Mire a mi alrededor y no parecía estar cerca de la parte transitada del pueblo. Pero desde allí podía distinguir la división entre las casas elegantes, las fábricas y los pobres. Resignada a qué mi chófer no iría por mí comencé a caminar.
La mayoría de los hijos ricos estudiaban en escuelas fuera del pueblo, casi siempre internados. Ya que era tan pequeño que no se encontraban muchas escuelas, la primaria, secundaria, y preparatoria la tenían que compartir ricos y pobres. Lo cual era una guerra constante, la única esperanza de los pobres era que los ricos se iban para la universidad. Ya que no había en el pueblo los pobres solían graduarse de la preparatoria para trabajar en la fábrica. Nuestro pueblo era probador de 2 cosas; mermeladas y muñecas. Los más ricos eran diseñadores, administradores y gerentes de las fábricas que sostenían la economía del pueblo. Los pobres eran campesinos, costureras, y obreros de las fábricas. Yo fui de ambas clases, viví lo mejor de ambos mundos.
Solía ser una chica de campo hasta los 8 años, descubrí unas cartas y resultó que mi madre era hija de los dueños de la fábrica de juguetes. Ya que no tenía a nadie mis abuelos me recibieron y me convirtieron en su heredera de la fábrica. O al menos eso era.
A pesar de ser un pueblo pequeño había olvidado lo largo que resultaba el camino. Para ser un fantasma me sentía muy cansada, harta de solo ver árboles y casas lejanas me senté para seguir leyendo el manual; CAPÍTULO 2 COMIENZA TU TAREA. Según el libro nadie podía verme y en primer lugar tenía que buscar a una de las personas que lastimé y ver cómo compensarla. Me frustre un poco al pensar que sería un fantasma más acosando gente sola, cuando me percatarme que un niño me estaba viendo. Sorprendida no pude moverme, estaba paralizada.
Algunas vez escuché que algunas personas tenían el don de ver fantasmas, tonterías. En el caso de los niños sabía que con el tiempo su habilidad se iría desapareciendo. Pero luego miré más arriba y un chico, no unos de mis antiguos compañeros, también me miraba con cara de terror. Comienzo a abrir la boca como si quisiera gritar pero no podía.
-Calma no te haré daño, se que se ve extraño pero esto tiene una explicación- le dije
Parecía escucharme perfectamente pero salió corriendo gritándole a su abuelo. El chico por lo que recordaba era parte de los raros 6 con una cara de pocos amigos, callado y más raro que los raros. Las pocas veces que interactúe con él no miraba más que al piso. Por lo que sabía su casa era la más alejada y solitaria vivía con sus abuelos y hermano menor. Todos sabían que su querida abuela estaba loca y decía poder ver fantasmas. Más que un rumor ahora ya lo consideraba una realidad y además su don podría ser heredado. Me acerque a la casa, vi como discutía con un hombre mayor y este parecía ignorarlo por completo. De pronto se escuchó un estreno junto a un grito: MIS NIETOS VENGAN HAY UN FANTASMA CERCA
El grito me asustó pero fue suficiente para que todos me vieran era obvio que si tenían ese don. La mujer luego me miró y me indico con su mano que podría entrar. Asentí con la cabeza y con la mirada baja, entre. La mujer me explicó que durante generaciones la familia puede ver fantasmas. Según ella es muy raro que las mujeres obtengan ese don. Me contó un poco de su familia y cómo ayudaban a la gente en distintos lugares. Pero ya estaban viejos y con la perdida de su hijo quisieron quedarse en un solo lugar. Luego les expliqué mi situación y mostré el manual.
-Muy bien, HIJO TU DEBERÁS AYUDARLA
Después de una larga discusión decidimos que el chico raro me ayudaría solo si de verdad yo no podría sola. Ya que los errores eran míos se me hizo muy justo. De todas formas me ofrecieron quedarme en su casa.
El nombre real del raro era Lucas y su hermano Víctor, sus padres murieron cuando Víctor tenía 6. Salí de la casa, agotada por la conversación pero todavía quería ir a un lugar, mi casa.
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