Narra Oliva
Después de que las chicas me sorprendieran en el hospital, la verdad es que olvide por completo los planes que tenía para ir a la oficina de Aaron y sorprenderlo, pues ellas acapararon toda mi atención y decidimos hacer una pequeña charla de chicas en el departamento, ya que aunque normalmente hablamos por teléfono o hacemos videollamadas nada es igual a vernos frente a frente, así que fuimos al Marquet y compramos un montón de golosinas y por supuesto palomitas de maíz con unas buenas botellas de vino para que la charla fuera más fluida, por eso cuando llegó Aarón y todas se fueron a descansar dejándome sola con mi dulce tormento, lo cierto es que el alcohol ya estaba haciendo efecto en mi sistema y por eso lo último cuerdo que quedaba en mi cerebro quiso evitarlo, para que mis labios no dijeran nada que no diría en mis cinco sentidos.
Lo que vino después de escuchar sus palabras fue un duelo de miradas que no alcanzo a ganar ni por asomo porque es obvio que el alcohol más tenerlo a él mirándome de la forma en la que lo hace, provoca que todo mi cuerpo se auto controle, desobedeciendo las órdenes que le manda mi cerebro para que se aleje de él, que no está bien lo que él nos ha hecho luego de lo que pasó con Juli, que no merece que le dirija si quiera la palabra, aun cuando sé que no es sólo su culpa lo que nos está pasando, pero lo cierto es que mi cuerpo es un maldito masoquista y lo primero que hace al sentirlo cerca es, acercarse más y tomar sus labios de manera posesiva y cargado de toda la añoranza de estos últimos meses, me maldigo por ser tan débil, pero lo cierto es que lo amo demasiado y con eso no puedo hacer nada.
Al principio la sorpresa por mi acción lo deja en blanco, pero sólo necesita unos segundos para corresponder a mi beso y dejarse llevar, es evidente que él también me ha extrañado como un loco, aunque al parecer su tristeza o cobardía no lo dejo hacer lo que sea que iba a intentar hacer hoy.
Nuestros labios ahora están en una guerra de poderes, para ver quién logra ganarla, mientras mis manos ya han retirado su saco y ahora pelean para quitar los botones de su camisa, mientras sus manos han hecho lo mismo con mi ropa. Luego de un rato que me parece poco, nuestros pulmones empiezan a solicitar el aire que nos hemos robado mutuamente y ambos detenemos nuestro besó por lo que se me hace una eternidad, definitivamente lo extrañaba un montón.
- Te amo Oli...- Son las palabras que salen de sus labios mientras nuestros ojos se observan cargados con el mayor de los deseos que sentimos al estar tan cerca del otro, no le digo nada porque las palabras sobran, así que volvemos a unir nuestros labios porque nuestra necesidad es extrema y el deseo nos envuelve de una forma que nos hace olvidar de todo a nuestro alrededor, se que ahora se supone que deberíamos estar hablando y no comiéndonos a beso, pero sé que eso lo podemos hacer después, además que tengo cero intenciones de parar.
Luego de un rato nuestras manos terminan de desnudar al otro y ahora sus besos bajan por mi cuello a pesar de la incomodidad que eso le genera debido a la posición en la que estamos, su camino de besos continua hasta llegar a mis montañas que están anhelando su atención y él está comprometido con darle toda la que se merece, lo hace con calma y aunque puede parecer una tortura lo cierto es que nos extrañamos lo suficiente como para no aprovechar el momento, pues está claro que no sabemos qué pasará luego de la charla que tendremos al terminar este desenfrenado momento de auténtica pasión.
Sus labios siguen viajando sin cesar por mi abdomen hasta llegar a mi zona más sensible y no le queda más remedio que arrodillarse para estar más cómodo y es allí donde empieza con su verdadera tortura, pierdo cualquier noción de la realidad que podría tener y la sala de este departamento literalmente se inunda de mis gemidos y parece que eso lo motiva más porque sube mi rodilla hasta su hombro para tener un mayor acceso a mi lugar secreto y luego uno de sus dedos va a hacerle compañía a sus labios logrando que enloquezca más de lo que ya estoy, él definitivamente es el mejor en todo lo que hace, pero lo cierto es que cuando se trata de hacerme el amor se toma todo demasiado en serio.
- ¡¡Dios me vas a matar!!...- Le digo aun en la entrada del departamento, pero él simplemente continuo con su tortura, pero me da una pequeña tregua sólo para decirme:
- ¡Dios, no nena, Aarón suena mejor! ...- Me dice con la sonrisa más seductora y picara que le haya visto a este hombre en toda mi vida.
No digo nada porque su boca vuelve al lugar de antes y sus dedos me torturan con más vehemencia haciendo que no pueda emitir ningún sonido diferente el de mis gemidos cuando estoy a segundos de alcanzar el máximo placer, que sólo tarda unos segundos, pues mis piernas tiemblan y siento que me caigo, pero sus manos lo suficientemente ágiles evitan que eso suceda.
Luego de darme unos segundos para respirar mientras se pone de pie, Aarón me levanta haciendo que enrede mis piernas aun débiles en sus caderas y sin darme tiempo alguno me posee como tanto me gusta, es una locura que teniendo dos habitaciones, un sofá gigantesco y unas sábanas tendidas en el piso a la espera de nosotros, para Aarón sea más sencillo pegar mi espalda a la puerta de entrada en la que ha sucedido todo esto, sostiene fuertemente mis piernas y empieza un ritmo sincronizado y enloquecedor, pero a pesar de la fuerza y dedicación con la que lo hace yo sigo queriendo más, él entiende perfectamente mi mensaje y de un rápido movimiento me devuelve al piso, voltea mi cuerpo haciendo que le dé la espalda, se posiciona entre mis piernas y con un movimiento ágil vuelve a empezar, pero esta vez con más fuerza y definitivamente esto es justo lo que necesitaba, sí, soy una maldita desquiciada, pero me encanta todo esto.
Nuestros cuerpos chocan entre sí, mi trasero es levantado por sus manos haciéndolo tener un mayor acceso y el choque de nuestros cuerpos es el tercer sonido que inunda la sala, junto a sus gruñidos y mis gemidos locos, definitivamente no sé cómo estuvimos tanto tiempo lejos uno del otro.
Mis pies empinados le ayudan a estar más dentro mío y sus besos en mi espalda mientras sus manos pasean entre mis cadenas y mis montañas hace que definitivamente todo esto parezca una total película para adultos, pero es así como me gusta, me encanta que me trate así, cuando de sexo se trata, porque cuando quiere ser romántico me ha demostrado de muchas maneras que lo puede hacer bastante bien.
El baile de nuestros cuerpos sigue en una sincronía tan perfecta que a ratos me asusta, no voy a mentir, esto que siento por Aarón va más allá de mi raciocinio y es allí donde siempre he hallado el problema, porque con él todo siempre es demasiado emocional y pasional, para lo que alguien como yo está acostumbrado a sentir por otra persona.
El clímax nos llega juntos y eso es una clara demostración de lo que él y yo somos, no doy más y gracias a Dios está él que me ayuda a mantener el equilibrio, me voltea y toma mis labios, pero esta vez con un beso bastante tierno para lo que acabamos de hacer y a lo que estoy acostumbrada cuando se trata de él.
- Te amo...- Si, esas son las palabras exactas que salen de mis labios cuando logro hablar y definitivamente no puedo echarle la culpa al alcohol, simplemente debo aceptarlo y eso es todo, pues siento que, si no se lo digo ahora, probablemente no tendré oportunidad de hacerlo, al menos por un tiempo y esa sola idea me pone de los nervios.
- Yo también te amo Olí...- Me dice y lo cierto es que mi rostro se ilumina al escucharlo decir esas palabras que hoy parecen ser más especiales, porque, aunque ya me las ha dicho antes, hoy parecen más especiales, no digo nada más, porque ya hemos llegado al sofá y me recuesta en él, para luego dejar otro beso en mis labios.
- ¡¡Dios!! se supone que íbamos a hablar...- Le digo sonriendo, pero es evidente que el deseo y la pasión me han ganado está vez, y si soy honesta diré, que no me arrepiento de absolutamente nada.
- Se supone, pero eres demasiado irresistible, pero bueno, aun podemos hablar...- Me dice acercándome una de las copas que aún quedan en el desorden hecho por mis amigas, se sienta al otro lado del sofá, me ayuda a hacer lo mismo y nuestras miradas se cruzan diciéndonos con ello todo lo que a nuestros labios les cuesta dejar salir de forma natural, como se supone debería ser todo en esta vida...
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