Los Hijos De Los Emperadores
Diego Blanch archiduque del imperio Luz de Luna quien adoptó a un niño y a sus dos hermanitas, aunque ellas fueron quienes lo eligieron como padre. Se dedicaba a su familia y a su imperio, sirviendo y ayudando como podía para mantener la paz. Luego de que le dijeron que sus hijas tenían una bendición decidió llevarlas al templo donde serían evaluadas para saber que tipo de bendición tenían y como poder usarla. Grande fue la sorpresa cuando le dijeron que era una protección que tenían los tres, seguramente alguno de sus padres se lo había otorgado, aunque era bueno que lo tuvieran y no podrían dañarlos fácilmente Diego no se quedaría tranquilo hasta que sus tres hijos pudieran defenderse sin necesidad de alguien más. Y así se dedicó a enseñarles a sus hijos defensa personal, lucha cuerpo a cuerpo, lucha con espadas, alquería, a montar y por supuesto la mejor profesora se encargaría de enseñarles a detectar a personas falsas, la emperatriz madre en persona. Los años pasaron y como era de esperar las niñas se volvieron el centro de atención, eran bellas, educadas y sobretodo tenían el apoyo de las personas más influyentes del continente. Lucio Blanch fue el heredero siendo nombrado archiduque.
El archiduque Lucio Blanch.
Una tarde mientas hacia un recorrido junto a algunos soldados de su territorio ya siendo general descubrió un carruaje siendo atacado, de inmediato comenzaron a disparar flechas para acabar con los bandidos pero sin matarlos, a medida que más se acercaba pudo ver a una mujer que había sido golpeada ya que tenía una notable marca en su mejilla, pero también tenía su ropa manchada de sangre. Rápidamente se acercó para ayudarla mientras ordenaba que ataran y se llevarán a los bandidos.
-¿Señorita se encuentra bien?
-No necesitan a todos.
Dijo ella sin mirarlo y con sus ojos clavados en un solo hombre, camino tranquilamente y recogió una espada del suelo, de un solo movimiento corto la mano derecha del hombre.
-Esa mano se atrevió a golpearme.
Le dijo y soltó la espada. Dejando a todos sorprendidos. Camino lentamente hacia el carruaje pero antes de poder subir en el se desmayó, siendo atrapada por Lucio.
-¿Qué miran? Llevenselos a los calabozos.
-¿General que hacemos con este hombre?
-Dejenlo en la celda lo visitare más tarde.
-Si general.
Los escoltas del carruaje eran pocos y sólo 2 quedaron con vida pero estaban muy heridos por lo que también se los llevaron a la mansión, dentro del carruaje Lucio colocó con cuidado a esa joven mientras miraba sus rasgos preguntándose quien era y por qué nunca la había visto antes, ya que todas las señoritas se le acercaban cada vez que podían. Al llegar a la mansión ordenó preparar los cuartos para los heridos y buscar al médico. También que las doncellas limpiaran y cambiaran a la joven, por suerte tenía ropa de sus hermanas. Una vez el médico reviso y curó a los soldados que estaban más graves se dirigio a revisarla, como al cambiar sus ropas las doncellas avisaron que no tenía heridas no se apresuraron con ella.
-¿Cómo se encuentra doctor?
-Esta agotada, nada más. Con lo que me contó general creo que el estrés y el cansancio fue lo que produjo su desmayó, seguramente en unas horas despierte. Le dejo un tónico para que beba si se siente muy cansada, ademas esta crema ayudara a sanar su golpe y no le quedara marca, que se alimente adecuadamente y estará bien. Le deje al mayordomo las indicaciones para los soldados.
-Gracias doctor.
-Me retiro, no dude en buscarme si lo necesita.
Lucio se encontraba en su despacho luego de hablar con el personal para que atiendan a todos y sean respetuosos ya que pasaron por un momento difícil. En ese momento entra su hermana sin anunciarse.
-Así que trajiste a una joven en brazos.
-No seas exagerada Marina, estaba en problemas y la ayude. Nada más.
-Claro, entiendo. Iré a ver si despertó.
-Espera, ¿ya salieron los resultados?
-Aún no, pero tranquilo, lo lograré.
-Si, lo sé.
Marina se acercó a la habitación donde la joven se encontraba todavía dormida y entró en silencio, se sentó en un sofá y se dispuso a leer un libro mientras esperaba que reaccione. Al verla moverse se acercó lentamente para no asustarla.
-Hola. ¿Quieres un poco de agua?
-Si, gracias.
-¿Estas bien? ¿Te duele algo?
-Un poco la cabeza y la verdad tengo algo de hambre.
-Ja, pediré que te traigan algo para que comas.
Al mirar hacia la ventana se dio cuenta que ya entraba la noche y se preocupó.
-Disculpa, pero ¿dónde estoy? ¿Cuánto tiempo dormí? ¿Y las personas que me acompañaban? Se que perdieron la vida por protegerme, pero ¿alguien logro salvarse?
-Se que hay escoltas siendo cuidados en la mansión pero nada más, perdona mi falta de modales. Yo soy Marina Blanch, y te encuentras en el archiducado Blanch. Has dormido todo el día, pero el médico dijo que necesitabas descansar, fue solo el estrés y el cansancio.
-Entiendo, gracias. Mi nombre es Fernanda D'Angelo, soy hija del barón D'Angelo del territorio del este. ¿Podría solicitarle un favor señorita?
-Si, claro
-Tenía que reunirme con el Márquez Fernández por unos negocios y como no llegué no quisiera que me malinterprete y perder su apoyo. ¿Podría mandarle un mensaje de mi parte?
-Claro que sí. Pero si me lo permite, le recomiendo no hacer negocios con el marqués. Está siendo investigado por negocios ilícitos, además se corre el rumor que estafó a varias personas.
-Oh, eso es grave. Quiere decir que todo mi viaje fue una perdida de tiempo y de recursos.
-No necesariamente, si le sirve puedo saber de qué tratan sus negocios y ayudarla a recibir ayuda.
-No quisiera abusar de su hospitalidad.
-No sería molestia solamente la escucharé y le diré si puedo o no.
-Gracias. Disculpe, pero ¿cómo es que llegue aquí? Recuerdo haber visto a alguien aunque no recuerdo su rostro.
-Sí, fue el quién la trajo junto a sus guardias.
-Supongo debe ser su esposo, me gustaría agradecerle como corresponde.
-Oh no, no se preocupe usted descanse y luego podrá verlo. Él es...
Una doncella golpeó la puerta e interrumpió la charla. Luego de cenar algo ligero y que Marina se retirara, se dispuso a darse un baño y volvió a dormirse.
Al día siguiente ya se encontraba bien y decidió acompañarlos a desayunar, ya que la habían invitado, al llegar al comedor vio a Marina recibiendo un abrazo y un beso de Lucio en su frente y se sintió incómoda.
F-Mis disculpas, no quería interrumpir.
M-Por favor tome asiento señorita Fernanda.
L-¿cómo se encuentra? ¿Pudo descansar adecuadamente?
F-Si, muchas gracias por su hospitalidad. Y le agradezco haberme ayudado.
L-Es mi deber como archiduque y general proteger a las personas del imperio.
M-Luego del desayuno que le parece si me cuenta de los negocios y así vemos si podemos ayudar.
F-Claro
Así lo hicieron, luego de desayunar se fueron al salón donde Fernanda les comentaba que estaba queriendo establecerse en la capital y poner un negocio y para eso necesitaba inversores. En ese momento el mayordomo ingresa haciendo un anuncio.
-El emperador está ingresando señor.
-Gracias.
Todos se pusieron de pie esperando la entrada de Richard.
-Emperador bienvenido.
-Lamento llegar así, pero necesito hablar contigo Lucio. Hola Marina, felicidades.
Se acercó y le dio un abrazo y un beso un la frente. Luego se quedó mirando a Fernanda.
-¿Y la señorita es?
-Disculpa Richard, ella es Fernanda D'Angelo, ayer fue atacado su carruaje y la traje para ayudarla.
-Un placer señorita.
-Igualmente emperador. Permítame presentarme adecuadamente soy Fernanda D'Angelo y soy hija del barón D'Angelo del territorio del este.
-Bienvenida a la capital. Vamos Lucio.
Ambos caminan al despacho.
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