Capitulo 4: Pequeño retoño

En la vida diaria de los seres existentes, sucede algo muy curioso de observar y es que en esta vida, mientras la felicidad ilumina, en las sombras la desdicha e infelicidad predomina. Si nos remontamos a épocas pasadas de la vida de la tierra, más que todo a una especie en específico, nos daremos cuenta entonces de que en estos seres las sombras siempre asechaban en sus corazones, ¿y qué hay con eso? Si después de todo la maldad está dentro de cada ser, ya sea este racional o no. La diferencia mis estimados, radica en que a pesar de que esta especie era consciente de la penumbra que en ellos habitaba, nunca tuvieron problemas en utilizarla para sus propios beneficios. Y algo más irónico de observar, siempre culpaban a factores externos de su mala conducta.

Es por esto que él, había decidido acelerar el proceso de extinción para esta raza, ya que era su pareja quien estaba unido a la tierra del planeta al que ellos estaban destruyendo. Realmente al inicio no se molestó, porque a fin de cuentas no era la primera vez que una raza que habitaba en ese planeta terminaba destruyendo parte de su naturaleza para poder habitar, el problema real empezó cuando se dio cuenta de que la evolución de esta especie iba en un ritmo demasiado acelerado. Y es que a solo unos millones de años ya estaban acabando con ecosistemas enteros sin compasión alguna, ignorantes de que sin ellos no eran nada ni nadie, porque como hijos de la naturaleza y partidarios de la misma sin ella nunca podrían sobrevivir.

Y claro, él nunca había sido tan estúpido como para dejar que algo amenazara la vida de su ser amado, fue entonces que decidió tomar medidas extremas. Aun en contra de los deseos de su cónyuge, decidió acabar de una vez por todas con la plaga que en ese planeta habitaba. Y era completamente gracioso, porque ellos se creían los todos poderosos, los que podían con todo y él solo necesitó de un chasquido de dedos para acabar con todos ellos de una vez. Y fue magnífico, porque ver la sangre de todos ellos correr por el suelo destruido era como magia. Y lo decía del modo literal, cuando esa raza cayó fue la sangre de los mismos la que levantó y revitalizó el planeta moribundo en el que estaban.

Pero eso es precisamente lo que nos lleva al inicio de todo, la oscuridad que antes habitaba en esos seres y que gracias a ellos había crecido de forma monumental, encontró la manera de entrar en un lugar en el que nadie podría sacarla y desde donde tenía todo el poder para conquistar todo lo existente y más allá. Porque en la existencia solo había un ser que lo era todo y nada, un cascarón vacío listo para ser habitado. Pero claro, lo primero sería acabar con esa molesta luz que siempre estaba cerca de él, pero no de inmediato, necesitaba fuerzas para poder llevar a cabo sus metas. Y tiempo era lo que tenían de sobra, por lo pronto solo dormiría, pero al despertar no habría nada ni nadie que le detuviere.

- Luke – Derek llamó al nombre de su pareja\, el cual\, desde su asiento frente al televisor\, con otro episodio repetido de Yo soy Betty la fea\, levantó unos segundos la vista hacia el molesto Alfa con el fruto recién cambiado de su amor.

- ¿Qué necesitas? – Regresando la vista al televisor inmediatamente al ver la severa cachetada que Betty le había dado al poco hombre de Armando Mendoza.

- Tu hijo quiere comer – Le dijo el Alfa como si se tratara de la cosa más obvia del mundo.

Luke no levantó la mirada del televisor – Pues dale tetero, ¿no? – Obviando a dicho objeto que yacía ya listo en la mesa frente a ambos.

Derek levantó una ceja inquisitiva - ¿No le vas a dar pecho? – Preguntando segundos después al ver que su marido Omega no respondía nada más.

Ahora fue Luke quien le vio inquisitivo – Obvio no, ya me dejó mi cuerpazo todo estirado, no va a hacer lo mismo con mis tetillas – Contestando seguro de su respuesta. Y es que definitivamente no iba a arruinar su cuerpo una vez más, ya le estaba costando mucho ejercicio volver al monumento de Omega que era antes como para dejar que su pequeño mocoso le dañara su cuerpecito con sus dientecitos mordelones. Eso jamás, además de que dudaba mucho de que en él hubiera rastro de ese líquido por lo menos.

- Pero eres su madre – Contestó Derek algo molesto de las actitudes que asumía su Omega con él y con su propio hijo.

- Y tú su padre\, así que aliméntalo con su tetero – Respondió simple el Omega sin despegar su vista de la interesante novela que estaba viendo. Y es que ya había perdido la cuenta de cuantas veces la había repetido\, pero seguía preguntándose ¿Quién era el villano? ¿Acaso eran Armando y Mario que solo jugaban con las mujeres y que con el afán de cumplir con sus metas a como diera lugar empujaron a su empresa a un remolino de deudas y embargos? O ¿acaso era Marcela por tratar tan mal a Betty desde un inicio sin motivo alguno? O ¿era la misma Betty que se metió en una relación\, siendo cómplice de uno de los especímenes más repugnantes que haya visto en su vida? Esa era una pregunta muy interesante de hacerse\, ya que realmente\, desde su punto de vista\, ambas mujeres fueron víctimas de un hombre que no las merecía. Pero claro\, Marcela en sus delirios había olvidado el significado de lo que era la dignidad\, y ni hablar de Betty\, que dejó de lado el oro para volver al pantano. Sin embargo\, esos debates podrían continuar en otro episodio de su vida\, lo importante en ese momento era la creciente molestia de su Alfa y el naciente llanto de su hijo.

Sin decir palabras que Alfa puso a su pequeño retoño en el regazo de su Omega y salió de la habitación. Total, él ya lo había limpiado, ahora le tocaba a su Omega. Mientras tanto, a trabajar se ha dicho.

Por su parte, Luke miró a su hijo con algo parecido al terror y curiosidad al mismo tiempo. Pero cuando su hijo rio mostrando sus dos pequeños dientes delanteros, su corazón revoloteó, compartiendo la misma alegría de su bebé, mientras que una sonrisa nacía en su rostro. Realmente adoraba a ese pequeñito trocito de lindura.

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