El colegio

Pocas semanas después que Sophia inicia su vida como vendedora ambulante, la reina Victoria por fin tuvo un balance exacto de los niños topo. Se le decía así, a todos aquellos niños que trabajaban en las calles, en las fábricas clandestinas y hasta mineras ilegales, por lo tanto, la reina armó un plan y tomó una decisión de poner en debate la escuela pública y a la vez que ella se hacer cargo de los pagos salariales de los maestros.

Los ministros empezaron a estudiar el tema, evalúan los pros y los contras; aunque se dieron prioridades a otros proyectos, la soberana presionó a los ministros por no interesarse en el proyecto educativo, por lo que en dos años lograron acordar que sí se podría aprobar esta medida para ayudar a los niños a tener un estudio.

Eso significa que nuestra pequeña Sophia podría empezar a estudiar de manera gratuita porque la corona le está dando la oportunidad de aprender a leer, escribir y contar y no estar expuesta a la calle.

La ley era para proteger a los niños a partir de los 6 años de edad hasta los 11, obligando a los padres a cumplir con el decreto, pero hay padres de familia que no pueden mandar sus hijos al colegio por la distancia, por lo tanto, ellos continúan mandando sus hijos a trabajar.

Esos 2 años pasaron rápidamente para Sophia, ahora Tomás se ve en la obligación de tener que acatar la orden de la reina en enviar a su niña al colegio. Él, como maestro de universidad, y que descubran que tiene una hija pequeña trabajando, podría opacar su carrera con ese escándalo.

- ¡Sophia! Ven aquí, tenemos que hablar. – el tono de voz era serio.

- Sí, señor Lauren.

- A partir de ahora tienes que ir al colegio.

- ¿Tengo que ir al colegio? ¿Qué es ese lugar?

- Es un dónde te van a enseñar a leer, escribir y contar.

- ¿Eso es bueno?

- Es para que no seas ignorante y no me hagas tantas preguntas.

- ¿Qué debo hacer allí?

- ¿Qué más? Debes estudiar, obedecer al maestro y pobre que escuche de ti una queja por tu mala conducta, verás quién es el señor Lauren.

- Me voy a portar bien. - la niña habla con temor.

- Más te vale. Ahora tenemos que ir para tu inscripción y de paso para que conozcas el lugar donde vas a estudiar. Y tienes que ser bien respetuosa con tu señor maestro y el señor director.

- Me gustaría ir al colegio con un vestido azul.

- Nunca, jamás te voy a comprar un vestido azul ¿Quedó claro? – el tono fue amenazante.

- ¿Nunca tendré un vestido azul?

- No y punto, a la escuela se va para estudiar y no a bailar.

- Está bien.

Cuando se dio el decreto ley de la educación obligatoria y gratuita, la reina ordenó que todas las librerías no solo deben vender libros, sino acondicionar ambientes para que los estudiantes tengan acceso a la lectura y estudio, es decir, que las librerías se transformaban en biblioteca. En cuestiones de educación, la reina fue muy severa, eso fue un proyecto que se lo tomó muy a pecho, y nadie se atrevió a cuestionar.

En su primer día de clases, el maestro que le tocó a Sophia es un hombre severo, muy estricto, pero, aun así, a nuestra pequeña le gustaba ir a estudiar. Lo que más le gustaba Sophia era aprender a leer y escribir, pero nunca estudiaba números, no le gusta, pero, aun así, era una alumna brillante, se podría decir que salió a su padre.

- Muy bien – dice el maestro – hoy empezamos la clase con operaciones básicas de aritmética. Se pone de pie John, responda cinco más cinco

Se pone de pie y responde - ¿Cinco más cinco es igual a 10?

- ¿Estás dudando John? ¿No has estudiado? Siéntate, veamos. Se pone de pie Sophia, ocho menos tres

- Ocho menos tres es igual a cinco

- Muy bien cuatro más cuatro.

- Cuatro más cuatro es igual a ocho.

- Eres buena alumna. Contigo suficiente, puedes sentarte. Se pone de pie Grace.

Cuando Sophia empieza a redactar sus primeras frases, escribe cartas a sus abuelos. Ellos tenían la costumbre de escribir semanalmente y Thomas respondía mensualmente, por lo tanto, a la ingeniosa niña le fue fácil encontrar las cartas con la dirección de sus abuelos y empezar a escribir. Además de que Sophia prácticamente vivía sola en la casa, pero después de estudiar se empeñaba en vender cajitas de fósforo para obtener dinero suficiente no sólo para comer, sino que también para enviar cartas a sus abuelos.

Las primeras cartas de Sophia son así.

- Hola abuelo, hola abuela ya puedo escribir, ya puedo leer y ya puedo contar en el colegio. Los quiero mucho abuelito y abuelita.

- Hola abuelo. Hola abuela gané un concurso de matemáticas y quiero compartir con ustedes la noticia, los quiero mucho. Un beso de Sofía.

Estas son unas de las tantas cartas que solía escribir Sophia a sus abuelos pocas semanas de cumplir ocho años.

Hola abuelito y abuelita. Soy Sophia, este es mi primera carta que les voy a escribir con mi caligrafía mejorada. Quiero contarte que en la escuela estoy aprendiendo a escribir textos grandes, para leer voy a la biblioteca y para contar sólo hago unos ejercicios y listo. Abuelo y abuela los quiero mucho, voy a trabajar para poder comer y también para pagar la carta para que pueda llegar. Escríbanme abuelito y abuelita con cariño Sophia.

Hola abuelito y abuelita. Estoy contenta de que todos están bien. Yo saqué buenas notas en mi colegio y me estoy portando bien para que mi papá me compre mi vestido azul. El maestro dice que por fiestas de fin año, no tendremos clases, quiero verlos abuelitos. Los quiero mucho con cariño Sophia.

Hola abuelito y abuelita. Qué gusto de saber que están bien, a mí me gusta mucho mi colegio y también sigo trabajando. Pronto cumplo 8 años, me gustaría abuelita que me regales un vestido azul porque tú sabes coser, aparte quiero unas galletitas, esas tan ricas que tú me preparas. Te quiero mucho abuelita y un beso grande al abuelo.

Sophia práctica su gramática y su caligrafía con sus abuelos, y ellos apoyan mucho a su nieta; esas cartas son como pedacitos de felicidad, siempre están ansiosos de recibir cada semana una carta de la nieta más querida. A nuestra niña brillante le gusta ir a la biblioteca y lee muchos libros, la reina Victoria ha mandado hacer libros para que los niños también puedan leer y aprender de ellos de acuerdo a su edad.

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