...Tre:...
...Fiesta de bienvenida....
Lunes en la mañana, primer día en el nuevo Instituto. Primer día para hacer amigos, eso me hace muy feliz. Nótese mi entusiasmo por ello. Abro mi armario y busco que ponerme para ir a clases. Optó por unos vaqueros negros -sí, es mi color favorito- y una remera con las iniciales de Linkin Park. Debo decir que amo esa banda y para terminar mi atuendo me colocó mi infaltable campera de cuero.
Ató mi cabello en una coleta alta y bajo a desayunar.
Al entrar a la cocina el olor a tocino y huevos invaden mis fosas nasales, mi estómago ruge en aprobación. Tomo una taza del estante y sirvo café en ella. Le doy un pequeño sorbo y me siento en un taburete junto a la isla de la cocina.
Mamá me sonríe ampliamente y deja delante de mí, un delicioso desayuno. El cual no demoró en devorar, vamos, moría de hambre.
—¿Y Scott? —pregunto, con un trozo de tocino en mi boca.
—Con tu padre, fueron por el auto —responde sin darse la vuelta y siguiendo con su trabajo.
—Bien —me límite a contestar y continuando mi desayuno.
¿No les dije? Mi hermano Scott tiene diecinueve años, es decir que es dos años mayor que yo. ¿El asunto? Estuvo dos años sin estudiar. ¿La razón? Se fue a vivir con mis abuelos, no sé para que exactamente. Jamás me dijeron, pero como estuvo dos años ausente reprobó y ahora está en el mismo año que yo.
Hay cosas que no me dicen y no entiendo el porque de tanto misterio. Sí, como en toda familia la mía tiene sus secretos. ¿Cuáles? Aún no los sé, se supone que al cumplir los diecisiete me lo dirían. Pero como verán aún no lo han mencionado, me molesta tanto misterio. ¿Qué clase de secreto ocultaran? Tengo mis hipótesis de que podrían ser, que tanto Scott como yo somos adoptados. O que mi familia es alguna clase de asesinos a sueldo. Vale, vale tal vez se me ha ido un poco la cabeza con esa última idea, pero joder. No sé para que tanto ocultar algo, aceptaría cualquier cosa que me digan. No los juzgaría, de verdad.
Siento el sonido de la puerta al ser abierta y las voces de mi papá y Scott acercándose a la cocina. Los veo entrar y ambos me regalan una sonrisa a modo de 'buenos días'.
—Cielo —me saluda mi padre y deposita un beso sonoro en mi mejilla.
—Buen día, papá —le devuelvo el saludo—. ¿Nos vamos? —ahora me dirijo a mi hermano.
El asiente en mi dirección, tomo mis cosas y me despido de mis padres. Ambos subimos al auto y Scott le dio vida al motor. Preparaos para el primer día en aquel infierno al que llaman, instituto.
(...)
Mi hermano estaciono el auto en el primer sitio que encontró libre, bajamos del mismo y nos dirigimos a recepción por nuestros horarios. La secretaria nos atendió amablemente y nos entrego nuestros itinerarios. También nos dio la combinación y número de casilleros.
—Gracias —agradecí con una sonrisa amable.
—De nada, cielo —respondió la secretaria.
Nos despedimos y salimos en busca de nuestros respectivos casilleros.
—¿Cuál es tu primer clase, Al? —preguntó Scott mientras miraba su horario.
—Matemáticas. ¿Y a ti que te toca ? —respondí.
—Historia. ¿Nos vemos en el almuerzo, pequeña?
Que manía tenían de recordarme que era una enana, joder.
—Claro —sonreí.
Me devolvió el gesto y lo vi alejarse hasta su casillero. Caminé hasta el mío y lo abrí. Dejé algunas cosas y tomé mi libro de matemáticas. Respire con profundidad para tomar valor, no me gustaba mucho la idea de empezar de nuevo y menos el tener que hacer amigos otra vez.
—¿Eres nueva, cierto? —una voz me saco de mi ensoñación.
Ante mí había una chica pelirroja, de ojos miel. Bastante alta, cuerpo envidiable. Me miraba con una sonrisa en su rostro y esperando una respuesta de mi parte.
—¿Tanto se nota? —pregunté frunciendo el ceño, era la segunda vez que me lo decían. Estupendo.
—Algo —admite, encogiendo sus hombros—. Soy Heather. ¿Y tú debes ser Alice, verdad? —me tendió su mano y la estreche.
¿Cómo sabía mi nombre?
—Sí, soy yo. ¿Cómo lo sabes? —arrugue mi nariz y mi lado desconfiado salió a flote.
—Las noticias vuelan por aquí, pequeña. Todos se conocen entre si y cuando llega carne fresca todos lo saben —una sonrisa se expande en su rostro.
¿Qué le sucede a todo el mundo que le da por llamarnos pequeña?
No tengo ni puta idea.
—Ya —conteste.
—Ya sabes. Pueblo pequeño, infierno grande —bromea.
Niego con la cabeza divertida y sonreí ampliamente. El timbre que le da comienzo a la primera clase se oye, miro a Heather.
—Debo irme, tengo matemáticas —expliqué.
—Yo también —sonríe.
Y ambas nos dirigimos a clase, bueno al menos sin querer he conocido a alguien. No diré que seremos mejores amigas, porque el tiempo se encargará de decirlo por si sólo.
Una vez dentro del salón busqué un asiento en el fondo, por suerte no habían muchos alumnos en el salón y no me fue difícil encontrar sitio.
Me acomode en mi lugar elegido y a mi lado se sentó Heather. El profesor no llegaba aún, pero por la puerta entró alguien que hizo que mi corazón se parase.
Que cliché.
Tú cierra el pico.
Sebastian estaba en mi clase, pero esta vez no estaba sólo. A su lado se encontraba un chico, rubio, ojos castaños, alto, cuerpo atlético. Su piel era algo pálida, demasiado para mi gusto.
Sus verdosos ojos se posaron en mí y su sonrisa se ensancho. Unos hermosos hoyuelos se formaron en sus mejillas, le devolví la sonrisa.
Puede que esos hoyuelos se conviertan en mi cosa favorita.
—¿Le conoces? —la voz de Heather hizo que apartara la mirada de él.
—¿A Sebastian? Sí, le conocí en el centro comercial de casualidad —me encogí de hombros.
—Yo te diría que te alejes de él, no es de fiar —me advierte sin más.
Cuando quise preguntar el porque de su advertencia, el profesor llegó y pidió que tomemos asiento e hiciéramos silencio.
La mayoría hizo caso a lo que pidió, el resto le ignoro como si no fuera nadie importante.
(...)
Al fin era la hora del almuerzo, estaba que moría del hambre. Tal vez estoy exagerando, pero es un talento que poseo: exagerar todo. La mayoría de clases me han tocado con Heather y eso ha sido bueno. Ahora me encontraba haciendo la fila para poder comprar mi almuerzo, busqué con la mirada a Scott pero no le veía en ningún lado.
Solté un pequeño suspiro y me dediqué a esperar mi turno para poder comprar mi almuerzo.
—Veo que nos volvemos a encontrar forastera —habló alguien a mis espaldas.
Sin poder evitarlo una sonrisa se formo en mis labios. Giré sobre mi eje y ante mí había un sonriente Sebastian. Podría decir que me podría acostumbrar a esa sonrisa, podría.
—También nos hemos encontrado en clases —eleve mis cejas en un gesto divertido.
Una sonrisa aún más radiante se formó en sus labios, abrió la boca para decir algo pero fue interrumpido.
—¡Hey, Bastian! —el rubio de esta mañana, se acercaba a nosotros—. ¿Por qué no me has esperado? —se queja.
—Will —le saluda, como si nada.
—¿Eres Alice, cierto? —pregunta una vez que nota mi presencia, asiento—. Soy William Weasley, este idiota no dejó de hablar de ti —sonríe ampliamente y lo codea de manera juguetona.
—Espero que te hayan dicho cosas buenas sobre mí —bromeé.
—Demasiadas —admite y ríe.
—No le creas, le gusta molestarme —interviene Sebastian y le da una mirada de advertencia a su amigo.
Iba a responder pero noté que la fila había avanzado y que ya era mi turno. Me despedí con un gesto de mi mano y procedo a pedir mi almuerzo.
Volví a buscar a mi hermano con la mirada y lo encontré en una mesa con un grupo de chicos. Estupendo. Con lo que me gusta socializar, nótese mis ganas de eso. Caminé hacia la mesa y me senté junto a mi hermano.
Este me regaló una sonrisa, al notarme.
—¡Hey, chicos! Os presentó a mi HERMANITA —avisó, haciendo énfasis en hermanita. Apenas he llegado y ya está actuando como un hermano sobre protector. Y más que eso, esta marcando territorio, le conozco demasiado bien como para saberlo.
—Hola —saludé con timidez y volví mi atención a mi almuerzo.
Los chicos continuaron hablando, mi hermano se ha hecho amigo del equipo de fútbol americano, del Instituto. Y no me sorprende, él es muy bueno en este deporte.
—Scott hoy haré una fiesta de bienvenida por el comienzo de clases —habla un chico rubio de ojos castaños, creo que su nombre es Dylan—. Tú y tu hermana estáis invitados —el muy descarado me guiña un ojo. Suerte que Scott no se ha dado cuenta, si no estaría muerto.
—Por supuesto que iremos —acepta Scott sin dudar.
El resto del almuerzo los chicos continuaron su charla sobre fútbol y que les encantaría que mi hermano entrase al equipo.
(...)
Al fin había terminado el día y podía regresar a casa a relajarme. Sólo un rato, porque luego debería vestirme para la dichosa fiesta. Le mandé un mensaje a Heather para pedirle que fuese y ella respondió que allí estaría.
Lo bueno es que habría alguien conocido y eso sería genial.
(...)
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Updated 34 Episodes
Comments
Omirsa Benites de Salcedo
Me encanta
2023-02-10
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