Después de la paliza que recibí ayer no pude dormir nada y las ratas no dejan de hacer ruido no entiendo como los demás pueden estar tan tranquilos... Por más que pienso no encuentro una forma de escapar de esta maldita celda si tan solo pudiera cortarla, si no logro escapar me van a usar como perro para el rey por el resto de mi vida.
[se escuchan pasos de una persona acercándose a la celda]
— EH, de quien serán esos pasos vienen para mi celda no puede ser ella o sí.
— Buenos días, dormilón que tal pasaste la noche en tu cuarto real JA, JA, JA.
— Que quieres ya te lo dije ayer yo no seré el perro del rey prefiero que me ejecuten.
— Ni creas que te salvaras tan fácil de mis garras me gusta la gente fuerte y tú tienes potencial te entrenaré para que sirvas al Rey Tartos te guste o no.
Después de decir eso la mujer que me dio la paliza ayer abrió la celda como si nada me agarro y me colgó en su hombro con mucha facilidad intente resistirme, pero era inútil la fuerza de ella no era de este mundo me llevo hacia la sal principal del castillo había muchos soldados en dos filas supuse que me estaba llevando con el Rey Tartos después de caminar por el enorme pasillo me soltó y caí al suelo bruscamente abrí mis ojos y enfrente de mí se encontraba un hombre viejo con una gran barba y mirada asesina.
Estaba en frente del Rey Tartos, su mirada estaba fija en mí me miraba con desprecio como si tuviera ganas de arrancarme la cabeza.
— Primero que nada, quiero que le corten los cuernos me están molestando.
Fue lo primero que dijo el Rey rápidamente un hombre vestido de azul dio un paso al frente y se arrodilló al Rey y dijo...
— Si me permite señor mío será un placer para mí cortarle los cuernos a esta mancha de este renio.
— Adelante no me importa quien lo haga.
El hombre desvainó su espada y me corto los cuernos a una velocidad que no fui capaz de ver lo único que vi fueron mis cuernos caer al piso con cascadas de sangre saliendo de mi cabeza, el dolor era inmenso no podía soportarlo pasado unos segundos empecé a ver borroso hasta perder la conciencia.
Cuando desperté me encontraba en una habitación llena de pociones mágicas y animales disecados daba un poco de miedo tenía la cabeza vendada me levanté y me empecé a ver con detalle todas las cosas que había, de pronto alguien abrió la puerta una mujer con sombrero de bruja morado y un vestido largo negro entro.
— Vaya que sorpresa ya te has levantado.
— ¿Quién eres?
— Tranquilo no te haré nada no soy una mala persona como los demás en este castillo.
— ¿Tú curaste mis heridas?
— Si fui yo, aunque no eran muy grabes si ya te levantaste deberías de estar bien ya... Ah por cierto tus cuernos no volverán a crecer nunca más es una pena, ya que los mestizos que pierden sus cuernos no suelen vivir más de 30 años.
— No me importa de todas maneras me matarán seguro conoces mi historia, mi vida está acabada
— Todavía no, tienes una esperanza.
— Esperanza que quieres decir con esperanza.
— Te ayudaré a escapar de aquí, pero con la condición de que mates el Rey Tartos, sé que eres el único que puede hacerlo he estado observando por mi bola de cristal desde que saliste de tu casa tienes actitud y coraje, pero lo más importante es que tienes de tu lado la espada de la calamidad ahora solo necesito que me digas si quieres trabajar conmigo o no.
— Claro que, si no tengo ni que pensarlo además que ese era mi objetivo de vida, no preguntaré por qué lo quieres matar, pero, aunque logre escapar no tengo a donde ir.
— No te preocupes te haré un mapa que te llevara hasta la ciudad escondida de las brujas ahí buscaras a mi discípula se llama Clara es una joven torpe, pero te ayudara a controlar los poderes de la espada y puedes quedarte con ella hasta que cumplas 20 años después de que tengas esa edad tienes que cumplir con tu palabra y matar al Rey Tartos.
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