Cuando me desperté, lo vi a él, mi esposo, desnudo boca abajo, durmiendo muy profundamente. Al verlo así, llegaba a mi mente si él realmente me podría amar como yo lo amaba a él o tal solo si lo hacía porque no tenía de otra. ¿Qué pasará después de esto con nosotros? - pensó ella. Después agarró unas pastillas que le había dado su suegra en la boda para cuando pasara el acto. Eran unas pastillas para el dolor. Elizabeth se las tomó y en unos minutos hicieron efecto. Se levantó despacio y después vio la cama y había una pequeña mancha. Dio un pequeño suspiro. "Ahí tienes lo que querías. Mi virginidad ya fue tuya. Espero que desde ahora ya no sea así otra vez" - pensó ella con tristeza. Se dirigió al baño, cerró la puerta y se metió a bañar. Mientras tanto, Martín se estaba levantando y notó que Elizabeth no estaba. Se levantó de golpe y se dirigió al baño, pero escuchó la regadera y quiso abrir la puerta, pero no pudo. Se molestó, se dirigió a la cama y vio esa pequeña mancha. "¡Demonios! Yo pensé que era mentira lo que dijo ella, pero no voy a negar que me gustó estar con ella y realmente no te voy a dejar ir ahora. Me perteneces, Elizabeth" - pensó él. Al ver que Elizabeth todavía estaba en la lucha, empezó a buscar las llaves del baño para abrirla y las encontró. Después abrió el baño con mucho silencio y se metió. Después vio aquella hermosa espalda de su esposa y entró despacio sin que ella se diera cuenta y empezó a enrollarla por la cintura. "¡Demonios, Martín! ¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste?" - dijo ella viéndolo a los ojos. "Estoy acompañando a mi esposa. ¿Es eso malo?" - dijo él sin dejarla de mirar. "¡Disculpa! Eso no lo decías ayer cuando fui a buscarte" - dijo ella molesta. "Pero lo dije ahora que estoy aquí contigo" - dijo él viéndola de arriba para abajo. "¡Salte de aquí pero ya, Martín!" - dijo ella. "¡No! Quiero bañarme contigo también" - dijo él. "¿Qué demonios sucede contigo? Primero me tratas como si yo te hubiera engañado y después te ofendes y me tratas de tener a la fuerza. Y luego, después de saber que era virgen, eres gentil conmigo y después esto. Ahora dime qué te pasa a ti" - dijo ella viéndolo a los ojos. "Es que mi padre me obligó a casarme contigo, pero yo quería ver qué tipo de persona eres. Por eso me acerqué a ti y después nos casamos, pero no estoy enamorado de ti. Pe..." - dijo él. "Pero que nada más querías ser el primero y ya. Si es así, pues lo conseguiste. Eres el primero. Ahora déjame en paz" - dijo ella enojada y triste. "Yo no dije eso. Pero me lo haces pensar porque te comportaste de diferente manera cuando descubriste que era virgen. ¿O me vas a decir que son ideas mías?" - dijo ella. "No me acosté contigo porque fueras virgen, sino que quería estar contigo después de la forma en como me desafiaste. Y después descubrí eso y pensé: por ser su primera vez, no puedo ser duro con ella. Nada más eso" - dijo él enojado. Ella no muy convencida lo miró y se volteó y empezó a bañarse. Esto para Martín hacía que enojara, pero a la vez la deseaba tanto que la agarró del cuello y la volteó. "Sabes, Elizabeth, desde que te vi, te me has hecho hermosa. Pero ayer pude ver cómo eres realmente y haces que te desee tanto que no me puedo controlar" - dijo él viéndola a los ojos. Elizabeth, al oír estas palabras, se quedó sin qué decir y cuando menos lo esperó, él la agarró y la besó, haciendo que el beso se intensificara. Elizabeth se sorprendió, pero le correspondió el beso. Y cuando todo iba avanzando, tocaron el timbre y esto hizo que Martín se separara de Elizabeth. Cuando la vio, vio que estaba agotada y sonrojada y que el agua le corría en su cuerpo desnudo. "Ahorita vengo. Voy a ver quién es" - dijo él sin dejarla de mirar. Ella no dijo nada y nada más asintió con la cabeza mientras que ella lo veía irse. Suspiró y se acabó de bañar. "¿Cómo que ya se tardó, no? Mejor me voy a cambiar" - se dijo ella misma. Cuando salió, se cambió y se arregló. Bajó las escaleras buscando a Martín hasta que llegó a la oficina y abrió la puerta sin tocar. Vio a una mujer muy hermosa teniendo sexo con su esposo. Esto a Elizabeth la sorprendió, mientras que Martín nada más sonreía. "Salte de aquí ya" - dijo Martín enojado. Elizabeth, sin saber qué hacer, se salió. Usando salió, se dirigió al cuarto, agarró su cartera y bajó las escaleras. Pero cuando bajaba, vio a su marido despidiendo a la mujer. Cuando se fue la mujer, Elizabeth se dirigió a la puerta de salida, pero Martín la agarró de las muñecas y se la llevó a la oficina y cerró con llave. "¿Qué demonios haces, Martín? ¡Ábreme la puerta!" - dijo ella molesta. "¿Y a dónde vas a ir?" - dijo él sarcástico. "¡A donde sea voy mientras que no esté aquí, mejor!" - dijo ella seria. "Tú no te irás a ningún lado. Tú eres mi esposa y tu lugar es aquí" - dijo él enojado. "Tú no eres mi dueño y con lo que acaba de pasar, menos me voy a quedar a tu lado" - dijo ella enojada. "¡Quiero ver cómo vas a hacer eso!" - dijo él sarcástico y riéndose. "¿En serio, Martín? Ya tuviste lo que querías de mí. Ya déjame ir. Tú muy claro me dijiste que no me amabas y menos tienes cariño hacia mí. Mucho menos vas a tenerme un respeto como tu esposa. ¿Qué quieres de mí?" - dijo ella triste pero enojada. "Quiero que hagas lo que yo quiera" - dijo él serio. "¡No! No quiero quedarme a tu lado" - dijo ella. Cuando ella dijo eso, hizo que Martín se enojara y se acercó a ella y la besó a la fuerza, pero ella no le correspondió y lo mordió para que la dejara de besar...
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Comments
Georgina Montes
Que puerco y desleal!!! que asco que te bese después de tener sexo con otra.....
2023-10-30
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