-Cap4

Christopher...

Hace un dos días que conozco a Rebeca, es una chica amable y linda, una chica de ojos castaños claros al igual que su cabello, una piel algo delicada, pero a la vez rústica, sus pestañas largas y unas cejas levemente gruesas, unos labios rosas y sus orejas con dos argollas pequeñas y doradas, y en su cuello un colgante con un cuarzo que brilla verde y rosa.

Es alta, no más que yo, pero alta, estudiamos en la misma universidad y suelo ir al bar donde trabaja.

En la universidad conocí a sus dos mejores amigos los cuales también eran agradables, pero no tanto como Rebeca, la conocí por pasar a su casa en la primera noche de invierno, tenía miedo de volver a mi casa a tan tarde hora de la noche y ella me invitó a pasar. Nos sentamos en su balcón y compartimos algo de comida, lo que note de ella era que es algo solitaria, pues nadie la visita o se preocupa por ella como ella dijo.

Algo que le gusta a Rebeca es ver de noche la luz de la iglesia cerca de su apartamento, cuando ella la mira parece una diosa mirando el brillo de la noche, es una chica muy linda... Pero con sentimientos tristes.

En la noche después de ir a la universidad fui al bar, la vi salir del establecimiento, pero alguien le seguía, un chico que no se veía en un estado de salud muy bonito que digamos, tome a Rebeca del brazo y le expliqué la situación, la ayude en lo que quedó de noche y me fui con ella a su casa, me ofrecí para pasar la noche y que no estuviera sola, y nos la pasamos de maravilla. Al día siguiente sería su día libre, por lo que quería pasar un rato con ella si no le molestaba.

Dormí en el sofá y ella en su habitación, aunque... A media noche me fui al balcón, intente verle lo bonito a la luz de la iglesia, pero para mí solo era una luz más en la ciudad.

Al amanecer me desperté y me dirigí a la habitación de Rebeca, estaba dormida, no le quería molestar, pero ver su rostro pacífico durmiendo me llenaba de ternura, pase mi mano por su mejilla acariciándola, y de un momento a otro ella tomó mi mano.

— Verme dormir es un poco acosador.

Dijo ella adormilada y con un tono burlón, abrió los ojos y no pude evitar que mi rostro tuviera un sonrojo leve, pues su rostro pacífico y algo adormilado era simplemente perfecto, con esos ojos castaños mirándome y sonriendo, simplemente perfecto.

Se levantó y al ver su pijama no pude evitar reírme levemente, pues era un short y una camisa sin mangas con diseño de conejitos.

— ¿en serio dormiste con eso?

— Es lo más cómodo que tengo.

— ¿A grados bajo cero duermes con eso?

— Tú eres el que necesita algo abrigado, yo no, a mí el calor en las noches no me hace ni puta gracia.

— Vaya boca señorita.

Ella ríe tras mis palabras, yo también reí pues su sonrisa me daba algo de gracia, se tapaba la boca aunque preferiría que no lo hiciera, de cualquier manera se ve linda.

— ¿Te parece si vamos a la cafetería a desayunar?

Pregunto ella y yo asentí, luego nos cambiamos y cuando la vi, en serio, no pude evitar que mi rostro se sonrojara. Unos jeans azul oscuro, zapatos negros, una camisa blanca con mangas cortas y una chaqueta roja con capucha.

— ¿Me veo bien?

— Pareces modelo.

— Gracias.

Dijo ella con una sonrisa leve en su rostro, luego de eso nos fuimos y al llegar a la cafetería nos sentamos en un lugar apartado de las personas, parecía que solo éramos ella y yo, más nadie.

Comimos y nos tomamos un café, cuando yo iba a decir algo ella me interrumpió.

— ¿Te puedo mostrar algo bonito?

— Por favor dime qué no es otra de tus pijamas de conejo.

Ella rio ante mi comentario, y solo reí ante su acción.

— Ven conmigo.

Dijo ella levantándose de su asiento, me levanté, ella tomó mi mano haciendo que caminará rápido.

— Está algo lejos, espero... Que no te canses.

Dijo ella con una sonrisa nerviosa, dándome una señal de que a dónde iríamos estaba más lejos de lo que yo decía.

Caminamos y Caminamos, y cuando por fin llegamos habían pasado 4 horas desde la caminata.

Valió la pena cuando vi que se trataba lo que quería mostrarme.

— ¿Cómo encontraste este sitio?

— Huyendo de unos idiotas me tropecé y rodé un poco y llegué aquí, este es mi segundo lugar favorito.

— ¿Y el primero?

— Mi balcón.

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