Capítulo 5

Cuando Emmanuel se alejó, Samuel volvió a cambiar de postura. Samantha, que conocía de sobra la danza, también se movió para quedar fuera de su alcance. No quería quedarse atrapada entre la encimera y él.

Al alejarse de la vista de ellos, Emmanuel no dejaba de pensar en Samantha con ese tipo.

Y no le gustó nada la idea de verlos juntos.

Tenía que pensar en algo. Pero que podía hacer. Y se acerco hasta donde estaban Marcos y Carla.

Marcos - Ey compadre. ¿Como te fue con Adrián?

Emmanuel con caras de pocos amigos. - Bien. Quiere que lo ayudemos a organizar su aniversario de bodas con Valeria. Pero quiere que sea una sorpresa. Que ella no se entere.

Marcos - Excelente, somos buenos en eso. — Mirando detenidamente a su amigo no dejo de meter cizaña en la herida. Porque sabia que su mal humor, tenía nombre y apellido. — ¿Que te pasa? Que tienes cara de querer matar a alguien.

Carla también se dio cuenta y no dejo de preguntar — ¿Te sientes mal? ¿Te molesta algo?

Emmanuel no pudo ocultar su malestar y contesto de mala gana a sus amigos. — ¿Saben a quién me encontre aqui?

Marcos y Carla contestaron al unisono. - No. ¿A quién?

Emmanuel - A Samantha. Carla no habias dicho que ella no podía venir porque estaba organizando todo en la clinica esta semana. Para poderse ir tranquila de vacaciones.

Carla — Si. Claro que si. Pero me imagino que se tomo un tiempo para divertirse un rato y regresar a casa.

Emmanuel la miro bastante molesto. Y Marcos no se aguanto y le dijo. — Lo que no entiendo, es cual es tu molestia. Que es lo que realmente pasa.

Emmanuel — Que ella esta aquí acompañada por un idiota.

Marcos - Ahhh! Ok ya entiendo, quieres matar al idiota que esta con ella.

Emmanuel - Observo a su amigo con ganas de que querer matarlo a el también. Porque sabia que su comentario era sarcasmo puro. - No quiero dejar a Carla viuda antes de su matrimonio.

Carla lo miro impotente y solo dijo para calmarlo - Emmanuel, tranquilo. Te aseguro que Samuel y ella no tienen una relación. Lo mas seguro es que la haya invitado a encontrarse para que se divirtieran un rato. Y si hubiesen salido juntos, no tenian porque llegar por separado. Lo mas seguro es que hayan quedado para encontrarse aqui.

Emmanuel — Esta bien. Es posible que tengas razón.

Carla — Si realmente te interesa mi amiga, demuestraselo. Ella quiere alguien que de verdad la quiera, no que juegue con ella.

Emmanuel - Carla no se cómo acercarme.

Carla - Ella valora mucho la sinceridad. Dile la verdad, lo que sientes por ella.

Marcos - Hazle caso a mi mujer. Ella sabe porque te lo dice.

Emmanuel - Gracias Carla. - Luego los tres comenzaron a disfrutar de la fiesta. Pero Emmanuel no dejaba de observar a Samantha. No le quitaba los ojos de encima.

En la fiesta, un poco más tranquila, Samantha tomó a Samuel de la mano con un gesto alegre. Y le dijo. — No conoces a mi prima Angie, ¿verdad?

Samuel — No lo creo.

Samantha No la he visto desde hace meses. Vamos a buscarla y te la presento.

Samantha lo arrastró hacia el bullicio de gente.

Emmanuel cogió un puñado de cacahuetes, de una de las mesas dispuestas para los comensales y se puso a charlar con sus amigos y observó a Samantha mientras esta guiaba al Joven Ejecutivo entre la gente.

— «Estaba irresistible», pensó. — Irresistible no solo porque era sexy, tenía los ojos de un cafe divino, era curvilínea, tenía una piel morena que invitaba a acariciar, una melena ondulada y unos labios suaves y carnosos, cosas de por sí devastadoras, a eso había que añadir el calor y la luz que parecían emanar de ella. Menuda combinación la de esa mujer.

— Por otro lado, tuvo que recordarse, que era la hija de los abogados de la firma Mariño Mariño, de la cual la empresa era la organizadora del aniversario de la misma y Samantha era el enlace para cubrir todo para que la celebración saliera a pedir de boca. Y para completar era la mejor amiga de la prometida de su amigo Marcos.

— Definitivamente, una mujer con el aspecto de Samantha Mariño, nunca podría estar sola, siempre la rondaba alguien de cerca.

— De todos modos, no hacía ningún daño mirarla. Aunque se muriera por estar con ella.

Emmanuel era un hombre que valoraba las líneas y las curvas tanto en los espacios que ambientaba y los edificios que construía como en las mujeres. A su juicio, Samantha era casi perfecta arquitectónicamente. Por eso se dedicó a pelar cacahuetes fingiendo que seguía la conversación y la observó mientras se deslizaba y contoneaba por la sala.

Marcos y Carla se dieron cuenta que Emmanuel estaba pendiente de cada movimiento de Samantha. Pero no dijeron nada, siguieron conversando con él.

Emmanuel observaba La manera en que Samantha se detenía, saludaba, hacía pausas, reía o sonreía parecía espontánea, — pensó.

Pero a lo largo de los meses que llevaba trabajando con esa mujer, Emmanuel había hecho una especie de estudio sobre ella y supo que Samantha se movía con un propósito.

Y con el agijon de la curiosidad, picandole, cambiaba de sitio en el triangulo que habian hecho él, Carla y Marcos mientras conversaban para no perderla de vista.

Marcos y Carla no dejaban de reirse, observando a Emmanuel, sin que él no se diera cuenta.

Ese tipo, el tal Samuel, no paraba de acariciarle la espalda y de cogerla por los hombros. Ella le sonreía mucho, le reía las gracias mirándole por debajo de aquellas largas pestañas pero, ah, en su lenguaje corporal (también había hecho un estudio de su cuerpo) no había acuse de recibo. Y eso le encantó, porque quería decir que no había nada entre ese idiota y ella. Como le habia dicho hace un rato Carla.

Oyó que ella llamaba «¡Angie!» y que seguía caminando con esa risa suya que hacía hervir la sangre para ir a abrazarse con una rubia muy guapa.

Las dos empezaron a charlar, sonriéndose como lo hacen las mujeres, acercándose la una a la otra para examinarse (sin duda) antes de decirse lo guapas que estaban.

Según habia observado en muchas mujeres, ese ritual femenino en concreto tenía diversas variantes, pero el tema siempre era el mismo.

En ese momento Samantha se colocó de lado de tal manera que el hombre y la rubia quedaron frente a frente.

Entonces lo comprendió, por la manera en que ella se desplazó unos centímetros, alzó una mano al aire y dio unos golpecitos en el brazo a Samuel. Quería aparcar a ese tío y pensó que la rubia lo distraería.

Cuando Samantha se esfumó en dirección a la cocina, Emmanuel levantó la cerveza brindando por ella.

«Bien hecho Samantha» — pensó. — «Buena jugada»

Carla y Marcos también observaron con detenimiento lo que habia hecho Samantha y se rieron sorprendidos. Despues de haber disfrutado bastante del encuentro de la facultad donde habían estudiado las chicas, Carla le dijo Marcos para irse porque ya estaba cansada y asi lo hicieron.

Se despidieron de los anfitriones y de Emmanuel y se fueron del club.

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