Capítulo 4

El hermano de Pietro sabía que a él no le gustaban las mujeres, sabía que su hermano siempre había estado obsesionado con Augusto y conocía todo el plan que su hermano había armado para quedarse con quien quería. Pietro tenía un amante fijo, también tenía sus necesidades, pero eso solo continuaría hasta que tuviera a Augusto en sus manos. Mientras tanto, tenía que conformarse con un sustituto, además, ese hombre nunca le había dado problemas, porque sabía que si abría la boca, moriría.

Salió de sus ensoñaciones cuando su hermano lo llamó, guardó esa foto nuevamente y prestó atención a su hermano.

- ¿Y ahora cuál es el siguiente paso? - estaba curioso.

- Supongo que él debe estar preocupado\, ya que el cumpleaños de Alice es la próxima semana y hablando de eso\, necesito hacer una fiesta para mi prometida - sonrió a su hermano\, quien le devolvió la sonrisa.

- Él debe estar desesperado por salvar a su hermana y es ahí donde entra su amigo\, él aún no se había dado cuenta de la brecha en el contrato\, Mark se lo hizo saber\, ahora solo hay que esperar.

- Eres muy astuto - admiraba a su hermano.

- Y tú aprovecha la fiesta que voy a dar para conquistar a la mujer que amas\, idiota. Sabes lo que tienes que hacer\, si lo haces todo bien\, ella quedará conmovida\, así que haz tu papel de Romeo y conquista a tu Julieta - se rieron nuevamente.

- Sé que la harás más feliz de lo que yo podría hacerlo\, así que no desperdicies esta oportunidad.

Pietro era capaz de hacer cualquier cosa por aquellos a quienes amaba, podría conseguir al hombre que tanto deseaba y de paso darle la oportunidad a su hermano de ser feliz con Alice. Mientras aún estaban en la oficina, Pietro recibió un mensaje de uno de los abogados de la Mafia, avisándole que Augusto lo había buscado, las cosas iban mejor de lo que pensaba, solo restaba esperar una semana para que todo comenzara de verdad.

Un día antes del cumpleaños de Alice, Pietro envió nuevamente trajes para toda la familia de Augusto, sería extraño si solo los mandara a él. Junto con la ropa, envió una nota informando sobre la fiesta y a qué hora el chofer pasaría a recogerlos a todos, de esta forma entenderían que era una citación y no una invitación, por lo que no podrían rechazar.

Pietro ya había organizado todo para la noche del día siguiente y repasó todo una vez más con su hermano. No podía correr el riesgo de que arruinara todo poniéndose nervioso, había estado planeando todo desde los trece años, cuando puso un arma en la cara de aquel abogado y lo obligó a cambiar el contrato, a pesar de que seguía siendo considerado un niño, la gente ya le tenía miedo y a él no le importaba, pensaba que de esa forma era mejor.

Aquel día Pietro fue a la empresa a resolver algunas cosas, tuvo una reunión con algunos miembros del consejo para distraer su mente. Mientras estaba en esa reunión, recibió un mensaje de Miguel, preguntándole cuándo lo volvería a ver y que ya lo extrañaba. Él solo sacudió la cabeza, eso no iba a suceder, aún más cuando estaba tan cerca de conseguir a Augusto.

Como su plan finalmente se estaba materializando, ya no le interesaba seguir teniendo esas aventuras con Miguel, solo era una distracción hasta ese momento, esperaba que él no se pusiera celoso, o tendría que ponerle fin.

Pietro recibió otro mensaje y ya se estaba imaginando que era de Miguel, pero cuando vio que no lo era, prestó atención al mensaje que había recibido. Además de una foto adjunta, era una información de que Augusto estaba en un restaurante con Mirella.

Sabía de la amistad colorida entre los dos, pero eso iba a terminar pronto. Se levantó interrumpiendo esa reunión y salió nervioso de la sala, pidió que le reservaran una mesa en el mismo restaurante y luego llamó a Débora.

- Prepárate en diez minutos\, paso por ti para ir a almorzar.

Pietro no esperó a que ella dijera nada, colgó el teléfono de inmediato, no necesitaba decir nada, sabía que Débora entendería que estaba enfadado, ella lo conocía bien. Cuando estaba cerca de llegar, volvió a llamar pidiéndole que bajara pronto.

Cuando él llegó, Débora ya estaba esperando, para él, ella era hermosa como siempre, se conocían desde niños, ella era la única que no le tenía miedo en aquel entonces y al igual que con su hermano, con ella siempre podía ser sincero.

— Listo, ¿ahora puedes explicarme qué demonios está pasando? — habló irritada.

— Necesito ir a un restaurante y no puedo llegar solo — escuchó su sonrisa al explicar.

— ¿Quién es el guapo? Voy a seducirlo, ¿o es para dar celos? Siempre que me llamas así, hay algún hombre involucrado.

Débora también sabía que él era gay, así que hablaban abiertamente sobre todo, al menos cuando estaban solos, ya que en frente de los demás, ella cumplía con las formalidades.

— Augusto estará allí — respondió seriamente.

Cambiaron su expresión al decir eso y ella también, al escuchar el nombre que él pronunció, sabía que cuando el tema era Augusto, Pietro perdía totalmente el control y eso era precisamente lo que Débora temía, que él perdiera la calma, dependiendo de lo que viera.

Tan pronto como entraron en ese restaurante, él empezó a buscar con los ojos por ambos, en cuanto los vio, se dirigió directamente a esa mesa, cuando Augusto lo vio acercarse, parecía sorprendido.

"Tranquilo, Pietro, mantén la calma", se decía para sí mismo.

Cuando Mirella lo vio acercarse, terminó atragantándose con el vino.

— ¿Pietro? — parecía sorprendida.

— Mirella, Augusto — saludó a ambos.

Pietro primero tomó la mano de ella, luego tomó la mano de Augusto, quien al tocar su mano, sintió como si una corriente eléctrica recorriera todo su cuerpo. Augusto no hizo ningún esfuerzo por sostener la mano de Pietro durante mucho tiempo, soltándola rápidamente y sintiéndose incómodo.

— Esta es Débora — la presentó por cortesía.

Después de las presentaciones, Pietro se fue a su mesa, solo quería que supieran que él estaba allí, los ojos de ambos se encontraron algunas veces, pero Augusto nunca sostenía la mirada, Mirella también lo miraba y él podía percibir lo que ella quería, mientras el otro que estaba siendo observado se puso tenso en la mesa, Débora cumplía su papel y observaba todo, Pietro esperaba ansioso que esa fiesta comenzara, ahí sí se iniciarían los juegos.

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