En algún lugar de Rusia
LUKE
— ¿Como me veo?– Karl se aproxima hasta mí con un costoso traje negro.
— Como un completo Idiota, Sabe que esa mujer está completamente loca, es conocida por su fetiche con los cuchillos, Ha tenido tres esposos en dos años, esto es una completa locura – Niega Edward y Karl lo ignora, los observó a ambos discutir mientras me retiró poco a poco del lugar.
— y tú ¿a donde crees que vas?– Edward se gira hacia mí y elevó mis manos dando señal de que me rindo.
— Él le teme a las mujeres, ¿Verdad hermanito?– Fruncí el ceño y este sonríe, Edward lo reprende.
— Aburridos – Sale del despacho dando un portazo y Edward sitúa su mirada en mí.
— Ahora sí, entrega lo que me pertenece – Le extiendo la tablet y hago el intento de retirarme.
— A ver, explícame que es todo ésto, sabés que solo Curse la primaria, no tuve libertades como tú – Asiento y le indico todo lo que tiene que hacer.
— ¿Te quedó claro?– Se encoge de hombros y niego ya cansado de la situación, decidído me retiro a mi habitación, de todas formas a esa señora no le interesa mi presencia, negociará con ese par de idiotas, el tráfico de personas No es algo que me agrade.
Llegó a mi habitación cierro con seguro y Enciendo mi computador... Y justo ahí está Ella.
Como olvidarla, Ella fue quien me salvó aquella noche.
Flash black
Mi cuerpo temblaba del frío.
— Come – Me ordena una voz femenina, está había sido la que venía todos los días a dejar un plató de comida a mi disposición, sabía y estaba consciente de que estaba mal lo que ella hacía por mí, al parecer disfrutaba desobedecer.
— ya no lo hagas, te pueden descubrir – Yo apenas era un niño de trece años, mi voz salía débil, ella era una chica de aproximadamente diecinueve años, eso me había dicho al conversar conmigo.
— Shhh– me silencia mientras deja un vaso con agua a mi lado– Te digo un secreto – Susurra a mi oído– pronto vendrán por nosotros, me encargaré de qué regreses con tu familia – Ella era ajena al tema de mi familia, de cierta forma desconocía mi procedencia, al parecer ese tema sus jefes deseaban conservarlo y solo le daban órdenes estrictas de torturarme, está al principio lo había hecho pero luego dejo de hacerlo, después solo conversamos y me traía alimentos, le había tomado cariño, ya llevaba tiempo aquí ella era a la una única persona que veía a diario.
Después de su declaración me dejó un tanto confundido, era solo un niño, mi cuerpo temblaba débilmente mientras deseaba que ella volviera, habían pasado varios días... Ella jamas volvió, días después la policía me encontró, al no saber quién eran mis padres y que no tuviera registro decidieron enviarme a un orfanato del cuál escape días después, no era tonto, sabía que mi familia se dedicaba a los negocios del bajó mundo, por nada ni nadie debía revelar mi identidad, al escapar del orfanato me ubique y sabía dónde me encontraba tan solo por el clima, estaba en Alaska.
Mis dedos se comenzaban a tornar morados y el frío ya comenzaba a quemar mi piel.
Mientras tanto yacía a las orillas de un lago congelado, fuera a donde fuera el frío era incontrolable así que me resigne.
Tan solo habían pasado unos cuantos minutos y el sonido de pasos sobre la nieve me ponían en sobre aviso, un anciano se acercó a mí y pregunto si me encontraba bien observándome de arriba abajo, yo solo tenía una pijama y un abrigo de lana, mis pues estaban envueltos en unos tenis y mis manos sin guantes, a esta época del recomendaban usar botas pero yo no las tenía por obvias razones.
El señor sin inmutarse dejo un espeso abrigo de piel sobre mi cuerpo helado y su bufanda.
,—. A ver niño, de dónde escapaste – negué sin intención de decirle nada y a los minutos una anciana llega a su lado preocupada.
— pero Harris, que ha pasado, entremos a casa, abra una tormenta – La anciana sonaba preocupada y fija su mirada en mí – Pero que tenemos aquí, un pequeño corderito, vamos mi niño, te daremos chocolate caliente– Dudé en acompañarlos, pero era eso o morirme de frío, de cierta forma en las únicas dos opciones que tenía corría muchísimo riesgo, pero bueno lo deje a la espectativa.
Al llegar a una pequeña a casa a escasos metros del lago entramos, la chimenea estaba encendida, eran personas de escasos recursos así que no contaban con calefacción, busque calentarme frente a esta y así fue, los dos ancianos me dejaron solo y aproveché ese tiempo para meditar, ahora sí podía pensar con más claridad.
Minutos más tardes llega la señora con una tasa en sus manos... chocolate caliente.
— Anda tómalo, no tiene nada, confía – la mirada de calidez que me brindó no la había visto hace tanto tiempo, llevo meses sin ver a mis padres, a mis hermanos... A decir verdad no recuerdo la última vez que los vi.
— Gracias – Un susurró inaudible sale de mis labios.
Y así fueron los siguientes días, ni quería separarme de esa chimenea, el cuerpo me pedía calor y hasta que esté no estuvo satisfecho no me aparte de esta.
— Ahora sí, que paso contigo jovencito ¿Huiste de casa?– Negué mientras sostenía un creyon negro en mis manos y dibujaba lo poco que recordaba de aquella chica.
— No, estuve secuestrado Durante mucho tiempo, mis padres han de pensar que estoy sin vida, de veras le agradezco la hospitalidad, de lo contrario no se qué sería de mí– Este Asiente mientras me regala una sonrisa sincera.
— Para mí es un gustó... De hecho hace un par de semanas una chica también llegó aquí, estaba muy mal herida, le curamos sus heridas y días después la policía vino por ella, pensábamos que la buscaban por haber cometido algún delito, pero fue todo lo contrario, está chica trabajaba de la mano con ellos y había salido muy malherida de su última misión– asentí mientras terminaba de dibujar, capto toda mi atención.
— Son seres muy bondadosos– les digo y éstos asienten agradeciendome, Minutos después la curiosidad les ganó y me pidieron que les mostraba lo que les robaba su atención.
— No es una cosa del otro mundo, tan solo es un dibujo – la señora Margaret negó.
— Si lo es, déjame ver– Le entregué el dibujo con las manos temblorosas, está se lleva una mano a su boca de la impresión.
— Viejo, mira que ha dibujado el niño, es a la chica que habíamos cuidado – Abrí los ojos como platos de la impresión y les pedí más detalles.
— Ella solo se fue, Nos dio las gracias y se fue, era una chica muy valiente– Asentí, con que policía, con razón no la ví más, la habían descubierto y le tocó huir.
— De donde la conoces – me pregunta la señora Margaret y decidí evadir el verdadero tema he inventé uno, si les llegará a contar quien soy se asustarian y lo que menos quiero es eso.
— De hace algunos años, ella estudió en la secundaria con mi hermano mayor – Estos asienten.
— hablando de hermanos y de familia, la tuya ¿donde está?– Trague grueso, no podía seguir estando ausenté en casa, decidí pedirles que me prestarán un teléfono y marqué el único número que conocía perfectamente.
— Estoy en Alaska, por favor, Rastrea el celular, no lleguen haciendo Show, lo que menos quiero es asustarlos– Para ese tiempo ya venía siendo un poco maduro y comprendia todo perfectamente.
...
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