Intente ahogar mis dolores, pero ellos aprendieron a volar.
Frida Kahlo.
Un golpe, otro, otro…
Abro los ojos y me topo con el techo de mi habitación, otro golpe, frunzo el ceño y me incorporo y exploro mi habitación, no hay nadie en esta, otro golpe, golpeo mi frente ante mi lentitud y me levanto.
Froto mis ojos mientras camino hasta la puerta y la abro, veo a mi hermano con los ojos cansados y al ver su abrigo negro, suéter cuello de tortuga negro y su pantalón negro deduzco porque ha venido, y no tengo que pensar la respuesta para su pregunta aun sin hacer.
—No—digo secamente y el asiente, camina pero después de dar unos pasos se vuelve y me mira, en sus ojos es evidente la tristeza y al no poder soportarla cierro la puerta.
Simplemente no tengo derecho a ir, no tuve valor esa vez y ahora mucho menos, me dejo caer en la cama y cubro mi rostro y dejo que las lágrimas salgan.
Me levanto y dejo salir un suspiro largo, camino hasta el baño y al meterme a la ducha las lágrimas vuelven, apoyo mis manos abiertas a las paredes y dejo que la presión en mi pecho me consuma, el nudo en mi garganta me hace imposible respirar mientras todo mi cuerpo tiembla, un grito desgarrador sale de mi causando que caiga de rodillas apoyando mi frente en la pared, dejando salir todo ese dolor que me consume todos los días, pero justo este es el que me devora completamente, justo este día hace 11 años cometí uno de los peores errores, un vil acto de cobardía y el cual causa que el remordimiento y la rabia me devoren mis ganas de buscar la luz.
Salgo de la ducha con la respiración pesada y mis ojos ardiendo, camino hasta mi habitación con la mirada fija en el piso, me visto colocándome un vestido de tiras color negro algo corto, zapatillas y me recojo el cabello en una cola, me detengo frente al espejo y ya no me sorprende ver esa imagen. Esas ojeras, los ojos inyectados en sangre y hinchados, mi rostro pálido y opaco, ya no me sorprende verme hecha mierda, y mucho menos hecha mierda este día.
Dudo un poco pero al final me maquillo, solo para no verme tan mal y como acto de valentía del día decido ponerme un labial rojo carmesí, dejando salir un suspiro salgo de la habitación con la mochila en mi hombro y mi abrogo en mi antebrazo.
Al cerrar la puerta de mi casa veo una silueta acercarse y aunque su mirada esta fija en el suelo puedo reconocer fácilmente a Ezer, al verme sonríe y extiende sus brazos y vacilando un poco pero termino entre sus brazos y con un poco de alivio en el corazón, con el me siento relajada y aunque no olvido mis problemas, él logra que crea que tienen solución, besa mi cabello y se separa.
— ¿Dave?—pregunta y niego.
—no está y creo que no va a ir o al menos no por ahora—digo y camino hasta mi auto, pero el hala de mí.
— ¿Dónde está?—pregunta mientras su mirada se funde con la mía.
Acerco mi rostro al suyo hasta que nuestros alientos se mezclan, el entreabre los labios y su mirada baja a los míos.
—no lo sé—digo y me zafo de su agarre y camino hacia mi auto. Entro, enciendo y conduzco sin mirar atrás.
Cuando paso a través de las enormes puertas de la universidad lo primero que veo es al Sr. Buscarino, trago grueso y con la cabeza gacha trato de pasar justo a él, pero me detiene tomándome del brazo, mi corazón se acelera cuando acerca su rostro a mi oído.
—Srta. Walker—susurra y su aliento contra mi piel hace que mi boca se seque—su vestido es muy corto—prosigue con su voz ronca y yo incapaz de pronunciar palabra asiento.
Cuando suelta su agarre no espero ni un segundo en correr hasta el salón de mi primera clase, llego con mi respiración acelerada y una extraña sensación recorriendo todo mi cuerpo, saludo a Stacy y tomo asiento a su lado.
— ¿Qué te pasa?—susurra Stacy apenas la profesora nos da la espalda.
— ¿Por qué?—pregunto aun agitada.
—estas roja… ¡y arreglada!—dice y rudo los ojos.
—siempre estoy arreglada.
—No siempre, no este día—dice y miro a la nada mientras el dolor atraviesa mi pecho.
—Simplemente quise —respondo y ella entrecierra los ojos.
— ¿Y lo de roja?—pregunta alzando una ceja y yo suelto un bufido.
Pasamos las dos horas de clase hablando sobre el Sr. Buscarino, lo bueno que está y su extraño comentario, y sobre todo lo que paso ayer.
Al salir de la universidad cae una pequeña llovizna pero con un frio infernal, camino hasta mi auto abrazándome, cuando estoy a punto de entrar al auto alguien hala de mí. Mi respiración se detiene y mi corazón se acelera al ver el rostro del Sr. Buscarino a solo centímetros del mío, tiene los labios entreabierto y rojos por el frio, miro sus profundos ojos negros y él se acerca hasta que nuestras narices se rozan, su brazo envuelve mi cintura y me acerca a él eliminando distancia alguna, y en un segundo estampa sus labios contra los míos, es un beso desesperado, lleno de deseo al cual yo correspondo de inmediato, envuelvo su cuello con mis brazos y enrosco mis dedos en su sedoso cabello, gimo cuando muerde mi labio haciendo que mi mano se cierre halando de su cabello, es un ritmo salvaje y desenfrenado, y solo nos deteneos cuando necesitamos aire.
Nuestros hombros suben y bajan gracias a nuestras aceleradas respiraciones, observo como el señor Buscarino tiene las mejillas y nariz roja haciéndolo ver extrañamente sexy.
—Lo lamento, esto no volverá a pasar—dice sacándome de mi embelesamiento.
—Tiene toda la razón—digo asintiendo rápidamente, da unos pasos atrás y después de asentir desaparece.
Dejo salir un largo suspiro y subo a mi auto, mientras conduzco a mi casa las lágrimas se acumulan en mis ojos, debí verlo, no debí ser tan cobarde, tan débil…
Después de un largo rato estaciono frente a mi casa y a paso apresurado entro en ella.
Unas voces provenientes de la cocina llaman mi atención, camino hasta ella y lo que veo me deja sin palabras, Dave tiene los brazos apoyados en la isla y tiene los ojos inyectados en sangre mientras sus mejillas están empapadas, Ezer está del otro lado acariciando su cabello.
— ¿Le paso algo a los abuelos?—pregunto llevándome mis manos al pecho.
—No, solo hablábamos—responde Ezer a lo que Dave asiente.
Dejo salir un suspiro de alivio— ¿estás bien?—pregunto y el asiente, le doy un último vistazo a Ezer antes de salir rumbo a mi habitación.
Al entrar me deshago de mi abrigo y mochila, suelto mi cabello para luego peinarlo con los dedos, me dejo caer de espalda a la cama y de inmediato el recuerdo del beso hace presencia, froto mi cara frustrada ante las sensaciones que me causa recordarlo, la puerta se abre de golpe y yo me sobresalto y suspiro aliviada al ver a Dave, aunque no tengo ni idea de a quien imaginaba.
—voy a salir, los abuelos fueron invitados a no sé qué y volverán mañana—dice mirando por el ventanal—si no piensas salir cierra bien todo y me llamas si pasa algo.
—Ok—digo y asiente— ¿estás bien?—pregunto preocupada y el deja salir un suspiro.
—eso creo, adiós—y con eso desaparece tras la puerta.
Caigo nuevamente y cierro los ojos, entro al mundo de sueños tranquilos y felices, pero me despierto abruptamente cuando siento a alguien a mi lado, veo una silueta mientras espero que mi vista se aclare.
— ¿Ezer?—pregunto frunciendo el ceño.
— ¿Ezer?—responde una voz femenina, Stacy.
—Oh, Stacy creí—
—Ezer, salió con Dave, la pregunta aquí es ¿Por qué si pensaste que él estaba en tu cama no saltaste o algo?—pregunta y yo juego con mi cabello— Tracy Stella Walker, ¿tienes algo con él? ¿Por qué no me lo dijiste?
— ¡¿Qué?! ¡No!—respondo incorporándome—solo que nos hemos hecho amigos, es todo—digo con sinceridad.
—más te vale estar diciéndome la verdad. Ahora vamos a estudiar, hay dinero, pero no el suficiente como para comprar el titulo—dice y rio.
Me levanto y voy a ponerme algo más cómodo, en cuestión de minutos me uno a Stacy que ya tiene una docena de libros esparcidos en mi cama, me siento junto a ella y comenzamos a leer hasta el diario personal de Adam Smith.
Cuando al fin despegamos los ojos de los libros ya se ha oscurecido y nuestros estómagos rugen, caminamos hasta la cocina y comenzamos a preparar sándwich, Stacy enciende el reproductor y coloca Believer-Imagine Dragons. Al ver una silueta en las sombras de la puerta que da al jardín gritamos.
— ¡Oh por Dios, Tracy!—grita Stacy pero y yo solo estoy pasmada mirando fijamente la puerta.
—Stacy—logro susurrar mientras mi corazón martilla en mi pecho y mis manos sudan.
La silueta ladea la cabeza y vemos como se acerca a la puerta y comienza a abrirla, logro salir de mi pasmo cuando veo una bota negra, tomo la mano de Stacy y corremos hacia la sala y mientras lo hacemos escuchamos pisadas.
Vamos a morir…
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