Capítulo Nº 2

Gabriel

Cuando mi padre enfermó, yo estaba lejos de casa. Fue una sorpresa recibir el llamado de mi madre para comunicarme que él ya no podía levantarse de la cama. Papá siempre fue un hombre fuerte y gozaba de buena salud. Nunca se enfermó de nada grave y siempre se recuperaba rápido de cualquier enfermedad. Esto sin duda no lo esperaba. Yo vivía en Estados Unidos en el estado de Arizona, era un lugar tranquilo y las personas eran muy amigables. Tenía un pequeño departamento cerca de la universidad, era cálido, cómodo y bien luminoso. Acogedor para un estudiante solitario y aplicado como yo. Me dediqué a estudiar Administración de Empresas y Comercio Exterior. Mis días pasaban entre libros y más libros. Tenía muy pocos amigos y estaba convencido de terminar lo antes posible mi carrera para por fin volver con mi familia. Extrañaba muchísimo mi hogar. Pero mis planes cambiaron con ese llamado y tuve que regresar de improvisto y transferirme de universidad. No fue muy difícil adaptarme académicamente porque solo me faltaba un año para terminar mis estudios, pero mis pensamientos estaban enfocados en la salud de mi padre que no mejoraba. Su médico hacía todo lo humanamente posible y más por aliviar su agonía. Entonces me hice cargo de mi familia e ingrese a la empresa familiar y comencé a trabajar mientras combinaba mis horarios de trabajo con los estudios. En la compañía fui uno más del montón, comencé desde abajo, no me importaba ser el hijo del dueño. Quería conocer todos los movimientos y aprender desde lo más simple a lo más complejo. Una noche así como si nada, mi padre dejó de existir. Tuve que asumir como jefe de la compañía ocupando el cargo de Vicepresidente, ya que por el momento, el accionista más antiguo ocupaba el cargo de Presidente Interino; porque al fallecer mi padre de forma repentina y de una forma totalmente inesperada, no pude tomar posesión de la presidencia por ser demasiado joven, además existe una cláusula estipulada en su testamento, algo familiar que no me sorprendió para nada, ya que en su familia era una tradición que a la hora de acceder al cargo de la presidencia, la persona debía tener 28 años. Así lo hicieron  todos los antecesores al acceder al cargo y ahora me toca a mí continuar con la tradición. Deseo que el día que deba dejar mi lugar también sea de esa manera. Solo espero tener un heredero que esté a las alturas de las circunstancias.

Ha pasado del tiempo, todo lo que alguna vez parecía tan lejano se convirtió en realidad. Miro por mi ventanal, afuera el día está tormentoso, parece un reflejo de mis emociones. Estoy en la oficina que un día fue de mi padre. Todavía no la siento mía y no me animo a decorarla a mi gusto para no perturbar su memoria. Es una forma de tenerlo junto a mi lado. Saber que ya estoy en la recta final me agita. No puedo creer que estoy a solo un mes de  ser el Presidente, un mes para que todo termine o comience.

Clara ( actualidad)

No pregunte como llegué a esta situación pero acá estoy y me siento tan aturdida y confundida como ustedes, pero vamos a ver como les puedo contar está historia...

Desperté en una habitación de hotel, no sé ni como llegue a este lugar; pero no pienso quedarme para averiguarlo, salgo de la habitación y corro por un pasillo, voy descalza, despeinada, con la ropa desaliñada, un poco mareada de repente abro una puerta y sin más siento como voy cayendo por unas escaleras. No puedo creer mi desgracia, solo esto me faltaba, que aparezca mi torpeza y tropezar con mis propios pies. Siento que caigo en cámara lenta. Solo cierro los ojos esperando que esta pesadilla termine. Espero el golpe de mi cuerpo al caer sobre este piso duro, gris y frío. Pero antes de sentir algo me desvanezco. No sé si será de emoción, nervios, adrenalina o no sé que, solo viene la oscuridad y ese aroma que reconozco. Ese perfume perfecto que tanto me gusta, que tantas veces aprecie; pero ahora no sé identificar a quién pertenece.

Me despierto y estoy en un lugar impoluto, limpio, sus paredes son blancas y el olor a desinfectante me dan tranquilidad porque me doy cuenta que es la habitación de un hospital. Me tranquiliza saber que todo acabo. Aquí nadie puede hacerme daño.

Observo todo a mí alrededor y me encuentro con una vía de suero colocada en mi brazo, mi pie derecho tiene un yeso, algunos moretones en mi rodilla son testigo del golpe que tuve. Solo tengo puesto un camisón azul, típico de hospital y es cuando me pregunto: ¿Quién me trajo? ¿Cómo terminé aquí?

A mi derecha de la cama se encuentra un botón intercomunicador, decido tocarlo y espero a que alguien venga a ayudarme. Unos minutos después que parecen eternos, la puerta se abre e ingresa una enfermera, que muy amablemente me saluda y me dedica una hermosa sonrisa. Comienza a hablar y su tono de voz me produce dolor de cabeza. Debe ser porque estaba sola y en silencio que no lo sentía.

⎯ Buenos días, por fin despertaste. Mi nombre es Isabel, soy tu enfermera, y estoy para lo que necesites. ⎯habla sin parar.⎯ Pero antes que nada, debo hacerte unas preguntas de rutina como nombre, edad y profesión.

⎯ Hola.⎯ al fin puedo saludar y trato de responder a todas sus preguntas.⎯ Mi nombre es Clara Suarez, tengo 22 años y soy estudiante.⎯ mi voz salió temblorosa.

⎯ ¿Tienes a algún familiar para que le avisemos donde estas?

⎯ No, solo una amiga. Mis padres murieron y estoy sola.⎯ me mira con pena y yo solo volteo para que no vea que estoy a punto de llorar.

⎯ Está bien. No te esfuerces demasiado. ¿Cómo te sientes?⎯ dice esto y toma mi mano como para darme ánimo.

⎯ Estoy bien, solo me molesta la cabeza. Pero, ¿Cómo llegué aquí? ¿Quién me trajo? No recuerdo nada.⎯ siento que la angustia me invade y que en cualquier momento algo malo va a pasar. Ese presentimiento es recurrente últimamente.

⎯ Llamaré al doctor que lleva tu caso. Él podrá darte más información y explicarte mejor tu estado de salud y todas las dudas que tengas. Yo no estoy autorizada para dar detalles, solo descansa y no te preocupes por nada estas en buenas manos y te cuidaremos. Regreso enseguida.⎯ así como entro la veo salir a toda prisa.

Estoy impaciente, pasan los minutos que parecen horas y no llega el bendito doctor. Me recuesto sobre mi almohada. Estoy mirando por la ventana, solo puedo observar las copas de los árboles mecerse, hay un poco de viento y el sol brilla a lo lejos. Deduzco que estoy en un segundo o tercer piso por la altura. Estoy sumida en mis pensamientos, cuando la puerta suena al abrirse y siento una corriente de aire acompañada por el aroma de ese perfume tan peculiar. Despacio giro mi rostro y veo a un hombre alto, morocho, con lentes oscuros y una gorra que rápidamente se acerca y me tapa la boca. Lo miro petrificada, no sé qué hacer. Solo su aroma me tranquiliza al ser tan familiar; pero a la vez me perturba.

⎯ Shhh⎯ dice muy bajo para que solo yo lo escuche y procede  con una amenaza.⎯ Solo espero que guardes silencio y no comentes lo que pasó en ese hotel, te conozco, sé todo de ti. Sé donde y con quién vives. Tengo vigilada tu casa y puedo hacerte mucho daño, si llegas a hablar con la policía.⎯ me mira una vez más de forma amenazante y sale de la habitación.

Quede temblando como una hoja, desorientada, aturdida y sin entender nada de lo que estaba pasando. Lo único claro es que estuve en un hotel y al parecer con ese hombre. No entiendo qué quieren de mí. Solo soy una estudiante y no tengo dinero. Los ahorros que mis padres me dejaron lo gasté en estos años y ya poco queda de todo eso.

Minutos después la misma puerta se abre nuevamente y ya mi estado nervioso estaba por colapsar. Ruego en silencio que por favor no sea ese hombre de nuevo. Trato de parecer calmada y un suspiro sale de mis labios. Gracias a Dios era un doctor que se veía muy animado de verme.

⎯ Buenos días, Clara. Al fin despiertas, estábamos expectantes de saber tu nombre. Soy el doctor, Raúl Giménez.

⎯ Buen día, doctor. Disculpe, ¿no vio salir a una persona?⎯ pregunto para ver si aún seguía por acá.

⎯  No, no vi a nadie. El pasillo está vacío. ¿Pasó algo?⎯ niego con la cabeza.⎯ Bien prosigamos entonces, estoy a cargo de tu caso. Llegaste a la guardia inconsciente con varios hematomas. Tuvimos que colocar un yeso en el tobillo derecho, está torcido. Nada que con reposo y rehabilitación no se recupere. Lo más preocupante era que llevas varios días sin despertar; pero todos los estudios realizados a tu cabeza salieron favorables. Así que era cuestión de tiempo para que recobraras el conocimiento. Tienes aplicados unos calmantes por eso no sientes dolor en tus golpes que son muchos, pero nada preocupante, todo son externos, no comprometieron ningún órgano. En unos días te daré el alta si sigues evolucionando favorablemente como hasta ahora.

En mi cabeza solo rondaba la frase “Varios días sin despertar”. Escucho el resto del informe; pero no le presto atención. Son un montón de palabras sin sentido cuando lo único que realmente me importa es saber qué día es hoy, mes o año. Él parece ver mi confusión pero no dice nada, solo me observa y sigue con su monólogo, sin ser interrumpido.

⎯ Como verás tu ingreso fue algo raro y complicado. En estos casos, siempre interviene la policía y es nuestro deber informar cuando la paciente está en condiciones de responder sus preguntas. Isabel, la enfermera, ya se comunicó con la comisaría y por la tarde vendrán los oficiales a hablar contigo.

⎯ De acuerdo.⎯ pienso que no podré librarme de esto tan fácil.

En este momento es lo único que puedo decir, ya que mi voz está algo temblorosa y no puedo controlar mis emociones. A mi mente vuelven una y otra vez las palabras de ese hombre misterioso. No tengo idea de cómo evitar el interrogatorio.

⎯ Entonces trata de descansar lo más que puedas. Nos vemos en unas horas con los oficiales, seguramente como yo te recibí tenga que dar detalles de tu ingreso y contestar algunas preguntas de rutina.

⎯ Gracias doctor y hasta luego.

Intento seguir las indicaciones del doctor, pero me es imposible, cada vez que cierro los ojos  recuerdo esa voz y ese perfume que me atormentan. Me despierto asustada, y con una capa de sudor en mi cuerpo que me indican lo traumático que es este momento en mi vida.

Pienso una y otra vez que debo decir, que puedo mencionar de todo lo que paso, pero en verdad ni yo sé con exactitud qué sucede, ni siquiera puedo reconocer el lugar donde desperté y no sé quién es esa persona y por su forma de vestir es imposible reconocerlo. Solo sé con exactitud el perfume que usa. Podrán pasar mil años, pero esa fragancia nunca la olvidaré. Esto es una locura total, una pesadilla.

Doctor Raúl

Luego de mi recorrida y de visitar varios pacientes, entro al cuarto de Clara, la deje en último lugar, ya que seguro me hará varias preguntas. Tengo que tratarla como una más del montón, ser lo suficientemente profesional y tratar de apaciguar sus dudas. Entro y la veo confundida y perdida en sus pensamientos. Comienzo con mi relato tratando de explicar todo lo más claro posible; pero no me presta atención y lo único que le interesa es saber si vi a alguien salir del cuarto. No tengo que ser adivino para saber quién fue su visita, si tan solo al cruzar la puerta su perfume abruma mis sentidos. Intento concentrarme en dar su parte y le avisó que tendrá la visita de la policía a lo que veo se pone más nerviosa. La tranquilizo diciendo que es algo de rutina, pero no se reconforta. Me despido y salgo de su cuarto.

Me dirijo como un demonio a la enfermería y como imagine el muy tonto de mi amigo está tomando un café con Isabel. No lo saludo y solo le digo…

⎯ Deja de hacerte el Romeo. No tienes permitido hablar con ella.⎯ le digo enojado. Me miró con cara de asombro y continuó. ⎯ Tu perfume quedó en toda la habitación.

⎯ Eso es cierto, hasta yo lo sentí.⎯ dice Isabel.

⎯ Solo quise advertirle que no hable con la policía.

⎯ Idiota.⎯ decimos los dos con Isabel, al mismo tiempo, nos miramos y reímos.

⎯ Ahora está más asustada, tiene una mirada perdida. Deja de hacer todo mal. No podemos cubrirte la espalda por más tiempo.⎯ Isabel me sirve un café y sigo con mi reclamo.⎯ Y ahora que te veo bien, ¿de dónde sacas esos disfraces?⎯ no aguanto más y me rio contagiando a Isabel.⎯ Jajaja.

⎯ Me voy, con ustedes no se puede hablar. ¡Maduren! ⎯ grita Gabriel y lo vemos salir.

Con Isabel terminamos nuestros cafés y nos fuimos a continuar con nuestro trabajo.

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Comments

Lety 💞🌛🌹

Lety 💞🌛🌹

que pedo que paso yo no se que paso cuéntanos

2025-03-13

0

Adriana Trejo

Adriana Trejo

no entendii 🤔🙆‍♀️

2025-06-04

0

C Matacruz

C Matacruz

creo que me acabo de confundir 😠😡😔😕😁😱🤪😄😲😊😝🤔😵‍💫😃😛😏😀😜🤨☺️

2025-03-21

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