Luisa embarazada

***John***

— Joven John déjeme darle un consejo, y se que solo soy parte de la servidumbre pero le tengo aprecio. Deje de tomar de la forma que lo hace, lo único que hace es desperdiciar su vida— le dijo José el mayordomo.

— No te metas en mi vida. Simplemente eres mi mayordomo. Lucía es una maldita perra igual que todas las mujeres. Después que le di todo la desgraciada me dejó.

— Me meto en su vida por el aprecio y aunque me despida le voy a decir algo, la señorita Lucía a usted lo ama y dio todo por usted a tal punto que dejó sus sueños por estar a su merced, no sabe lo frustrante que era verla como si luz se iba marchitando, cuando ella vino por primera vez, ella irradiaba felicidad. Pero cuando ella se fue, iba destruida. Asi que no hable mal de la señorita.

Me quedé callado. Realmente esa era toda la verdad. Soy un egoísta. Yo veía como ella cambiaba y no hice nada. La queria solo para mí. Creía que dándole todo los lujos ella se sentiría feliz a mi lado. Lo único que hice fue cortarles sus alas y encerrarla en esta mansión que seguramente no lo veía como su nido sino como su jaula.

— Retírate. Lo único que sé es que tú me ayudarás a traerla de vuelta.

Tomé una botella de whisky y me lo serví poco a poco.

— Señor la señora Luisa está aquí.

— Hola mi amor. Se te olvida que soy tu esposa y deberías estar conmigo. Pero estas aquí llorando y bebiendo. Mi padre quiere que me mudé aquí contigo— sonrió.

— Quién te invito a mi casa. Esta casa es sagrada. Así que vete— le grité.

— Eres un estúpido. Esto lo sabrá mi padre.

Luisa se retiró.

Estoy al borde de la locura.

Pasaron un par de meses y de Lucía no se sabía nada.

Luisa no me dejaba en paz y mi padre era cada vez insoportable que quería que trajera a Luisa a la mansión. Pero esta vez no dejé que él decidiera. Esta mansión tiene dueña y la única mujer que puede vivir aquí es Lucía.

Recibí una llamada de un número privado. Creí que era Lucía y contesté de inmediato.

— Hola mi amor.

Esa voz era de la fastidiosa de Luisa.

— Eres una hueca.

— Estoy embarazada.

— Que te pasa, si nunca he tenido nada contigo.

— Así que necesito que vengas a la mansión de mi padre en una hora. Mi padre quiere hablar con el futuro padre.

Colgué la llamada.

No puede ser. ¿Embarazada?

Salí a la mansión Ricalde. Fui directo a la sala. Y ahí estaban los medios de comunicación transmitiendo en vivo.

— Aquí viene el futuro padre, John Walton. Dígame, como se siente saber que será padre?

Quedé viendo a Luisa.

— Está impactado, apenas se acaba de enterar— dijo Luisa.

Los medios nos tomaron fotos.

Solo espero que Lucía no vea esto. Así nunca me perdonará.

***Lucía/Valentine***

Me instalé en Madrid, España.

Empecé a trabajar en una cafetería como mesera, la paga era poco pero fue lo único que pude conseguir, el dueño encendió la TV y lo primero que sale son las noticias de América que John y Luisa serán padres. La familia multimillonarios Walton-Ricalde esperan a su primogénito.

John continuó su vida perfectamente y su contrato comercial pasó a una familia. Mis ojos se humedecieron. Sentí que mi presión bajo tanto, que mis manos se pusieron heladas, mi estómago temblaba de frío y mis rodillas ni las sentía. Esta maldita sensación en mi corazón como que un cristal se rompía en mil pedazos. Mi corazón dolía. La respiración me faltaba, caí de rodillas al piso con mi mano empuñando la camisa en la parte de mi pecho.

—¿Te sientes bien Valentine?— dijo Gabriel, mi jefe.

No podía hablar.

Gabriel me ayudó a sentarme. Me trajo un vaso con agua y me echaba aire con una charola.

— Valentine ya estas mejor, ya te volvió el color en tu cara. Me pegaste un susto chica.

Esa noticia me había impresionado tanto.

Gabriel ha sido muy bueno. Me dio el trabajo apenas lo solicité y aquí llevo un par de meses.

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