Mi Deseo, Mi Elección (Trilogía Todo Es Posible Con Un Deseó #1 )
2018, Madrid.
Como era habitual, las carreteras estaban llenas y el autobús no avanzaba. La verdad era que ya estaba más que acostumbrada a todo ese lío, pero esa mañana simplemente no tenía ganas de hacer nada, ni estaba de humor. Mel maldijo cuando una señora la aplastó contra un hombre que estaba parado delante de ella.
La señora la miró con cara de pocos amigos.
—¿Te molesta algo?—le preguntó la mujer de mala gana.
Mel se limitó a negar con la cabeza, le quedaba poco para bajar y lo último que necesitaba era dolor de cabeza, pensó que para hacerla sentir mal ya estaba su jefe. Al llegar a su parada bajó del autobús soltando un suspiro de alivio.
—Dios...casi me ahoga esa mujer, en fin, otro día más —suspiró de nuevo mirando al gran edificio que estaba en la otra esquina y camino sin muchas ganas.
Cuando estaba por llegar, su móvil empezó a sonar y maldiciendo buscó su móvil en el amplio bolso, que se encontraba gastado y pasado de moda. Cuando tuvo el móvil entre sus dedos observó el número y suspiró.
—Genial, como no, sólo tardo unos minutos y ya está llamando—dijo llevándose el móvil a su oído—Sí...oh, Lori, sí, ya estoy llegando...bueno ya estoy aquí, te dejo—guardó el móvil con mal humor en el bolso y caminó hacia la puerta.
Se paró frente a la puerta y cerrando los ojos pronunció sus típicas palabras antes de entrar.
—Bien...primero respira, luego cabeza arriba y no olvides que nadie puede contigo.
Al entrar saludó a la recepcionista sonriendo.
—Buenos días, Lori.
La mujer le devolvió el saludo con una cálida sonrisa, como siempre.
—Mel,cariño,el jefe está que estalla. Más vale que subas a verle.
Mel dejó sus cosas, el abrigo y le dedica una sonrisa a la mujer.
—¿Sabes que Lori? Me extrañaría que algún día me dijeras que no está de mal humor.
La joven río con ganas al oírla.
—Sí, la verdad es que tienes razón. Bueno, aquí tienes la agenda de hoy—dijo entregandole una agenda llena de tareas.
Suspiro de frustración al mirar la agenda, sabía que ese día tenía mucho que hacer .
—Dime, ¿ya llegó la bruja?.
—Oh,tienes razón. Hoy no la he visto y eso que siempre está la primera para poder enterarse de los chismes, a saber que la retrasó—contestó Lori mientras ordenaba algunos papeles.
—Bueno, te dejo. Tengo que subir al infierno.
—Vale cariño, te veo luego. Tengo que fotocopiar unos papeles.
Mel asintió sonríendo y caminó hacia el ascensor. Justo cuando las puertas se iban a cerrar, una mano se puso en medio deteniendo el cierre del ascensor. Ángel apareció como siempre, recién afeitado, con su traje y su cabello bien arreglado.
—Oh, eres tú.
Se le borró la sonrisa al oírle decir eso.
—Mel...eres tonta, concéntrate—se arregló sus gafas mientras le miraba nerviosa.
—¿Dijiste algo?
Negó con la cabeza y apretó con fuerza la agenda contra su pecho intentando ocultar lo nerviosa que estaba. Ángel la miró con una sonrisa radiante como de costumbre.
—Te veo, Mika—con eso se fue sin mirar atrás.
Mel salió furiosa del ascensor.
—¿Mika? Ese creído me confundió con la bruja. Que tonta eres al creer que uno como ese te miraría algún día—se arregló el moño maldiciendo.
Al salir con prisas del ascensor sin querer chocó con alguien y al levantar la cabeza vio a su apuesto jefe con la cara seria.
—¿En que demonios estabas pensando de nuevo?—preguntó señalándola.
Mel le miró sin saber qué responder .
—Yo...perdón, no fue mi intención.
—Siempre la misma escena, llegas tarde y encima mira como vienes. Hoy tenemos una reunión con gente importante, ya te dije que esta empresa es muy importante, así que ponte otra cosa—Ésta le miró incrédula al oír lo que le pedía.
—Pero yo no puedo.
—¿Ah, no? ¿Por que ? Claro, si eres tan amable de responder.
—No traje nada, además me gusta como voy.
—Tú te pondrás lo que yo te diga, por algo soy el jefe, baja y que Lori te de algún vestido. En diez minutos te quiero en la sala de reuniones—ordenó antes de entrar a su despacho y cerrar la puerta, dejándola sin elección.
Mel suspiró y bajó de nuevo en el ascensor.
—¿Pero que se habrá creído que soy? ¿Un juguete?—se dirigió hacia la recepción, pero no encontró a Lori en su puesto. La llamó varias veces pero no había rastro de ella.
—Mel, querida— se dio la vuelta y vio a Mika con su ropa de trabajo, su escoba y su cabello recogido en una coleta. La muy bruja era guapa.
—Bruj...Mika, hola ¿Sabes donde está Lori?.
Esta la miró de abajo arriba con desprecio.
—Creo que fue a por unas aspirinas, le dolía la cabeza.
—Genial...¿qué haré ahora? — se dejó caer en la silla y miró a toda la gente que iba de un lado a otro.
—¿Necesitas algo?¿Puedo ayudarte?.
Mel la miró fijamente, de todas formas no le quedaba otra elección.
—El señor Matt quiere que me ponga un vestido para la gran reunión y me mandó aquí—dijo mientras limpiaba sus gafas.
—Ah...bueno, yo creo que sé donde están. Espera aquí, te traeré uno—vio como la mujer entraba en el almacén y buscaba entre unas bolsas.
—Bien, aquí esta. Espero que te guste.
Primero miró el vestido lleno de colores mezclados y luego miró a la mujer.
—No es un poco... ¿antiguo?
—¿Antiguo? Yo lo veo bonito.
Mel asintió mirando su reloj y al ver que era tarde se puso de pie dando un salto del susto.
—Joder, ya pasaron los diez minutos, el jefe me matará. Bueno, me lo llevo, gracias...Mika—dijo mientras salía corriendo.
—¿Gracias? Pobre ingenua, sólo quiero que llegue el momento en que te vean y se rían de ti—se burló tomando de nuevo su escoba.
Se puso el vestido con tanta prisa que no le dio tiempo de mirarse al espojo. Cogio su agenda y salió corriendo en dirección a la sala de reuniones.
—Hola, perdón el retraso, yo...—dejo de hablar al ver como los cuatro la miraban y vio que una mujer contenía la risa—Lo siento... —se sentó junto a Matt, notó como éste la miraba enfadado.
—Bien, como sabéis el nuevo producto que queremos sacar será muy bueno y de calidad. Os dejo con mi... secretaría—dijo señalandola con desprecio.
—Bueno, como sabrán ya tenemos los productos listos. Dentro de unos días saldrán al mercado y podremos ver si les gusta a la gente, aunque que creo que eso será obvio—hizo una pausa por si alguien tenía alguna pregunta.
—No serán iguales a ese vestido horrible ¿verdad?.
Mel miro con odio a Ángel,y haber pensado que era un buen hombre, que ingenua. Matt se puso de pie, ya estaba cansado de esa reunión.
—Bueno, la reunión se terminó, Ángel analiza los productos y luego tráemelo al despacho.
Ángel asintió sonriendo, recogió sus papeles y antes de salir le guiño un ojo a Mel mientras salía riendo.
—Bien ¿Me puedes explicar que demonios te entró en la cabeza para vestir un vestido así?—la señaló entera con desprecio.
—Tú me dijiste que bajara a por un vestido.
—Te dije que te pusieras un vestido decente, no que te vistieras de payasa—maldijo cuando lo decía.
—¿Cómo? ¿Payasa? A mi me parece bonito y...—pero Matt no la dejó hablar y la sujeto del brazo con fuerza.
—Si no fuera que te necesito por lo lista que eres en el trabajo, ya estarías en la calle. Ahora baja y quítate ese estúpido vestido, y hazme la lista de las reuniones que tendremos mañana—dijo con frialdad.
Mel asintió dirigiéndose a recepción. En el camino pudo notar como todos la miraban y murmuraban entre ellos, sintió ganas de llorar, pero no quería darles esa satisfacción. Cuando se encontró con Lori, su amiga la miró y no pudo evitar fijarse en su vestido.
—Por Dios ¿por qué llevas ese vestido puesto?—dejo los papeles que tenía y la miró sorprendida.
—El jefe me dijo que me pusiera algo decente y me pidió que bajara aquí, cuando baje no estabas y estaba Mika, y ella me dijo que me ayudaría—dijo limpiando las lágrimas de la cara.
—Oh Mel, sabes que esa bruja no te ve ni en pintura. Desde que le estropeaste la cita con ese hombre.
—Sabes bien que no lo hice aposta, yo solo le dije lo que veía en él, y ya sabes lo que pasó después, ella lo empezó a despreciar y justo apareció detrás. Oh, qué humillación, esto es horrible—se dejó caer en la silla sin poder contener el llanto.
—Amiga, no dejes que te vean así. Además estamos Luis, Marta y yo contigo.
—Tienes razón. Iré a cambiarme y hablaré con Marta sobre el nuevo producto, me va a matar. Cada vez quiere cambiar algo.
—Bien, esa es la actitud. Entonces te veo en la salida.
Mel se cambia y se pone su blusa simple, una chaqueta y la falda que solo dejaba ver los tacones negros. Entra al despacho de imagen y vio a Marta dando órdenes como siempre.
—Te dije que así no, ponlo como esta de aquí, vamos—dijo señalando unas fotos.
—¿Interrumpo?—dijo desde la puerta.
—Oh, Mel, pasa,ya sé que tu solo vienes por aquí cuando Matt se le ocurrió otro diseño—dijo mientras cogía unos papeles.
—Bien, parece que lo conoces bien. No le gusto la imagen en el último momento y me pidió que te diera esta—dijo entregándole una carpeta.
—Oh, sí que viene detallado. Podría haberlo dicho antes, puesto que ya terminé el otro.
—No lo supe hasta hoy, pero seguro que lo tendrás todo a tiempo. Por algo te llamamos la gran diseñadora de esta empresa—sonrió mientas se colocaba las gafas.
—Oh, gracias cariño, a ver que sale. Tom, toma estos diseños y empieza a trabajar en ellos—le dio los diseños al joven, Mel se fijó que siempre llevaba una camara en su cuello y sonrió.
—Bueno, te dejo. Hoy tengo que irme antes si quiero llegar a la cena familiar.
—Claro, la famosa cena familiar, ¿soy yo o cada año lo hacéis?.
—Sí, todos los años. Bueno, que te vaya bien.
Mel recogió sus cosas y se dirigió a recepción para despedirse de su amiga antes de irse, pero para su mala suerte se encontró a Mika en el pasillo.
—Mel ¿Qué tal te quedo el vestido? —pregunto con una sonrisa claramente de burla.
—Me fue bien—apretó la agenda con fuerza contra su pecho, era lo que hacía siempre para controlar su ira y no meter la pata.
—Ya, por eso oí por ahí que el jefe le echo un buen sermón a una tal mujer vestida como...¿Como me dijo este que la definió? Oh, si, como una payasa—dijo riéndose.
Está no pudo aguantar y cuando quería responderle, Lori apareció a su lado. Puso su mano en su su hombro y negó con la cabeza.
—Mika...no tienes plantas que limpiar, porque si estás libre podría decirle al jefe que te ponga más trabajo—dijo mientras cogía el teléfono.
—No hace falta, tengo suficiente—antes de irse miro a Mel con todo el rencor del mundo.
—Bruja, es una víbora—maldijo golpeando el suelo con la punta del tacón.
—No le hagas caso a sus tonterías, solo quiere verte mal. Bueno ¿ya te vas?.
—Si...tenemos la cena familiar, te veo mañana.
Cogió su bolso, metió la agenda y cogiendo su abrigo se despidió de su amiga dándole un beso en la mejilla.
—Adiós.
Salió y se fue caminando hasta la parada, justo cuando llegaba vio su autobús pasar, intentó correr, pero tropezó con algo haciendo que pierda el equilibro. Maldijo al ver su bolso abierto y todas sus cosas en el suelo.
—Joder, es que nunca me me pasará algo bueno—maldijo mientras recogía las cosas y las ponía en el bolso. Espero hasta el siguiente autobús, llegó a la casa de su madre y miró la casa donde había pasado toda su infancia, su hermana Camila abrió la puerta y la vio en el jardín.
—¡Mel! ¿Que haces ahí?.
—Nada ¿Ya están todos aquí?—preguntó mientras la abrazaba.
—Casi, faltan la abuela y el abuelo—respondió mientras colgaba el abrigo de ésta.
—¿Donde esta mamá?.
—¿Donde crees? En su famosa cocina.
—Ire a verla.
Entró a la amplia cocina y vio a su madre sacando del horno un rico y delicioso pollo. Ésta la abrazó por detrás y la besó en la mejilla.
—Que bien huele.
—Mel, ya estás aquí. Cariño me alegra verte bien—le dio un fuerte abrazo.
—¿Te ayudó en algo?.
—No, ya solo me falta la ensalada, en un segundo la hago—dijo sonriendo mientras le acaricia la mejilla con ternura.
—Mel ¿Has estado llorando?—preguntó mirándola con preocupación.
—¿Llorando? No, solo me habra entrado algo en los ojos. Bueno te dejo terminar, ire a ver a los demás.
Antes de entrar suspiró intentando sonreír lo mejor que podia, vio su hermana sentada en el sofá con su móvil. Su abuela hablando con su padre y su abuelo estaba leyendo un periódico.
—Hola a todos—saludó sonriendo y dando un abrazo a todos—. Os quiero a todos un montón.
—Como que hoy estás un poco sentimental—sonrió su hermana con picardía mientras la abraza.
André sonrió mientas daba un sorbo a su café.
—Ven con papá—Mel se sentó junto a su padre sonriendo—. ¿Todo bien en el trabajo?.
—Trabajo...si, estupendamente bien—intentó sonreír para poder contenerse. Aunque en algunos momentos solo quería abrazarle, empezar a llorar y así sacar todo de dentro, pero si lo hacía... quizá ella se sentiría bien, pero sus padres estarían preocupados y no quería hacerles sentir mal.
—Mel ¿No estas oyendo? Tu móvil esta sonando.
Ésta buscó el móvil en el amplio bolso y maldijo al no encontrarlo, cuando por fin lo encontró miro la pantalla y dudo por un momento.
—¿No vas a responder?—preguntó su abuela Rita.
Mel asintió y respondió sonriendo.
—Si.
—Ah,hola Mel. Soy Mika.
—Si,se que eres tú ¿Que quieres?—preguntó mientras se disculpaba y salía al pasillo.
—Bueno, es que Marta tuvo un problema con las imágenes y se quedó tarde aquí.
—Oh, yo no puedo venir ahora. Dile que mañana vendré y...
—Mel, ella estará en problemas si no termina el trabajo. Ademas ya sabes cómo es el jefe, seguro que la echa de patitas a la calle—dijo esperando que esta se tragara el cuento.
—Bueno...tampoco quiero que le pase eso—dijo mienrando a su familia—. Bien, estaré ahí en media hora.
Mika observó a unos hombre cuando colgó.
—Bueno chicos ya habeis oído—dijo mirando a los dos hombres de negro—. La quiero muerta de miedo, le enseñaré a esa que les pasa a las simplonas que intentan arruinarme. No quiero tonterías—les advirtió dándoles un sobre con dinero.
Uno de ellos asintió con la cabeza mientras abría el sobre y empezaba a contar el dinero.
—Puedes ir a tu casa tranquila, esa mujer tendrá lo que se merece—dijo uno mientras sacaba una navaja.
Mika sonrió y subió al coche.
Mel entró al salón y miró a su madre.
—Yo... tengo que salir—dijo mientras guardaba su móvil en el bolso.
—¿Irte? Pero si hoy es la cena familiar. Tenemos que estar todos—dijo su madre si poder creerlo.
—Lo se mamá,pero al parecer una amiga del trabajo tuvo un problema y es urgente que vaya. Solo será un rato,volvere enseguida—prometió mientras se ponía su abrigo.
—Tienes razón hija, el trabajo y los amigos son también importantes. Pero no olvides que la familia lo es todo—dijo su abuelo mientras le acariciaba la mejilla.
—Abuelo...gracias, se que siempre podré contar con todos vosotros—dijo conteniendo las lágrimas.
—¡¡Oh, abrazo de familia!! —grito Camila.
Abrazo a todos y dio las gracias a dios por tener esa maravillosa familia.
—Bueno, cuando vuelva quiero un poco de todo, comeré todo.
Se paró en la puerta para ponerse sus zapatos, cuando se dispuso a salir oyó unos pasos detrás de ella y al girarse vio a su abuelo Paco.
—Mel.
Simplemente lo abrazó sin decir nada.
—Mi niña, sabes que puedes contarme lo que sea.
—Lo sé abuelo, siempre puedo decirte todo.
—¿Algo que quieras decirme?.
—Si, que te quiero un montón abuelo.
—Mi niña, Yo también. Bueno quería darte esto después de la cena, pero ya que quiza no llegues. Te lo daré ahora —dijo mientras sacaba del bolsillo de su abrigo una mini agenda.
—Lo vi en una tienda, ¿te conté de mi viaje a escocia? Un lugar maravilloso digno de ser visitado. Bueno, cuando fui de compras vi esta mini agenda, el hombre de la tienda me dijo que era muy especial. Nose en qué, pero se que te gusta escribir, quien sabe quizá quieras escribir lo que más anhelas o tus deseos.
Mel cogio la mini agenda sonriendo
—Abuelo...es preciosa. Gracias—y se despidió mientras le da un beso en la mejilla para luego salir en dirección a la parada.
—Espero que toda esa tristeza y dolor, que veo que intentas guardar detrás de esa sonrisa algún dia pueda desaparecer y que solo quede la felicidad y el amor—dijo mientras veía a su nieta cruzar la esquina.
Mel llegó justo a la parada para coger el bus, se sentó en el último asiento y miró por la ventana. De pronto recordó la mini agenda, abrió su bolso y cogio la agenda.
—Algo que desee...—pensó mientras cogía un bolígrafo y abría la agenda.
—Bueno...nadie lo verá, que más da poner una tontería, bien ¿qué desearía una mujer como yo?—pensó mirando por la ventana y sonrió al recordar el año pasado cuando entro con su hermana a una librería y mientras su hermana veía libros de romance erótico. Ella solo se fijó en una estantería de romance y sobre todo en el libro de título hinglander, lo leyó por encima y comprendió porqué a tanta gente le gustaban leer ese tipo de libros. Al principio lo quería dejar ya que en algunas escenas eran de guerra, sangre, pero vio también el amor del hombre por la mujer y sintió envidia de ella por tener a ese hombre que aunque era rudo y mataba sin piedad, la amaba como nada en el mundo y por un segundo ella también deseó tener a alguien que la amara de igual forma.
—Perdone ¿no me oyó?—una mujer rubia la estaba mirando con seriedad.
—Perdón ¿dijo algo?.
—Le dije que se le cayó la agenda—dijo la mujer señalando debajo de un asiento su mini agenda.
—Oh, gracias—se levantó recogiendo su agenda y sonrió a la mujer dándole las gracias de nuevo.
—Bueno..., me quedan dos paradas más. A ver...—abrió la mini agenda y se puso a escribir.
—Deseo poder tener un hombre que no solo vea mi cuerpo, mi vestimenta o mi físico. Sino un hombre que me quiera como soy, que me ame de verdad y sobre todo que jamás nos separe nada. Ojala pudiera tener a un hombre como el del libro que leí, por dios ¿qué mujer no desearía tener un hinglander a su lado?—dejó de escribir al notar que se acercaba a su parada, volvió a guardar la mini agenda en el bolso.
Bajó del autobús y caminó hasta la empresa, pero por alguna razón sintió que alguien la estaba siguiendo. Al pararse y mirar asu alrededor no vio a nadie, sacudió la cabeza y siguió caminando. Antes de llegar a cruzar la calle vio a dos hombres apoyados en un banco, paso sin mirarlos, pero uno le cortó el paso.
—Pero mira que tenemos aquí.
Mel lo miro y vio que el hombre no tendría más de veinticinco años, dos más que ella, llevaba unos vaqueros gastados y una sudadera negra y lo que más la alarmó es que llevaban oculta sus caras. Intentó pasar, pero el otro hombre la sujetó por el brazo.
—Oh, ya te cansaste de nosotros que ya te quieres ir —dijo mientras su mano presionaba con más fuerza su brazo.
—Miren...déjeme ir, les daré el bolso—dijo señalando su bolso.
—¿Bolso? ¿Quién te dijo a ti que queremos tu bolso?
—Entonces...¿qué quereis?—empezó a asustarse .
Uno de los hombres la cogió de la barbilla y sonrió.
—Mmm...pasar un rato contigo—Mel apartó su cara de la mano de éste asqueada al entender lo que quería decir.
—Maldito...antes prefiero morir que dejar que me toques.
Los dos hombres se miraron y estallaron en risa.
—¿Pero quién te has creído? ¿Una super modelo? Mírate, con esas ropas horribles, ese bolso que parece sacado de hace siglos y esas cara de amargada que te hace más vieja que mi abuela .
—Bueno, entonces dejadme ir.
—¿Dejarte ir? no, no antes de enseñarte que no tienes que meterte en la vida de los demás —el hombre mas joven sacó una navaja de su bolsillo y se avalanzo sobre ella .
—Yo que tu me quedaría calladita, si no quieres que tu familia te encuentre muerta—Mel asintió temblando
—¿Por qué hacéis esto?
—Digamos que por diversión, bien basta de hablar. Tú sujetala bien, le daremos una lección que jamás olvidará.
El joven la sujetó con tanta fuerza que Mel no pudo contener el grito de dolor, no aguantó y gritó de nuevo más fuerte. El hombre la sujetó del moño y la atrajo con fuerza.
—Maldita, cállate o juro que te mato—Mel asintió aguantando las lágrimas.
Vio que el hombre le subía la falda y palideció al entender cuál seria esa lección y por un momento se quedó en blanco.
—Vamos Mel...piensa ¿qué es mejor?¿Ser violada o hacer algo aunque te cueste la vida? —se dijo a sí misma.
Mel miró al hombre que estaba ocupado quitándole la falda y viendo que estaba distraído, no sé lo pensó dos veces. Levantó su pierna y piso con toda su fuerza el pie del joven que la tenía sujeta haciendo que este pierda el equilibrio y empuje a su compañero. El hombre maldijo mirándola con mirada asesina y supo que si no salía corriendo ese hombre la mataría .
Sin pensarlo más salió corriendo, pero al pasar a su lado, este la sujetó del tobillo haciéndola caer, gritó de dolor al caerse al duro suelo y golpearse el brazo. El hombre se levantó encima de ella y la sujetó del cuello.
—Esto te costará tu vida ¡¡zorra!!—vio como cogía la navaja, Mel le sujetó la mano. Pero el hombre tenía más fuerza y le hizo una pequeña herida en el cuello, gimio al sentir la sangre y como si eso la hubiera despertado golpeó al hombre en sus partes bajas con su rodilla y salió corriendo. Siguió corriendo sin saber en que dirección ir, se le cayó la agenda y se detuvo maldiciendo para recogerla, apretando con fuerza la agenda contra su pecho siguió corriendo. Miró hacia atrás para ver si la seguían sin darse cuenta de que se estaba acercando a una calle prohibida por obras, al darse cuenta ya era demasiado tarde y tropezó cayendo un uno de los agujeros. Sintió el dolor pasar por todo su cuerpo al golpearse contra el duro suelo.
—Ayuda.. Por favor...
Pudo ver como los dos hombres la miraban maldiciendo.
—Ahora tienes tu merecido, zorra.
—Si, espera ahí hasta que venga alguien y te ayude—dijo el otro riendo.
Mel gimió intentando levantarse.
—Ah... que alguien me ayud...—pero al levantarse perdió el equilibrio y al caerse se golpeo con una roca perdiendo el sentido.
Cuando recobro la conciencia oyó unas voces y un lenguaje raro, intento levantar la cabeza pero el dolor no la dejo y gimió.
—Jefe, parece que la mujer ya despertó—dijo el hombre.
—Bien... échale agua fría, asi despertará mejor—el hombre cogió un cubo lleno de agua fría y sin más se lo echo encima.
Mel sintió un frío horrible cuando le echaron el agua, abrió poco a poco los ojos temblando del frío. Miro el cielo nublado y cuando giro la cara vio a dos hombres, uno era alto y musculoso y con ropas raras y lo más extraño era el kilt que llevaba ¿Desde cuando los hombres se ponían eso?.
Esta se fijó en él otro, llevaba lo mismo que el otro y también se fijó que los dos llevaban espadas grandes colgadas en la cintura, sintió miedo al ver eso.
—¿Que hacías tú sola en estos alrededores? —preguntó el hombre que parecía mayor , de unos cuarenta años. Al sonreír vio sus dientes descuidados y negros.
—Jefe, seguro que se habra escapado de alguna parte, solo mírala—la señaló el otro hombre más joven.
No podia pensar en nada con el dolor de cabeza y su brazo dolido.
—¿Qui...quiénes sois?—logro decir.
—Jefe ¿Qué hacemos con ella?—dijo el joven sonriendo y mirándolo fijamente.
—Bueno, tampoco es una belleza pero nos servirá en nuestro plan. Si la entregamos al clan Duncan podremos hacer un trato—dijo mientras la estudiaba detenidamente.
—Pero jefe ¿Qué haran con ella? El clan tiene muchas mujeres y yo diría que más guapas que...esta mujer. Además , el nos dijo claramente que no volviéramos, nos desterró,¿recuerdas?—le recordó el joven.
Mel no entendía nada de lo hablaban esos dos, intentó levantarse y miró a los dos hombres.
—¿Qué hablais? ¿Cómo me sacasteis del agujero?—dijo poniéndose despacio de pie.
—¿Una inglesa? Da las gracias a dios que te sacamos de ahi. Tu te irás con nosotros—el hombre de los dientes horribles la cogió del brazo con brusquedad.
—¿inglesa? Yo no soy una...joder. Sueltame, me haces daño—intentó escapar de su agarre pero él era más fuerte.
—Jim, trae el caballo, al parecer está mujer nos dará dolor de cabeza. Asi que mejor llevarla antes de que me saque de mis cabales—dijo tirando de Mel hacia el caballo.
Intento pararles, pero este la arrastró hasta el caballo.
—Sueltame...irás a la cárcel por secuestro. La policía me buscara y...—en respuesta recibió una bofetada.
—Ya me cansé de tus parloteos...estate callada o olvidaré que eres mi salvación para regresar al clan—dijo maldiciendo.
Al entender que querían hacerla montar sobre el caballo se retorció negando.
—No, sueltame maldito...—Esta vez el hombre llamado Greg no aguantó y la abofeteó con tal fuerza que perdió el sentido y lo último que pudo oír fue las discusión entre estos.
—¿Donde demonios fui a parar...?.
continuará...
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