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Mi Deseo, Mi Elección (Trilogía Todo Es Posible Con Un Deseó #1 )

capítulo 1: Todo un comienzo

2018, Madrid.

Como era habitual, las carreteras estaban llenas y el autobús no avanzaba. La verdad era que ya estaba más que acostumbrada a todo ese lío, pero esa mañana simplemente no tenía ganas de hacer nada, ni estaba de humor. Mel maldijo cuando una señora la aplastó contra un hombre que estaba parado delante de ella.

La señora la miró con cara de pocos amigos.

—¿Te molesta algo?—le preguntó la mujer de mala gana.

Mel se limitó a negar con la cabeza, le quedaba poco para bajar y lo último que necesitaba era dolor de cabeza, pensó que para hacerla sentir mal ya estaba su jefe. Al llegar a su parada bajó del autobús soltando un suspiro de alivio.

—Dios...casi me ahoga esa mujer, en fin, otro día más —suspiró de nuevo mirando al gran edificio que estaba en la otra esquina y camino sin muchas ganas.

Cuando estaba por llegar, su móvil empezó a sonar y maldiciendo buscó su móvil en el amplio bolso, que se encontraba gastado y pasado de moda. Cuando tuvo el móvil entre sus dedos observó el número y suspiró.

—Genial, como no, sólo tardo unos minutos y ya está llamando—dijo llevándose el móvil a su oído—Sí...oh, Lori, sí, ya estoy llegando...bueno ya estoy aquí, te dejo—guardó el móvil con mal humor en el bolso y caminó hacia la puerta.

Se paró frente a la puerta y cerrando los ojos pronunció sus típicas palabras antes de entrar.

—Bien...primero respira, luego cabeza arriba y no olvides que nadie puede contigo.

Al entrar saludó a la recepcionista sonriendo.

—Buenos días, Lori.

La mujer le devolvió el saludo con una cálida sonrisa, como siempre.

—Mel,cariño,el jefe está que estalla. Más vale que subas a verle.

Mel dejó sus cosas, el abrigo y le dedica una sonrisa a la mujer.

—¿Sabes que Lori? Me extrañaría que algún día me dijeras que no está de mal humor.

La joven río con ganas al oírla.

—Sí, la verdad es que tienes razón. Bueno, aquí tienes la agenda de hoy—dijo entregandole una agenda llena de tareas.

Suspiro de frustración al mirar la agenda, sabía que ese día tenía mucho que hacer .

—Dime, ¿ya llegó la bruja?.

—Oh,tienes razón. Hoy no la he visto y eso que siempre está la primera para poder enterarse de los chismes, a saber que la retrasó—contestó Lori mientras ordenaba algunos papeles.

—Bueno, te dejo. Tengo que subir al infierno.

—Vale cariño, te veo luego. Tengo que fotocopiar unos papeles.

Mel asintió sonríendo y caminó hacia el ascensor. Justo cuando las puertas se iban a cerrar, una mano se puso en medio deteniendo el cierre del ascensor. Ángel apareció como siempre, recién afeitado, con su traje y su cabello bien arreglado.

—Oh, eres tú.

Se le borró la sonrisa al oírle decir eso.

—Mel...eres tonta, concéntrate—se arregló sus gafas mientras le miraba nerviosa.

—¿Dijiste algo?

Negó con la cabeza y apretó con fuerza la agenda contra su pecho intentando ocultar lo nerviosa que estaba. Ángel la miró con una sonrisa radiante como de costumbre.

—Te veo, Mika—con eso se fue sin mirar atrás.

Mel salió furiosa del ascensor.

—¿Mika? Ese creído me confundió con la bruja. Que tonta eres al creer que uno como ese te miraría algún día—se arregló el moño maldiciendo.

Al salir con prisas del ascensor sin querer chocó con alguien y al levantar la cabeza vio a su apuesto jefe con la cara seria.

—¿En que demonios estabas pensando de nuevo?—preguntó señalándola.

Mel le miró sin saber qué responder .

—Yo...perdón, no fue mi intención.

—Siempre la misma escena, llegas tarde y encima mira como vienes. Hoy tenemos una reunión con gente importante, ya te dije que esta empresa es muy importante, así que ponte otra cosa—Ésta le miró incrédula al oír lo que le pedía.

—Pero yo no puedo.

—¿Ah, no? ¿Por que ? Claro, si eres tan amable de responder.

—No traje nada, además me gusta como voy.

—Tú te pondrás lo que yo te diga, por algo soy el jefe, baja y que Lori te de algún vestido. En diez minutos te quiero en la sala de reuniones—ordenó antes de entrar a su despacho y cerrar la puerta, dejándola sin elección.

Mel suspiró y bajó de nuevo en el ascensor.

—¿Pero que se habrá creído que soy? ¿Un juguete?—se dirigió hacia la recepción, pero no encontró a Lori en su puesto. La llamó varias veces pero no había rastro de ella.

—Mel, querida— se dio la vuelta y vio a Mika con su ropa de trabajo, su escoba y su cabello recogido en una coleta. La muy bruja era guapa.

—Bruj...Mika, hola ¿Sabes donde está Lori?.

Esta la miró de abajo arriba con desprecio.

—Creo que fue a por unas aspirinas, le dolía la cabeza.

—Genial...¿qué haré ahora? — se dejó caer en la silla y miró a toda la gente que iba de un lado a otro.

—¿Necesitas algo?¿Puedo ayudarte?.

Mel la miró fijamente, de todas formas no le quedaba otra elección.

—El señor Matt quiere que me ponga un vestido para la gran reunión y me mandó aquí—dijo mientras limpiaba sus gafas.

—Ah...bueno, yo creo que sé donde están. Espera aquí, te traeré uno—vio como la mujer entraba en el almacén y buscaba entre unas bolsas.

—Bien, aquí esta. Espero que te guste.

Primero miró el vestido lleno de colores mezclados y luego miró a la mujer.

—No es un poco... ¿antiguo?

—¿Antiguo? Yo lo veo bonito.

Mel asintió mirando su reloj y al ver que era tarde se puso de pie dando un salto del susto.

—Joder, ya pasaron los diez minutos, el jefe me matará. Bueno, me lo llevo, gracias...Mika—dijo mientras salía corriendo.

—¿Gracias? Pobre ingenua, sólo quiero que llegue el momento en que te vean y se rían de ti—se burló tomando de nuevo su escoba.

Se puso el vestido con tanta prisa que no le dio tiempo de mirarse al espojo. Cogio su agenda y salió corriendo en dirección a la sala de reuniones.

—Hola, perdón el retraso, yo...—dejo de hablar al ver como los cuatro la miraban y vio que una mujer contenía la risa—Lo siento... —se sentó junto a Matt, notó como éste la miraba enfadado.

—Bien, como sabéis el nuevo producto que queremos sacar será muy bueno y de calidad. Os dejo con mi... secretaría—dijo señalandola con desprecio.

—Bueno, como sabrán ya tenemos los productos listos. Dentro de unos días saldrán al mercado y podremos ver si les gusta a la gente, aunque que creo que eso será obvio—hizo una pausa por si alguien tenía alguna pregunta.

—No serán iguales a ese vestido horrible ¿verdad?.

Mel miro con odio a Ángel,y haber pensado que era un buen hombre, que ingenua. Matt se puso de pie, ya estaba cansado de esa reunión.

—Bueno, la reunión se terminó, Ángel analiza los productos y luego tráemelo al despacho.

Ángel asintió sonriendo, recogió sus papeles y antes de salir le guiño un ojo a Mel mientras salía riendo.

—Bien ¿Me puedes explicar que demonios te entró en la cabeza para vestir un vestido así?—la señaló entera con desprecio.

—Tú me dijiste que bajara a por un vestido.

—Te dije que te pusieras un vestido decente, no que te vistieras de payasa—maldijo cuando lo decía.

—¿Cómo? ¿Payasa? A mi me parece bonito y...—pero Matt no la dejó hablar y la sujeto del brazo con fuerza.

—Si no fuera que te necesito por lo lista que eres en el trabajo, ya estarías en la calle. Ahora baja y quítate ese estúpido vestido, y hazme la lista de las reuniones que tendremos mañana—dijo con frialdad.

Mel asintió dirigiéndose a recepción. En el camino pudo notar como todos la miraban y murmuraban entre ellos, sintió ganas de llorar, pero no quería darles esa satisfacción. Cuando se encontró con Lori, su amiga la miró y no pudo evitar fijarse en su vestido.

—Por Dios ¿por qué llevas ese vestido puesto?—dejo los papeles que tenía y la miró sorprendida.

—El jefe me dijo que me pusiera algo decente y me pidió que bajara aquí, cuando baje no estabas y estaba Mika, y ella me dijo que me ayudaría—dijo limpiando las lágrimas de la cara.

—Oh Mel, sabes que esa bruja no te ve ni en pintura. Desde que le estropeaste la cita con ese hombre.

—Sabes bien que no lo hice aposta, yo solo le dije lo que veía en él, y ya sabes lo que pasó después, ella lo empezó a despreciar y justo apareció detrás. Oh, qué humillación, esto es horrible—se dejó caer en la silla sin poder contener el llanto.

—Amiga, no dejes que te vean así. Además estamos Luis, Marta y yo contigo.

—Tienes razón. Iré a cambiarme y hablaré con Marta sobre el nuevo producto, me va a matar. Cada vez quiere cambiar algo.

—Bien, esa es la actitud. Entonces te veo en la salida.

Mel se cambia y se pone su blusa simple, una chaqueta y la falda que solo dejaba ver los tacones negros. Entra al despacho de imagen y vio a Marta dando órdenes como siempre.

—Te dije que así no, ponlo como esta de aquí, vamos—dijo señalando unas fotos.

—¿Interrumpo?—dijo desde la puerta.

—Oh, Mel, pasa,ya sé que tu solo vienes por aquí cuando Matt se le ocurrió otro diseño—dijo mientras cogía unos papeles.

—Bien, parece que lo conoces bien. No le gusto la imagen en el último momento y me pidió que te diera esta—dijo entregándole una carpeta.

—Oh, sí que viene detallado. Podría haberlo dicho antes, puesto que ya terminé el otro.

—No lo supe hasta hoy, pero seguro que lo tendrás todo a tiempo. Por algo te llamamos la gran diseñadora de esta empresa—sonrió mientas se colocaba las gafas.

—Oh, gracias cariño, a ver que sale. Tom, toma estos diseños y empieza a trabajar en ellos—le dio los diseños al joven, Mel se fijó que siempre llevaba una camara en su cuello y sonrió.

—Bueno, te dejo. Hoy tengo que irme antes si quiero llegar a la cena familiar.

—Claro, la famosa cena familiar, ¿soy yo o cada año lo hacéis?.

—Sí, todos los años. Bueno, que te vaya bien.

Mel recogió sus cosas y se dirigió a recepción para despedirse de su amiga antes de irse, pero para su mala suerte se encontró a Mika en el pasillo.

—Mel ¿Qué tal te quedo el vestido? —pregunto con una sonrisa claramente de burla.

—Me fue bien—apretó la agenda con fuerza contra su pecho, era lo que  hacía siempre para controlar su ira y no meter la pata.

—Ya, por eso oí por ahí que el jefe le echo un buen sermón a una tal mujer vestida como...¿Como me dijo este que la definió? Oh, si, como una payasa—dijo riéndose.

Está no pudo aguantar y cuando quería responderle, Lori apareció a su lado. Puso su mano en su su hombro y negó con la cabeza.

—Mika...no tienes plantas que limpiar, porque si estás libre podría decirle al jefe que te ponga más trabajo—dijo mientras cogía el teléfono.

—No hace falta, tengo suficiente—antes de irse miro a Mel con todo el rencor del mundo.

—Bruja, es una víbora—maldijo golpeando el suelo con la punta del tacón.

—No le hagas caso a sus tonterías, solo quiere verte mal. Bueno ¿ya te vas?.

—Si...tenemos la cena familiar, te veo mañana.

Cogió su bolso, metió la agenda y cogiendo su abrigo se despidió de su amiga dándole un beso en la mejilla.

—Adiós.

Salió y se fue caminando hasta la parada, justo cuando llegaba vio su autobús pasar, intentó correr, pero tropezó con algo haciendo que pierda el equilibro. Maldijo al ver su bolso abierto y todas sus cosas en el suelo.

—Joder, es que nunca me me pasará algo bueno—maldijo mientras recogía las cosas y las ponía en el bolso. Espero hasta el siguiente autobús, llegó a la casa de su madre y miró la casa donde había pasado toda su infancia, su hermana Camila abrió la puerta y la vio en el jardín.

—¡Mel! ¿Que haces ahí?.

—Nada ¿Ya están todos aquí?—preguntó mientras la abrazaba.

—Casi, faltan la abuela y el abuelo—respondió mientras colgaba el abrigo de ésta.

—¿Donde esta mamá?.

—¿Donde crees? En su famosa cocina.

—Ire a verla.

Entró a la amplia cocina y vio a su madre sacando del horno un rico y delicioso pollo. Ésta la abrazó por detrás y la besó en la mejilla.

—Que bien huele.

—Mel, ya estás aquí. Cariño me alegra verte bien—le dio un fuerte abrazo.

—¿Te ayudó en algo?.

—No, ya solo me falta la ensalada, en un segundo la hago—dijo sonriendo mientras le acaricia la mejilla con ternura.

—Mel ¿Has estado llorando?—preguntó mirándola con preocupación.

—¿Llorando? No, solo me habra entrado algo en los ojos. Bueno te dejo terminar, ire a ver a los demás.

Antes de entrar suspiró intentando sonreír lo mejor que podia, vio su hermana sentada en el sofá con su móvil. Su abuela hablando con su padre y su abuelo estaba leyendo un periódico.

—Hola a todos—saludó sonriendo y dando un abrazo a todos—. Os quiero a todos un montón.

—Como que hoy estás un poco sentimental—sonrió su hermana con picardía mientras la abraza.

André sonrió mientas daba un sorbo a su café.

—Ven con papá—Mel se sentó junto a su padre sonriendo—. ¿Todo bien en el trabajo?.

—Trabajo...si, estupendamente bien—intentó sonreír para poder contenerse. Aunque en algunos momentos solo quería abrazarle, empezar a llorar y así sacar todo de dentro, pero si lo hacía... quizá ella se sentiría bien, pero sus padres estarían preocupados y no quería hacerles sentir mal.

—Mel ¿No estas oyendo? Tu móvil esta sonando.

Ésta buscó el móvil en el amplio bolso y maldijo al no encontrarlo, cuando por fin lo encontró miro la pantalla y dudo por un momento.

—¿No vas a responder?—preguntó su abuela Rita.

Mel asintió y respondió sonriendo.

—Si.

—Ah,hola Mel. Soy Mika.

—Si,se que eres tú ¿Que quieres?—preguntó mientras se disculpaba y salía al pasillo.

—Bueno, es que Marta tuvo un problema con las imágenes y se quedó tarde aquí.

—Oh, yo no puedo venir ahora. Dile que mañana vendré y...

—Mel, ella estará en problemas si no termina el trabajo. Ademas ya sabes cómo es el jefe, seguro que la echa de patitas a la calle—dijo esperando que esta se tragara el cuento.

—Bueno...tampoco quiero que le pase eso—dijo mienrando a su familia—. Bien, estaré ahí en media hora.

Mika observó a unos hombre cuando colgó.

—Bueno chicos ya habeis oído—dijo mirando a los dos hombres de negro—. La quiero muerta de miedo, le enseñaré a esa que les pasa a las simplonas que intentan arruinarme. No quiero tonterías—les advirtió dándoles un sobre con dinero.

Uno de ellos asintió con la cabeza mientras abría el sobre y empezaba a contar el dinero.

—Puedes ir a tu casa tranquila, esa mujer tendrá lo que se merece—dijo uno mientras sacaba una navaja.

Mika sonrió y subió al coche.

Mel entró al salón y miró a su madre.

—Yo... tengo que salir—dijo mientras guardaba su móvil en el bolso.

—¿Irte? Pero si hoy es la cena familiar. Tenemos que estar todos—dijo su madre si poder creerlo.

—Lo se mamá,pero al parecer una amiga del trabajo tuvo un problema y es urgente que vaya. Solo será un rato,volvere enseguida—prometió mientras se ponía su abrigo.

—Tienes razón hija, el trabajo y los amigos son también importantes. Pero no olvides que la familia lo es todo—dijo su abuelo mientras le acariciaba la mejilla.

—Abuelo...gracias, se que siempre podré contar con todos vosotros—dijo conteniendo las lágrimas.

—¡¡Oh, abrazo de familia!! —grito Camila.

Abrazo a todos y dio las gracias a dios por tener esa maravillosa familia.

—Bueno, cuando vuelva quiero un poco de todo, comeré todo.

Se paró en la puerta para ponerse sus zapatos, cuando se dispuso a salir oyó unos pasos detrás de ella y al girarse vio a su abuelo Paco.

—Mel.

Simplemente lo abrazó sin decir nada.

—Mi niña, sabes que puedes contarme lo que sea.

—Lo sé abuelo, siempre puedo decirte todo.

—¿Algo que quieras decirme?.

—Si, que te quiero un montón abuelo.

—Mi niña, Yo también. Bueno quería darte esto después de la cena, pero ya que quiza no llegues. Te lo daré ahora —dijo mientras sacaba del bolsillo de su abrigo una mini agenda.

—Lo vi en una tienda, ¿te conté de mi viaje a escocia? Un lugar maravilloso digno de ser visitado. Bueno, cuando fui de compras vi esta mini agenda, el hombre de la tienda me dijo que era muy especial. Nose en qué, pero se que te gusta escribir, quien sabe quizá quieras escribir lo que más anhelas o tus deseos.

Mel cogio la mini agenda sonriendo

—Abuelo...es preciosa. Gracias—y se despidió mientras le da un beso en la mejilla para luego  salir  en dirección a la parada.

—Espero que toda esa tristeza y dolor, que veo que intentas guardar detrás de esa sonrisa algún dia pueda desaparecer y que solo quede la felicidad y el amor—dijo mientras veía a su nieta cruzar la esquina.

Mel llegó justo a la parada para coger el bus, se sentó en el último asiento y miró por la ventana. De pronto recordó la mini agenda, abrió su bolso y cogio la agenda.

—Algo que desee...—pensó mientras cogía un bolígrafo y abría la agenda.

—Bueno...nadie lo verá, que más da poner una tontería, bien ¿qué desearía una mujer como yo?—pensó mirando por la ventana y sonrió al recordar el año pasado cuando entro con su hermana a una librería y mientras su hermana veía libros de romance erótico. Ella solo se fijó en una estantería de romance y sobre todo en el libro de título hinglander, lo leyó por encima y comprendió porqué a tanta gente le gustaban leer ese tipo de libros. Al principio lo quería dejar ya que en algunas escenas eran de guerra, sangre, pero vio también el amor del hombre por la mujer y sintió envidia de ella por tener a ese hombre que aunque era rudo y mataba sin piedad, la amaba como nada en el mundo y por un segundo ella también deseó tener a alguien que la amara de igual forma.

—Perdone ¿no me oyó?—una mujer rubia la estaba mirando con seriedad.

—Perdón ¿dijo algo?.

—Le dije que se le cayó la agenda—dijo la mujer señalando debajo de un asiento su mini agenda.

—Oh, gracias—se levantó recogiendo su agenda y sonrió a la mujer dándole las gracias de nuevo.

—Bueno..., me quedan dos paradas más. A ver...—abrió la mini agenda y se puso a escribir.

—Deseo poder tener un hombre que no solo vea mi cuerpo, mi vestimenta o mi físico. Sino un hombre que me quiera como soy, que me ame de verdad y sobre todo que jamás nos separe nada. Ojala pudiera tener a un hombre como el del libro que leí, por dios ¿qué mujer no desearía tener un hinglander a su lado?—dejó de escribir al notar que se acercaba a su parada, volvió a guardar la mini agenda en el bolso.

Bajó del autobús y caminó hasta la empresa, pero por alguna razón sintió que alguien la estaba siguiendo. Al pararse y mirar asu alrededor no vio a nadie, sacudió la cabeza y siguió caminando. Antes de llegar a cruzar la calle vio a dos hombres apoyados en un banco, paso sin mirarlos, pero uno le cortó el paso.

—Pero mira que tenemos aquí.

Mel lo miro y vio que el hombre no tendría más de veinticinco años, dos más que ella, llevaba unos vaqueros gastados y una sudadera negra y lo que más la alarmó es que llevaban oculta sus caras. Intentó pasar, pero el otro hombre la sujetó por el brazo.

—Oh, ya te cansaste de nosotros que ya te quieres ir —dijo mientras su mano presionaba con más fuerza su brazo.

—Miren...déjeme ir, les daré el bolso—dijo señalando su bolso.

—¿Bolso? ¿Quién te dijo a ti que queremos tu bolso?

—Entonces...¿qué quereis?—empezó a asustarse .

Uno de los hombres la cogió de la barbilla y sonrió.

—Mmm...pasar un rato contigo—Mel apartó su cara de la mano de éste asqueada al entender lo que quería decir.

—Maldito...antes prefiero morir que dejar que me toques.

Los dos hombres se miraron y estallaron en risa.

—¿Pero quién te has creído? ¿Una super modelo? Mírate, con esas ropas horribles, ese bolso que parece sacado de hace siglos y esas cara de amargada que te hace más vieja que mi abuela .

—Bueno, entonces dejadme ir.

—¿Dejarte ir? no, no antes de enseñarte que no tienes que meterte en la vida de los demás —el hombre mas joven sacó una navaja de su bolsillo y se avalanzo sobre ella .

—Yo que tu me quedaría calladita, si no quieres que tu familia te encuentre muerta—Mel asintió temblando

—¿Por qué hacéis esto?

—Digamos que por diversión, bien basta de hablar. Tú sujetala bien, le daremos una lección que jamás olvidará.

El joven la sujetó con tanta fuerza que Mel no pudo contener el grito de dolor, no aguantó y gritó de nuevo más fuerte. El hombre la sujetó del moño y la atrajo con fuerza.

—Maldita, cállate o juro que te mato—Mel asintió aguantando las lágrimas.

Vio que el hombre le subía la falda y palideció al entender cuál seria esa lección y por un momento se quedó en blanco.

—Vamos Mel...piensa ¿qué es mejor?¿Ser violada o hacer algo aunque te cueste la vida? —se dijo a sí misma.

Mel miró al hombre que estaba ocupado quitándole la falda y viendo que estaba distraído, no sé lo pensó dos veces. Levantó su pierna y piso con toda su fuerza el pie del joven que la tenía sujeta haciendo que este pierda el equilibrio y empuje a su compañero. El hombre  maldijo mirándola con mirada asesina y supo que si no salía corriendo ese hombre la mataría .

Sin pensarlo más salió corriendo, pero al pasar a su lado, este la sujetó del tobillo haciéndola caer, gritó de dolor al caerse al duro suelo y golpearse el brazo. El hombre se levantó encima de ella y la sujetó del cuello.

—Esto te costará tu vida ¡¡zorra!!—vio como cogía la navaja, Mel le sujetó la mano. Pero el hombre tenía más fuerza y le hizo una pequeña herida en el cuello, gimio al sentir la sangre y como si eso la hubiera despertado golpeó al hombre en sus partes bajas con su rodilla y salió corriendo. Siguió corriendo sin saber en que dirección ir, se le cayó la agenda y se detuvo maldiciendo para recogerla, apretando con fuerza la agenda contra su pecho siguió corriendo. Miró hacia atrás para ver si la seguían sin darse cuenta de que se estaba acercando a una calle prohibida por obras, al darse cuenta ya era demasiado tarde y tropezó cayendo un uno de los agujeros. Sintió el dolor pasar por todo su cuerpo al golpearse contra el duro suelo.

—Ayuda.. Por favor...

Pudo ver como los dos hombres la miraban maldiciendo.

—Ahora tienes tu merecido, zorra.

—Si, espera ahí hasta que venga alguien y te ayude—dijo el otro riendo.

Mel gimió intentando levantarse.

—Ah... que alguien me ayud...—pero al levantarse perdió el equilibrio y al caerse se golpeo con una roca perdiendo el sentido.

Cuando recobro la conciencia oyó unas  voces y un lenguaje raro, intento levantar la cabeza pero el dolor no la dejo y gimió.

—Jefe, parece que la mujer ya despertó—dijo el hombre.

—Bien... échale agua fría, asi despertará mejor—el hombre cogió un cubo lleno de agua fría y sin más se lo echo encima.

Mel sintió un frío horrible cuando le echaron el agua, abrió poco a poco los ojos temblando del frío. Miro el cielo nublado y cuando giro la cara vio a dos hombres, uno era alto y musculoso y con ropas raras y lo más extraño era el kilt que llevaba ¿Desde cuando los hombres se ponían eso?.

Esta se fijó en él otro, llevaba lo mismo que el otro y también se fijó que los dos llevaban espadas grandes colgadas en la cintura, sintió miedo al ver eso.

—¿Que hacías tú sola en estos alrededores? —preguntó el hombre que parecía mayor , de unos cuarenta años. Al sonreír vio sus dientes descuidados y negros.

—Jefe, seguro que se habra escapado de alguna parte, solo mírala—la señaló el otro hombre más joven.

No podia pensar en nada con el dolor de cabeza y su brazo dolido.

—¿Qui...quiénes sois?—logro decir.

—Jefe ¿Qué hacemos con ella?—dijo el joven sonriendo y mirándolo fijamente.

—Bueno, tampoco es una belleza pero nos servirá en nuestro plan. Si la entregamos al clan Duncan podremos hacer un trato—dijo mientras la estudiaba detenidamente.

—Pero jefe ¿Qué haran con ella? El clan tiene muchas mujeres y yo diría que más guapas que...esta mujer. Además , el nos dijo claramente que no volviéramos, nos desterró,¿recuerdas?—le recordó el joven.

Mel no entendía nada de lo hablaban esos dos, intentó levantarse y miró a los dos hombres.

—¿Qué hablais? ¿Cómo me sacasteis del agujero?—dijo poniéndose despacio de pie.

—¿Una inglesa? Da las gracias a dios que te sacamos de ahi. Tu te irás con nosotros—el hombre de los dientes horribles la cogió del brazo con brusquedad.

—¿inglesa? Yo no soy una...joder. Sueltame, me haces daño—intentó escapar de su agarre pero él era más fuerte.

—Jim, trae el caballo, al parecer está mujer nos dará dolor de cabeza. Asi que mejor llevarla antes de que me saque de mis cabales—dijo tirando de Mel hacia el caballo.

Intento pararles, pero este la arrastró hasta el caballo.

—Sueltame...irás a la cárcel por secuestro. La policía me buscara y...—en respuesta recibió una bofetada.

—Ya me cansé de tus parloteos...estate callada o olvidaré que eres mi salvación para regresar al clan—dijo maldiciendo.

Al entender que querían hacerla montar sobre el caballo se retorció negando.

—No, sueltame maldito...—Esta vez el hombre llamado Greg no aguantó y la abofeteó con tal fuerza que perdió el sentido y lo último que pudo oír fue las discusión entre estos.

—¿Donde demonios fui a parar...?.

continuará...

capítulo 2: En un pozo oscuro

1620, Escocia.

Mel despertó asustada al oír el sonido de un fuerte estornudo.

-Jefe ¿Crees que nos dará problemas al llegar?-Dijo Jim mirando a su jefe con un poco de temor.

-No lo hará, si lo hace la mataré sin piedad-respondió éste.

Los oyó hablar de nuevo en ese lenguaje raro y si la memoria no le fallaba era el mismo lenguaje que su abuelo habló una vez. Le dijo que aprendió algunas frases en escocés, pero ella no estaba en Escocia, ésta intentó moverse pero sus manos estaban atadas.

-Joder tengo que escapar de estos dos locos-Maldijo intentando moverse.

Mel con cuidado y sin hacer ruido siguió intentando desatarse, maldijo por la dificultad. Después de unos minutos logró desatarse las manos .

-Tomaremos un descanso cuando crucemos el bosque-Le dijo Greg.

Al verlos distraídos supo que esa sería su única oportunidad.

-Dios...jamás pensé encontrarme en una situación así-dijo cerrando los ojos y sin más salto del caballo.

-Maldita perra...¡¡no escaparas!!-gritó Greg mientras bajaba de un salto del caballo.

Se giró y pudo ver al hombre siguiéndola como un loco, ésta maldijo y siguió corriendo sin saber adónde ir, al intentar esquivar un árbol se cayó y su tacón se rompió.

-No, ahora no es tu momento...maldita suerte-Tiró el tacón y siguió corriendo por el amplio sendero lleno de nieve.

-No podrás escapar ¡¿me oyes?! -oyó el grito desde lejos y maldijo por el cansancio y su brazo dolorido.

-Dios...ayúdame...que no me alcance.

Siguió corriendo en el montón de nieve y temblando de frío por sus pies congelados. Pero era morirse de frío a dejar que ese asqueroso mal oliente la sujetara de nuevo, encima no tenía idea de donde estaba ni que era ese lugar.

-¡Ah!-Gritó de dolor al tropezar contra una roca que estaba tapada por la nieve y maldijo por su suerte.

Se levantó dolida, pero una mano como el hierro le dio de lleno en la espalda, está cayó con un grito de dolor y por un segundo sus pulmones no pudieron coger aire.

-Zorra, te dije que te sujetará, si no fuera porque te necesito te mataría ahora mismo. Pero ya tendré esa ocasión cuando el laird se canse de tí-Dijo éste poniendose encima de ella y sujetando la con fuerza intentó besarla.

Mel sintió su mal olor y quiso vomitar, su mano busco la piedra de antes y sin pensarlo le golpeó con toda su fuerza en la cabeza , oyó como el hombre se apartaba retorciendose de dolor.

-Eso para que sepas que las mujeres no somos débiles...imbécil-dijo poniendose de pie.

Sin perder tiempo empezó a correr de nuevo, se paró a medio camino ya que no podia seguir más por el dolor del pie y el brazo.

-Ah...parece que los perdí-se recostó en un árbol y sin más lloró, lloraba por su estupidez, por su trabajo y por todas las cosas que le pasaron y no pudo llorar-¿Que voy a hacer ahora?.

Miró a su alrededor al oír unos gritos cercanos y se escondió detrás del árbol como pudo.

-¡Te dije que no nos iremos sin ella!

-Jefe, seguro que ya estará lejos. Ademas, podemos encontrar otra para el laird-Le propuso Jim ya cansado de correr.

-Creo que no me oíste bien ¡¡la quiero a ella!! Juro por mi honor que la encontraré, cuando quiero algo siempre lo consigo-Dijo buscando con la mirada por los alrededores.

-En eso tienes razón jefe ya que por tu..."siempre lo consigo todo" nos desterraron del clan como perros-Se burlo este metiendo su espada en su lugar.

Greg puso su espada contra el cuello de éste.

-Cuidado con lo que dices Jim...quizá seamos colegas, pero jamás nadie me ha ofendido y ha vivido para luego burlarse de ello-bajo la espada y lo empujó contra el árbol.

-Ahora busca a la mujer ¡vamos!

Mel se quedó temblando en su sitio y rogó a dios a que no la encontrarán.

-Tengo que salir de aquí...si no me verán.

Ésta caminó despacio sin hacer ruido y salió del lugar. Pero gritó al chocar con el joven, intentó correr pero este sacó su espada.

-¿A dónde crees que vas? Yo que tu no me movería-Dijo acercándose hacia ella.

Ésta se puso nerviosa y buscó algo con lo que defenderse, al no encontrar nada maldijo por lo bajo. Jim sonrío al ver que no tenía escapatoria, Mel solo pudo hacer lo que siempre vio que las amantes de su jefe hacían con él .

-Oh, al parecer has sido más listo y rápido que tu jefe, eres fuerte-Le dijo ofreciéndole la mejor sonrisa que le permitió su estado.

-De...¿de verdad? Oh, bueno, suelen decírmelo muchas mujeres, pero solo intento no molestar a Greg-Respondió apartando la espada y sonriendo como un tonto.

-Pues lo tienes justo detrás de ti.

El joven se volvió asustado pero no vio más que los arboles.

-No era...¿Pero dónde...?-éste palideció al no verla al girarse y empezó a buscarla frustrado al saber que fue engañado.

-Jefe yo...-antes de que terminara su frase Greg le dio un puñetazo que le dio de lleno en la barbilla haciendo caer al joven .

-Eres un inútil ¡una mujer pudo reírse de tí! No sirves ni como guerrero ni como hombre-Le empujó de nuevo al ver que se levantaba.

Mel se paró para respirar.

-Joder...¿Es que no hay un pueblo o algo aquí?.

Siguió caminando mientras arrastraba el pie, ésta al levantar la cabeza vio a lo lejos humo y sonrió pensando que sería alguien. Caminó hacia el lugar con la esperanza de encontrar ayuda.

-Por fin alguien -Dijo cansada de tanto correr.

-¡Tú!

La voz sonó por todo el bosque y supo de quien era. Al girarse su cara palidecio y empezó a temblar.

-¿Es que no puedes irte ya a la mierda? mira que no se cansa-Maldijo y aguantando el dolor del pie corrió por su vida.

Greg y con Jim siguiéndolo detrás , la vio corriendo y gritó de furia y corrió tras ella. Mel corrió hacia donde el humo, pero por su pie herido se cayó en la nieve y lloró de frustración.

-Te cogí...perra del demonio y está vez no te me escaparas-Éste la cogió del del cabello bruscamente haciéndola ponerse de pie.

Mel gimió de dolor cuando éste tiró con fuerza de su cabello .

-Ah...sueltame, no te saldrás con la tuya. Se lo diré todo a la policía y jamás podrás salir de la cárcel -Dijo retorciéndose para liberarse.

-¿Poli...que? Acaso es un amante tuyo, por que si lo es ya puedes despedirte de verle, ahora serás la amate de nuestro laird-Dijo mientras le acariciaba la mejilla.

Mel miró el lugar de donde salía el humo y pensó que no le quedaba más que arriesgarse y correr hacia ahí, ya que solo así podría salvarse de las garras de aquel monstruo de hombre.

-Mmm... bien, ire contigo. Pero no me pongas tus manos encima o...se lo diré a tu laird-Lo amenaza mirándole fijamente.

-Perra...si no fuera por que te necesito ya te habría dado tu merecido. Bien andando-Éste la soltó empujandola en la otra dirección.

Aprovechando esa oportunidad ella salió disparada sin importarle el dolor del pie. Llegó al lugar y vio a dos hombres sentados jugando a las cartas, Mel sintió alivio.

-No te muevas-Greg la sujetó del brazo dolido y la atrajo hacia atrás bruscamente.

-Sueltame ¡socorrooo!- gritó a todo pulmón.

-Cállate, harás que nos maten. Estúpida mujer, no ves de que clan son-Señaló éste, por primera vez vio el miedo en Greg y sintió satisfacción por ello.

-Sueltame o grito-Le amenazó sin más.

-¿Ah sí? ¿Crees que puedes darme órdenes? -Dijo hundiendo su mano en su brazo y mel gimió dolida.

-Que me sueltes-dijo intentando soltarse de su agarre.

-Greg...joder nos han visto-señaló el joven con miedo.

Está miró a los dos hombres que se acercaban con sus espadas en alto y con cara de pocos amigos. Supo que esos no eran mejores que los que la seguían.

-Maldita, mira que has hecho. Si salimos de esta juro por mi honor que te daré un buen castigo-la amenazó Greg mientras con una mano la sujetaba y la otra la pone sobre su espada.

-¿Honor? Hasta que lo tengas primero -dijo sin poder moverse al ver a los dos hombres acercarse.

Greg maldijo y miro a Jim, no tenían salida. Estaban en el campamento del clan Mackenzie, el clan enemigo del suyo y uno de los más temidos de toda escocia. Maldijo al recordar lo que decían sobre el jefe de ese clan, de que era un guerrero sin pizca de piedad.

-Jefe, sino hacemos algo nos matarán al saber quién somos -dijo Jim.

Mel miro a los dos hombres que la sujetaban y sonrió al ver el miedo en sus caras, sobre todoel que la tenía agarrada.

-Parece que tenéis miedo.

-Al parecer, tú no sabes quién son esos hombres. Puedes estar segura que ellos son mucho peor que nosotros -le susurró Greg al oído.

Los hombres llegaron donde estaban y les miraron a los tres.

-¿Que hacéis aquí?-dijo uno de los hombres.

Lo que llamó su atención fue que el color del tartan de esos hombres no era igual que el de los otros.

-Eh, nosotros vamos hacia nuestra casa, solo nos perdimos por el bosque-dijo Jim sonriendo.

-Si, disculpad las molestias-dijo Greg tranquilamente.

Mel se quedó mirando a los dos hombres que sonreían como dos bobos, los otros dos hombres fijaron la mirada en ella.

-¿Es eso cierto mujer?-dijo el hombre.

-Yo...

Miró a los cuatro hombres y supo que ninguno la iba a ayudar y si no hacía algo acabaría muerta o volada. Esta rodea el brazo Greg sonriendo.

-Claro...es eso...--esta despacio y sin que Greg se de cuenta saco la espada.

Se echo hacia atrás apuntando a los cuatro hombres con la espada.

-Ahora todos...atrás y...nadie saldrá herido-sus manos temblaban de miedo.

-Maldita mujer, deja esa espada o nos matarán-rugió Greg fuera de sí.

Pudo ver como los otros dos hombres se cruzaban de brazos y la miraban ríendo.

-Deja de jugar con esa espada, podrias herirte-dijo el hombre más joven.

Mel sintió una furia inmensa al ver que estos en vez de tener miedo se reían de ella.

-Yo que vosotros no estaría tan segura, puede que vosotros seáis los que salgan heridos-dijo apuntado a los dos hombres.

Estos la miran sonriendo y la rodean sin dejar de reír.

-Creo que habéis hecho mal en pasaros por aquí, bueno. Tendremos que echaros como es debido ¿verdad amigo? -dijo este sacando la espada de su cintura.

-Tienes razón, ya tuvimos bastante de vosotros y de esa mujer loca, además si el laird vuelve y os ve aquí de seguro os mata o...quien sabe, nadie sabe como piensa estos días-dijo el hombre sonriendo y encogiéndose de hombros.

Mel no sabía que demonios decían esos imbéciles, pero si se quedaba allí, podrían matarla o algo peor.

-Yo...no temo a nadie-maldijo por su mentira, pero era mentir o que supieran el miedo que tenia.

-Mujer estúpida,perdonen a mi...hermana, ella algunas veces no sabe cuando hablar y cuando callar-dijo Greg marcando la última palabra .

-Bueno, fuera de aquí y...llévate a tu hermana loca a otra parte-dijo el hombre seriamente.

-Yo no me iré con...-ésta no llegó a terminar ni la frase cuando oyó un ruido de una flauta o lo que fuera ese ruido.

-Creo que es demasiado tarde,el laird a vuelto...el sabrá que hacer con vosotros-dijeron apuntando los de nuevo con la espada.

Mel noto como Greg temblaba y Jim no era mejor que él, por un momento se paró a pensar en que quizá ese hombre era peor que un monstruo ya que hasta estos no podían ni moverse del miedo

-Dios, tengo que escapar de aquí.

Sin pensarlo más, soltó la espada y salió corriendo hacia el otro lado del bosque.

-Maldita...ve a por ella-dijo este empujando a Jim.

Mel corrió como pudo con el dolor del pie, al mirar hacia atrás vio al joven siguiéndola de cerca.

-Joder...es que no me dejaran en paz.

-Mujer estúpida ¡¡hay trampas ahí!!!.

Pero no le llegó a oírlo y se adentró más en el bosque, al darse la vuelta para ver si la seguía sin ver que había un agujero en el camino, se cayó dentro por segunda vez.

-Ah...dios, no de nuevo-dijo frotándose el pie herido.

-Te avisé, pero te lo tienes merecido-dijo Jim asomándose.

Jim oyó el ruido de los caballos y al mirar, palidecio al ver quien iba enfrente de los otros dos hombres. Era Rolf Mackenzie, el hombre más temido de toda escocía.

-Joder...mejor me voy de aquí -miro a Mel con pena-. Eres tonta mujer, si hubieras venido con nosotros te hubiera ido mejor...Rolf no tendrá piedad de ti.

Mel oyó que este corría para escapar de ese tal Rolf, intentó salir de ahí pero era inútil.

-¡¡Maldición!!.

Oyó unos pasos y de nuevo ese lenguaje raro de la antigua escocia.

-¿Así que tu eres quien no teme a nada ?-dijo Rolf.

Mel alzó la cabeza y se quedó mirando al hombre que la miraba con una mirada dura y sin emoción, se fijó que el hombre era más alto y musculoso que los otros y que Greg. Miró su cabello de color azabache que le llegaba hasta los hombros y sus ojos de un color verde cristal, que con solo una mirada podrían hipnotizar a cualquier mujer. Se recompuso negando por las tonterías que pensaba.

-Genial, estoy en un maldito agujero y en vez de querer salir ¿pienso como es ese hombre? Mel, eres imposible -dijo en bajo para si misma

-Creo que hice una pregunta clara,¿qué hacías cerca de mis tierras?-Le preguntó con frialdad.

-¿Tú quien eres?-preguntó mirándole fijamente.

- Dentro de poco seré tu peor pesadilla, sino me dices quién eres y qué hacías en mis tierras-la amenazó sonriendo fríamente.

Capítulo 3: Mirada diabólica

Mel se quedó mirando al hombre de ropas raras, se fijó que se parecían a las fotos que vio que su abuela tenía. Pero su abuela le dijo que esa vestimenta de tartán, faldas y los kilt se llevaban hace muchos siglos. ¿Entonces que demonios hacían esos hombres vestidos así?.

—¿Me estás oyendo, mujer? —la voz del hombre no sonó nada amable.

—Yo creo que hasta los de la otra montaña te oyeron, no soy sorda—dijo esta intentando levantarse.

—¿Qué hacías con ese miserable de Greg...acaso os envío Duncan? —él hombre estaba en una postura de"yo mando aquí".

—No sé quién es ese tal Duncan, y si te refieres a ese cerdo llamado Greg tampoco le conozco. Los muy cerdos querían secuestrarme—dijo mientras se apoyaba en la pared.

—¿Vas a quedarte ahí mirándome? Ayúdame a...

Pero este dio media vuelta y miró a uno de sus hombres, oyó como le decía algo en ese lenguaje extraño. Mel se fijó que el joven de su edad la miró un momento y luego volvió su atención al hombre, supo que o salía de ahí o moriría a manos de estos salvajes. Por Dios, ¿es que nadie se había dado cuenta de su desaparición? Ni su madre o en el trabajo. Ella ama su trabajo, ningún día faltaba ni aún cuando estaba enferma.

El hombre llamado Rolf se volvió hacia ella y la miró durante un rato, para luego agacharse y mirarla sin emoción alguna.

—Tienes dos opciones, primero ¿Quién te envío aquí y con qué propósito? Segundo, te quedas ahí hasta morirte desangrada o por algún animal salvaje ¿Te ha quedado claro?—se levantó sacudiendo la nieve de su tartán.

Mel jamás vio una sonrisa con doble efecto, por una parte sexy y por otra diabólica. Ésta se lo pensó mucho, pero si salía quizá éstos le hicieran daño, miró al hombre sonriendo.

—Bien...ya que le dije que no sé nada y no vengo de parte de nadie, creo que elegiré la segunda—Maldijo por ser tonta y terca.

—Bien, como la dama deseé, espero que disfrute su nueva...tumba—sin mirarla de nuevo dio media vuelta y se fue.

Mel lo vio desaparecer y los dos hombres le siguieron, oyó el aullido de los lobos haciendo que se asustara.

—Oh...Mel, cuando aprenderás a cerrar la boca, ahora como salgo de aquí...se supone que soy una mujer lista...piensa...piensa.

—¡¡Vale, diré todo, solo vuelve!!–grito a todo pulmón.

Maldijo al ver que ya se habían ido, pero una risa la hizo levantar la cabeza y  vio  a Rolf mirándola, supo que se lo estaba pasando de lo lindo viéndola ahí tirada y se sintió humillada.

—Bien... te escucho—dijo bruscamente.

—No soy tan tonta, ¿quién me dice que cuando te diga toda la verdad me saques de aquí?

—No tienes otra opción—dijo encogiéndose de hombros.

—Si que la hay...si quieres saber la verdad primero me sacas de este maldito sitio.

—Está bien... pero si intentas escapar o...

—¿Escapar? ¿Te estás riendo de mí?...mírame tengo un pie roto, el brazo  y la cabeza machacados por tanto jaleo en un día ¿Todavía sigues pensado que me escaparé?—dijo extendiendo su mano hacia él.

Pero Rolf en vez de coger su mano y subirla, salto dentro del agujero, ésta tuvo que levantar la cabeza para poder mirarle ya que   era mucho más alto que ella. El hombre era   muy atractivo, fingió que tosia para apartar  la mirada de éste. Sin ningún esfuerzo Rolf la coge de la cintura y se la entrega a uno de sus hombres, suspiró de alivio al sentir sus pies sobre la tierra firme.

—Que alegría...creí que jamás saldría de ahí.

Al girarse vio a Rolf de brazos cruzados y mirándola seriamente.

—Cumplí...ahora habla—dijo tajante.

—Bien...esto...yo...—no supo que decir.

Rolf se acercó donde está cogiendola del brazo herido.

—Habla o no tendré más paciencia...¡¡que hables!! .

—Bien...unos hombres me atacaron y al escapar me caí en un agujero o lo que fuera y me encontré aquí, me golpeé la cabeza en la caída y cuando desperté me encontré con esos dos hombres...el tal Greg. Ellos me dijeron que querían llevarme con su jefe del clan  para venderme, escape de ellos pero me siguieron y nos cruzamos con tus hombres. Lo demás lo sabes y...—Rolf hundió sus dedos en la herida y esta gimió del dolor que la traspasó por todo el hombro.

—Me tomas por un niño que no sabe diferenciar una mentira, te dije que me contaras la verdad. Pero que iba a esperar de una Duncan—la empujó haciendo que esta perdiera el equilibro.

—No soy una Duncan...soy Mel Durán, una pura española. Ademas, si tienes problemas con ese hombre ve a los juzgados o a la policía ¿Por qué me tienen que meter a mi en mitad del embrollo?—dijo frotándose el brazo.

—Me encuentras apurado, si fuera en otro día...te habría hecho la vida imposible—éste miro a uno de sus hombres—. Lek, ve al campamento y que recojan todo, nos volvemos a casa—dio la orden con total normalidad.

El joven salió corriendo, Mel volvió a fijar su mirada en él, que a su vez la miraba también.

Miró al hombre fijamente y lo estudió detenidamente, ésta maldice al sentirse pequeña ante él. Parecía un hombre sin humor, además de bruto.

—Andando—Mel vio que este se daba la vuelta y bajaba la colina llena de nieve sin mirar atrás.

—¡¡Oye!! ¿Donde crees que vas? No puedes dejarme aquí sola—dijo intentando seguirlo, pero el dolor de la pierna no la dejo ir más de unos pasos.

Mel patalea el suelo con su pie sano mientras  maldice a todos los hombres del mundo.

—Dios....es que no me puede pasar nada bueno ¿que haré ahora? Aquí no veo una parada de bus o un coche ¡¡joder!!.

Por fin pudo llegar abajo,miró a su  alrededor y no vio a nadie, no sabia a donde ir. Asi que solo siguió el camino que encontró.

—Muy bien Mel, en vez de estar en tu casa calentita, con esa rica comida de mamá, estás en este lío lleno de hombres que no saben la importancia de la mujer. Ah...estoy cansada y hambrienta—se quejo aportando un mechón de su cara.

Se paró agotada y vio unos caballos, de inmediato reconocio el caballo negro con una mancha blanca en la frente, era de ese tal hombre Rolf. Se escondió detrás de un árbol y vio a estos maldiciendo y discutiendo.

Mel vio que Rolf no tenia buena cara y parecía estar muy furioso.

—¿Por qué no me avisasteis antes? Ahora ese bastardo de Duncan...maldito, no podré atacarlo si ella está con él — grito furioso.

Lek le miró asintiendo  mientras agacha  la cabeza.

—Ella se fue con él sin decir nada,¿Qué hacemos mi laird?.

Rolf caminaba de un lado para otro.

—Haré lo que crea necesario, si mi hermana no quiere venir por las buenas lo hará por las malas –dijo mientras aplastaba con su pie una rama.

Mel vio lo furioso que estaba ¿Por qué esos hombres se comportaban como si fueran a matar a un pueblo entero?.

—Mel...piensa con la cabeza, tienes que salir de esta—dijo sin apartar la mirada del hombre .

Se acercó más para oírlos, pero sin querer pisa una rama haciendo ruido.

—Genial...ahora me matarán—dijo intentando esconderse.

Mel caminó como pudo pero una mano la sujetó el brazo, al darse la vuelta se encuentró con los fríos ojos de Rolf. Palideció al ver que el hombre no tenía emoción alguna en su mirada.

—¿Espiando? Mujer, eso es muy malo–dijo apretando más su mano entorno a su brazo.

—Sueltame bestia, a ti no te han dicho que esta mal tratar así a un mujer—dijo mientras intentaba soltarse de su agarre, pero fue inútil.

—Ningun ser puede enseñarme que puedo hacer o cómo trato a la gente, menos una mujer.

Maldijo al ver que no se podía dialogar con el hombre bestia que tenía delante.

—Vale...mire, estoy cansada y como ve estoy herida ¿podría por favor decirme donde queda un pueblo o ciudad por aquí?—le preguntó con toda la amabilidad posible.

—El único lugar que queda cerca es mi castillo...—le respondió sin más.

—Bien ¿entonces un coche? ¿Un móvil?—al ver  que éste no la entendía sintió más frustración que nunca.

—¿Movi...qué ? ¿De qué hablas mujer?—dijo  apartándose de ella.

—¿Es qué vivís sin nada? joder...— maldijo por su suerte y su situación .

Rolf la  vuelve a sujetar del brazo y la mira furioso.

—Se acabaron tus preguntas tontas, tengo asuntos más importantes que oír tus quejas. Vamos, andando—ordenó empujandola hacía el caballo.

—¿Cómo? No me iré contigo a ninguna parte y no pienso subirme a ese caballo salvaje —Mel le miró  de "estás tú que subiré ahí ".

Rolf señaló el caballo con una mirada amenazadora.

—Sube al maldito caballo.

Rolf ya no podía aguantar más a esa mujer, la cogio del brazo acercandola hasta quedar a unos centímetros de él.

—Sube o juro por lo más sagrado que tengo que te daré tu merecido,¡¡¡sube!!!—Rolf la empujó bruscamente hacia el caballo.

Mel le miró sintiendo su orgullo por los suelos, pero no había montado a caballo nunca y tenía miedo .

—Yo...no puedo subir —Dio un paso atrás.

—Así que no puedes ¿Por qué ?—Rolf se pasó su mano por el cabello sin paciencia.

—¿Por qué crees? Jamas monte uno—dijo suspirando con fuerza.

Rolf suspirando montó el caballo y sin previo aviso pasó sus fuertes brazos alrededor de su pequeña cintura y la puso delante de él.

—Ahora te quiero callada durante todo el camino, por tú culpa me gané un dolor de cabeza—le susurró al oído.

Mel asintió sin decir nada, la verdad es que ya no quería discutir con él. Pues se sentía cansada,hambrienta y estaba echa un asco, intento no apoyar su espalda en el pecho del hombre, aunque su cuerpo lo pedía, de pronto sintió de nuevo  el fuerte brazo del hombre rodear le la cintura y acercarla más a su cuerpo.

—Duerme...

Se dejó abandonar por el calor que desprendía su cuerpo y poco a poco sus ojos se cerraron. Se despertó al sentir  que alguien le sacudía  el hombro. Se frotó los ojos bostezando.

—¿Mmm...ya llegamos?

—Asi es...estás en mi castillo—dijo señalando un enorme castillo.

Ella esperaba encontrar una mansión normal, pero se quedó con la boca abierta al ver el amplio castillo y a lo lejos pudo ver pequeñas casas construidas con ladrillos y paja. Por un momento creyó estar en una película.

—Que demonios...¿Qué es esto?— señaló la aldea.

—Eso es la aldea, deja de mirar como si jamás vieras mundo.

Vio como Rolf se unía a sus hombres y les hablaba en ese lenguaje raro, dejó de prestarle atención y miró a su alrededor .

—Se supone que tiene que haber edificios, coches, parques...¿Dónde está todo eso? Joder, primero descansaré. Luego pensaré como buscar un móvil—dijo mientras miraba asombrada el castillo.

—Mujer, muévete—dijo el hombre señalando la entrada.

La puerta se abrió, dos criadas vestidas con unos vestidos largos y con el cabello  recogido salieron a recibirles .

—Laird, bienvenido—las dos mujeres hicieron una inclinación.

—Susi, llévate a esta mujer y que la anciana vea y cure sus heridas...y ah...dadle algo de ropa—Rolf no la miró ni un momento mientras daba las instrucciones a las mujeres.

Las dos mujeres miraron a Mel de arriba abajo, se sintió incómoda al sentirse el centro de atención, siempre odio sentirse observada. Pero en realidad ya nada le importaba ya que el cansancio, dolor y el hambre la estaban matando.

—Bien, podéis iros.

Siguió a las dos mujeres al interior del castillo, se giró para ver si el hombre la miraba, pero éste estaba de espaldas a ella dándoles órdenes a sus hombres. Rolf se masajeo el cuello, estaba más que cansado. Ese día había sido duro y largo, ya no sabía que hacer con el clan Duncan. Desde que su hermana se habia enamorado del hijo de los Duncan todo sus planes se vinieron abajo y como si eso no fuera bastante, ahora tenía que encargarse de esa extraña mujer que podría ser una de ellos, su enemiga.

—Amigo, te veo pensativo—sonrió Kad desde la puerta.

—Más vale que no empieces con tus lecciones de nuevo, no estoy de humor.

Estos se miraron un momento y después se abrazaron riendo.

—Creo que ibas a por Duncan ¿Paso algo?.

—Tú lo has dicho, iba a ver a ese bastardo. Pero algo me lo impidió—dijo apretando los dientes.

—¿Qué pasó? Oí que tu hermana Margaret se fue con el hermano de ese bastardo.

—Asi es, aprovecho que no estaba y se fue sin mi permiso. Pero ya le enseñaré a ponerme en esta situación,¿Qué tal está Mai y el bebé?—preguntó para cambiar de tema, ya no que ya seguir con eso y volver a tener dolor de cabeza.

—Están bien...o eso dice ella, para mi que solo lo dice para que no me preocupe. Estos últimos días la veo con mala cara, no se que hacer, si estar feliz por ser padre o asustarme por como está la ella—dijo suspirando con preocupación.

—Seguro que todo irá bien, pronto tendrás a un niño tan insoportable como tú —Dijo dándole una palmada en el hombro.

—Vamos a entrenar un poco, como en los viejos tiempos—pidio su amigo señalando su espada.

—Como no, recuérdame como  terminaste la última vez...ah sí, en el suelo o llorando como un niño—Rolf rió al ver la cara de enfado de su amigo.

Mel se quedó mirando fascinada por cada lado que pasaba, las mesas,cuadros, las espada colgadas. Todo en ese castillo era fascinante, llegaron  a un cuarto.

—Bien, este sera tu cuarto. Iré a por la ancina—dijo la mujer de cabello negro.

La mujer salió dejándola sola, tocó  la cama de madera gastada y antigua. Había una mesilla con una jarra de agua, suspirando de cansacio se sentó en la pequeña cama. El polvo se extendió haciendo que ésta estornudase.

—Tampoco es para tanto, este cuarto fue de una criada. Pero hace tiempo que nadie lo utiliza—dijo la mujer desde la puerta, mirandola de mala forma.

—¿Alguien estuvo aquí? Dios, como podéis dejar aquí a alguien. Podría cogerse cualquier enfermedad—dijo sintiendo pena por la joven que había estado ahí.

—Eso señorita, no es asunto mío. Yo hago lo que me ordenan, la dejo acomodarse—dijo saliendo del cuarto.

Sacudió un poco la cama y se recostó un poco, la puerta se abrio de nuevo y la mujer entró con una anciana.

—Esta es, el laird dijo que le curaras sus heridas—señaló con la cabeza a Mel.

—Muy bien, déjeme ver sus heridas.

Mel se quitó la chaqueta y se quedó en camisa, notó como la mujer la miraba sorprendida. Pero rápidamente apartó la mirada y tocó su brazo herido.

—No está roto...pero si dañado,necesita un tiempo para recuperarse, tu pie...lo mismo—dijo tocando el pie sin delicadeza.

—Ah...cuidado, eso duele.

—Se ve que no eres de las tierras altas, aqui todas somos fuertes como rocas. No tan delicada como usted señorita—la anciana soltó su pie sonriendo.

La anciana se giro dándole la espalda y empezó a machacar algo en un recipiente, de pronto recordó que la mujer le dijo que no era de las tierras altas. Eso ya lo había visto y oído de su abuelo, pues este le habló mucho sobre sus viajes a Escocia.

—¿Tierras altas? Perdone pero...¿Quiere decir que estamos en escocia?—preguntó negándose a creer lo que oía.

—Asi es...¿Dónde crees que estamos?—le respondió la mujer sin dejar de machacar las hierbas.

Se tapó la boca con la mano,pues era imposible. Ella no podía estar en Escocia, porque simplemente ella no era de ahí. Ella estaba en España ¿Por qué esa mujer mentía? Estaba en su país, con su familia, solo tenia que ser un mal entendido.

—Ya...seguro que es un mal entendido ¿Verdad?—dijo esperando que ésta dijera que sí.

La mujer dio la vuelta mirándola confundida.

—¿Eres inglesa, verdad?—preguntó la mujer.

-—¿Yo inglesa? Claro que no, en mis venas solo hay sangre española señora—dijo negando con la cabeza ,quizá hablaba inglés a la perfección y francés. Pero gracias a eso trabajaba en una grande empresa.

—¿Qué haces tan lejos de tus tierras?.

La mujer se puso a su lado y empezó a ponerle lo que parecía una mezcla de hierbas con algo que olía muy fuerte.

—Oh...¿Qué es eso?.

—Esto es lo que te hará recuperarte antes, es bueno—dijo la mujer molesta.

Asintió aguantando el mal olor, la mujer le puso la mezcla en el pie y el brazo herido. Después con unos trapos le vendo la herida, al terminar la mujer se levantó.

—Más vale que no te muevas mucho, tu cuerpo necesita descansar

Vio como la mujer salía quedando sola de nuevo, sintió el cansancio recorrer todo su cuerpo. Sin importarle el estado de la cama se recostó y poco a poco cerró los ojos durmiendo profundamente.

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