Después de pasar unos días en el castillo de Isabella y recuperarme de la mordedura, decidí salir a explorar los alrededores y despejar mi mente de los muros de la mansión.
Isabella me dio permiso pero con la condición de acompañarme. No sabía si quería protegerme o solo tenerme bajo control pero ella quería estar ahí, conmigo, como si fuera mi guía en este nuevo mundo. Se vistió de ropa completamente oscura y salimos al atardecer, cuando el sol ya estaba casi cayendo y no era mortal para ella.
Montamos a caballo y salimos del castillo. Nos dirigimos hacia el bosque, donde había árboles, flores y animales. Era un lugar hermoso y tranquilo. Nos sentíamos libres y felices.
• Te gusta el bosque? -le pregunté a Isabella cuando el sol ya se había ocultado.
• Sí, me gusta mucho -me respondió-. Es muy diferente a lo que estoy acostumbrada. Hay tanta vida y luz. Aunque no puedo ver esa fase de él debido a que el sol es mi mortal enemigo.
• A mí también me gusta -le dije-. Me recuerda a mi infancia, cuando vivía con mis padres en la cabaña.
• ¿Qué te gustaba hacer cuando eras niño? -me preguntó.
• Me gustaba jugar con mis amigos, leer libros, dibujar animales... -le conté.
• ¿Y qué quieres en un futuro? -me preguntó.
• Quería ser explorador -le confesé-. Quería viajar por el mundo y descubrir cosas nuevas.
• ¿Y ahora qué quieres ser? -me preguntó.
• No lo sé... supongo que quiero ser feliz -le dije.
• ¿Y lo eres? -me preguntó.
No pude responder a su pregunta, solo me quedé callado, si decía que sí le estaría mintiendo a ella y a mí mismo, y si decía que no se enfadaría. Ella se acercó a mí y me miró con sus ojos rojos como la sangre.
• Yo puedo hacerte feliz -me susurró al oído-. Solo tienes que dejarte llevar por mí. Somos iguales ahora, tenemos una conexión especial. Podemos vivir juntos para siempre.
Me estremecí al sentir su aliento frío en mi cuello. Sentí una mezcla de miedo y deseo. Ella era hermosa y poderosa, pero también peligrosa y manipuladora. No sabía si podía confiar en ella.
Mientras cabalgábamos por el bosque, Isabella se acercó a mí y me rodeó con su brazo. Sentí su aliento frío en mi cuello y un escalofrío me recorrió la espalda.
• ¿Sabes? -me susurró al oído-. Eres muy especial para mí. Eres el único humano que me ha tratado con respeto y cariño. El único que me ha hecho sentir algo más que sed de sangre.
• ¿Qué sientes por mí? -le pregunté, mirándola a los ojos.
• No lo sé... algo que no puedo explicar con palabras. Algo que me hace querer estar contigo siempre. Algo que me hace querer convertirte en uno de los míos.
• ¿Convertirme en un vampiro? -exclamé, sorprendido.
• Sí, ¿por qué no? -dijo ella-. Así podríamos estar juntos para siempre. Podríamos viajar por el mundo y explorar todo lo que quieras. Podríamos ser felices.
• Pero yo no quiero ser un vampiro -le dije-. Quiero seguir siendo humano. Quiero vivir una vida normal, con luz y calor. Quiero envejecer y morir algún día.
• ¿Por qué querrías eso? -preguntó ella, frunciendo el ceño-. La vida humana es tan corta y miserable. Llena de dolor y sufrimiento. La vida vampírica es mucho mejor. Llena de placer y poder. No tienes que temer a nada ni a nadie.
• No es cierto -le dije-. Los vampiros también sufren. Sufren por la soledad, por el rechazo, por la culpa. Sufren por no poder ver el sol ni sentir el amor.
• Eso es mentira -dijo ella-. Yo no sufro por nada de eso. Yo soy feliz siendo lo que soy. Y tú también lo serías si me dejaras hacerte como yo.
• No, Isabella -afirmé-. No quiero que me hagas como tú. No quiero perder mi humanidad. No quiero perderme a mi.
Ella me miró con una mezcla de ira y tristeza. Luego se separó de mí y espoleó a su caballo, alejándose.
• ¡Espera! -le grité-. ¡No te vayas!
Pero ella no me hizo caso. Siguió cabalgando hasta perderse entre los árboles.
Me quedé solo en el bosque, sintiendo un vacío en el pecho.
Había alejado a la única persona que me había hecho sentir vivo. Había alejado la única persona que me había hecho sentir miedo.
No sabía qué hacer. Quería ir tras ella, pero no sabía dónde estaba. Quería volver al castillo, pero no sabía si me recibiría. Quería olvidarla, pero no podía.
Decidí seguir cabalgando por el bosque, esperando encontrar algún camino o alguna señal que me indicara dónde estaba. Pero el bosque era oscuro y silencioso. No había nadie más que yo y mi caballo.
De repente, escuché un aullido. Un aullido que me heló la sangre. Un aullido que anunciaba peligro.
Era un lobo. Un lobo enorme y feroz que salió de entre los árboles y se lanzó sobre mí.
No tuve tiempo de reaccionar. El lobo me derribó del caballo y me mordió el brazo. Sentí un dolor insoportable y un calor abrasador.
Grité y traté de quitármelo de encima, pero era más fuerte que yo. Me clavó sus colmillos en el brazo y sentí que me arrancaba la vida.
Pero entonces ocurrió algo extraño. Algo que no esperaba.
El lobo lanzó un aullido de dolor y se alejó de mí. Lo vi contorsionarse en el suelo, como si le hubiera envenenado. Me incorporé como pude y lo miré con asombro. ¿Qué le había pasado?
Me acerqué al animal con cautela, esperando que no se levantara y me atacara. Pero yacía sin vida en el suelo.
Mi caballo había huido por el ataque y me encontraba en medio del bosque, solo, y sin nada más que mis manos para defenderme. Caminé y caminé hasta el amanecer. Agotado y con hambre caí desmayado por la inanición. Horas después me desperté con un dolor insoportable en el estómago. Decidí que debía buscar algo que comer.
Encontré unas bayas y empecé a devorarlas, me daba igual lo que fuera, solo quería saciar mi hambre. Entonces escuché unos pasos detrás de mí.
• Debes tener mucha hambre para comer de esa manera, pareces un animal.
• ¿Quién eres? -pregunté muy desconfiado por la persona que estaba serca de mí.
Resultaba ser un hombre que visitaba los bosques de vez en cuando en temporada de caza. No parecía ser una mala persona. Se llamaba Sheldon y andaba con su rifle por todas partes buscando algo que cazar. Me dio unas barritas de chocolate y me llevó a su cabaña.
• Ahora me dirás cómo terminaste en ese estado -me preguntó mientras tomaba un plato de sopa.
Su pregunta detuvo mi cuchara por unos segundos. Le dije la verdad, que una vampira me había raptado, que había escapado y me tomó por loco.
• ¿Una vampira? -río a carcajadas-, qué cosas dices chico. Esas cosas no existen. Pero lo que sí me resulta extraño es que te hayas comido esas bayas venenosas y aún estés sin síntomas. Ya deberías estar muerto. Qué extraño.
No podía creer lo que decía. ¡Eran bayas venenosas y estaba bien!
• Estoy muy cansado, quiero descansar -dije sosteniéndome la cabeza.
Qué me estaba pasando. Desde que conocí a Isabella solo me pasaban cosas extrañas.
Me consiguió donde dormir en su propia casa, tomé una ducha, me dio ropa limpia y me acosté a dormir.
Solo recuerdo un estruendo fuerte, platos cayendo y un disparo. Cuando desperté sobresaltado, pude verla. Isabella sostenía al pobre hombre que me había tendido la mano. Sangraba por el cuello y tenía heridas graves en su abdomen. Podía ver sus intestinos y las manos de Isabella empapadas de sangre. Estaba aterrado
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Comments
☆●○Burbujaslayer●○★
Jajaja pa gustos los colores XD
2023-07-23
3
❊Andy Munf
¿Vivir para siempre? ¡Qué horror!
2023-07-23
40
†★† Kirito †★†
Por favor me gustaría que siguieras poniendo los puntos negros cuando va ha hablar ella y los transparentes cuando habla el , delante del texto , porque así es mas fácil de leer y no poniendo , me dijo , le dije , le contesté , y esas cosas , no es una critica solo una sugerencia espero no moleste este comentario....
2023-05-06
4