Fue el frío el que me despertó, escuché su voz, le decía a alguien que me pasara una cobija; era suave y cálida al tacto, me ajusté en la silla, aferrándome a ese último cachito de sueño, de pronto sentí el cinturón, abrí los ojos, mientras intentaba ajustar la vista empecé a darme cuenta que no estaba en mi cama y una mujer vestida de forma conservadora pero cómoda estaba arreglando la posición de mi silla. Ahí lo noté, él estaba mirándome, se reía mientras leía un papel.
—Parece que aún borracho soy bueno para esto de pedir consentimientos, mira lo que escribiste anoche, por los términos seguro te lo pedí para evitar problemas, y cito: "Yo, América M, aunque borracha afirmó que subiré a ese maldito avión por mi propia voluntad, para evaluar las posibilidades de un matrimonio" luego dice otras cosas que no entiendo… No está en tu idioma o el mío o en inglés, ¿Qué otro idioma hablas?
—No creo que eso sea importante en este momento— dije rapando el papel de sus manos mientras recordaba un par de cosas de la noche anterior.
Imágenes de nosotros bebiendo, bailando, con los amigos, él repitiendo su oferta y hablando de los lindos lugares que podría conocer, las oportunidades que como su esposa tendría, después de todo su idioma no es un idioma que se enseñe obligatoriamente en las escuelas, tenía que llamarme la atención su país o algo del eje asiático…
Ahí me atrapó, aprendí el idioma porque pensé en viajar alguna vez, luego me dije que sería bueno por agilidad mental o para en algún momento hacer un master, que sé yo. De pronto recordé preguntarle si estaba enamorado de mí o que bicho raro lo había picado para hacerme esa oferta así, como salida de la nada.
Palabras más palabras menos, la respuesta fue que había aprendido que proponer cosas cómo está a una niña, dicho sobre mujeres por debajo de los 23, era como ponerles un reto y probablemente dirían de boca para fuera que estaban de acuerdo pero no era fácil de confiar en esas desiciones, que de los 25 a los 30 las mujeres que conoce están soñando con hijos, buscan a quien les cumpla el sueño de formar un hogar con ellos por lo que proponerles algo así sería un crimen y las que están pensando en fortalecer su carrera están ocupadas trabajando y con una preocupación excesiva por lo que piensan los demás; Encambio después de los 30 hay equilibrio, mujeres como yo, según el, ya tenemos más claro lo que queremos y lo que somos y que por lo que conocía de mi yo encajaba con esa descripción.
Puedo decir que estaba de acuerdo en algunas cosas de las que dijo y otras no.
Luego de esta ráfaga de memorias mi presente me llamó más la atención: ¡Estoy montada en un maldito avión! Y es uno que parece un apartamento en el aire, y aquí donde estoy sentada parece más un sillón de masajes que la silla de un avión. Recuerdo que seguí llevándole la corriente segura de que me estaba inflando la realidad y por eso en el idioma que él dice que no entiende escribí, que si el avión era imaginario el matrimonio también y más adelante decía que si no lograba subirme en un avión antes de la media noche la oferta caducaba. Eso lo puse en inglés.
—Este no es mi avión, me lo prestó un amigo para cumplir en el plazo que firmaste— dijo él cuando miraba su celular, creo que él tampoco estaba muy seguro de cómo había terminado en ese avión conmigo y estaba revisando para aclararlo —pero no te preocupes es lo bastante grande para un viaje directo, ya no faltan sino otras 6 horas.
Me levanté de la silla y comencé a recorrer la aeronave, esto debía ser del tamaño de un avión comercial, pero equipado para viajar cómodamente, al frente cuatro mullidas sillas de cuero fino estaban frente a una mesa, por lo que noté, habían paneles que podían sacarse para cerrar el ambiente, supongo que en viajes amistosos lo usan de comedor y en los de negocios para juntas. Detrás de nosotros habían dos sillas que parecían sofá cama, cuando volví a mirar dos asistentes de vuelo estaban acomodándolos juntos, poniendo un sobrecolchón, abrían y cerraban cajones, organizaban una especie de biombo, ponían almohadones y pronto se reveló una cama kingsize en lo que parecía una acogedora alcoba.
Revise a mi compañero de aventura, o podríamos decir el portador del llamado a la aventura, este hombre de ¿32-33 años? Con suave y cuidada piel, no muy delgado, con un cuerpo tonificado, que todavía lleva puestas unas zapatillas de tela y la camiseta barata típica que venden como recordatorio a los viajeros y que los mochileros sin plata compran para poder vestirse, pero que además ahora lleva sobre esto un abrigo ligero café de paño que se ve como hecho a su medida, no parece nada barato… ¿Quién es en realidad este hombre al que solo conozco por su nombre "occidental" Tom J?
Él sintió que lo estaba mirando y levantó su mirada del celular, llevaba rato observándolo y riéndose o tapándose la cara, supongo que también estaba enterándose de lo que había hecho el día anterior porque lanzaba una que otra expresión de sorpresa, entonces me dijo:
—oh, mmm, parece ser que anuncié que vendríamos y que pasaríamos a quedarnos 15 días… En casa de mis padres—creo que lo que sea que les dijo no era algo que él planeaba hacer como yo no pensaba viajar…
— ¡¡¡QUINCE DÍAS!!! Esto no está bien, tengo un contrato, ¡debía estar en la isla otros dos meses, no puedo irme 15 días!—me sacudió el sentido de responsabilidad que hizo que la resaca comenzara a golpearme.
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Comments
Martha Sanchez
Son muy simpáticos!🤣🤣🤣
2023-08-16
1
Julia Elena Jerdea
Me encantó este relato.
2023-05-29
1