...Prologó...
Corría el año de 1845, un México adolorido e invadido por la represión, un México donde ser mujer era una desgracia, sin derecho a opinar, sin derecho a sentir amor y mucho menos placer, donde había solo que obedecer, donde no solo México vivía la represión, como mujeres vivíamos en represión total, era una tortura tener que usar el corsé.
Una época llena de pasión mas no de amor, donde habían intereses de por medio, donde como mujer solo te quedaba esperar a que tu padre decidiera quien era el indicado para desposarte.
En un México que no estaba preparado para confrontar la ruina, la mezquindad, la traición, donde el clero preparaba un golpe de estado al verse amenazado en su patrimonio.
José Pablo y yo no solo tendríamos que luchar por sobrevivir a la invasión de los yanquis, si no al clero que amenazaba con descomulgar a todo aquel que atentara contra los norteamericanos, a todo aquel que luchara por defender su patria, conocer la otra cara de la moneda no me fue fácil, eran días difíciles, donde había que luchar contra corriente, una lucha a muerte contra la represión, el abandono, una lucha en contra de todo y de todos por demostrar que soy y siempre seré La que más te ha querido.
...María Martha Faverman....
Velarde's
...I...
Corría el mes de Marzo del año 1845 un año muy difícil para México, la República de Texas se anexó a Estados Unidos; la frontera sur reconocida en esta anexión fue el Río Nueces. Por lo tal casi no podía salir, si no era bajo la custodia de Martín, el capataz de la hacienda, la mano derecha de mi padre, y de ninguna manera me molestaba salir a montar con él, prácticamente habíamos crecido juntos, Martín llego muy niño a la hacienda, pero había veces que deseaba salir sola y veía la forma de darme mis escapadas,
Yo era ya una señorita, bien educada, hasta que mi padre decidió que era suficiente con saber escribir, leer y hacer cuentas, la demás educación la había recibido de mi madre, muchas veces buscaba la forma de robarle los libros a mi padre de la biblioteca para leerlos a escondidas.
Aquella mañana mi madre y yo bordamos unas servilletas, mientras yo bordaba unos ramilletes en punto de cruz ella tejía las orillas con hilo, junto a la fuente donde mi madre pudiera escuchar cantar a sus pájaros y pudiera evadir su realidad. La noche anterior habíamos festejado su cumpleaños en compañía de nuestras amistades, pero la noche se tornó agria, infeliz, rodeada de un ambiente demasiado hostil, en ese momento no podía entender la actitud de mi madre que seguía insistiendo en actuar como si nada hubiera ocurrido y hubiese tenido el mejor de todos los cumpleaños, y yo tuve que tragar esa humillación junto con ella, pero algo dentro de mi gritaba, el corazón se me quería salir del pecho y no podía seguir callando, mi alma moría por rebelarse.
María Martha.- ¡Mamá como puedes estar así!
Mariana.- No entiendo a qué te refieres, vamos muy bien con estas servilletas…
María Martha.- ¡Por Dios madre! No me refiero a las servilletas, si no a cómo pudiste soportar a esa mujer aquí en tu casa, en tu fiesta de cumpleaños todo mundo se dio cuenta mamá fue humillante…
Mariana.- Sigo sin entenderte ayer fue una noche maravillosa…
María Martha.- A noche fue todo, menos maravillosa, debiste darte tu lugar, sacar a esa mujer de tu casa, cómo pudiste permitírselo a mi padre…
Mariana.- ¡Basta María Martha! Esta no es una conversación adecuada. Tú no debes de opinar, sabes de sobra cuál es tu postura…
María Martha.- ¿Por qué debemos callar, porque tenemos que soportar que se nos trate como un mueble más? ¿Madre no es posible que nosotras no podamos expresar nuestros sentimientos, que solo sirvamos para tener hijos, para tenerles limpia la casa?
Mariana.- ¡Basta de una vez! ¿Qué es lo que te pasa María Martha, te has vuelto loca, o es acaso que un demonio se apodero de ti?
María Martha.- ¿Un demonio mamá? ¡Ni demonio ni mucho menos estoy loca, solo no puedo entenderte por más que trato no puedo entender como permitiste que la amante de mi padre estuviera aquí a noche!
Mariana.- ¡Dios mío! ¿En qué me equivoqué contigo? Esa no es la educación que yo te he dado y no creo que eso lo hayas aprendido en la escuela, la mujer está en este mundo para ser la compañera del hombre la base de la familia, hacer que el hombre tenga descendencia, nos debemos al hombre para servirle, debemos ser buenas esposas, buenas amas de casa ser obedientes…
María Martha.- ¡No, yo no quiero un hombre como mi padre!
Mariana.- ¡No entiendo por qué ese arranque de locura! pero de una cosa puedes estar segura María Martha, no está lejos el día que tu padre decida quién es el hombre indicado para ti, tu solo tendrás que obedecer, se por qué te lo digo la rebeldía solo te hará vivir en un infierno…
María Martha.- ¿Y el amor mamá, donde queda el amor? Ser mujer no quiere decir que no deba pensar, que no deba sentir, porque no exigir que se nos ame con todo el corazón, ser la única en la vida de un hombre a exigir…
En ese instante apareció mi padre, un hombre recio, duro con una educación muy machista, un hombre que estaba, acostumbrado a mandar, hacer su santa voluntad por encima de quien fuera.
Andrés.- ¡Por Dios! ¿Pero qué sandeces estás diciendo? Tú tienes la culpa Mariana, que clase de ideas le estas metiendo en la cabeza…
Mariana.- ¡Andrés te juro por Dios que no sé qué le sucede a María Martha! Yo…
Andrés.- María Martha será mejor que entiendas de una vez y por todas que la mujer solo está para servirnos y más vale que te quede claro si no te lo hare entender a golpes…
María Martha.- ¡Padre no soy de otro mundo! Soy humana de carne y hueso como tú y no puedo evitar pensar, pensar cómo es que eres capaz de traer a tu amante a esta casa…
Andrés.- ¡Cállate María Martha, o no respondo…!
María Martha.- ¡No estoy ciega ni sorda! No puedo, ni quiero callar, como no puedo prohibirte que estés con esa mujerzuela, pero por decencia no vuelvas atraerla a esta casa o no responderé…
Jamás podré olvidar la mirada fulminante de mi padre, si hubiera podido matarme con los ojos esa mañana lo habría hecho, sus ojos ardían de coraje y sin dudarlo un instante me soltó una bofetada…
Andrés.- No te atrevas María Martha a levantarme la voz, soy tu padre y Sofía vas a respetarla, más te vale si no vas a conocerme…
María Martha.- El respeto se gana padre y esa mujerzuela…
Andrés.- ¡Cállate María Martha!
María Martha.- por más que me golpees esa señora como tú la nombras, jamás dejara de ser eso una mujerzuela y puedes estar seguro que si vuelve a poner un pie en esta casa yo misma la echaré como lo que es, sin importarme nada…
No le di oportunidad para que me abofeteara otra vez, levante las enaguas de mi vestido y salí corriendo hacia las caballerizas, sentía mucho coraje, mi cabeza daba vueltas como un trompo, ¿Por qué? como mujer teníamos prohibido pensar si era inevitable hacerlo, no podía entender por qué solo teníamos que conformarnos con una vida aburrida a lado de un hombre del cual no sentíamos amor, mi padre me gritaba que me detuviera pero no hice caso a sus gritos. En las caballerizas pensaba que encontraría a Martín, al no verlo yo misma ensille mi caballo, Salí a todo galope hacia el rio, necesitaba, llorar, gritar donde nadie pudiera escucharme, sin imaginar que ese día una ilusión tocaría a mi corazón…
José Pablo.- ¿Le ocurre algo señorita?
María Martha.- Nada que no sea de su incumbencia, déjeme sola…
José Pablo.- Vaya que carácter el suyo señorita…
María Martha.- Por qué no puede dejarme sola, que le importa si me pasa algo o no, termine de largarse de una vez…
En ese instante me tomo del ante brazo, me jalo hacia él con tanta fuerza, que mi cuerpo se estrelló con el de él, fue una sensación extraña para mí, desconocida, jamás había estado tan cerca de ningún hombre, sentirme en sus brazos fue como el choque de dos brazas ardiendo de la cual saltaban chispas…
José Pablo.- Usted no parece una señorita educada, ¿eso le enseñaron en la escuela? Porqué es demasiado, altanera…
María Martha.- Es usted un animal ¿que no sabe tratar a una mujer? ¡Suélteme o no respondo!
José Pablo.- ¿O no responde? Jajaja un mujercita como usted ¿De qué podría ser capaz?
No dude ni un segundo, le plantee un pisotón el cual lo obligo a soltarme aprovechando para rematar con una bofetada, me sentía tan indignada por la actitud de mi padre, que la actitud de José Pablo fue el pretexto perfecto para desquitar mi coraje, sin imaginar que su reacción me sorprendería, que mi corazón sentiría por primera vez aquel cosquillo que me haría vibrar de emoción, angustia y miedo a la vez.
José Pablo.- Vaya, vaya… jamás imagine que usted fuera tan osada y valiente… pero no vuelva a ponerme una mano encima porque de lo contrario tendré que responderle…
María Martha.- ¿Me está amenazando, no sabe de quién soy hija? ¿Usted es ese tipo de hombres, que creen que lo son por pegarle a una mujer?
José Pablo.- ¡Claro que se quién es usted, quien no conoce a la hija de don Andrés Faverman! Yo jamás he golpeado a una mujer y nunca lo haría, pero eso no significa que no tenga que responder a sus agresiones…
María Martha.- ¿Agresiones, usted caballero? Él que anda metiendo la nariz donde no lo llaman es usted, yo solo me defendí, pero me gustaría saber cómo es que respondería a mi supuesta agresión…
José Pablo.- ¿En verdad desea saberlo señorita Faverman? ¡Atrévase a darme otra bofetada!
María Martha.- ¿Me está retando, no tiene idea de quién es en realidad María Martha Faverman?
José Pablo.- Usted tan poco tiene idea de quién es en realidad José Pablo Mendoza…
Me sentí indignada, al pensar que aquel hombre me retara, el solo hecho de que él se sintiera superior a mí me molesto e ingenuamente caí en su trampa, por lo que volví a darle una bofetada, fue entonces cuando se acercó más, yo temblaba de nervios me tomo por la cintura y me beso, si mi primer beso, hubo tantas noches en las que como cualquier chiquilla soñé con un príncipe azul, con el primer beso, el cual había deseado tanto, al grado que alguna vez intente besar a Martín el cual me reprendió para después mirarme tiernamente a los ojos y decirme…
“María Martha no busques tu primer beso, ese llegara cuando menos lo imagines” y así fue mi primer beso, inesperado, y no pude evitar sentirlo delicioso, pero claro eso él no lo sabría…
Como pude me solté de sus brazos aun que hubiera deseado que él no me soltara, no quería que se acabara, en ese momento solo éramos él y yo…
María Martha.- ¡Es usted un verdadero imbécil como se atreve!
José Pablo.- Ni siquiera lo intente señorita de lo contrario me veré obligado a besarla otra vez… y eso es un peligro…
María Martha.- ¿Peligro?
José Pablo.- Pueden gustarle mis besos y hasta enamorarse de mí y bueno…
María Martha.- Es usted un arrogante, un engreído y sobre todo un idiota sí cree que yo podría enamorarme de usted…
José Pablo.- ¡Todas mueren por mi, soy un hombre…!
María Martha.- ¡Señor Mendoza es usted terriblemente narcisista! Sin dejar aun lado lo imbécil que es, si usted piensa que soy tonta, el amor no existe, y si es que existe no cuenta, terminan casándola aúna con un desconocido…
José Pablo.- ¡No linda! Las cosas no tienen por qué ser así, el amor existe hay que defenderlo con garras y dientes, yo voy a demostrarte que existe…
María Martha.- Señor Mendoza no sé qué pase por su cabeza, ni me interesa saberlo solo sé que yo como mujer no tengo elección ni oportunidad de conocer el amor, ese llegara con el tiempo después de una vida, a lado con el hombre que mi padre desee para mi, y lo mismo le pasara a usted se enamorara un día de la que vaya hacer su esposa…
Se acercó a mi tomándome por la cintura, me llevo hacia él, nunca ningún hombre me había tomado de esa manera, mis piernas temblaban de miedo de nervios era una sensación extraña pero que me hacía darme cuenta que estaba viva, mi corazón latió fuerte todo el tiempo, trato de besarme de nuevo, no lo deje como pude me solté, no opuso resistencia corrí hasta mi caballo, me pedía agritos que no me fuera que no lo dejara, sin hacer caso jale la rienda del caballo, a todo galope me dirigí a la hacienda…
Los días fueron pasando la ciudad pasaba por días difíciles por lo que habíamos tenido que pasar más tiempo, que de lo de costumbre en la hacienda, prácticamente solo asistíamos a misa donde era tedioso escuchar el sermón del padre Hipólito, donde no perdía oportunidad para lanzar sus amenazas de descomulgar a todo aquel que brindase ayuda a los liberales.
Todas las mañanas, me encontraba con José Pablo en el rio, aquel domingo al terminar la misa y al saber que mi padre se encontraba en el pueblo, lo primero que llegue haciendo fue dirigirme a las caballerizas, ensille a Furia, un pura sangre color negro, Salí hacia el rio para mi encuentro con José Pablo.
Disfrutaba tanto su compañía, su carácter alegre y su manera tan despreocupada de ver la vida, podíamos pasar horas hablando sin darnos cuenta del paso del tiempo, su pasión por la fiesta taurina, como sus deseos de formar parte del movimiento liberal, la verdad es que en esos días no tenía mucha noción el por qué era una necesidad someter a la iglesia, poco a poco lo iría descubriendo y llegaría el día que vería el otro rostro de la iglesia.
Había llegado la hora de separarnos cada vez nos costaba más trabajo separarnos, sentía que él era mi vida, no quería hacer otra cosa que un fuera estar a su lado, me sentía tan segura, entre sus brazos, me encantaba sentir sus labios en los míos, como olvidar aquellas noches que había tenido sueños eróticos con él, sueños que me dejaban exhausta y con mucho tenor de Dios, pero era algo que no podía controlar, algo que no podría contarle a mi madre y mucho menos confesárselo al padre Hipólito, había algo que me asustaba de él, era obeso, siempre sudaba de las manos y de la cara, constantemente tenía que estarse pasando un pañuelo por la frente y su odio desmedido por los liberales no podía esconderlo y José Pablo era casi uno de ellos, pensaba como ellos y si tenía oportunidad de ayudarles con parque o vivieres no lo dudaba, es por ello que no podía delatarlo, confesarme con el padre Hipólito no habría respetado el secreto de confesión, no podía exponerlo ni exponerme ya que mi padre estaba de lado de los conservadores al menos así fue en un inicio.
Andrés.- ¿De dónde vienes María Martha?
María Martha.- Salí un momento a montar, sabes que Furia…
Andrés.- No te das cuenta de lo peligroso que es que andes sola… podrías encontrarte a esos bastardos… así que te prohíbo que salgas de la hacienda…
María Martha.- ¡Padre no soy una prisionera, no es justo que…!
Andrés.- ¡No seas irreverente! tú aquí no eres nadie para cuestionar mi santa voluntad, tú solo estas para cumplir mis órdenes, no quiero verte fuera de la hacienda.
Realmente los días a seguir fueron un infierno, en claustrada en la hacienda no podía salir y no podíamos regresar al pueblo, aunque en realidad lo que menos quería era eso regresar, yo solo quería montar a Furia y salir al rio a encontrarme con él, creo que esos días me hicieron darme cuenta que lo amaba.
No contando que todo el día mi padre se la pasaba quejándose de los liberales, él creía fielmente en que su dinero no podía estar en mejores manos que en los juzgados de testamentos, quien en realidad la iglesia estaba de tras de dichos juzgados, aun cuando su alteza serenísima como el consejo de Estado se lo había concedido estaba a punto de ser derrocado mediante le golpe de Estado organizado por Mariano Paredes y Arriaga este llegaría a la presidencia con Nicolás bravo como vicepresidente, de esa manera mediante un juzgado exiliarían de por vida a Santana al menos esa era la idea.
Mi padre no quería darse cuenta que la iglesia solo acaparaba la riqueza del país, que incluso orquestaba un sangriento golpe de estado, no contra de los liberales si no en contra de todo México.
La hacienda se encontraba custodiada para evitar que fueran a despojarnos el ejército liberal, Martín como capataz de la hacienda se encargada también de aquellos hombres y nunca dejaba solo a mi padre así que esa mañana salieron rumbo al pueblo al tendejón de don Gregorio para surtir los víveres que en esos días algunos escaseaban.
María Martha.- ¿Nana mi padre ya se fue?
Julia.- Si mi niña sejue con Martín fueron pal tendejón de don Gregorio
María Martha.- bueno si mi madre pregunta…
Julia.- Mi niña… usted tiene prohibido salir de la hacienda, no le busque tres pies al gato…
María Martha.- No tardare, necesito ver a José Pablo, no puedo estar más segura.
Julia.- Santa madre de Dios mi niña los Mendoza y los Faverman pos nunca se han llevado y no es que haya alguna razón pero pos don Andrés y don Francisco, pos nunca se cayeron bien y menos ahora que se rumora que ellos apoyan a los liberales…
María Martha.- Nana no pasa nada, no tardare...
Mariana.- ¿No tardaras? Por Dios deja de portarte como un chiquillo eres una mujercita una señorita…
María Martha.- solo iré con furia, el pobrecito no tiene la culpa de esta prisión, te prometo que no tardare…
Mariana.- Pero hija tu padre… ¡María Martha no me dejes hablando sola…!
Llegue a las caballerizas, un peón se ofreció a ensillarlo y me recomendó que no me alejara mucho de la hacienda, no puse mucha atención a sus palabras lo único que deseaba era llegar al rio y encontrarlo ahí con su postura desenfadaba con su melena suelta al aire.
Cipriano.- Esta que si es una sorpresa don Andrés, tenía tiempo de no verlo, fui a buscarlo a su casa pero un criado me dijo que estaban en la hacienda… solo que pues los caminos no son muy seguros uno corre el riesgo de encontrarse con esos bandoleros que se hacen llamar liberales…
Andrés.- La Noria no está muy lejos del pueblo y prefiero estar allá para evitar que esos bastardos quieran apropiarse de la Noria…
Cipriano.- Eso quiere decir que usted está de lado de los conservadores, a favor de la santa iglesia…
Andrés.- Por supuesto don Cipriano sus dudas me ofenden… yo jamás apoyaría esa aberración diabólica parece que no me conoce don Cipriano…
Cipriano.- No se ofenda don Andrés, usted sabe la admiración y el respeto que siempre he tenido con usted y su honorable familia, incluso usted sabe de mi ahijado Fabián es más que eso, es un hijo para mí y la pobre de Antonia murió sin poder darme un hijo, Fabián sería un estupendo partido para su hija María Martha…
Andrés.- Sé que Fabián es un caballero en toda la extensión de la palabra y que mejor partido no podría haber para mi hija, si no hemos podido llegar a un acuerdo es por tanta revuelta no sé si sea prudente.
...II...
... ...
Mi padre se levantó de la mesa, ignoro qué fue lo que don Cipriano le dijo, pero su expresión cambio totalmente podía vérsele la quijada trabada de coraje sin decir alguna palabra camino hacia otra parte del salón.
Don Cipriano me ofreció la mano, yo lo que menos quería era abrir el baile con él, tome su mano con resignación, el alzo su mano para indicar a la orquesta que tocara la gran marcha de la opera de Tannhäuser, después de los primeros acordes algunas otras parejas nos siguieron.
Andrés.- ¿Me quieres explicar que haces aquí…?
Sofía.- Lo mismo que tu Andrés, disfrutando de la velada, pero no te preocupes no pienso cruzar palabra con tu hija o con Mariana.
Andrés.- Sera mejor que te marches te acompaño a la puerta…
Sofía.- ¡No puedo irme sin Cassandra…!
Andrés.- ¿Qué demonios estás diciendo?
Sofía.- No puede evitarlo, no supe que escusas darle, acaban de invitarla a bailar será más fácil si tú decides irte con tu familia antes de que Cassandra te vea…
Andrés.- ¡Maldita sea eres una estúpida…!
Al iniciar la gran marcha, todas la demás parejas nos precedían de tras de nosotros caminábamos alrededor de toda la estancia hasta que se separaban las mujeres de los hombres, nos cruzábamos hasta volvernos a encontrar y tomarnos de la mano una vez más para después formar el árbol de la marcha pasando por debajo de las demás parejas, para posteriormente entrecruzarnos al son de la música…
Justo cuando la pieza estaba por terminar cambie de pareja en ese instante la orquesta siguió con un vals, el Danubio azul, nuestro vals. Algunos cuchicheos se dejaban escuchar cuando termine en sus brazos, era de todos sabidos que los Faverman y los Mendoza no se podían ver.
María Martha.- ¡José Pablo…no pensé encontrarte aquí!
José Pablo.- No he dejado de pensarte ni un solo día María Martha, que me diste mujer que no puedo estar sin ti…
María Martha.- ¡Te amo José pablo! Pero nuestras familias…
José Pablo.- Al diablo nuestras familias… ven conmigo, vámonos de Veracruz iniciemos una vida juntos lejos de todo y de todos…
María Martha.- ¿Huir, esa es la única opción?
José Pablo.- Confía en mi… escuches lo que escuches no hagas caso…
María Martha.- ¿Por qué me lo dices?
José.- Pablo.- ¡Escúchame por favor no tenemos tiempo! La única forma que tenemos para estar juntos es la de huir, huyamos lejos, en cuanto termine este vals te dejare en tu mesa, algo trama mi padre no sé qué es, aunque lo imagino pero yo te esperare en el faro a media noche.
María Martha.- ¡Pero…!
José Pablo.- ¿Me amas?
María Martha.- ¡Te amo como jamás imagine!
El vals termino, me llevo a mi mesa, mi padre aun no regresaba, como todo caballero tomo la mano de mi madre para saludarla, don Cipriano lo tomo del ante brazo excusando que su padre lo buscaba, se pararon en medio del salón, se acercaron sus padres…
Cipriano.- ¡Damas y caballeros! me es un honor que esta velada se preste para un gran acontecimiento… me siento honrado que don Francisco Mendoza y doña Margarita Alvarado, nos hagan participes de esa felicidad que les embarga y pronto a de embargarnos a todos, por favor don Francisco…
Francisco.- Agradezco su hospitalidad don Cipriano y la oportunidad que nos brinda para confirmar el enlace matrimonial entre mi hijo José Pablo y Clarissa Valentí Romero por favor don Ignacio…
Mi corazón sintió un vuelco, ahora entendía a qué se refería José Pablo, los nervios se apoderaron de mí; Clarissa era una mujer muy bella, su padre en compañía de su señora esposa doña Florencia Romero se acercaron a ellos, todo mundo aplaudía el enlace, Clarissa mas que feliz se notaba nerviosa, temerosa de unirse a un hombre que no amaba, algo tan común en nuestra sociedad, una costumbre tan arraigada, sin opción, más la de ser una buena esposa una buena madre y punto.
José Pablo, la tomo del brazo agradecieron las felicitaciones, la música se dejó escuchar para que los futuros esposos bailaran, dieron tan solo unos pasos, el cuchicheo no se dejó de escuchar cuando él fue a llevarla a la mesa y se retiró su padre trato de detenerlo pero fue inútil.
Eran las once y media de la noche tan solo treinta minutos para la media noche, tan solo media hora me separaba de mi destino, tenía un miedo que me recorría de pies a cabeza, pero era huir con él o casarme con Fabián un hombre al que conocía muy poco o nada.
Marina.- ¿Te sientes bien hija?
María Martha.- Solo me siento algo acalorada… no te preocupes estoy bien…
Mariana.- Sera mejor que nos vayamos, joven por favor es tan amable de buscar a mi marido don Andrés Faverman y darle esta nota…
.- Con gusto señora con permiso.
María Martha.- Voy al tocador él lo que mi padre vuelve…
Mariana.- No tardes por favor…
No podía perder más tiempo, corrí con el encargado del guardarropa, tome mi capa, di la media vuelta tratando de pasar desapercibida, se interpuso en mi camino, de momento los nervios me traicionaron y la sorpresa de tenerla frente a mí me hizo tener un sobre salto, jamás la había visto pero algo de ella me era tan familiar esa mirada…
.- ¡Disculpa no era mi intención asustarte...!
María Martha.- No pasa nada yo que iba distraída… ¿No eres de aquí verdad? Dios que preguntona perdona no me hagas caso…
.- Si soy de aquí pero llevo muchos años fuera de Veracruz y apenas regrese hoy a encontrarme con mis padres con mi puerto…
María Martha.- ¡Bienvenida a Veracruz! Perdón no quiero ser grosera llevo un poco de prisa…
.- ¿Bienes sola?
María Martha.- ¡Si, por eso prefiero irme ya…!
.- ¡Puede ser peligroso! Espera voy por mis padres y con gusto te llevaremos a tu casa…
María Martha.- ¡No…! Perdón no es necesario, gracias un placer conocerte...
.- ¡Gracias el gusto es mío!, no conozco a nadie aquí ojala podamos ser amigas me presento, Cassandra Faverman Altamira…
María Martha.- ¿Qué, Faverman, eso no pude ser de que me estás hablando…?
Cassandra.- ¿No entiendo tu actitud?
María Martha.- ¿No tienes idea de quién soy verdad? En el puerto solo hay una familia Faverman… ¿Quién carajos eres?
Cassandra.- hija de Sofía de Altamira y don Andrés Faverman un gran…
María Martha.- ¡Maldita sea…! Si Andrés Faverman tiene una hija, esa soy yo, María Martha Faverman y lamento ser yo quien te diga que tú eres una bastarda, hija del amasiato entre mi padre y la mujerzuela de tu madre… si hay una señora Faverman en el puerto esa es mi madre…
Cassandra.- ¡No… mientes eso no es cierto…!
La tome del ante brazo y la jale, el miedo se había convertido en coraje, como era posible que mi padre me hubiera mentido a ese grado, ella imploraba que la soltara, se sentía cual animal herido, cual presa tratando de escapar de su cazador. Sofía se percató y cual fiera fue por su cachorro.
Sofía.- ¡Suelta a mi hija! No voy a permitirte…
María Martha.- ¡Quítate de mi camino Sofía por qué no respondo!
Sofía.- ¡Trata de calmarte los demás no tienen por qué enterarse, por favor suelta a mi hija ella no tiene la culpa de nada ella ignoraba!
María Martha.- ¡Estoy cansada que me digan que hacer y qué no hacer! Y tú solo eres la hetaira de mi padre…
Sin contemplación alguna, Sofía me dio una bofetada al sentirse ofendida y no pudo haber mejor momento para que ella me diera esa bofetada, la había deseado muchas veces y por fin lo hacía, por fin podría gritarle a la cara muchas cosas, por fin podría darle yo una bofetada, solté a Cassandra y con todas mis fuerzas mi mano se estrelló en su mejilla.
Sofía.- ¿Pero cómo te atreves?
María Martha.- ¿Cómo te atreves tu Sofía? Cuando fuiste tú la que decidió ser la amante de mi padre la que decidió mentirle a su propia hija que todo mundo se entere la mujerzuela que eres…
Cassandra.- ¡Dime que no es cierto madre que lo que ella dice es mentira…!
María Martha.- ¡Anda que esperas contéstale! Dile que nunca has tenido respeto por mi madre, que nunca tú viste respeto por ella ni por ti…
Andrés.- ¿Qué carajos estás haciendo María Martha? Ve el escándalo que estás haciendo…
María Martha.- No padre yo no soy responsable del escándalo, puedes estar seguro que siento mucha vergüenza pero no por el escándalo, si no por ti, como has podido esconderme la existencia de una media hermana…
Mariana.- ¡Hija por Dios cálmate…!
Andrés.- Sera mejor que lo hablemos en casa ya casi es media noche…
María Martha.- ¿Media noche? ¡Dios…!
Andrés.- ¡Espera…!
Di la media vuelta, corrí hacia la puerta abriéndome paso entre los presentes, no me importaba nada ni siquiera sentía miedo, enfrentarme con mi media hermana, con Sofía, con mi padre habían despertado esas ganas por sobrevivir, por cambiar mi destino, Salí corriendo del salón por un pasillo largo, nunca me había pesado tanto la crinolina del vestido como en esos momentos, baje corriendo las escaleras.
El cochero se negó a llevarme al faro me puso miles de excusas el tiempo avanzaba al no recibir la ayuda del cochero puse mi capa sobre la carreta, para poder desenganchar un caballo.
.- ¡Dios mi santo que hace señorita! Su padre va a matarme…
María Martha.- ¡Ayúdeme a subir!
.-No puedo señorita por favor espere a que llegue don Andrés…
Mi corazón latía a marcha forzada, si bien no sentía miedo si muchos nervios, lo que me provocaba problemas con el vestido e impedía que lo montara. Puede escuchar los gritos de mi padre, a la par de las campanadas de catedral anunciando la media noche, por fin pude subir al caballo le pique las costillas al mismo tiempo que jalaba la rienda, las campanadas seguían repicando tan solo faltaban tres para la media noche justo cuando salía del zaguán.
José Pablo.- ¿María Martha, donde estás? ¡Amor...!
.- ¡Sera mejor que se baje de ese caballo por las buenas…!
José Pablo.- ¿Quiénes son ustedes?
.- Eso no importa pero téngalo por seguro que no somos esa tal María pero más vale que habiente el arma… y se baje del caballo. ¡Macario…!
José Pablo.- No estoy armado y si quieres el caballo ven por el…
.- ¡Rápido vamos por él, ese cabrón no se va a pasar de vivo vamos... ya saben que hacer!
.- Lo importante es que no se encuentren…
.- ¡No seas pendejo vayan tras él, yo tengo otro encargüito Jajaja…!
Era una noche desolada, las hojas de los cedros parecían bailar cada que soplaba el viento, una luna llena iluminaba mi camino, llegue hasta el faro gritando, al no verlo me asuste ¿Dónde estaba José Pablo? Por momento las dudas me invadieron, baje del caballo sin dejar de llamarlo camine cerca del embarcadero pero nada, derrotada desilusionada volteé en busca del caballo, fue cuando se encendió el faro, me levante el vestido corrí sin dudar, entre al faro, tome un quinqué y comencé a subir las escaleras en forma de caracol lo llamaba y no respondía nadie ni siquiera el farero que por lo regular siempre cantaba soliloquio del farero cada noche, pensé que quería darme una sorpresa y vaya que me sorprendería, pero tan solo era el inicio de una noche que parecería interminable.
María Martha.- ¡José Pablo, Dios no José Pablo…! ¡No… ayuda, auxilio…!
.- No creo que alguien vaya ayudarla aparte que el pobre de don Goyo ya está bien frio Jajaja… se me paso la mano…
María Martha.- ¡Por favor no se acerque!
.- La vamos a pasar bien muñeca, ven anda no te hagas la remilgosa ni te des aire de señorita decente, Jajaja
María Martha.- ¡No soy ese tipo de mujeres por favor déjeme ir…!
.- Jajaja… no claro que no, eres una mujerzuela… deja de hacerte la santa y ven acá…
No podía creer que estuviera en esa situación, seguí gritando pero era inútil aquel sujeto se fue acercando, me tomo del brazo al tiempo que yo estrellaba el quinqué en su cara el vidrio se hizo tiras en su cara lo que lo obligo a soltarme se llevó ambas manos a la cara no dejaba de gritar e insultarme pero no perdí ni un segundo Salí corriendo de ahí pidiéndole a Dios no tropezar con el vestido al bajar las escaleras…
Pero cuando me disponía
.- ¡Maldita perra…!
María Martha.- ¡auxilio…!
.- ¡Nadie vendrá maldita perra voy a matarte…!
Salía del faro cuando me tomo por los cabellos y me aventó hacia el suelo, trataba de levantarme pero no podía, se acercó a mí tomándome de los brazos, trataba de besarme podía sentir su aliento aguardentoso su mal olor, su barba restregándose en mi cuello sus manos tratando de quitarme el vestido a tirones cerré los ojos ante lo que parecía un fin inevitable, de pronto se detuvo ante un quejido, me soltó y cayó encima de mi inerte… no podía ver quien me lo quitaba de encima…
.- ¿María Martha estas bien?
María Martha.- ¡Aléjese de mi…!
.- ¡Tranquila María Martha soy yo Fabián Alcázar…!
Tomo mi mano para ayudarme a levantarme estaba tan sorprendida ¿Qué hacia ahí, como era que podía e acordarse de mí? Sequito su abrigo y lo puso sobre mis hombros y me abrazo frotándome el ante brazo.
Fabián.- Mírate estas echa un desastre, ¿Qué es lo que haces aquí a estas horas sola?
María Martha.- Fabián es una historia muy larga y estoy muy cansada podrías llevarme a mi casa por favor, pero gracias a Dios que te puso en mi camino pensé…
Fabián.- Tranquila ya todo termino y ese hombre está muerto por supuesto ven vamos caminemos…
María Martha.- ¡Pero mataste a un hombre por mí…!
Fabián.- Fue por defenderte, no te preocupes le contare a mi padrino y él sabrá qué hacer
María Martha.- Pero…
Fabián.- Confía en mí, soy un caballero yo estuve en el puerto esperando que fueran por mí al ver que ninguna diligencia venia decidí encargar mi equipaje y caminar ese hombre trato de asaltarme y solo tuve que defenderme…
María Martha.- No tienes que hacer eso por mí, a parte ese hombre mato al farero y…
Fabián.- Ya no pienses en eso ven vayamos a tu casa don Andrés debe estar muy preocupado por ti…
María Martha.- ¿Cómo supiste que era yo?
Fabián.- Lo de la diligencia es cierto, se suponía que desembarcaríamos al amanecer pero lo hicimos antes, me desespere y pensé que aun alcanzaba a llegar a la cena de mi padrino escuche algunos gritos me acerque y bueno lo demás ya lo sabes…
María Martha.- Pero la última vez que nos vimos fue…
Fabián.- En tu primera comunión, siempre he soñado contigo como olvidar tus cabellos rojizos tus ojos… siempre has estado presente en mi vida…
María Martha.- ¡Fabián… yo…!
Fabián.- No digas nada por hoy fue suficiente…
Pero no aún no había sido suficiente, aún tenía que enfrentar a mi padre vaya que sería una noche muy larga, no podía dejar de pensar en José Pablo que habría sucedido que me dejo plantada o aquel hombre le ¿habría hecho algo? Esperaba que no, porque ya no habría marcha atrás, pensaba que tal vez en realidad Fabián era mi destino.
Cuando llegamos a casa las luces de los candeleros anunciaban que me esperaban o por lo menos esperaban tener noticias mías, al vernos entrar mi madre no dejo de santiguarme al ver el estado tan desastroso en el que iba, sin dejar de agradecerle a Fabián su intervención, mi madre me llevo a mi habitación a ayudarme a quitarme aquel vestido no dejaba de hablar yo solo quería meterme a mi cama y no saber nada.
Andrés.- ¡Gracias muchacho por ser un caballero!
Fabián.- Don Andrés…
Andrés.- ¡No creo ni una sola palabra de lo que has dicho, con migo no tienes que fingir! pediré a uno de los criados que te lleve y otra vez gracias por traerla de regreso.
Fabián.- No es necesario puedo…
Andrés.- Por favor muchacho… ¡Julia…!
Julia.- ¡Mande aste patrón…!
Andrés.- Lleva a Fabián l comedor, para que coma algo y luego le dices a Epifanio que prepare el coche para llevarlo a donde desee…
Julia.- Como usted mande patrón, señorito por aquí venga…
Fabián.- ¡Gracias don Andrés por su hospitalidad…!
Mi madre no dejaba de preguntarme qué había pasado, era obvio que tan poco creía en la versión de Fabián, sabían que era un gran acto de caballerosidad por parte de mi salvador pero en ese momento no me importaba si me creían o no.
Andrés.- Déjame solo con María Martha…
Mariana.- ¡Por Dios Andrés ya es tarde vayamos a dormir mañana…!
Andrés.- ¡No…! ¡Que te largues de aquí Mariana…!
Mariana.- ¡No pienso irme de aquí…!
Andrés.- ¡Eres una estúpida Mariana! Si te creíste el cuento de ese muchacho él es un caballero y…
Mariana.- ¡No soy ninguna estúpida se perfectamente que Fabián es un caballero! hay cosas que no concuerdan como eso de que quedaron de verse… pero… ¡suéltala Andrés…!
Andrés.- ¡A mí no puedes engañarme…! ¿Ibas a huir con ese bastardo de mierda verdad?
María Martha.- ¡Me lastimas…!
Andrés.- ¡Contéstame con un carajo…! ¿Eso es lo que quieres ser una mujerzuela?
María Martha.- ¡Si iba a huir con José Pablo qué más da que tenga hijos fuera del matrimonio como tú! ¡Qué más da si termino como Sofía…!
Mi padre me soltó y me aventó al suelo de la bofetada que me asesto para levantarme de nuevo y estrujarme, podía sentir su fuerza en mis antebrazos, y los moretones serian testigo de aquella noche pero no me importaba nada en ese instante no habría de callarme aun así me matara a golpes por insolente.
Mariana.- ¡Dios mío, no Andrés…!
Andrés.- ¿Cómo te atreves a faltarme el respeto de esa manera soy tu padre?
María Martha.- ¡No… eres tú quien no se tiene respeto asimismo, el que no le tiene respeto a mi madre, a mí que quieres imponerme un matrimonio con un hombre que casi ni conozco con un hombre que no amo…!
Andrés.- ¡Con un carajo cállate María Martha…!
Mariana.- ¡Hija por Dios, por lo que más quieras cállate…!
María Martha.- ¡No voy a callarme! pégame todo lo que quieras… pero no voy a callarme, puedes estar seguro que ni a golpes vas hacer que deje de querer a José Pablo…
Andrés.- ¿Cómo es que puedes amar a ese bastardo?
María Martha.- ¡El amor no se cuestiona papá…! Yo no tengo la culpa de que a ustedes les faltara valor para defender su amor, yo no tengo la culpa que se conformaran el uno con el otro… si amaras a mamá no buscarías otras mujeres, mujeres como Sofía de Altamira…
Andrés.- ¡Tú qué sabes… no eres nadie para juzgarme, ni ponerte en ese maldita postura, porque juro que vas a salir perdiendo María Martha, no sé qué voy hacer contigo pero por Dios que a ese maldito de Mendoza no lo vuelves a ver, por Dios santo que no dejare queseas una inmoral…
María Martha.- ¡Por Dios padre… basta teniéndome aquí enclaustrada no vas a ganar nada, no voy a dejar de amar a José Pablo, ¿Inmoral? si eres tu quien tiene de amante a esa mujer con la que tienes una bastarda…!
Andrés.- ¡No eres nadie para juzgarme ni faltarme al respeto…!
Volvió a bofetearme y volví a caer al suelo, estaba agotada, que me quede ahí en el suelo con la mano en mi mejilla, tratando de mitigar el ardor en mi rostro. Él se dio la media vuelta y azoto la puerta, mi madre corrió a mí para levantarme, pero esta vez no articulo palabra alguna termino de aflojarme el corsé para ayudarme con el camisón, beso mi frente me arropo con las cobijas y con un soplido apago las velas, salió de mi habitación.
III
Cipriano.- La iglesia ya trabaja en eso le aseguro que solo es cuestión de tiempo para terminar de aplastar a esos bastardos, pero si entre en dudas, si dude de su palabra es por su cercanía con don Francisco Mendoza…
Andrés.- ¡De qué demonios me está hablando! Francisco y yo jamás nos hemos dirigido ni el saludo y no me gustan los arguendes así que me va aclarando de donde salió…
Cipriano.- No se moleste don Andrés, no solo son rumores cualquiera en este pueblo puede decírselo han visto a su hija María Martha en el rio en compañía de José Pablo Mendoza se rumora incluso que habrá enlace matrimonial...
Andrés.- ¡Maldita sea…! Antes de unirla a ese Casanova prefiero matarla yo mismo…
Cipriano.- Perdón don Andrés, necesitaba aclarar sobre todo porque ya habíamos acordado el enlace entre Fabián y su hija…
Andrés.- ¡Y juro por Dios que cumpliré con mi palabra don Cipriano!
Cipriano.- Solo espero que ponga todo en su lugar, nadie desea una esposa rebelde con ideas liberales, usted sabe que se rumora que los Mendoza son partidarios de esos miserables…
Andrés.- ¡Martín…!
Martín.- Mande patrón…
Andrés.- hazte cargo de las provisiones…
Mi padre salió del tendejón, sin dar más explicación, tomo uno de los caballos de la carreta y con todas sus fuerzas azoto el fuete en las ancas del caballo…
José Pablo.- Princesa porque me has tenido tan abandonado
María Martha.- Mi padre dice que no es seguro tiene miedo que los liberales vayan…
José Pablo.- Puedes estar segura que ellos no son ningunos vándalos, tienen ideales para el crecimiento del país erradicando el despotismo que se tiene a la clase baja, se busca que haya una república democrática, una educación laica, para todos pobres y ricos, así como igualdad ante la ley que se respete nuestra constitución de 1824 otorgar libertades individuales, tolerancia de religiones, y bueno amor, podría pasar todo el tiempo hablándote de ellos pero ahora solo quiero abrazarte y dejar que mis dedos se enreden en tu rojiza cabellera…
Mientras sus dedos se enredaban en mis rizos, nuestros labios se unían en no solo uno si no en muchos besos, recostados sobre la hierba debajo de un frondoso árbol.
María Martha.- Es hora de irme no puedo que darme más tiempo…
José Pablo.- Júrame que vendrás mañana, aquí te esperare como todos los días
María Martha.- No puedo jurarte nada no sé si pueda escaparme pero hare todo lo posible para hacerlo…
José Pablo.- Si no iré a buscarte, hablare con don Andrés, con mi padre para pedir tu mano quiero que seas mi esposa…
María Martha.- ¡José Pablo…!
Me tomo por la cintura para volver a besarme, justo cuando nuestros labios estaban a punto de unirse sentí como me jalaban del brazo… si mi padre sin ninguna contemplación me dio una bofetada la cual me hizo caer, mientras desenfundaba su revólver apuntando a José Pablo.
Andrés.- ¡Como es que has caído tan bajo María Martha! Una Faverman comportándose como una…
José Pablo.- ¡Don Andrés! No vuelva a ponerle una mano encima…
Andrés.- ¡Ni te acerques maldito bastardo! Porque juro por Dios que no dudare en darte un tiro en la cabeza…
José Pablo.- No estábamos haciendo nada malo don Andrés… a una mujer no se le debe…
Andrés.- Yo sabré como educo a mi hija, y te prohíbo que te vuelvas acercar a ella, está comprometida con Fabián Alcázar…
María Martha.- ¿Qué, desde cuándo?
Andrés.- ¡Tú te callas…!
José Pablo.- ¡No…! Yo amo a su hija… quiero que sea mi esposa…
Andrés.- Jajaja… no seas iluso los Faverman jamás emparentarán con los Mendoza antes de que se ocurra juro por Dios que primero la mato…
Mi padre me tomo del brazo y me empujó hacia Furia, me sentía aterrada jamás lo había visto así, con aquel odio, sus ojos claros, parecían arrogar fuego, por mi mente pasaba la idea de que como preferiría verme muerta que casada con un Mendoza, ¿por qué tanto odio hacia ellos? ¿Cómo era posible que estaba comprometida con Fabián? si solo habíamos intercambiado apenas unas palabras alguna mañana de un domingo después de misa, Por mi cabeza pasaban muchas ideas, me imaginaba lo peor sin tener realmente la noción de lo que sería mi vida a partir de ese momento
Andrés.- ¿Por qué demonios pasaste por alto mis órdenes? ¿En qué pensabas al enredarte con ese tipejo, te has acostado con él?
María Martha.- ¡No…! ¿Cómo puedes tratarme así, soy tu hija, no uno de tus peones?
Sin dudar un segundo volvió asestarme una bofetada con tal fuerza que volví a caer, justo en ese instante mi madre entraba a la estancia junto con mi querida nana.
Marina.- ¡Andrés! ¿Qué curre como te atreves a pegarle a la niña de esa manera, nunca le habías puesto una mano encima?
Andrés.- María Martha ya no es ninguna niña y voy hacerlo si así la hago entender que no debe de alzarme la voz, que no debe faltarme al respeto, y sobre todo que no quiero a ese infeliz cerca de ella porque los matos a los dos…
Marina.- ¿Explícame que es lo que ocurre, porque tu ira?
Andrés.- Eres tú la única culpable del comportamiento de María Martha, eres una alcahueta, desde cuando ella y ese miserable se ven a mis espaldas…
Mariana.- ¿De cuál miserable me hablas?
María Martha.- ¡Mi madre no…!
Andrés.- ¡Que te calles con un demonio! tú no tienes voz ni voto en esta casa tu solo eres una…
Mariana.- ¡Basta Andrés! No sé de qué estás hablando y si no me lo dices no…
Andrés.- ¡Esta se ha estado viendo en el rio con el hijo de Francisco Mendoza, desde no sé cuándo! ¿Qué ejemplos le das Mariana?
Mariana.- ¿Estás, seguro que son mis ejemplos Andrés, Ya se te olvido a quien has traído a esta mi casa?
Mi padre levanto la mano para darle una bofetada a mi madre, jamás imagine que mi madre le hubiera levantado la voz aun cuando sabía perfectamente cuál sería el resultado.
Mariana.-Nunca me habías puesto una mano encima…
Andrés.- Jamás me habías faltado el respeto de esa manera…
Mariana.- ¿Hablas de respeto Andrés, quieres que hagamos cuentas de las veces que tú me has faltado el respeto?
Andrés.- ¡Cállate Mariana! Soy hombre y no quiero discutir más sobre este asunto… ¡Julia quiero que encierres a María Martha en su alcoba! y dile a Martín en cuanto llegue que me busque…
Julia.- Si patrón como hazte mande…
Me sentía abatida, no dije ni una palabra camino a mi habitación aun cuando mi nana no había dejado de hablar, ni atención puse, solo pensaba en él porqué mi padre había cambiado tanto o cómo era posible que nunca me había dado cuenta, o simple jamás pensé que un día llegaría el día en que quisiera desposarme.
Fue una larga noche me costó mucho trabajo poder dormir, casi al amanecer fue cuando pude conciliar el sueño, no sentí cuando entro mi nana con el agua para el baño, corrió las cortinas para que pudieran entran los primeros rayos del sol, no quería levantarme si había de estar en cerrada ni si quiera podría ir con Martín.
Julia.- Deje le peino sus pelitos de zanahoria mientras desayuna.
María Martha.- no tengo hambre nana…
Julia.- dejando de comer no va a ganar nada mi niña y pos el patrón no va a dejar de estar bien inmuinado.
María Martha.- Nana yo no quiero casarme con Fabián, yo quiero tener la libertad de elegir con quien casarme yo no planee enamorarme de José Pablo
Julia.- Mi querida niña será mejor que deje de soñar, en ser libre como una alondra usted debe de pensar en tener un buen hombre, buen esposo no todas corren con esa suerte, un hombre fértil que le dé una gran familia y el niño Fabián tiene un enorme corazón, José Pablo es mucho de lo que no le gusta del patrón es un Casanova él no es de una sola mujer.
María Martha.- No, eso no puede ser, nana estas equivocada y su pongo que son chismes es por ello que mi padre…
Julia.- No mi niña don Francisco Mendoza y el patrón siempre fueron rivales al menos eso es lo que se cuenta, siempre compitiendo, pero todo empeoro cuando su abuelo decidió que la niña Mariana debía de casarse con don Andrés Faverman…
María Martha.- ¿Y mi madre?
Julia.- Su mamacita no tuvo opción más que obedecer, hasta donde se doña Mariana estaba enamorada de don Francisco…
María Martha.- Yo no quiero eso para mí, yo y José Pablo no tenemos la culpa yo…
Julia.- No se trata de buscar quien tiene la culpa niña, lo que será, será y si su destino es ser la esposa de Fabián lo será, por qué tiene que tener en cuenta que el patrón primero mata a José Pablo antes que permitir que se case con él…
Sé que mi nana tenía toda la razón, mi padre sería capaz de matarlo sin contemplación una forma de provocar a don Francisco, el pretexto ideal para matarse en un duelo. Tenía miedo, no sabía que sería de mi vida estaba harta del encierro sentía que de seguir así me volviera loca, como mujer no tenía derecho ni a pensar pero como no pensar, si no podía controlar mis pensamientos.
Mariana.- Necesitamos hablar Andrés…
Andrés.- No hay nada que hablar…
Mariana.- Evadir la realidad como me evades a mí no te servirá para solucionar las cosas, no puedes seguir teniendo en cerrada a María Martha…
Andrés.- Claro que puedo hacerlo es mi hija…
Mariana.- Tú lo has dicho tu hija, no tu prisionera…
Andrés.- ¿Quieres que tenga la misma oportunidad que tú?
Marina.- No Andrés, no puedes reprocharme nada, si puede haber escapado con Francisco no solo esa noche, el día de nuestra boda y no lo hice…
Andrés.- Ahora entiendo de donde viene la ligereza de María Martha…
Marina.- No me faltes de esa forma Andrés…
Andrés.- ¡Como te atreves mujer aponerme una mano encima! porque juro por Dios que…
Mariana.- ¡Basta Andrés se acabó no más…! Estoy cansada yo no tengo la culpa que nuestros padres decidieran por nosotros, si ame mucho a Francisco pero en el momento que fui tu esposa me dedique a respetarte, respetar tu casa, te di una hija y tú como puedes reclamarme, no solo he tenido que soportar tus infidelidades, he tenido que soportar a esas mujerzuelas en mi casa… He tenido que soportar tu desamor…
Andrés.- Soy hombre y tú…
Mariana.- Y yo mujer… Andrés pero ya no más, si amas a esa, vete con ella ya no estoy dispuesta, ya no quiero y tan poco quiero a esa hipócrita en mi casa y no quiero que tu hija se acerque a mi casa…
Andrés.- ¿Cómo sabes de Cassandra?
Mariana.- Ser mujer no es sinónimo de ser estúpida Andrés, juro por Dios que el día que vuelvas a ponerme una mano encina o esa ponga un pie en esta mi casa, me voy y no vuelves a vernos…
Andrés.- ¿Serias capaz Mariana…?
Mariana.- Dios es testigo que aprendí amarte con alma y vida a pesar de todo a pesar de tus amantes, a pesar de la existencia de Cassandra a pesar de tu desamor ¿Que me falto Andrés, más hijos? Si Dios no los mando, fue su voluntad…
Andrés.- Mariana yo no pensaba tener una hija con Sofía, no iba a abandonarla es mi hija pero ante todo solo tú y María Martha son mi vida juro por Dios que te amo, puedes estar segura que con Sofía no hay nada más que Cassandra es lo único que me une a ella…
Mi padre era un hombre de palabra en verdad amaba a mi madre, y aunque cumpliría su palabra no quitaba el dedo del renglón sobre los Mendoza. El destino de ambos ya estaba escrito y nada podría detenerlo.
José Pablo.- padre que bueno es tenerlo de regreso en la hacienda…
Francisco.- Hay que reforzar la seguridad del Mortero, se viene un caos…
José Pablo.- Como usted ordene padre yo me hago cargo quería hablar de algo muy importante, creo que es hora de sentar cabeza y de formar una familia…
Francisco.- Eso me agrada es hora de que me conviertas en abuelo, sé que con Clarissa tendrás hijos hermosos…
José Pablo.- ¿Clarisa Campos?
Francisco.- Por supuesto, esperando pronto se pueda legalizar el matrimonio civil.
José Pablo.- Padre yo no deseo casarme con Clarissa, si hablaba de matrimonio no me refería a ella si no a María Martha Faverman…
Francisco.- Te has vuelto loco… jamás me oyes, jamás la hija de ese desgraciado pondrá un lugar en esta hacienda, ¿De dónde carajos sacas esa estupidez? No quiero, oye lo bien José Pablo no quiero que te acerques a esa mujercita.
José Pablo.- Amo a María Martha padre…
Francisco.- Al diablo con eso, vas a casarte con Clarissa y punto no se habla más del tema hablare con tu madre para que se ponga de acuerdo con doña Florencia.
No había marcha atrás, era una época donde pesaban más las costumbres que el amor. Los días siguientes fueron menos tensos ya no estaba en cerrada en mi habitación, sin embargo no podía salir a montar y menos ir al rio por lo que en ocasiones me conformaba con ir a las caballerizas cepillar a Furia y hablar con Martín quien en algunas ocasiones nos poníamos a cantar.
En un abrir y cerrar de ojos los días, los meses habían corrido, la situación en el país se dividía entre el caos político y un ambiente hostil ante el exilio de López de Santa Anna, durante esos días un tal James K. Polk, era promulgado presidente de los Estados Unidos, su ambición desmedida por territorios mexicanos como la Alta California y Nuevo México era más que evidente.
Los políticos mexicanos no aceptaban la independencia de Texas pero el congreso de los americanos ya había aprobado la incorporación de Texas a la Unión Americana, aquello deterioró las relaciones con México, situación que se agravo cuando el gobierno mexicano se negó a recibir a su embajador para comprar los territorios deseados por 15 millones de dólares, mi país sangraba, igual que mi corazón, ambos luchaban por vivir de forma libre sin ataduras sin restricciones, ambos estaban a punto de enfrentar una guerra a muerte por sobrevivir, ante un país hambriento de poder, y ante el inevitable destino al que tendría que enfrentarme el cual esperaba con ansia poder destrozarme.
Aquella mañana estaba algo lluviosa, no había podido ir a las caballerizas con Martín, por lo que para matar el aburrimiento me encontraba tocando el piano, en ese momento me interrumpió mi padre.
Andrés.- Ve tu habitación que Julia te ayude a preparar tu equipaje, vamos a ir por unos días al pueblo…
Mariana.- ¿Ocurre algo Andrés?
Andrés.- Nada importante mujer don Cipriano de Los Reyes hará una cena de gala…
Mariana.- ¿No es peligroso Andrés, la hacienda?
Andrés.- No te preocupes será solo por unos días máximo una semana Martín se quedara a cargo de la hacienda así que alista el equipaje mujer…
Horas después nos instalábamos en la casa yo buscaba un vestido apropiado para dicha cena, habría oportunidad de bailar y no la desaprovecharía.
Mi madre daba órdenes a la servidumbre, mientras aprovechaba para enterarse de los chismes del pueblo, de que algunos habían sufrido saqueos por parte del ejército liberal que incluso algunos habían sido condenados a prisión por traición a la santa iglesia.
Sofía.- Andrés qué bueno que estas aquí estaba por ir a buscarte…
Andrés.- Te lo prohíbo, no quiero que vuelvas a poner un pie en la hacienda o en la casa…
Sofía.- ¿Cómo, que te pasa Andrés, de cuando acá te preocupa…?
Andrés.- La señora de esa casa es Mariana que no se te olvide que papel ocupas en mi vida…
Sofía.- Te juro que no se me olvida, que no se te olvide a ti que no solo soy tu amante si no la madre de tu hija…
Andrés.- Mi única hija es María Martha…
Sofía.- ¡No…! Eso no te lo voy a permitir no puedes hacer a un lado a Cassandra ella es tan hija tuya como María Martha…
Andrés.- Te dije que no la tuvieras, tú sabías que por ningún motivo dejaría a Mariana, siempre estuviste de acuerdo en vivir a la sombra, siempre estuviste conforme con inventarle un mundo de ensueño a Cassandra yo jamás te obligue a nada. Y si estoy aquí es para decirte que lo nuestro se acabó…
Sofía.- Tú no puedes hacerme esto Andrés, ¿Qué explicación voy a darle a nuestra hija?
Andrés.- Síguele mintiendo como hasta ahora Sofía, qué más da si toda la vida le has mentido que siga creyendo que…
Sofía.- Mando una carta, donde me dice que está cansada de estar lejos de su familia ¿Te das cuenta de una familia que no existe?
Andrés.- Fuiste tú la que se la invento…
Sofía.- ¿Y que querías Andrés, que le dijera que es hija de un amasiato?
Andrés.- Cassandra ya no es una niña, dile la verdad dile que su madre solo ha sido una mujerzuela que se metió con un hombre casado o pídele que no vuelva a este pueblo…
Sofía.- ¡Eres un desgraciado Andrés Faverman! Pero juro que voy a buscar a Mariana… suéltame… me estas lastimando…
Andrés.- Que te quede muy claro Sofía… Mariana sabe la clase de mujerzuela que eres incluso sabe de Cassandra y si quieres gritar a los cuatro vientos que solo eres una ramera hazlo Sofía, no soy yo el que va a fregarle la vida a Cassandra…
Sofía.- ¡Eres un maldito bastardo, pero te juro…!
Andrés.- Deja de amenazarme Sofía no te conviene tenerme como enemigo si deseas seguir en esta casa y que a Cassandra no le falte nada, piensa bien lo que vas hacer, de lo contrario no respondo…
No sabía nada de José Pablo, me sentía sola, incompleta, lo extrañaba como jamás había imaginado que pudiera extrañarse a alguien, me dolía el recuerdo de aquellos días donde nos encontrábamos en el rio, ni siquiera sabía si él sentía realmente algo por mí, o si solo formaba parte de su lista de conquistas.
El día de la cena de gala de don Cipriano de Los Reyes había llegado, no tenía la esperanza de encontrarme con José Pablo esa noche, mi único temor era que esa noche Fabián apareciera en escena, sin contar que alguien más se presentaría…
Sofía.- ¿Qué haces aquí? Te pedí que no vinieras, los caminos son peligrosos
Cassandra.- Primero dame un abrazo y luego me regañas ¿Qué no te da gusto verme madre?
Sofía.- Claro que meda gusto verte hija pero…
Cassandra.- Pero nada ¿Dónde está mi padre, es su habitación, o en la…?
Sofía.- Tuvo que salir por negocios…
Ángela.- Señora Sofía ya está listo su vestido…
Cassandra.- ¿Vestido?
Sofía.- Un vestido que llevare a la modista para hacerle algunos arreglos….
Ángela.- No señora este es el vestido que usara pá el huateque de esta noche en casa de don Cipriano de Los Reyes…
Cassandra.- Perfecto iré a buscar un vestido, ven Ángela ayúdame a desempacar…
Sofía.- Espera hija no iremos a esa cena…
Cassandra.- Pero si ya tienes listo el vestido y yo muero por conocer a sus amistades hace tantos años que estoy fuera que no recuerdo a nadie…
Sofía.- ¡No…!
Cassandra.- No tardo madre, Ángela que tengan lista la galera de cuatro ruedas, anda madre ve a cambiarte…
Ángela.- Como usted mande niña…
Una casona muy antigua, llena de balcones con un patio inmenso, el cual contaba con una enorme fuente en el centro, rodeada de jaulas las cuales estaban ya cubiertas para que pudieran dormir los cenzontles, los faroles iluminaban aquel patio por el cual teníamos que cruzar para llegar a las escalera, que nos conduciría al salón donde se llevaría la cena. Nuestro carruaje se detuvo en frente, un cochero nos recibió, aun a pesar del desabasto que había en el pueblo don Cipriano no escatimo en gastos era importante demostrar la opulencia con la que vivía.
Poco a poco fueron llegando los invitados, la orquesta afinaba instrumentos para amenizar después de la cena, no imaginaba que los Mendoza asistirían a dicha cena y menos Sofía de Altamira con su hija.
Cada una de las mesas tenía un pequeño arreglo de rosas blancas combinadas con rosas amarillas, había entremeses fríos como rábanos, higos, lonjas de anchoas, pepinillos, etc. con los que se bebía vino del Rhin, burdeos blanco, vino de borgoña y hasta champán y postres como pastelería, bizcochos, confituras, compotas de fruta, almendras, pasas, higos secos y queso, un gran menú para de gustar. Degustábamos de aquel menú tan exquisito cuando se acercó don Cipriano a nuestra mesa, no pude evitar sentirme nerviosa, sin embargo me di cuenta que dicha cena era una trampa, por fortuna las cosas no salieron con don Cipriano y mi padre las habían planeado.
Cipriano.- Me alegra mucho contar con su presencia, la intención de esta cena era más que nada que tú y Fabián se comprometieran, lamentablemente el barco que viene de Marbella se encuentra varado en altamar, pero espero pronto podamos formalizar ese matrimonio…
Mariana.- ¿Pero está bien su ahijado…?
Andrés.- Solo espero que entre más pronto se fije la fecha de la boda mejor…
Cipriano.- Si está bien doña Mariana gracias por preguntar y me estimado don Andrés todo a su tiempo, cuando menos acuerde su hija será la señora de Alcázar así que quita esa cara muchacha pronto Fabián estará aquí en Veracruz. Don Andrés en nombre de mi ahijado me permite abrir el baile con María Martha…
Andrés.- Adelante…
Cipriano.- ¡don Andrés me permite un segundo antes…!
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