Unidos por el amor

Eloísa se había marchado con la idea de no haber conseguido herir a Martín como lo  deseó, iba muy molesta conduciendo pensando en lo idiota que fue al enamorarse de un hombre como Martín Otuz.

¡Ese hombre no tiene nada más en su cabeza que no sea esa tonta de Inés!

¡No puedo creer que un día pensé que dejaría a su esposa por mí! ¡Tonta! Eso es lo que he sido; ¡una tonta!

Espero que Inés  lo haga sufrir mucho y que nunca llegue a conocer a sus hijos... ¡Te odio Martín! ¡Te odio!

Mientras ella conducía maldiciendo a Martín, las ponzoñosas palabras de Eloísa habían  dejado a Martín sin saber como reaccionar o que hacer con  lo que  sabía  ahora.

Eloísa había clavado una daga muy profunda  en el corazón de Martín.  Si era verdad todo lo que le había dicho Eloísa y su esposa  Inés había tenido dos hijos y esos pequeños eran sus hijos, Inés no dejaría que él tuviera ningún  contacto con ellos.

Y no podía negar su derecho a hacerlo, él siempre le había dicho a Inés que no se sentía listo ni preparado para ser padre.

Pensaba en eso y recordando momentos con Inés  daba vueltas caminando en la misma cocina dónde muchas veces le dijo que no a Inés en su deseo de tener un hijo.

Él quería más tiempo con ella -- Solos, para amarla y disfrutar de ella  antes de que llegarán los hijos.

Sabía lo dulce y abnegada que era Inés, y él temía que después de convertirse en madre de sus hijos,  él  pasara a segundo plano en el corazón de su esposa.

¡Egoísta! ¡Eso fue lo que fui! ¡Un soberano egoísta! Se decía a sí mismo reprochandose su conducta.

Pensé tanto en mí que se me olvidó como podía sentirse ella y cuando lo entendí-- ¡Ya la había perdido!

Siempre deseo que yo le diera un hijo, ¡algo mío y suyo! Pero yo solo pensaba en mí.

En lo feliz que era teniéndola a mi lado, durmiendo y despertando abrazado a ella.

Inés era lo más puro que  yo tenía en mi vida, ella era mi sol, yo con ella me sentía limpio, nunca entendí que la lastimaba con mis negativas.

¡Quiero un hijo nuestro mi amor!

¡No ahora no mi cielo, no me siento preparado para ser padre!

Siempre la misma respuesta y su amor allí paciente esperando el momento. ¡Que nunca llegó en 8 años juntos!

Y después de esperar y esperar, vengo yo con un hijo con otra mujer, ¿cómo esperaba que lo entendiera?

Ahora si llegara a ella  y le  dijera que deseo con toda mi alma ser parte de su vida con nuestros hijos, ella no me creería  que deseo con todas mis fuerzas  esa familia de la que un día hablamos.

Pasé tantos años enredado en mis mentiras que  dejé a Inés en un escaparate para contemplarla solamente, la adore y la escondi de los hombres  que la miraban deseandola, como lo hacía  Frank...

Inés era mía; ¡Mía! -- Tan mía que la perdí , por seguir los estúpidos consejos de hombres tan promiscuos que no pudieron hacer felices nunca a las mujeres  a quienes amaron.

Ni mi abuelo ni mi padre fueron capaces de hacer felices a sus esposas  ¡Eloísa tenía razón! -- La mayoría de los hombres de este valle hacen infelices a las mujeres que se enamoran de ellos. Esa es una gran verdad.

Las mujeres sobran y el placer abunda y nadie dice nada, solo disfrutan del engaño y llegan a cauterizar sus conciencias y no hay culpa en el mal que hacen...

¡Engaños, mentiras y placer, romances secretos que no salen a la luz!

Hijos que no saben quién es su padre real, mujeres que disfrutan de otros hombres y sin pena traicionan a sus maridos.

Yo nunca quise hacerle a un hombre eso, su mujer era su mujer, abundaban las solteras y las divorciadas para divertirse.

¿Que podía ofrecerle a un alma tan dulce como Inés con una vida así ? -- Cuando la vi, me cautivó su sonrisa, me parecía tan dulce y tan tierna que tenía que verla todos los días y me enamoré de su belleza y de su dulzura, de su inocencia.

Le ofrecí mi amor -- ¡El cielo! -- Y me creyó -- Ocho maravillosos años amandome y siendo la envidia de los hombres  del valle ¡y miren lo que fui a hacerle! La traicione vilmente, la heri donde  más le dolía, en su deseo de ser madre.

Aún recuerdo la mañana que iba a salir al campo y no pude hacerlo, nos amamos locamente  en esta cocina, cuando entendí cuál era su deseo, dejé mi mar fuera de ella, vi en su rostro la desilusión, ¡fui un miserable canalla con  Inés!

Se decía Martín a sí mismo mirándose en el espejo que tenía Inés en la cocina dónde solía pegar pequeñas notas de recordatorio. Aún estaban pegadas las últimas que ella había escrito.

Me negué a darle un hijo, ¡Nuestro hijo! -- Y lo tuve con otra mujer ¿cómo podría decirle algo así? Y en lugar de confesarselo; le mentí y jugué las mismas cartas de engañó que jugaron mi padre y mi abuelo.

Creí que al igual que mi madre Inés se quedaría a mi lado sin hacer preguntas;  Pero me equivoque ¡terriblemente!

Y hoy pago las  consecuencias de mis errores. Perdí a quién más amo. Y sí lo que dijo Eloísa es cierto, ¡También perdí a mis hijos!  -- Los hijos de mi Inés y míos ...

¡Como me gustaría conocerlos! Mis pequeños hijos...

Estoy seguro que Inés  llegó a asegurar que los bebés que esperaba  eran de Frank -- Lo imaginó  estoy seguro de eso...

¡Pero eran míos! ¡Mis hijos! Los  que esa  noche al amarmos  como nunca lo habíamos hecho,  ¡Nunca nos habíamos  amado así, tan  profunda e intensamente!

Siempre debió ser así, ella era mi mujer, la única a la que yo amaba y con la única que sentí amor al hacerlo  ¡Fui un idiota! ¡Un gran idiota! ¿Como fui a perderla así?

Yo la amaba  y ella era mi mayor tesoro, con ella hacía el amor, con ella era feliz, mi amanecer era ella y mi descanso y mi culpa también.

Lo mejor para Inés  es que las cosas sigan como están. Y para mis hijos también...

Yo ya le hice mucho daño y no confiaria en mí aunque derramara mi alma ante ella jurandole que cambié.

Lo que más deseo es que ella sea  feliz...

¡Deseo tanto poder recuperarla! ¡Que me vuelva a amar y amarla de nuevo!  Pero ella no quiere ni verme y tampoco saber de mí y creo qué...

Que le dirá a mis hijos que no tienen padre... ¡Me lo merezco!  En ocho años siempre le dijo que  no a nuestros hijos y se dio cuenta que llevaba siete años  mintiendole, que ya tenía un hijo...

Un pobre pequeño que crecerá  mejor sin mí ¡Yo no soy un buen padre!  Aunque yo sería muy feliz si Inés me dejara ser el padre de sus hijos. ¡Mis hijos! ¡Nuestros hijos!  Los amaría tanto como amo a su madre.  Pero, perdí esa oportunidad. ¡Perdí a mi familia...

Sentado en el borde de la mesa de la cocina donde muchas veces puso a temblar a Inés, Martín sentía su corazón caer a pedazos ante él. Martín se sentía destrozado con la noticia de que Inés había dado a luz a sus hijos, se habría sentido más aliviado si esos pequeños hubieran sido de Frank, se decía a sí mismo.

Aunque al pensarlo seriamente  eso lo hubiera  hecho sentir que era  un castigo, aunque sería un castigo  menos doloroso del que ahora estaba viviendo al saber que Inés y él compartían dos hijos, nacidos de la mejor noche que había vivido con su esposa Inés.

Estaba sólo mirándose al espejo y sintiendo su alma caer rendida ante el dolor.

El estaba muy sólo, no por falta de compañía,  las mujeres se le acercaban más que antes con la intención de ocupar el lugar de Inés , de brindarle placer y convertirse en la  nueva esposa del patrón.

Esa idea estaba abierta para ellas, pero cerrada para siempre  para Martín-- Inés sería su esposa en su corazón por siempre.

La que nunca valoró mientras estuvo a su lado, ahora tenía todo su respeto. Se sentía tan mal por lo que le había hecho que nada lo consolaba y menos otra mujer.

Ya había probado durante muchos años  los deleites de una aventura y muchas veces creyó que eso para él era disfrutar  la vida;  y ahora que Inés no estaba con él, que la había perdido, eso no tenía valor ni sentido  para él.

No deseaba ni le interesaba  tener en su vida a otra mujer,  ya que la única que deseaba tener a su lado era; A Inés .

No tengo derecho a mis hijos, lo sé  y tú sí mi amor, supiste tomar de mí lo que muchas veces te negué...

¡Agradezco tanto que sean míos!  ¡Mis hijos! Martín lloraba apoyado a la mesa de la cocina donde muchas veces acarició y amo a su esposa Inés.

Inés en cambio estaba muy preocupada y nerviosa en su casa después del encuentro inesperado con la madre del hijo de Martín.

Tenía miedo de que Eloísa le contara a Martín sobre los pequeños y que él quisiera conocerlos. Ellos tenían el sello indeleble de quien era su verdadero padre y jamás podría negarselo.

Mirándolos se dijo a sí misma:  Un día Martín seré yo quién te hable de ellos  ¡Pero ahora no!

La decisión de hablarle a Martín de sus pequeños Hijos,  la había tomado de vuelta a su casa ,  gracias a la ponzoñosa de Eloísa que sabía que había descubierto su secreto.

Eloísa era muy bella y Inés conocía lo coqueta que era Eloísa y que le gustaba mucho su esposo  Martín, pero siempre creyó que a él ella no le atraía, que la veía como a un niña nada más.

No sospechó nunca sobre una relación entre la joven muchacha y su marido, pero  verlos esa tarde en la televisión y ver al pequeño Eltom  fue como si le clavaran dos puñales a la vez en su corazón.

Su mundo se vino abajo en un instante. Todo lo que había creído no era verdad; su matrimonio era un bosque  lleno de mentiras.

Martín no era como ella lo creía, no solo la había engañado con Eloísa, sino con otras mujeres y ahora estaba segura de eso.

Entendió las miradas y las risas disimuladas  de las  esposas de algunos de los socios de Martín, mientras estaban en algunas fiestas a las que acompañó a su esposo.

Estaba segura de que algunas de esas mujeres  sabían de las aventuras de su esposo o que eran parte de ellas.

Podía entender ahora como  se alegraban de que no sólo a ellas sus hombres las engañaran y que Martín fuera igual de infiel que sus esposos.

Y recodaba la mirada cínica de  algunas de esas mujeres que estaba segura de que habían  pasado por  la cama con su marido.

Su decepción fue tan grande esa tarde al atar todos los cabos sueltos en su mente  que su castillo de naipes rosa  se vino al piso y ya no había forma de componerlo.

Martín Otuz era muy guapo, alto y fornido, de ese tipo de hombre que te cubre con su cuerpo cuando te abraza.

Ella se había sentido atraída por su patrón desde que lo vio pasar de lejos y nunca se imagino que él la miraría también.

Aún recordaba su primer beso y el aroma de su perfume en su vestido cuando él la fue a dejar a su casa.

Fue siempre un  caballero con ella, sus caricias siempre eran miel y dulzura.

Hasta que se convirtió en su esposa supo lo exquisito del placer junto a su esposo Martín, él  se había llevado su inocencia y la había enseñado a amar.

Para Inés no existía mejor hombre ni mejor amante  y aunque ahora le dolía pensar en eso, estaba segura que las mujeres que habían sido las amantes de su marido, pensaban de él lo mismo que ella.

Martín  sabía como complacer a una mujer, pero para él, amar significaba  nadar en el cuerpo de Inés.

Por eso siempre la quiso sólo para él, porque con su esposa conocía el sabor verdadero  del amor y del placer.

Todo lo que había aprendido de sus generaciones y de los hombres del Valle, se convirtieron para Martín en basura, sin Inés.

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Comments

Nery Guerrero

Nery Guerrero

el hombre es el único ser q se tropieza veinte veces con la misma piedra seguimos siendo las mujeres más inteligentes que ellos

2024-10-16

0

Susana Santillan

Susana Santillan

Me cansó, al tercer capitulo me hartó.
.

2023-06-02

0

Emma Flores Johnson

Emma Flores Johnson

eso mismo acaba de pasar en mi mente, puras lamentaciones y nada de nada, odiandose y recordando, no hay historia de amor hasta donde voy

2023-05-20

0

Total
Capítulos
1 Inesperado
2 Un dolor muy profundo
3 Un precioso secreto
4 Descubriendo el secreto de Inés
5 Unidos por el amor
6 Una hermosa sorpresa
7 Por un beso
8 El engaño de Carlos Otuz
9 Una última vez
10 Decido amarte siempre
11 Amigas falsas
12 Envidia de su felicidad
13 Una mentira descubierta
14 Una sorpresa para el abuelo
15 La fotografía perfecta
16 Fin del camino
17 El nuevo capataz
18 Amor correspondido
19 Dos pretendientes
20 Una chica hermosa
21 Te esperaría por siempre
22 Entre tú y yo
23 Chiquillas enamoradas
24 La voz del amor
25 Enfrentamiento por amor
26 El error de Eva
27 Descubriendo a su padre
28 Muchos engaños
29 Una decisión importante
30 Una sorpresa agradable
31 Verdad revelada
32 Me hiciste un favor
33 La madurez de Esmeralda
34 Abriendo camino juntos
35 Los amores de los Otuz
36 Obra de arte
37 Decisiones importantes
38 Contigo
39 El amor de la familia
40 Vuelve conmigo
41 Un día para que pienses
42 Una sorpresa para Martín
43 Invitados
44 Un gran proyecto
45 Extenuada
46 El milagro de Inés
47 Mía por fin
48 Hasta la última gota
49 Nuevos sueños
50 Cautivado
51 Propuesta aceptada
52 Decisiones
53 Sin éxito
54 Un nuevo romance
55 Segura de ti
56 Bienvenido
57 Una visita inconveniente
58 Un sueño hecho realidad
59 Pacto entre dos
60 Antes de un problema
61 Regalo de amor
62 La reunión de los Otuz
Capítulos

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Inesperado
2
Un dolor muy profundo
3
Un precioso secreto
4
Descubriendo el secreto de Inés
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Unidos por el amor
6
Una hermosa sorpresa
7
Por un beso
8
El engaño de Carlos Otuz
9
Una última vez
10
Decido amarte siempre
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Amigas falsas
12
Envidia de su felicidad
13
Una mentira descubierta
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Una sorpresa para el abuelo
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La fotografía perfecta
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Fin del camino
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El nuevo capataz
18
Amor correspondido
19
Dos pretendientes
20
Una chica hermosa
21
Te esperaría por siempre
22
Entre tú y yo
23
Chiquillas enamoradas
24
La voz del amor
25
Enfrentamiento por amor
26
El error de Eva
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Descubriendo a su padre
28
Muchos engaños
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Una decisión importante
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Una sorpresa agradable
31
Verdad revelada
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Me hiciste un favor
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La madurez de Esmeralda
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Abriendo camino juntos
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Los amores de los Otuz
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Obra de arte
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Contigo
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Un día para que pienses
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Sin éxito
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Un nuevo romance
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Segura de ti
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Bienvenido
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Una visita inconveniente
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