La Que Más Te Ha Querido

La Que Más Te Ha Querido

Prólogo

...Prologó...

 

          Corría el año de 1845, un México adolorido e invadido por la represión, un México donde ser mujer era una desgracia, sin derecho a opinar, sin derecho a sentir amor y mucho menos placer, donde había solo que obedecer, donde no solo México vivía la represión, como mujeres vivíamos en represión total, era una tortura tener que usar el corsé.

              Una época llena de pasión mas no de amor, donde habían intereses de por medio, donde como mujer solo te quedaba esperar a que tu padre decidiera quien era el indicado para desposarte.

              En un México que no estaba preparado para confrontar la ruina, la mezquindad, la traición, donde el clero preparaba un golpe de estado al verse amenazado en su patrimonio.

              José Pablo y yo no solo tendríamos que luchar por sobrevivir a la invasión de los yanquis, si no al clero que amenazaba con descomulgar a todo aquel que atentara contra los norteamericanos, a todo aquel que luchara por defender su patria, conocer la otra cara de la moneda no me fue fácil, eran días difíciles, donde había que luchar contra corriente, una lucha a muerte contra la represión, el abandono, una lucha en contra de todo y de todos por demostrar que soy y siempre seré La que más te ha querido.

 

...María Martha Faverman....

 

Velarde's

 

...I...

 

                    Corría el mes de Marzo del año 1845 un año muy difícil para México, la República de Texas se anexó a Estados Unidos; la frontera sur reconocida en esta anexión fue el Río Nueces. Por lo tal casi no podía salir, si no era bajo la custodia de Martín, el capataz de la hacienda, la mano derecha de mi padre, y de ninguna manera me molestaba salir a montar con él, prácticamente habíamos crecido juntos, Martín llego muy niño a la hacienda, pero había veces que deseaba salir sola y veía la forma de darme mis escapadas,  

                 Yo era ya una señorita, bien educada, hasta que mi padre decidió que era suficiente con saber escribir, leer y hacer cuentas, la demás educación la había recibido de mi madre,  muchas veces buscaba la forma de robarle los libros a mi padre de la biblioteca para leerlos a escondidas.

                  Aquella mañana mi madre y yo bordamos unas servilletas, mientras yo bordaba unos ramilletes en punto de cruz ella tejía las orillas con hilo, junto a la fuente donde mi madre pudiera escuchar cantar a sus pájaros y pudiera evadir su realidad. La noche anterior habíamos festejado su cumpleaños en compañía de nuestras amistades, pero la noche se tornó agria, infeliz, rodeada de un ambiente demasiado hostil, en ese momento no podía entender la actitud de mi madre que seguía insistiendo en actuar como si nada hubiera ocurrido y hubiese tenido el mejor de todos los cumpleaños, y yo tuve que tragar esa humillación junto con ella, pero algo dentro de mi gritaba, el corazón se me quería salir del pecho y no podía seguir callando, mi alma moría por rebelarse.

María Martha.- ¡Mamá como puedes estar así!

Mariana.- No entiendo a qué te refieres, vamos muy bien con estas servilletas…

María Martha.- ¡Por Dios madre! No me refiero a las servilletas, si no a cómo pudiste soportar a esa mujer aquí en tu casa, en tu fiesta de cumpleaños todo mundo se dio cuenta mamá fue humillante…

Mariana.- Sigo sin entenderte ayer fue una noche maravillosa…

María Martha.- A noche fue todo, menos maravillosa, debiste darte tu lugar, sacar a esa mujer de tu casa, cómo pudiste permitírselo a mi padre…

Mariana.- ¡Basta María Martha! Esta no es una conversación adecuada. Tú no debes de opinar, sabes de sobra cuál es tu postura…

 

María Martha.- ¿Por qué debemos callar, porque tenemos que soportar que se nos trate como un mueble más? ¿Madre no es posible que nosotras no podamos expresar nuestros sentimientos, que solo sirvamos para tener hijos, para tenerles limpia la casa?

Mariana.- ¡Basta  de una vez! ¿Qué es lo que te pasa  María Martha, te has vuelto loca, o es acaso que un demonio se apodero de ti?

María Martha.- ¿Un demonio mamá? ¡Ni demonio ni mucho menos estoy loca, solo no puedo entenderte por más que trato no puedo entender como permitiste que la amante de mi padre estuviera aquí a noche!

Mariana.- ¡Dios mío! ¿En qué me  equivoqué contigo? Esa no es la educación que yo te he dado y no creo que eso lo hayas aprendido en la escuela, la mujer está en este mundo para ser la compañera del hombre la base de la familia, hacer que el hombre tenga descendencia, nos debemos al hombre para servirle, debemos ser buenas esposas, buenas amas de casa ser obedientes…

María Martha.- ¡No, yo no quiero un hombre como mi padre!

Mariana.- ¡No entiendo por qué ese arranque  de locura! pero de una cosa puedes estar segura María Martha,  no está lejos el día que tu padre decida quién es el hombre indicado para ti, tu solo tendrás que obedecer, se por qué te lo digo la rebeldía solo te hará vivir en un infierno…

María Martha.- ¿Y el amor mamá, donde queda el amor? Ser mujer no quiere decir que no deba pensar, que no deba sentir, porque no exigir que se nos ame con todo el corazón, ser la única en la vida de un hombre a exigir…

        En ese instante apareció mi padre, un hombre recio, duro con una educación muy machista, un hombre que estaba, acostumbrado a mandar, hacer su santa voluntad por encima de quien fuera.

Andrés.- ¡Por Dios! ¿Pero qué sandeces estás diciendo? Tú tienes la culpa Mariana, que clase de ideas le estas metiendo en la cabeza…

Mariana.- ¡Andrés te juro por Dios que no sé qué le sucede a María Martha! Yo…

Andrés.- María Martha será mejor que entiendas de una vez y por todas   que la mujer solo está para servirnos y más vale que te quede claro si no te lo hare entender a golpes…

María Martha.- ¡Padre no soy de otro mundo! Soy humana de carne y hueso como tú y no puedo evitar pensar, pensar cómo es que eres capaz de traer a tu amante a esta casa…

Andrés.- ¡Cállate María Martha, o no respondo…!

María Martha.- ¡No estoy ciega ni sorda! No puedo, ni quiero callar, como no puedo prohibirte que estés con esa mujerzuela, pero por decencia no vuelvas atraerla a esta casa o no responderé…

       Jamás podré olvidar la mirada fulminante de mi padre, si hubiera podido matarme con los ojos esa mañana lo habría hecho, sus ojos ardían de coraje y sin dudarlo un instante me soltó una bofetada…

Andrés.- No te atrevas María Martha a levantarme la voz, soy tu padre y  Sofía vas a respetarla,  más te vale si no vas a conocerme…

María Martha.- El respeto se gana padre y esa mujerzuela…

Andrés.- ¡Cállate María Martha!

María Martha.- por más que me golpees esa señora como tú la nombras, jamás dejara de ser eso una mujerzuela y puedes estar seguro que si vuelve a poner un pie en esta casa yo misma la echaré como lo que es, sin importarme  nada…

        No le di oportunidad para que me abofeteara otra vez,  levante las enaguas de mi vestido y salí corriendo hacia las caballerizas, sentía mucho coraje, mi cabeza daba vueltas como un trompo, ¿Por qué? como mujer teníamos prohibido pensar si era inevitable hacerlo, no podía entender por qué solo teníamos que conformarnos con una vida aburrida a lado de un hombre del cual no sentíamos amor, mi padre me gritaba que me detuviera pero no hice caso a sus gritos. En las caballerizas pensaba que encontraría a Martín, al no verlo yo misma ensille mi caballo, Salí a todo galope hacia el rio, necesitaba, llorar, gritar donde nadie pudiera escucharme, sin imaginar que ese día una ilusión tocaría a mi corazón… 

José Pablo.- ¿Le ocurre algo señorita?

María Martha.- Nada que no sea de su incumbencia, déjeme sola…

José Pablo.- Vaya que carácter el suyo señorita…

María Martha.- Por qué no puede dejarme sola,  que le importa si me pasa algo o no, termine de largarse de una vez…

      En ese instante me tomo del ante brazo, me jalo hacia él con tanta fuerza, que mi cuerpo se estrelló con el de él, fue una sensación extraña para mí, desconocida, jamás había estado tan cerca de ningún hombre, sentirme en sus brazos fue como el choque de dos brazas ardiendo de la cual saltaban chispas…

José Pablo.- Usted no parece una señorita educada, ¿eso le enseñaron en la escuela? Porqué es demasiado, altanera…

María Martha.- Es usted un animal ¿que no sabe tratar a una mujer? ¡Suélteme o no respondo!

José Pablo.- ¿O no responde? Jajaja un mujercita como usted ¿De qué podría ser capaz?

       No dude ni un segundo, le plantee un pisotón el cual lo obligo a soltarme aprovechando para rematar con una bofetada, me sentía tan indignada por la actitud de mi padre, que  la actitud de José Pablo  fue el pretexto perfecto para desquitar mi coraje, sin imaginar que su reacción me sorprendería, que mi corazón sentiría por primera vez aquel cosquillo que me haría vibrar de emoción, angustia y miedo a la vez.

José Pablo.- Vaya, vaya… jamás imagine que usted fuera tan osada y valiente… pero no vuelva a ponerme una mano encima porque de lo contrario tendré que responderle…

María Martha.- ¿Me está amenazando, no sabe de quién soy hija? ¿Usted es ese tipo de hombres, que creen que lo son por pegarle a una mujer?

José Pablo.- ¡Claro que se quién es usted, quien no conoce a la hija de don Andrés Faverman! Yo jamás he golpeado a una mujer y nunca lo haría, pero eso no significa que no tenga que responder a sus agresiones…

María Martha.- ¿Agresiones,  usted caballero?  Él que anda metiendo la nariz donde no lo llaman es usted, yo solo me defendí, pero me gustaría saber cómo es que respondería a mi supuesta agresión…

José Pablo.- ¿En verdad desea saberlo señorita Faverman? ¡Atrévase a darme otra bofetada!

María Martha.- ¿Me está retando, no tiene idea de quién  es en realidad María Martha Faverman?

José Pablo.- Usted tan poco tiene idea  de quién es en realidad José Pablo Mendoza… 

 

           Me sentí  indignada, al pensar que aquel hombre me retara, el solo hecho de que él se sintiera superior a mí me molesto e ingenuamente caí en su trampa, por lo que volví a darle una bofetada, fue entonces cuando se acercó más, yo temblaba de nervios me tomo por la cintura  y me beso, si mi primer beso, hubo tantas noches en las que como cualquier chiquilla  soñé con un príncipe azul, con el primer beso, el cual había deseado tanto, al grado que alguna vez intente besar a Martín el cual me reprendió para después mirarme tiernamente  a los ojos y decirme…

        “María Martha no busques tu primer beso, ese llegara cuando menos lo imagines” y así fue mi primer beso, inesperado, y no pude evitar sentirlo delicioso, pero claro eso él no lo sabría…

          Como pude me solté de sus brazos aun que hubiera deseado que él no me soltara, no quería que se acabara, en ese momento solo éramos él y yo…

María Martha.- ¡Es usted un verdadero imbécil como se atreve!

José Pablo.- Ni siquiera lo intente señorita de lo contrario me veré obligado a besarla otra vez… y eso es un peligro…

María Martha.- ¿Peligro?

José Pablo.- Pueden gustarle mis besos y hasta enamorarse de mí y bueno…

María Martha.- Es usted un arrogante, un engreído y sobre todo un idiota sí cree que yo podría enamorarme de usted…

José Pablo.- ¡Todas mueren por mi, soy un hombre…!

María Martha.-  ¡Señor Mendoza es usted terriblemente narcisista! Sin dejar aun lado lo imbécil que es, si usted piensa que soy tonta, el amor no existe,  y si es que existe no cuenta, terminan casándola aúna con  un desconocido…

José Pablo.- ¡No linda! Las cosas no tienen por qué ser así, el amor existe hay que defenderlo con garras y dientes, yo voy a demostrarte que existe…

María Martha.- Señor Mendoza no sé qué pase por su cabeza, ni me interesa saberlo solo sé que yo como mujer no tengo elección ni oportunidad de conocer el amor, ese  llegara con el tiempo después de una vida, a lado con el hombre que mi padre desee para mi, y lo mismo le pasara  a usted se enamorara un día de la que vaya hacer su esposa…

 

        Se acercó a mi tomándome por la cintura, me llevo hacia él, nunca ningún hombre me había tomado de esa manera, mis piernas temblaban de miedo de nervios era una sensación  extraña pero que me hacía darme cuenta que estaba viva, mi corazón latió fuerte todo el tiempo, trato de besarme de nuevo, no lo deje como pude me solté, no opuso resistencia corrí hasta mi caballo, me pedía agritos que no me fuera que no lo dejara, sin hacer caso jale la rienda del caballo, a todo galope me dirigí a la hacienda…

         Los días  fueron pasando la ciudad pasaba por días difíciles por lo que habíamos tenido que pasar más tiempo, que de lo de costumbre  en la hacienda, prácticamente solo asistíamos a misa donde era tedioso escuchar el sermón del padre Hipólito, donde no perdía oportunidad para lanzar sus amenazas de descomulgar a todo aquel que brindase ayuda a los liberales.

        Todas las mañanas, me encontraba con José Pablo en el rio, aquel domingo al terminar la misa y al saber que mi padre se encontraba en el pueblo, lo primero que llegue haciendo fue dirigirme a las caballerizas, ensille a Furia, un  pura sangre color negro, Salí hacia el rio para mi encuentro con José Pablo.

         Disfrutaba tanto su compañía, su carácter alegre y su manera tan despreocupada de  ver la vida, podíamos pasar horas hablando sin darnos cuenta del paso del tiempo, su pasión por la fiesta taurina, como sus deseos de formar parte del movimiento liberal,  la verdad es que en esos días no tenía mucha noción el por qué era una necesidad someter a la iglesia, poco a poco lo iría descubriendo y llegaría el día que vería el otro rostro de la iglesia.

          Había llegado la hora de separarnos cada vez nos costaba más trabajo separarnos, sentía que él era mi vida, no quería hacer otra cosa que un fuera estar  a su lado, me sentía tan segura, entre sus brazos, me encantaba sentir sus labios en los míos, como olvidar aquellas noches que había tenido sueños eróticos con él, sueños que me dejaban exhausta y con mucho tenor de Dios, pero era algo que no podía controlar, algo que no podría contarle a mi madre y mucho menos confesárselo al padre Hipólito, había algo que me asustaba de él,  era obeso, siempre sudaba de las manos  y de  la cara, constantemente tenía que estarse pasando un pañuelo por la frente y su odio desmedido por los liberales no podía esconderlo y José Pablo era casi uno de ellos, pensaba como ellos y si tenía oportunidad de ayudarles con parque o vivieres no lo dudaba, es  por ello que no podía delatarlo, confesarme con el padre Hipólito no habría respetado el secreto de confesión, no podía exponerlo ni exponerme ya que mi padre estaba de lado de los conservadores al menos así fue en un inicio.

 

Andrés.- ¿De dónde vienes María Martha?

María Martha.- Salí un momento a montar, sabes que Furia…

Andrés.- No te das cuenta de lo peligroso que es que andes sola… podrías encontrarte a esos bastardos…  así que te prohíbo que salgas de la hacienda…

María Martha.- ¡Padre no soy una prisionera, no es justo que…!

Andrés.-  ¡No seas irreverente! tú aquí no eres nadie para cuestionar mi santa voluntad,  tú solo estas para cumplir mis órdenes, no quiero verte fuera de la hacienda.

         Realmente los días a seguir fueron un infierno, en claustrada en la hacienda no podía salir y no podíamos regresar al pueblo, aunque en realidad  lo que menos quería era eso regresar, yo solo quería montar a Furia y salir al rio a encontrarme con él, creo que esos días me hicieron darme cuenta que lo amaba.

        No contando que todo el día mi padre se la pasaba quejándose de los liberales, él creía fielmente en que su dinero no podía estar en mejores manos  que en los juzgados  de testamentos, quien  en realidad la iglesia  estaba de tras de dichos juzgados, aun cuando su alteza serenísima como el consejo de Estado se lo había concedido estaba a punto de ser derrocado mediante le golpe de Estado organizado por Mariano Paredes y Arriaga este llegaría a  la presidencia con Nicolás bravo como vicepresidente,  de esa manera mediante un juzgado exiliarían de por vida a Santana al menos  esa era la idea.

        Mi padre no quería darse cuenta que la iglesia solo acaparaba la riqueza del país, que incluso orquestaba un sangriento golpe de estado, no contra de los liberales  si no en contra de todo México.

        La hacienda  se encontraba custodiada para evitar que fueran a despojarnos el ejército liberal, Martín como capataz de la hacienda se encargada también de aquellos hombres y nunca dejaba solo a mi padre así que esa mañana salieron rumbo al pueblo al tendejón de don Gregorio para surtir los víveres que en esos días algunos escaseaban.

 

María Martha.- ¿Nana mi padre ya se fue? 

Julia.- Si mi niña sejue con Martín fueron pal  tendejón de don Gregorio

María Martha.- bueno si mi madre pregunta…

Julia.- Mi niña… usted tiene prohibido salir de la hacienda, no le busque tres pies al gato…

María Martha.- No tardare, necesito ver a José Pablo, no puedo estar más segura.

Julia.- Santa madre de Dios mi niña los Mendoza  y los Faverman pos nunca se han llevado y no es que haya alguna razón pero pos don Andrés  y don  Francisco, pos nunca se cayeron bien y menos ahora  que  se rumora que ellos apoyan a los liberales…

María Martha.- Nana no pasa nada, no tardare...

Mariana.- ¿No tardaras?   Por Dios deja de portarte como un chiquillo eres una mujercita una señorita… 

María Martha.- solo iré  con furia, el pobrecito  no tiene la culpa de esta prisión, te prometo que no tardare…

Mariana.- Pero hija  tu padre… ¡María Martha no me dejes hablando sola…!

 

       Llegue a las caballerizas, un peón se ofreció a ensillarlo y me recomendó que no me alejara mucho de la hacienda, no puse mucha atención a sus palabras lo único que deseaba era llegar al rio y encontrarlo ahí con su postura desenfadaba con su  melena suelta al aire.

 

Cipriano.- Esta que si es una sorpresa  don Andrés,  tenía tiempo de no verlo, fui  a buscarlo a su casa pero un criado me dijo que estaban en la hacienda… solo que pues los caminos no son muy seguros  uno corre el riesgo de encontrarse con esos bandoleros que se hacen llamar liberales…

Andrés.- La Noria no está muy lejos del pueblo  y prefiero estar allá para evitar que esos bastardos quieran apropiarse  de la Noria…

Cipriano.- Eso quiere decir que usted está de lado de los conservadores, a favor de la santa iglesia…

Andrés.- Por supuesto don Cipriano sus dudas me ofenden… yo jamás apoyaría esa aberración diabólica parece que no me conoce don Cipriano…

Cipriano.- No se ofenda don Andrés, usted sabe la admiración y el respeto que siempre he tenido con usted y su honorable familia, incluso usted sabe de mi ahijado  Fabián es más que eso, es un hijo para mí y  la pobre de Antonia  murió sin poder darme un hijo, Fabián sería un estupendo partido para su hija María Martha…

Andrés.- Sé que Fabián es un caballero en toda la extensión de la palabra y que  mejor partido no podría haber para mi hija, si no hemos podido llegar a un acuerdo  es por  tanta revuelta no sé si sea prudente.

Más populares

Comments

Martha Gomez

Martha Gomez

El machismo, donde las mujeres no tenemos voz ni voto.Educadas para servir y satisfacer al esposo .

2024-05-03

1

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play