El Amor que Calienta el Frío
Alaska, Estados Unidos...
La lumbre en la sala ardía la leña con la intención de calentar lo máximo posible el ambiente, pues el frío era intenso y el sonido del viento afuera cobraba cada vez más fuerza en un zumbido aterrador. La televisión seguía encendida con el volumen bajo en el noticiero nocturno, y transmitían en vivo la peor tormenta de nieve de los últimos veinte años.
Reportero - Ya se han confirmado diez muertos, principalmente en la carretera con derrames de coches y camiones...
Un llanto débil de bebé se escucha procedente del cuarto.
Allan - Hija, por favor.
Él toma a la bebé en sus brazos e intenta calmarla con un biberón de leche caliente. Sus ojos estaban llenos de puro terror y era visible cuánto estaba preocupado. Su celular comienza a sonar.
Allan 📱- ¡Hola! ¿Quién habla? ¿Qué? Sí, soy su esposo.
Exclamó con angustia, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, el celular se le escapa de la mano rompiéndose en el suelo. Desesperado, se lleva la mano a la cabeza y comienza a caminar de un lado a otro con la niña en brazos.
Allan - ¡No, no, no!
Se acerca a la ventana que daba a la calle y todos los coches estaban cubiertos de nieve, y la intensa ventisca los dejaba aislados sin poder salir a ningún lado. De repente, las luces se apagaron dejando todo el vecindario sin energía eléctrica.
Allan - ¡No, no puede ser!
Se arrodilla en el suelo de la sala cerca de la lumbre y comienza a sollozar descontroladamente, sumándose al llanto de la pequeña Judy. Allan despierta de la pesadilla todo sudado y con la respiración agitada, se sienta en la cama y voltea la cabeza hacia el velador, viendo que eran las 05:00 de la mañana.
Suspira y baja la cabeza cerrando los ojos, fue otra de las noches tumultuosas con pesadillas angustiantes del día de la muerte de su esposa. Sara falleció hace algunos años, debido a un accidente en las montañas, durante una fuerte ventisca.
Sara era profesora de educación primaria, y ese día estaba de excursión con sus alumnos en las montañas, acabó dando su propia vida para salvarlos.
Allan Bradley, 30 años de edad, padre de Judy de 4. Trabaja como guardacostas salvando vidas, pero eso era lo que más lo frustraba, haber salvado tantas vidas y no haber sido capaz de salvar a su propia esposa.
Se levanta y va a la cocina y comienza a preparar el desayuno, hace unos huevos revueltos y un chocolate caliente poniéndolo en dos tazas.
Judy - Papá?
Él mira en dirección.
Allan - Hola mi amor, ¿ya despertaste?
Judy - Tuve una pesadilla papá.
La niñita estaba parada en medio de la cocina restregándose los ojos y con una carita de llanto. Allan se quita el delantal y toma a su hija en brazos y la sienta en el mostrador, limpia las lágrimas de ella con los dedos que ya estaban deslizándose por sus mejillas rosadas debido al frío del día.
Allan - ¿Qué pasó?
Judy - Soñé que estaba sola en casa.
Allan - ¡Pero no estás sola en casa!
La niñita baja la cabeza mirando sus manos.
Allan - ¿Quieres decirme algo, hija?
Judy - Yo... yo extraño, papá.
Allan - Sé que no siempre estoy contigo, hija. Pero...
Se calla.
Judy - La abuela dijo que trabajas mucho, por eso.
Allan - Sí... yo...
Cierra los ojos y toma aire hacia adentro de sus pulmones, luego lo suelta.
Allan - Creo que necesito vacaciones.
Agarra la cintura de su hija y la coloca en el suelo de nuevo.
Allan - Ve a bañarte y a vestirte, hoy tienes escuela.
Judy - ¡Hoy tengo mi presentación de ballet, papá!
Allan - ¿Eh?
La niña se queda callada y hace una expresión triste, sale de la cocina y entra al pasillo caminando hacia su habitación.
Allan - ¡Maldición!
Da un golpe en la mesa de madera rústica indignado por otro error, camina hasta la sala y toma la mochila de Judy, abre la cremallera y encuentra la invitación para la presentación de ballet.
Allan - Hija?
La niña no responde, así que él decide ir allá.
Allan - Hija, ¡voy a hacer todo lo posible para ir!
Judy estaba sentada en el suelo jugando con muñecas sobre la suave alfombra de su habitación.
Judy - ¡La abuela también irá!
Allan - ¡Vamos a ver tu presentación!
Con la confirmación de la presencia de su padre, la niñita se emociona y se levanta, abrazándolo fuerte a sus piernas.
Alán: ¡Ahora vamos a arreglarnos!
Judy: ¡Sí!
Exclamó la pequeña corriendo hacia el baño. Alán le dio un baño rápido con agua tibia y ayudó a su hija a vestirse, le puso las botas, se puso el abrigo, los guantes y el gorro.
Judy: ¡Mi bufanda!
Él abre el cajón de la cómoda y saca una.
Alán: ¿Qué tal esta hoy?
Judy: No, ¡la de lunares rosas!
Alán: Realmente te gusta esa, ¿no? (risas)
Judy: ¡Mi abuela me la dio!
Su celular comienza a sonar.
Alán: ¡Ve a desayunar, ya está en la mesa!
La niña sale corriendo de la habitación y se sienta en la silla para beber su chocolate caliente con galletas caseras, coge el control remoto y enciende la televisión en las caricaturas mientras come.
Alán 📱: ¡Hola, mamá!
Beth 📱: ¡Buenos días, hijo! Quería avisarte de la presentación de ballet de Judy, se me olvidó avisarte.
Alán 📱: Sí, ¡lo vi a tiempo!
Mientras hablaba por teléfono, Alán preparaba otro bocadillo y lo colocaba en la lonchera de su hija para que se lo llevara a la escuela.
Beth 📱: ¿Vas a ir, hijo? ¡Es al final de la tarde!
Alán 📱: ¡Claro que sí, haré todo lo posible por llegar a tiempo y ver toda la presentación!
Beth 📱: Por favor, hijo, no faltes.
Alán 📱: ¡Voy a ir, mamá!
Beth 📱: Y no te olvides de lo más importante, la semana que viene es su cumpleaños.
Alán 📱: ¡Nunca! Adiós, mamá, estoy un poco retrasado.
Termina la llamada y mira a su hija.
Judy: ¿Por qué siempre es la abuela la que me recoge en la escuela?
Alán: Porque yo trabajo, hija, además dejo todos los días en la escuela, ¿eso no cuenta?
La niña sonríe y toma otro sorbo de chocolate caliente y vuelve a prestar atención a las caricaturas.
Judy: ¡Sí, cuenta!
Alán sonríe y besa la cabeza de su hija, sale de la cocina y entra en su habitación para ducharse y arreglarse, porque sentía que su día estaría lleno hoy.
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