Capitulo 5: La descracia vuelve

En los ojos de un pequeño ser inocente que solo sabía distinguir a sus dos papás, dejando al resto del mundo en una profunda incógnita, todo tomaba un rumbo confuso y desconocido. Desde su lugar, el pequeño Cahya miraba todo a su alrededor sin saber lo que pasaba. La figura de quien reconocía como su madre se paseaba de un lado al otro en la habitación con un aura que no podía identificar, pero que le provocaba miedo y ganas de llorar. De hecho, eso fue lo que hizo cuando su omega madre le gritó a todo pulmón a alguien en la habitación.

Luke estaba colérico, aparentemente habían dejado escapar a la desquiciada de Ana del lugar en el que estaba presa, ¡máxima seguridad sus pelotas! Si a la primera se le habían escapado ellas y otras reclusas más. No quería ni imaginar dónde estaría rondando esa loca con su séquito de locas, pero definitivamente no le gustaba que estuviera en libertad y con tantas herramientas a su disposición. Su sentido de protección estaba al mil, sentía que en cualquier momento ella llegaría por algún lado de la mansión y más que estar preocupado por él temía más que todo por la vida de su pequeño retoño.

- Señor entienda\, es un error que pudo haber cometido cualquier ser – habló el jefe de la prisión al que iban los pocos reclusos que había en esa manada\, de hecho\, entre su raza el índice de violencia era mínimo\, por lo que normalmente se constaban con pocos edificios para este fin. Siempre estaban\, pero nunca se llenaban del todo.

- ¡Qué error ni que nada! – exclamó Luke\, sin ser consciente de la mirada de su pequeño hijo\, que\, asustado donde estaba\, solo atinaba a estirar sus bracitos mientras su cuerpo se sacudía en pequeños quejidos – Su trabajo es mantener prisioneros a las personas que amenazan la seguridad de la manada – prosiguió el molesto omega\, la actitud relajada de aquel intento de carcelario le estaba molestando en sobremanera.

- Pero señor… - seguía el anciano\, no sabía qué era lo que quería\, pero no dejaba de darle peros y ya le tenía harto.

- ¡PERO NADA! SI AMAS TU ESTADÍA EN ESTA MANADA VAS A IR A PERSEGUIR A CADA UNA DE ESAS LOCAS\, LAS VAS A ENCONTRAR Y LAS VAS A METER AL AGUJERO DEL QUE NUNCA DEBIERON HABER SALIDO – Estalló el ojiazul\, cuando escuchó el sonoro llanto de su bebé\, supo que se había excedido en el volumen de su grito\, por lo que rápidamente cogió a su criatura en brazos\, tranquilizándolo y hablándole bonito para que se calmara.

Después de unos minutos su hijo había dejado de llorar, sin soltarlo miró hacia arriba y se encontró con el rostro pálido del comandante.

- Quiero que las busque\, pero principalmente quiero que me traigas a Ana\, viva o muerta – Sentenció. Como acto seguido observó como salía el capitán y su alfa aparecía cauteloso por el umbral de la puerta.

Ignoró la duda en su mirada, su mente solo giraba en torno al pequeño ser que dormitaba en sus brazos y en cómo iba a hacer para mantenerlo seguro.

Derek miraba de su bebé a su omega preguntándose qué había ocurrido, había ido a la universidad a entregar unos trabajos (porque es el alfa de la manada y estudia desde casa por los asuntos que tiene en la manada y la empresa) y cuando había vuelto se encontró con un carro de policía, algunos de ellos dentro y fuera de su mansión y algunos gritos por parte de su omega. Supo desde antes de iniciar a subir las escaleras que su omega no estaba contento, eran sentimientos que se compartían a través de lazo que los unía, pero cuando llegó a la instancia supo que quizás no era el momento de interrumpir, podía interpretar que el desinterés del comandante se debía a la condición de su omega y su presencia en la sala solo haría que este ignoraría o dejaría en segundo plano a su pareja, y era bueno dejar en claro que su Omega tenía la misma autoridad que él y que sus palabras eran órdenes que debían ser acatadas, y es que no escuchaba lo que decían, pero podía notar el tono de voz de ambos y saber que estaban en una discusión en la que solo una persona saldría ganando. De lo contrario les tocaría vivir en carne propia lo que el comandante había vivido y los gritos de su omega no eran necesariamente suaves, eran todo lo contrario. Con el pensamiento, la imagen de la noche en la que su omega fue secuestrado le llegó a la mente; su piel se erizó, eran cosas que definitivamente no le gustaba rememorar.

Cuando el comandante salió de la habitación, pasando son su semblante serio y pálido a su lado y murmurando un casi inaudible “alfa” a modo de saludo, él entró en la misma. Le preguntó con la mirada a su omega que hacía, pero este no le respondió, solo veía a su bebé. Y lo supo de inmediato, algo tendría que haber pasado como para que su omega estuviera tan alterado y preocupado por su bebé.

Cuando la comprensión se acentuó en su mente, él se acercó hacia su pequeña familia, envolviéndolos en un protector abraso.

- ¿Qué pasó amorcito? – habló\, tratando de ser lo más suave posible para no alterar más a su Omega.

- La perra de Ana se escapó de la cárcel – con la declaración su semblante se oscureció\, al inicio no consideraba a Ana como una amenaza\, pero después de ver todo lo que había orquestado supo que no era una persona a la cual debían dejar a la ligera\, principalmente porque sabía que tenía conexiones y eso no era bueno.

Decidió dejar sus divagaciones y su furia para otro momento, más adelante mandaría a sus hombres a contratar más personal para así aumentar la seguridad, pondría a sus mejores rastreadores para que ayudaran en la búsqueda de las fugitivas y definitivamente mantendría a su familia lejos de todo el peligro. Eso, sin importar lo que costara o contra quién se tuviera que enfrentar.

Por otra parte, una joven mujer, con un rostro limpio del exagerado maquillaje que siempre llevaba, habló:

- Gracias por todo señor\, le prometo que esta vez no fallaré en erradicar a ese molesto omega – sonriendo como solo las personas en su condición podían.

Unos ojos color miel con arrugas en sus costados le observaron desde la oscuridad de la habitación

- Más te vale Ana –

...

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