-

-No me digas...

-Si

-Te mataré, idiota

Me cargó como a una damisela. ¿Qué se cree? ¿Qué soy la protagonista de un manga shoujo?

Cuando tenga fuerzas, lo golpearé.

-Bueno, la clase se acabó. Tu amigo dijo que te llevará a casa en su bici -dijo el profesor-

¿Que dijo que él qué?

-Le avisaré a los profesores de la escuela que llegaras tarde -dijo poniendo su mano en el hombro de Elías-

-Gracias -respondió Elías-

Tomé asiento.

-Oye, no te esfuerces tanto -me dijo Elías-

Aprete mis puños, y moví mi cabeza de lado a lado. Me puse de pie, para dar dos pequeños saltos en el lugar.

-Estoy bien -confirmé- pero tengo una excusa para faltar a las clases de la tarde

Elías se paró frente a mí, empujando mis hombros me sentó en la banca.

-Ya vuelvo -dijo acomodándose la mochila sobre los hombros- voy por la bici

Pero le dije que estoy bien. No hacía falta tomarse tantas molestias.

Caminábamos a la salida del predio, Elías iba con su bicicleta a un costado, y al otro costado yo.

-¿Desayunaste? -me preguntó, mirando su camino-

-Si -respondí-

-¿Tomaste agua?

¿Qué pasa con este interrogatorio?

-Si... -respondí-

-Genial...  

-¿Qué pasó? -le pregunté-

-Es que... últimamente no eres tú. Y, en serio, se siente tan forzado de tu parte que es gracioso -me dijo-

-¿A qué te refieres?

Me sonrió, como si yo supiera la respuesta.

-Estas siendo extremadamente considerado, y es molesto -me dijo con una sonrisa tan alegre que asustaba-

-¿Eh?

-Para darte un ejemplo, antes me golpeabas con tu mochila apenas verme, ahora solo me saludas como a cualquier otra persona. También... cambias mucho tus oraciones, como si fueras a hacerme daño de alguna manera. Me cuidas demasiado. Haces que me preocupe, encima te desmayas. Idiota, no hagas que sienta culpa por algo que no puedo controlar

Así que lo notó.

-Pero gracias -añadió- puedo sentir tu preocupación por mí, me hace feliz. Pero por favor, ya para

-Ok... -respondí con una leve sonrisa-

-Es que eres tan considerado con mis sentimientos, que en lugar de alejarlos, los vuelves más intensos

-¡¿Qué?! -me tomó con la guardia baja-

-Así que ya sabes, deja de enamorarme si no vas a amarme

¿Cómo puede decir eso con una sonrisa tan amable en su rostro? Realmente es un tonto.

-¿Cuantas veces te tengo que pedir que pares con esos comentarios?

-Bueno -dijo subiendo al asiento de su bici- ¿Subirás? -señaló el asiento trasero-

Miré su cara, miré el asiento, y su cara otra vez.

-¿Me estas jodiendo, verdad? -dije viendo su sonrisa pícara-

-Sabia que no lo ha... ¡¿?!

-¿Qué?

Parecía confundido cuando me senté donde me dijo.

-En serio...

Susurró algo, pero no pude escucharlo.

-¿Dijiste algo? -pregunté-

-Que te agarres

-Sep -y me sujeté de la mochila que caía por su espalda-

No sé si era la luz del sol de primavera, o el calor sofocante. Desde mi lugar, podía ver lo rojo de sus orejas entre su cabello oscuro.

Tenemos que trabajar en sus reacciones, o, moriré de la vergüenza.

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Meliora

Meliora

¡Necesito saber más!

2023-09-22

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